💌 : ❛ he was sunshine, i was midnight rain... ❜

⋆࿐ CAPITULO SEIS ೃ࿔·˚༘
❛ liane se ve obligada a tener esa plática con charles ft. midnights fiesta ❜

     LIANE CORDELIA NO ERA UNA PERSONA QUE SALIERA TANTO DE FIESTA, lo fue hace años pero eso cambió conforme su círculo social empezó a volverse algo tóxico. Eso y el hecho que durante una fiesta, se enterara que su entonces novio podría estar siéndole infiel.

Luego de un tiempo en terapia fue consciente de que salir de fiesta tan continuamente no era algo que ella quisiera en realidad. Sí, le gustaba salir de vez en cuando pero ya no se dejaba abrumar por rechazar invitaciones cuando realmente no quería asistir a ellas. Esta no fue una de esas ocasiones, todo lo contrario, la cantante estaba emocionada por asistir a la fiesta organizada por la mismísima Taylor Swift debido a el anuncio de su nuevo disco, Midnights. Aún no comprendía como Theo Blackthorn consiguió invitaciones para todas las chicas pero no era ese momento para cuestionarlo. Ya tendría tiempo después.

Justo ahora, se encontraba recién entrando al lugar de la fiesta con una gran sonrisa. Maya había sido capaz de conseguirle un vestido hermoso de color rosado oro, que le acentuaba su figura increíblemente y se sentía cómoda en el mismo.

El ambiente no podría ser mejor. Liane se dedico a saludar a sus amigos, beber un poco, bailar y lo que no podría olvidar nunca, su conversación con la anfitriona de la fiesta, aún si Roman Tate los había interrumpido por necesitar un baño.

Honestamente, la fiesta estaba siendo un gran factor para que la compositora olvidara sus preocupaciones por unas horas y se dedicara a divertirse como no lo hacía en mucho tiempo.

—¡Hey, Liane! —la saludó Sabrina Carpenter.

—¡Sabrina! Hola. —la abrazo emocionada, tenían mucho sin verse— ¿Cómo has estado?

—Muy bien, increíble. —sonrió y ambas se sentaron en unos sillones de la esquina para poder platicar— ¿Tu qué tal? Escuche tu nueva canción y es asombrosa. Esos vocales. —halagó.

—Gracias. Sí, a Dangerous le ha estado yendo muy bien y me emociona mucho. —asintió feliz, poder hacer lo que más amaba y compartirlo con las personas era un sueño hecho realidad— A tu álbum también le va genial, Sabri. —la rubia le agradeció— Pero cambiemos el tema, no hablemos de trabajo. Estamos de fiesta.

La cantante rubia estuvo de acuerdo y pronto entablaron una conversación sobre cómo la estaban pasando y de toda la diversión que tenían.

Hubo un momento de sorpresa total cuando de un momento a otro, Taylor estaba acompañada de un brazo rodeando su cintura en todo momento puesto que dicho brazo pertenecía a nada más y nada menos que Theo.

—No puedo creer que Theo sea novio de Taylor. Me mintió a la cara diciendo que apenas y la conocía. —se quejó la castaña como niña pequeña— Le va a salir caro esto, tendrá que sobornarme con mucha cafeína si quiere que lo perdone. —cruzó sus brazos— Atacada, así me siento. —murmuró— O quizá si me consigue entradas para el próximo tour de la rubia lo perdone.

Carpenter no pudo evitar reírse de las palabras de su amiga. Siempre le pareció entretenida de observar la dinámica del británico y la americana, a veces actuaban como si fueran padre e hija. Era tierno.

—¿Vamos a bailar? —invitó la ex-actriz de Disney y rápidamente obtuvo una respuesta positiva.

Ambas cantantes se dedicaron a bailar animadamente y el tiempo pasó volando. Quizá fue lo distraída que estaba riendo de los pasos exagerados que Sabrina hacía que ni siquiera noto como alguien la observaba fijamente. Una mezcla de anhelo, tristeza y añoranza. Pero alguien si que noto esto.

—¿Liane? —se le acercó al oído— Llámame loca pero creo que estoy viendo a tu ex.

Le tomo un par de segundos procesar las palabras de su amiga y cuando lo hizo, Cordelia sintió cómo la sobriedad regresaba por completo a su cuerpo. Él no podía estar ahí, ¿cierto? Era imposible, sabía que tuvo una carrera horas antes en Alemania. ¿Cómo podría estar ahí? No, eso no era así. Seguramente Sabrina confundió a algún chico con el piloto. Sí, eso era.

¿Y si estaba tan segura de eso, por qué no volteaba al mismo lugar que la rubia hacía?

Con el corazón latiendo a mil y la garganta cerrada, se dio media vuelta para escanear el lugar con su mirada y ahí estaba. Al otro lado de la habitación, en un traje blanco, de esos que recordaba decirle adorar mirarlo usar porque le resaltaban muy bien. Un par de ojos verdes, con muchas emociones cruzando por ellos, le devolvían la mirada.

Liane sintió que su respiración se detuvo unos momentos y el pánico la recorrió al notar como se acercaba a ella. No podía enfrentarlo, no quería hacerlo. Y entonces hizo exactamente lo que su terapeuta le pidió que no hiciera: huir.

—Me tengo que ir, Sabrina. Te veo luego, diviértete. —se despidió apurada.

Se giró una última vez para notar como el piloto de fórmula uno caminaba decidido en su dirección, sin despegar su mirada de la suya. La castaña no espero más y se abrió paso entre las personas, entre tantas disculpas por los empujones dados a los invitados, fue que logró salir de la sala principal y esconderse en una de las últimas habitaciones que pudo encontrar.

Se sentó en el sillón de la habitación, con la ádrenlo a corriendo por su cuerpo. Respiro profundamente y comenzó a analizar cómo podría salir del lugar sin que nadie la notara. Su mente pensaba en muchas situaciones que ni siquiera se dio cuenta de que la razón de su estado acababa de entrar al lugar y estaba decidido a no dejarla irse a menos que hablarán.

Tu es magnifique ce soir, Lia.

La cantante sintió que se le cortó la respiración. Esa voz. No podría olvidar jamás esa voz, tenía tantos recuerdos, los mejores, junto al dueño de la misma.

Tal vez aún podría salir de ahí, evitarlo más tiempo. Pero su cuerpo y mente la traicionaron. La otra persona dentro de la habitación se le acercó y entonces salió de su estupor, ya no había vuelta atrás. Con su corazón latiendo desenfrenadamente, levantó la mirada y sus ojos avellana se encontraron con los verdes del monegasco como muchas veces lo hicieron en el pasado.

—Charles... —susurró sin dejar de observarlo.

—Tenemos que hablar, Liane, y lo haremos ahora. —sentenció.

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     HABÍA ALGO ÚNICO EN LA AMISTAD ENTRE CHARLES LECLERC Y LYRE BLACKTHORN QUE muy pocas personas llegaban a comprender. Eran polos opuestos en su totalidad y desde el primer cruce de palabras lograron conectar, a su manera, pero lo hicieron. Charles era amable, amoroso, tierno y delicado al tratar con las personas. Lyre era lo opuesto a todo eso, era gruñona, cerrada y directa al hablar con otros.

Una amistad que nadie pensó que duraría pero lo hizo. Y había algo que nadie tomaba en cuenta y era que, a pesar de la actitud y personalidad de la actriz, era capaz de hacer lo posible para que su amigo fuera feliz y eso incluía conseguirle invitación a una fiesta, avisarle el momento y lugar exacto en el que su ex novia se encontraba para que pudieran hablar por primera vez en meses.

Claro que si alguien le preguntaba por su participación en esto a Lyre, ella lo negaría por completo.

Leclerc se había enfocado en sus entrenamientos y en la temporada de ese año para evitar pensar en cómo su pareja lo había dejado de un momento a otro con una simple nota de despedida.

Intento odiarla, hacerla la villana y simplemente fue incapaz de eso. La amaba mucho y entendía porque hizo lo que hizo. No, no le parecía que fuera la manera correcta pero entendió. Y aunque su corazón se rompió, decidió darle su espacio. Sabía que lo necesitaba pero nunca espero que la cantante empezara a evitarlo y hacer todo lo posible por no darle la cara.

Lo tolero por meses y estaba cansado. Se merecía una explicación adecuada y cuando Lyre le contó su idea, no pudo negarse. Ambos planificaron todo en tiempo récord, no podían permitirse ningún error si querían que funcionara. Horas después de que acabara su carrera en Alemania, se encontraba montado en su jet privado y cuando menos lo esperó, había llegado al lugar que Blackthorn le indicó.

Con los nervios a flor de piel, se adentró por el lugar buscando con la mirada a aquella castaña por la que sentía tanto.

—¡Hasta que llegas! —la inconfundible voz de la menor de los Blackthorn lo recibió. El piloto dio media vuelta en su lugar— Por un segundo dude, no te mentiré.

—Hola, gruñona. —la saludó divertido.

Entrecerró sus ojos mirándolo fijamente: —Solo recuerda que gracias a mi estás en el mismo lugar que Liane.

Levantó las manos a modo de rendición: —¿Cómo estás, Lyre? ¿Disfrutando de tu jugo?

—Intentado esa cosa llamada socialización. Y mi jugo esta genial. —bebió un trago observando a su amigo. Estaba nervioso, era obvio. La manera en que jugaba con su anillo Oura y como sus ojos se desviaban a todas partes— ¿Sabes? Deberías relajarte un poco, tomate un trago o no se.

—Quiero estar sobrio cuando hable con Liane. —declinó su oferta.

—Lo sé, genio. No te sugería que te pusieras hasta que tu alma no diera más, solo para que agarraras valor, creo.

—Igual prefiero no hacerlo.

—¿Y que esperas, McQueen? ¿Una invitación? Ve a buscarla. —lo apuró al notar como no tenía intenciones de moverse.

—No se si sea lo correcto. —suspiro.

Lyre lo observó un segundo y procedió a jalarlo para llevarlo a la parte trasera donde tendrían un poquito más de privacidad.

—Charles, no soy buena dando este tipo de consejos así que valora que lo intentaré, ¿de acuerdo? Estás cansado luego de la carrera y sin embargo viajaste hasta aquí sabiendo que debes regresar mañana. Te carcomes la cabeza pensando que pudiste haber hecho para ayudarla y por entender porque hizo lo que hizo, ¿me equivoco? —el monegasco negó con la cabeza— Y consideró que estas en tu derecho de exigir una respuesta, sea buena o mala, la mereces y la conseguirás hoy. Así que amárrate los pantalones y mueve el culo. Liane está en la pista de baile, ve.

—Te quiero mucho, Lyre. —le plantó un beso en la mejilla a modo de agradecimiento.

—¡No! Contacto humano, aléjate. —fingió asquearse— Anda, ve ya.

Leclerc le regaló una última sonrisa y decidido se dirigió a donde su amiga le había indicado. Cuando logro visualizarla, sintió que todo a su alrededor se paralizó. Lucia igual de radiante que siempre y aquel vestido rosado oro le asentaba muy bien. Pero lo mejor fue ver esa sonrisa en sus labios, era sincera, se estaba divirtiendo y disfrutando, algo que el último tiempo juntos le costaba hacer.

El monegasco se sentía como un adolescente, con todas sus emociones a flor de piel e incapaz de continuar avanzando porque sentía sus piernas temblar al estar tan cerca y a la vez tan lejos de su chica. Porque sí, no existía manera en el mundo que Charles Leclerc no considerará a esa hermosa castaña neoyorquina como su chica. Después de todo lo vivido juntos, no podía ni querría que fuera de otra manera.

Se quedó tan ensimismado observándola y cuando sus ojos se cruzaron por primera vez en meses —ocho, para ser exactos—, fue como si algo encajara en su alma luego de sentirse incompleto. Salió de su estupor cuando notó como Liane entraba en pánico y huía del lugar.

No podía creerlo, solo se distrajo un segundo y ella había huido. Otra vez. Pero esta vez no la dejaría escapar, como pudo se abrió paso entre toda la gente y la siguió a una distancia. La miro entrar a una habitación y supo que era el momento.

Esta sería la última vez que podría soñar con que podría pasar durante este encuentro. Por más nervioso que estuviera, no se iría de ahí sin una explicación. Claro que no. Respiro profundamente y finalmente entró a la habitación.

Ahí estaba ella. La razón por la qué pasó tantas noches en vela, la mujer con la que compartió tanto y quería seguir haciéndolo. La persona que sabía quería a su lado toda la vida.

Liane Cordelia.

Soltó lo primero qué pasó por su mente desde que la miro en la noche.

Tu es magnifique ce soir, Lia.

—Charles... —susurró sin dejar de observarlo.

Sintió un escalofrío correrle por toda la espina dorsal al escucharla pronunciar su nombre. Seguía siendo el mismo efecto aún años después. Impresionante.

—Tenemos que hablar, Liane, y lo haremos ahora. —sentenció serio.

Leclerc la conocía mejor que a la palma de su mano, sabía prácticamente todo de ella: sus manías, sus traumas, sus problemas, sus sueños, todo. Así que fue muy sencillo para él descifrar las emociones por las que pasaba. El pánico, el miedo, la culpa y el anhelo.

Noto perfectamente como su cerebro intentaba procesar lo que ocurría, también sabía que estaba pensando en alguna forma de huir de ahí y el como hizo ademán de levantarse de su lugar por unos segundos hasta que se decantó por aclarar su garganta y hablar.

Y eso no era lo primero que esperaba escuchar de su boca, si era honesto.

El piloto podría jurar que esa escena se reprodujo en su cabeza miles de veces, de diferentes maneras pero jamás, jamás espero que lo primero que Cordelia le dijera fuera:

—Uhm, ¿la estás pasando bien en la fiesta? —cuestionó de la nada, lo que logró confundir al castaño.

—Lia... —suspiro dando unos pasos en su dirección— No es eso de lo que quería hablarte.

—No. —soltó de golpe y el castaño parpadeó confundido.

—¿A qué te refieres con no?

—Significa no. No quiero. —la neoyorquina sabía que estaba sonando como una niña pequeña pero no podía evitarlo. Le daba pavor tener esa conversación y terminar lastimando más al monegasco.

Se levanto e intento rodear al castaño pero este se le planto frente a ella ocasionando que quedaran a escasos centímetros. Rápidamente la compositora se alejó del joven, arrepintiéndose al instante cuando pudo observar que le dolió su acción.

Pero no lo culpaba, el año anterior lo único que buscaban era estar tan cerca del otro y ahora eso simplemente era un recuerdo. Dolía como el infierno.

—¿No crees que me debes una plática de lo qué pasó? Me dejaste, Liane. Y por una nota. —le recordó dolido.

Se estremeció en su lugar al escucharlo hablar de esa manera tan... triste, rota: —Charles, de verdad no quiero hablar de eso. No es el momento ni el lugar.

—Y si no es hoy, ¿cuándo? —cuestionó retóricamente— Llevas ignorándome desde ese día y ni quiera intentes negarlo. —exclamó molesto— Estas evadiendo la situación y no es sano. No nos merecemos eso, yo no me merezco esto.

—Charles yo... —tembló su voz— No se que quieres que te diga.

—La verdad. —cruzó sus brazos y la vista de la menor se desvió unos segundos a sus músculos.

—No se por donde comenzar. —admitió bajando la vista— Sabes lo mal que me hace pensar en mis padres, en Tobías. Y luego de que se apareciera en mi apartamento, tenerlo frente a frente fue demasiado para mi. Se que lo sabes, estuviste ahí cuando todo ocurrió pero verlo fue como activar todos esos recuerdos que lo involucraban a él. No supe cómo reaccionar y me aferré a lo único que sabía que nunca me dejaría: . —hizo el amago de acercarse pero se detuvo— Y eso no debió ser algo malo pero yo lo volví en algo que no estaba bien. Porque inconscientemente deje de funcionar si tú no estabas involucrado en la ecuación. Ni siquiera podía tomar una decisión por mi cuenta. —soltó una risa amarga— Me apegue a ti, solo quería hacer cosas que te involucrarán, cancele cosas de mi trabajo por estar contigo, porque me daba pavor pensar en que no estuvieras junto a mi, que me dejarás. —se secó las lágrimas con rabia— Y luego, después de muchas sesiones con mi terapeuta, comprendí que estaba mal. Y tu nunca tuviste ni tendrás la culpa, fui yo. Yo fui la que nos quemó, nos arruinó por no saber controlar su trastorno de personalidad dependiente. Y me dolía verte y saber que lo mucho que te lastimaba con mis actitudes y acciones. Yo solo... colapse y no quise arrastrarte conmigo, solo quería que fueras feliz y que no tuvieras que lidiar con todos mis problemas. —finalizó.

—No es justo. —dijo Leclerc cuando terminó de procesar las palabras dichas, Cordelia lo volteo a mirar pero se mantuvo callada— No es justo, Cordelia. Esa decisión no te correspondía, era mi elección y me la quitaste. Somos... éramos una pareja. Te lo dije esa noche, íbamos a enfrentarlo juntos y no te importo. —sabía que se merecía sus palabras y más pero aún así dolía— Y eso no es lo que más me duele, ¿quieres saber que es? —se le acercó hasta acorralarla contra la pared— Que lo entendí. Carajo, Lia. Lo entendí. Pero tú no me dejaste demostrártelo. —ambos tenían los ojos cristalizados y la respiración agitada— Me dejaste.

—Lo lamento tanto. —susurro con la voz rota.

Negó con la cabeza y se dio media vuelta enojado consigo mismo. Odiaba no tener motivos para odiarla, deseaba que hubiera hecho algo más, que fuera la villana para poder odiarla y simplemente no podía.

¿Por que se volvió tan complicado amar?

—¿Por qué no podemos volver a como éramos antes? —la tomó de sus mejillas— Te extraño y no sabes la falta que me haces. —negó con la cabeza.

Charles Leclerc era como la luz del sol: una persona que nunca se daba por vencido, que buscaba brillar, era amable, encantador, atento, cariñoso, gracioso, simplemente era todo y más de lo que alguna persona pudiera pedir en una pareja.

Liane Cordelia era lo contrario, ella era como la lluvia de medianoche: una persona que sobre pensaba todo lo malo, que inconscientemente apagaba su brillo poco a poco, buscaba la aprobación de otros, dejaba que sus temores la sobrepasaran y no todo era malo, ella tenía grandes cualidades pero dejaba que se opacaran.

Eran tan diferentes y a la vez tan parecidos en ciertas cosas y eso nunca los detuvo. Hasta ahora.

Donde ambos buscaban ayudar al otro pero chocaban porque una pensaba que alejarse era lo mejor.

—Quizá ese es el problema. —murmuró esquivando su mirada.

—¿De qué hablas, Lia? —buscó su mirada desesperado, no podía volver a hacérselo, ¿cierto?

—Yo... yo no te necesito. Tienes que alejarte de mi.

—Eso es una mentira. —la forzó a mirarlo sin llegar a lastimarla— Estas mintiendo.

—Él que se miente eres tú.

—Lo dijiste, en aquella nota. No era una despedida, era un hasta luego. Me pediste que te esperara. Sabías bien que lo haría, yo te esperaría incluso por diez años.

—Fue un error. —aclaró su garganta y lo miro fijamente— Nunca debí escribir esa nota, Charles. Así que olvídame, no estábamos hechos para durar.

Fue dura y le lastimó cada palabra dicha porque era una mentira. Quería decirle que tenía razón, que le agradecía por haberla esperado, que aún lo amaba tanto y lo mucho que quería regresar a sus brazos pero no lo hizo. Y aprovechando lo impactado que estaba, otra vez se fue, dejándolo solo.

Pero ese no sería el final, Charles no se iba a quedar con una mentira, porque sabía que eso era.

Cette conversation ne va pas se terminer de cette façon. —se dijo antes de salir de la habitación para ir a buscar una vez más a la castaña.

Claro que no esperaba encontrar a la cantante ahogándose en alcohol para evitar pensar en la plática que tuvieron o como acabaría llevándosela de ahí hasta el departamento de ella, además de terminar cuidándola toda la noche.

Sí, definitivamente no fue lo que se imaginó, al contrario, fue simplemente inesperada toda la noche.

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no les mentiré, llevo más de una semana intentando escribir la conversación entre estos dos y ni siquiera se si me gusta del todo como quedo pero hice mi mayor esfuerzo:( así que espero haber cumplido las expectativas.

un shout out a middleofnow porque me ayudo mucho con la conversación entre mis nenes, lofiu.

síganme en mi cuenta Tiktok sanktaylor8, por el momento tiene dos video de liaclerc pero ya estoy trabajando en uno nuevo.

¿qué opinan de la charla? les prometo que se vienen cositas muy interesantes sobre la relación de mis nenes.

— libs💙

pd. la traducción de las frases en francés se encuentran en los comentarios!

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