9. Acepto una cita con mi ex

Para cuando terminó la semana, yo estaba muerta.

No, muerta sería poco. Estaba destruida, hecha papilla. Tenía tareas en todas las materias (las cuales aún no había comenzado), lecturas pendientes y las piernas me temblaban por culpa de los entrenamientos.

Apenas llevaba tres horas despierta y el sábado ya estaba siendo el peor día de mi semana. Y eso que aún faltaban los entrenamientos y la cena con Charlie y sus padres.

—¿Andy?

La voz de Alana, a mi lado, me sacó de mis pensamientos. Levanté la cabeza y noté cómo todos a en la clase se estaban levantando y hablando entre si.

—¿Ya terminó la hora? —pregunté con sorpresa.

No podía ser que me hubiera perdido las dos horas sin darme cuenta. Era habitual en mí el dormirme en clases, pero esto ya era otro nivel.

—No, estamos armando parejas para el trabajo. —Dio unos golpecitos con su dedo en la fotocopia que yo tenía sobre la mesa, justo en la lista de actividades del texto que aún no había leído—. Apresúrate o te vas a quedar sin compañero.

—¿Cómo? ¿No lo haremos juntas?

Alana hizo una mueca, como si no quisiera responder a esa pregunta porque la respuesta podría ser dolorosa. Y, como si lo hubiéramos invocado, Jade se asomó desde su banco, al otro lado de ella.

—Piérdete. Ella es mi pareja.

Abrí la boca, sorprendida e indignada en medidas iguales.

—¿Alana? —pasé la mirada de ella a él una y otra vez—. ¿Te vas a ir con él?

Alana intentó explicar algo con el movimiento de sus manos. A nuestro alrededor, todos estaban volviendo a sentarse con sus respectivas parejas.

Mi propia amiga acababa de abandonarme por mi peor enemigo.

—No te lo tomes personal —dijo finalmente—. Es el más listo de la clase.

¿Desde cuándo el inteligente se quedaba con las chicas?

—Bien ¿Ya tienen todos pareja? —preguntó el profesor.

—¡No, yo aún no! —me apresuré a contestar.

Lo último que quería era que me tocara hacerlo sola. Yo sabía que no debía de hacerse así, pero el chiste de hacer un trabajo en pareja era que se podían dividir las preguntas. O, si mi compañero era más inteligente que yo, podría asegurarse de que mi respuesta no fuera un desastre antes de ponerla en el trabajo.

Si lo hacía yo sola, tendría que trabajar el doble que el resto.

Digo, no disfrutaría de la enriquecedora experiencia de conocer un segundo punto de vista ajeno al mío.

—Veamos... —El profesor arrugó la frente y nos examinó a todos—. ¿A alguien más le falta pareja?

Nadie respondió.

Qué vergüenza.

De repente su mirada se detuvo en un banco vacío, donde descansaba una mochila abierta y los apuntes estaban desparramados sobre la mesa.

—Ah, aquí falta alguien —celebró en el preciso momento que las puertas se abrían y una persona entraba al salón.

Todos nos giramos para ver de quién se trataba. Noah se detuvo luego de hacer un metro al notar la atención del salón entero. Entre sus manos había un vaso de café humeante que probablemente acabara de comprar.

—¿Qué pasó?

—¿Cuál es tu apellido? —le preguntó el profesor.

Noah palideció.

Probablemente creyera que acababa de meterse en problemas por salir durante la clase, aunque eso no estuviera prohibido.

—R-Romano —contestó.

Usualmente ella se veía un poco intimidante con su ropa de aspecto caro, el cabello oscuro y sus labios siempre rojos. Pero ahora parecía más bien un perrito caniche abandonado en el frío.

Aunque, para ser honestos, todos en esta clase parecíamos perritos abandonados en el frío, porque la calefacción no funcionaba y las paredes estaban heladas.

—Romano. —El profesor asintió y me señaló con la mano. No, no, no, no, no—. Puedes hacer pareja con Andrea Paz.

¡No!

Noah siguió su mano hasta dar conmigo y, si antes me había parecido asustada, ahora se veía aterrada.

Intenté protestar.

—Objeción, su señoría.

—Objeción denegada. Esto no es un juicio. —El profesor regresó a su escritorio sin darnos más atención—. Bueno, esto les va a llevar un tiempo. Les recomiendo que usen estos últimos minutos para que vean cómo organizarse. La fecha de entrega será en dos semanas.

—¿Será un trabajo con calificación? —preguntó Alana.

—Por supuesto.

Escondí el rostro entre mis manos y me lamenté, pero no por mucho tiempo, porque tenía que hacer tarea.

Alana me dio unas palmadas en la espalda como si buscara reconfortarme y sus brazaletes emitieron un tintineo. Recogí mis cosas y ocupé el asiento vacío que estaba junto al de Noah para poder discutir con ella sobre el trabajo, porque me negaba a hacerlo después de la clase.

Noah pretendió ignorarme en lo que yo acomodaba mis bolsos y usó esos minutos para ordenar las cosas que estaban sobre su banco. Una vez me hube sentado, habló.

—Nos vamos a reunir en mi casa —dijo.

Sí, seguro.

—No, gracias. —Apoyé el antebrazo sobre mi mesa para adoptar una pose despreocupada—. Prefiero hacerlo en la sala de lecturas. O en la cafetería.

—Yo no. —Noah ni siquiera pestañeó—. Como ya sabes, estudio en otra facultad. Vengo aquí los sábados y luego debo ir corriendo al otro edificio para el resto de mis clases. No estoy libre hasta la noche y me niego quedarme aquí toda la madrugada viéndote la cara mientras resuelves una sola consigna.

Noah había dejado sus manos sobre el banco y enderezado su espalda como si estuviera siendo entrevistada para un puesto de trabajo. Era raro verla tan seria y tensa cuando en la secundaria ella solía verse más despreocupada y... contenta.

Antes ella tenía una sonrisa fácil.

No, me recordé, ella no tenía la sonrisa fácil. Ella sonreía para complacernos.

—¿No tienes libre los días de semana? —interrumpí mis pensamientos—. El viernes pasado te vi aquí.

—El viernes pasado tuve que buscar algo aquí y aproveché a sacar copias. Eran las once de la noche. Te repito que no voy a hacer el trabajo contigo en un edificio sin calefacción en pleno invierno y por la noche. No me odio tanto.

—¿Estás segura que no quieres ir a la biblioteca en la noche? Sería muy aesthetic.

Noah no rio.

Me rasqué la cabeza como si con eso pudiera hacer que mi cerebro funcionara a mayor velocidad, o fuera más efectivo.

Sabía que venir a mi casa no era una opción, con lo lejos que estaba. Reunirnos en la universidad tampoco y, me imaginaba, que en un café menos. Especialmente si nos iba a tomar tanto tiempo resolver el trabajo.

La mejor opción era ir a su casa un fin de semana y usar todo el día para hacer el trabajo. Probablemente ella sí tuviera calefacción y yo no estaría distrayéndome con cada persona que caminara a mi lado como lo hacía cuando estudiaba aquí.

—¿Cuándo podemos vernos? —accedí.

—Mañana en la mañana. —Arrancó una hoja de su libreta y escribió algo—. Ven con el texto leído. Y prepárate para estar varias horas trabajando. Quizá todo el día.

De repente me sentí como si estuviéramos de vuelta en la secundaria, cuando Noah me obligaba a hacer la tarea.

Cuando me entregó el papel, vi que tenía anotada la dirección de su casa y su número de teléfono. Al parecer aún seguía viviendo con su padre.

—Ya sé dónde vives —protesté.

—Por si te has olvidado. Abajo está mi número, por si lo has eliminado.

No dije nada a lo último, porque si había eliminado su número de teléfono de mis contactos. Así que la vi guardar sus cosas en silencio antes de imitarla.

Así que hoy en la noche tendría cena con mis suegros y mi novia, y mañana en la mañana desayunaría con mi ex.

Salí del aula preguntándome si sería buena idea contarle a Charlie al respecto. Suponía que, al ser mi ex novia, sería raro si no se lo dijera. Pero al mismo tiempo me preocupaba arruinar su humor justamente hoy.

Intenté imaginarme cómo me sentiría yo si Charlie me dijera que visitaría la casa de su ex novio para hacer un proyecto.

No podría quedarme tranquila.

—¿Qué tan malo fue?

Escuché a Alana antes de verla caminando a mi lado en el pasillo. Jade nos adelantó para saludar a Diego, uno de los chicos del equipo que también estudiaba en esta sede.

Los pasillos eran lo suficientemente anchos como para que pudiéramos caminar los cuatro juntos, pero con la cantidad de personas que había en ese momento, lo más sensato era ir de a pares.

Debíamos salir del subsuelo y dirigirnos a las canchas.

—No nos arrancamos los pelos, si es lo que quieres saber. —respondí—. Hoy estaba un poco menos irritable.

Recordé cómo fue mi relación con Noah luego de terminar con ella e, incluso, hasta el primer día de clases aquí. El que hubiéramos podido mantener una conversación sin pelear era un logro, pero habría que ver qué sucedía mañana, cuando estuviéramos las dos solas.

—A veces siento un poco de pena por ella ¿Sabes?

Ese comentario me sorprendió.

—¿Pena?

—Sí. —Alana abrazó su cuaderno contra su pecho y rascó la tapa con sus uñas de esmalte negro—. Se quedó sola y es triste, porque se ve que ha cambiado, pero tampoco es como si ella quisiera tener un arco de redención. Aunque si lo tuviera, aún así yo no volvería a ser su amiga.

—¿Qué es un arco de redención?

Alana se quedó un momento en silencio, como si de todas las preguntas que se hubiera esperado, esa fuera la última.

—Es el camino que atraviesa un personaje malo para redimirse, más o menos.

Me imaginé a Noah intentando hacer buenas acciones para quedar bien con nosotras y la sola imagen se me hizo extraña. No, Noah no era el tipo de persona que hiciera eso.

Pero no podía culparla. Ella podía ser la villana de mí historia, pero estaba segura de que Charlie y yo éramos las villanas de la suya. Ninguna de las tres estábamos interesadas en volver a ser amigas como antes.

Y eso me llevo de nuevo a pensar en cómo reaccionaría Charlie si le dijera que iría a su casa.

—Alana, voy a hacer el trabajo en su casa. —Le confesé mientras subíamos las escaleras que llevaban al primer piso—. ¿Debería contárselo a Charlie?

Alana me levantó una ceja.

—¿En serio se lo estás preguntando a la otaku que nunca tuvo un novio?

Suspiré.

A qué punto hemos llegado.

—Imagínate que Jade es tu novio y te dice que tiene que ir a la casa de, no sé, Diego para hacer un trabajo. Pero tú ese día tienes una cena importante. ¿Te gustaría que él te lo dijera aún sabiendo que eso te pondría nerviosa durante toda la cena?

—En primer lugar, Diego no es el ex novio de Jade. —Alana comenzó a enumerar con sus dedos cubiertos de anillos. Me pareció ver uno con forma de cráneo—. Y yo tampoco soy su novia...

Rodé los ojos.

—Cierto que es un mujeriego.

Alana me dio un codazo y Jade, varios metros por delante de nosotras, se rascó la nuca, como si sintiera que alguien está hablando de él.

Me sobé las costillas.

¿Desde cuándo Alana golpeaba tan fuerte?

—¿Y si se lo dices después de la cena? —sugirió mi amiga, como si no acabara de perforarme el pulmón con su codo.

—Sí, gracias. —Respondí sin aliento.

Alana pareció darse cuenta de que algo andaba mal con mi voz y se volteó alarmada.

—¿Estás bien? ¿Te golpeé muy fuerte?

Negué con la cabeza, encorvada.

—Para nada.

Nota mental: no hablar mal del novio de Alana.

Subimos el resto de las escaleras y nos dirigimos a la puerta de salida, donde Jade y su amigo (y no ex novio) Diego nos estaban esperando para ir juntos al entrenamiento.

Aún me estaba tocando las costillas con una mueca de dolor cuando llegamos a ellos. Jade se mostró preocupado al principio, pero luego sonrió.

—Finalmente —dijo—. Alguien te acomodó las ideas de un puñetazo.

—Fue tu dulce novia.

Jade vio automáticamente a Alana y los dos compartieron una mirada antes de darse cuenta de lo que acababan de hacer. Rápidamente miraron hacia otro lado, avergonzados.

Tuve que apartar la mirada para evitar rodar los ojos otra vez y fue entonces cuando vi a Tania.

Tania, nuestra ex capitana, quien ahora lucía un maravilloso yeso en el brazo después del accidente con su moto, estaba subiendo las escaleras al segundo piso mientras sostenía una maqueta con su mano sana.

Llevaba dos semanas enteras buscándola para interrogarla sobre el equipo anterior y jamás la encontraba. Enviarle mensajes dejó de ser una opción desde que ella comenzó a ignorarlos.

Tenía que aprovechar este momento.

—¡Eh, Tania!

La aludida se detuvo en la mitad de las escaleras y miró hacia abajo. Cuando me reconoció, soltó una palabrota y comenzó a subir más rápido.

Tenía que estar bromeando.

Dejé mis bolsos en el suelo y corrí detrás de ella.

Fue difícil considerando la masa enorme de estudiantes que subían y bajaban a paso lento. Tuve que esquivarlos como si se trata de una pista de obstáculos y en más de una ocasión choqué con algo. Ignoré las quejas y llegué al segundo piso, pero Tania ya estaba subiendo las escaleras hacia el tercero.

Respiré hondo y continué la carrera. Tania dobló hacia la izquierda en el tercer piso y yo la imité.

—¿¡Puedes parar!?

Tania saltó sobre un chico que dormía en el pasillo.

—¿Para que me robes? No, gracias.

—¡No te voy a robar!

—¡Eso es lo que diría un ladrón!

Salté al chico que dormía y me detuve un momento a tomar aire.

¿Cómo podía correr tan rápido con un brazo enyesado y una maqueta en el otro?

De repente, Tania también se detuvo, abrió las puertas de un salón con el pie y entró.

La seguí y abrí las puertas, pero cuando entré me encontré con una clase repleta de estudiantes. Vi a Tania acomodándose en un asiento vacío del fondo, al mismo tiempo que el profesor me indicaba con un gesto de la mano que avanzara.

—Tome asiento, por favor —me ordenó, probablemente molesto por la interrupción.

—Me equivoqué de salón, perdón.

Salí antes de que pudiera regañarme.

Tuve que hacer todo el camino de regreso a la puerta de salida y rezar que los chicos no hubieran dejado mis bolsos abandonados para que cualquiera se los llevara.

Me pregunté por qué Tania me evitaba de esa manera. Sabía que no le caía bien, pero quería hablar del la separación del antiguo equipo ¿Fue tan malo lo que sucedió, que no quería hablar de eso? ¿O es que ella tuvo algún tipo de responsabilidad?

Cuando llegué a la salida, descubrí que Jade y Alana ya no estaban, pero Diego seguía ahí, con mis cosas.

Las recogí sin ánimos.

—Gracias.

Diego aceptó mi agradecimiento con un movimiento de cabeza y comenzó a caminar a mi lado, rumbo a las canchas.

Sabía que él era amigo de Jade y también era parte de su equipo, pero muy rara vez él y yo habíamos intercambiado alguna palabra. El equipo masculino no solía interactuar con el femenino, a menos de que fuera durante alguna fiesta. Y, aún así, eran pocos los que lo hacían.

—Es la primera vez que veo a alguien correr así de su capitán.

Intenté no dejar ver la sorpresa que sentí de que me estuviera hablando.

—No iba a hacerle nada —me defendí—. Sólo quería hacerle una pregunta.

—Ah, ¿Sobre el antiguo equipo?

Parpadeé.

—¿Cómo sabes?

—Porque Jade anduvo de preguntón la semana pasada. Supuse que era porque tú querías saber, pero te daba pena preguntarme.

Recordé a Jade diciéndome algo sobre la hermana de Diego estando en el antiguo equipo.

—Yo no mando a gente a preguntar —sentí la necesidad de aclararle—. Prefiero saberlo de Tania, en vez de preguntarle a un chico del equipo masculino que seguro sólo sabe por el chisme. No te ofendas.

—No me ofendo. —Diego apoyó su palo de lacrosse sobre su hombro. Ahora que le prestaba atención, él era alto. Tanto o más que Jade—. Tal vez la atrapes en alguna de las fiestas. Pero, para que conste, yo no me he enterado por el chisme. Mi hermana jugaba en el viejo equipo.

No quería preguntar, pero la curiosidad me venció.

—¿Y por qué se fue?

Diego me miró de reojo.

—Eso sólo te lo puede responder ella.

De acuerdo, hazte el misterioso.

—¿Y tienes su número?

Diego asintió y yo saqué el teléfono para anotarlo.

Cuando desbloqueé la pantalla noté que tenía más de quince notificaciones de mensajes y todos eran Charlie.

—Ay, no ¿Qué hice?

-.-.-.-.-

Holii ¿Cómo están? ¿Qué tal les fue en la semana?

¿Qué les pareció el capítulo?

Se aproxima la cena. Vamos a ver a Andy y Charlie usando vestidos (si, con este frío JAJA) intentando sobrevivir a un cumpleaños que tiene todas las de salir mal.

Y vamos a volver a ver a los padres de Andy porque Andy no es la protagonista de esta historia, son sus padres JAJAJ

¿De qué color creen que será el vestido de cada una?

¿Cómo se imaginan los vestidos? ¿Con mangas, sin mangas, con brillo, sin brillo...? Veré si la próxima semana puedo poner fotos de los vestidos o sino dibujarlos.

¿AY QUÉ CREEN QUE VA A PASAR CUANDO ANDY VAYA A LA CASA DE NOAH? Aquí entre nosotras ¿Quién creen que va a matar a quién? Recemos por el caniche.

Ahora sí, me despido.

Bai bai

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top