7. Reunión de lesbianas

El autobús nos dejó a un par de calles del sitio donde debíamos reunirnos con las chicas. Charlie me explicó que se trataba de la casa de una de ellas, donde solían ensayar, y que quedaba a menos de diez calles de su propia casa. Es decir, que ambas vivían en el mismo barrio.

—¿Cómo es que viven cerca y nunca se han cruzado? —pregunté luego de saltar el último escalón fuera del autobús.

El vehículo cerró sus puertas detrás de mí y arrancó, así que las dos quedamos solas en las calles desiertas.

—Eso es normal cuando vives en una zona con más de dos casas por kilómetro cuadrado —me explicó Charlie.

Tenía que admitir que tenía un punto. Mis únicos vecinos eran las vacas que pastaban cerca de mi casa, y ya me las conocía a todas de memoria.

Aquí, por el contrario, se trataba de una zona de casas enormes y calles bien iluminadas. Cerca, en las avenidas, habían edificios, comercios, hospitales y escuelas. Era un sitio que de día era muy transitado.

Charlie saltó una baldosa floja de la acerca y la plataforma de su bota hizo un sonido hueco cuando aterrizó. Sus pasos hicieron eco en toda la calle.

—¡Vamos! —Hizo un movimiento con la mano para que me apresurara—. Estamos llegando tarde.

—Ya voy, ya voy.

Fingí acelerar el paso, pero apenas ella se volteó para seguir caminando, bajé la velocidad para quedar a su lado. Lo último que quería era que se cayera con esos tacones por querer alcanzarme.

Charlie enganchó su brazo con el mío, muerta del frío. Apenas si llevaba una blusa de lentejuelas rojas, una chaqueta abierta y la bufanda que le preste, cuando estábamos en pleno invierno, a menos de diez grados.

Resoplé y dejé mi mano sobre la suya para calentarla.

—Bueno, este no parece barrio de traficantes de órganos ¿No? —dijo, como si quisiera demostrar que yo estaba equivocada.

—Todo lo contrario —respondí—. Si vende órganos, ha de tener dinero.

Ella chasqueó la lengua y me empujó con su peso. Yo sólo reí.

Aunque, ha decir verdad, estaba sorprendida de que la chica viviera tan cerca de Charlie. ¿Quién diría que tendría una vecina con los mismos gustos? Eso hacia incluso más raro el que nunca se hubieran cruzado.

—¿Es de nuestra edad? —le pregunté—. ¿Sabes dónde estudió?

—Sí, creo que es de nuestra edad. —Asintió—. Pero estudió en un colegio privado de chicas.

Intenté imaginarme cómo sería la chica.

Yo jamás había asistido a una escuela privada, pero me imaginaba que si ibas a una y además vivías en un barrio como este, debías de ser una persona refinada ¿No?

Eché una mirada a Charlie, son sus pelos rosas parados y tiesos por el viento y la humedad. Tan elegante.

—Aquí es.

Nos detuvimos delante de una casa, justo en la esquina.

Unas rejas negras separaban la acera de las escaleras que llevaban a la entrada de la casa, que tenía un pequeño techo con tejado. Destacaba del resto porque la planta baja parecía estar a un metro por encima del suelo, probablemente porque debajo tendrían un sótano. Además, era enorme y parecía una de esas de estilo antiguo que veía en las películas.

Charlie tocó el timbre del buzón sin mucho reparo mientras yo estiraba el cuello para examinar las ventanitas del primer piso.

Parecía el castillo de una princesa.

En ese momento la puerta se abrió y una chica bajó las escaleras a nuestro encuentro. Ella era baja, delgada y de piel morena. Mi atención quedó atrapada por su cabello blanco y corto hasta los hombros.

—¿Eres Charlie?

—Así es —Charlie tiró de mi brazo—. Y ella es Andy, mi novia.

La desconocida me enseñó sus dientes en una sonrisa e hizo que se le marcaran los hoyuelos de su rostro.

—Estoy muy contenta de poder conocerlas. Yo soy Kaila. Kai para los amigos.

Nos saludó con un apretón de manos que tardé en corresponder por la sorpresa. Estaba pensando en que seguramente era la primera vez que alguien de mi edad me saludaba de esa manera, cuando sentí el metal frío de sus anillos contra la palma de mi mano.

Por extraño que sonara, Kai iba vestida de la manera exacta en la que me lo habría esperado. Llevaba pantalones de vestir oscuros y un suéter azul sin mangas sobre una camisa blanca. Probablemente fuera el tipo de conjunto que los padres de Charlie aprobarían.

—Pasen. Samanta está adentro.

Kai cerró la reja y volvió a subir los escalones de la entrada para abrirnos la puerta.

Me incliné más cerca de mi novia y susurré:

—¿Le has dicho a tus padres dónde estaríamos? —Alcé la mirada y ella me levantó una ceja—. Por si nos asesinan aquí, o algo.

Charlie rodó los ojos.

—Sí, y quieren que volvamos antes de las diez.

Dentro, la sala de estar tenía el mismo aspecto antiguo que la casa por afuera. Era grande y bien iluminada. En la esquina derecha un enorme reloj de pie iba marcando los segundos con el movimiento de la manecilla.

—Antes ensayábamos en el garaje. —Nos explicó Kai mientras nos hacía un gesto con la mano para que la siguiéramos—. Pero en invierno es demasiado frío, así que ahora lo estamos haciendo en el cuarto de Samanta.

—¿Quién es Samanta? —pregunté.

—Yo.

Una chica entró desde el lado opuesto al que entramos nosotras, sosteniendo un plato repleto de emparedados. Era alta, probablemente tanto como Charlie, y llevaba su cabello castaño recogido en un rodete mal hecho del que salían mechones enteros. Su suéter era holgado, tenía el cuello descosido y de abajo de él salía una falda con estampado de flores que le llegaba a los tobillos. Parecía de mal humor. O, al menos, demasiado seria en comparación con Kai.

—Pueden llamarme Sam. —Terminó de masticar el emparedado que tenía en la mano—. No tienen pinta de secuestradoras.

—Y ustedes tampoco tienen pinta de traficantes de órganos —respondí.

Kai juntó sus manos detrás de la espalda

—Samanta insistió en que hiciéramos la reunión en su casa, por si intentaban secuestrarme.

—¿Esta es tu casa? —Le pregunté a la chica de los emparedados.

Ella asintió.

—Y mi habitación está arriba. Subamos antes de que me de indigestión por comer parada.

Samanta nos guió escaleras arriba y nos indicó que teníamos poco más de media hora hasta que sus padres volvieran con la cena.

Pensé que comer emparedados antes de la cena era poco práctico, porque se llenaría antes de siquiera poder comer, pero luego me recordé que yo hacía exactamente lo mismo, así que tomé un emparedado y me callé.

Ella fue adelante, y tanto Kai como Charlie subieron en el medio, una al lado de la otra, mientras hablaban. Yo fui a lo último.

El cuarto de Samanta era enorme. La decoración era una mezcla extraña entre estampados de flores y pósters de bandas, como si le hubiera querido darle otro toque, pero no le hubiera puesto demasiado empeño. Había una cama de doble plaza a nuestra izquierda y, cerca de una de las esquinas, estaba la batería armada.

Charlie se agachó para examinarla con emoción cuando una guitarra azul apoyada en la pared captó su atención.

—Esa es mía. —Kai la levantó y se la enseñó.

—¿Es azul?

Charlie se quitó el estuche de la espalda con prisa y sacó su guitarra, roja, antes de ponerla junto a la de ella.

—Son opuestas —murmuré.

—El opuesto del rojo es el verde —me contradijo Sam, a mi lado—. Bueno, el complementario.

Yo no entendía nada de colores, así que asentí, contenta con mi bajo color verde, y terminé mi emparedado.

Tanto Charlie como Kai estaban demasiado metidas en su conversación como para prestarnos atención.

—Y estuve practicando tus canciones —dijo de repente ésta última.

—¿En serio? —Charlie ladeó la cabeza con sorpresa.

—Sí. Si me permites... —Kai tomó una pila de papeles sobre la mesa de noche antes de sentarse en el borde de la cama y enseñarle una de las hojas—. Sam y yo estuvimos pensando cómo meter la batería y mi guitarra, perdona nuestro atrevimiento. Sé que tuvimos que consultarte primero...

—No, no. Está bien —se apresuró a responder mi novia.

Su expresión era algo que jamás había visto antes. Era una mezcla de asombro y admiración. Probablemente fuera la primera vez que alguien le estuviera demostrando genuino interés por su música. No es como si a mí nunca me hubiera interesado, pero se notaba que a Kai el tema le entusiasmaba tanto como a ella.

—Ya es tarde. Las hemos perdido —Sam suspiró al notar que las dos habían comenzado a tocar—. Ven, busquemos refrescos.

Dejó la bandeja con emparedados sobre uno de sus muebles y me hizo un gesto con la mano para que la acompañara. Le eché una última ojeada a las chicas antes de seguirla escaleras abajo.

Me guió hasta la cocina, donde sacó un refresco de la heladera y me lo entregó. Fue entonces que reparó en algo que sobresalía de mi hombro.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó.

Sostuve el refresco con una mano y con la otra tanteé mi espalda.

—Mi palo de lacrosse.

—No, eso no. Lo que tiene forma de instrumento.

—Ah, eso —le resté importancia al asunto con un gesto de la mano—. Es mi bajo.

Intenté que sonara como si no fuera la gran cosa, aunque estaba segura de que en mi tono de voz se notaba que estaba nerviosa.

No quería que me preguntaran qué tocaba porque no quería que me pidieran que me uniera a la banda. Aún no había tomado la decisión.

Aunque lo más probable era que se dieran cuenta de lo mal que tocaba y no quisieran que vuelva a acompañar a Charlie a los ensayos nunca más.

—¿Tú también quieres unirte a la banda?

—No —respondí—. Bueno, no sé. Ni siquiera toco bien. En realidad sólo acompañé a Charlie para asegurarme de que ustedes no fueran traficantes de órganos. Traje el bajo mediante engaños.

En realidad, ni siquiera fue mediante engaños. Charlie me pidió que trajera el bajo de mi casa y eso hice, sin cuestionarle nada, porque jamás imaginé que me llevaría a una reunión con una banda que acababa de formar.

—Bueno, si tocas bien o mal, eso lo decidiremos nosotras. ¿Por qué no sabes si no quieres unirte?

Apoyé el refresco sobre la mesa.

—Tengo muchas responsabilidades y la música no es mi prioridad —le confesé—. Cuando aprendí a tocar el bajo fue para a acompañar a Charlie.

—Te cuento un secreto. —Sam pasó a mi lado con la pila de vasos en su mano—. Yo también comencé a tocar la batería para acompañarla.

Para cuando me di cuenta de que se estaba refiriendo a Kai, Sam ya se encontraba subiendo las escaleras.

Tal vez era porque yo era lesbiana y mi manera de pensar ya estaba condicionada por mi orientación sexual...pero eso no sonó muy heterosexual de su parte.

Cuando subimos otra vez, encontramos a las otras tocando una de las primeras canciones que Charlie compuso. La recordaba a la perfección, porque tuve que aprendérmela para tocar con ella, aunque, al final, nunca lo hicimos en público.

Ahora estaban las dos cantándola.

Kai le hizo un gesto a Sam para que se sentara detrás de la batería y eso hizo ella. Rápidamente pudo ubicarse y comenzar a tocar.

Se sentía como escuchar una canción completamente diferente ahora que tenía una segunda guitarra y una batería. Como más completa, o con más energía. Como si Charlie finalmente pudiera expresar lo que tenía en mente.

En ese momento ella levantó la mirada de su guitarra y movió la cabeza como si me estuviera invitando a entrar. Dudé. Quise decirle que no era una buena idea, pero ella asintió con la cabeza, como si estuviera respondiéndome "es una idea excelente". Así que descolgué mi estuché, saqué el bajo y me lo colgué.

Llegué justo para la última repetición del estribillo.

Kai y Charlie compartieron una mirada cargada de asombro en cuanto me escucharon. No porque yo tocara de maravilla, sino porque se notó la diferencia en cuanto se unió mi bajo.

Intenté mantenerme a la misma velocidad que todas. Ahora no sólo tenía que prestar atención a Charlie, sino que podía usar de referencia el tempo que Samanta iba marcando con la batería. Se sentía extraño y al mismo tiempo emocionante el estar tocando con varias personas y al mismo tiempo.

Era como jugar un partido.

Cuando la canción terminó y Charlie me buscó con la mirada para compartirme una sonrisa orgullosa supe que era demasiado tarde.

No le podía decir que no a esto.

-.-.-.-

Holiii ¿Cómo están? ¿Qué tal les fue en la semana?

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Pensamientos sobre Kai? ¿Les da buena espina o mala?

¿Y sobre Sam?

¿Escucharán ellas también girl in red?

Les dejo aquí un collage rápido que hice de Kai porque no llegué hacer ilustración de ella.

Bueno, finalmente tenemos a toda la banda reunida. Ahora nos falta escoger el nombre de la banda JAJA

¿Ideas?

Yo ya tengo un nombre en mente, pero si veo un nombre mejor, probablemente lo use.

*Le ponía Girl in red* 

ahre AJAJ

Bueno, sin nada más que decir, me despido. 

Bai bai



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