28. Su madre nos manda a dormir

Lo único que recuerdo de la siguiente semana fue estudiar.

Lo hacía en todos lados: en la biblioteca, en la cafetería, entre clases, en la casa de Noah e incluso en la de Charlie.

Ella también había comenzado a estudiar, porque pronto tendría su examen de ingreso para la carrera en la que se quería inscribir. Sorprendentemente, mientras más estudiaba, menos estresada me sentía. Aún era difícil balancearme entre los entrenamientos y los ensayos, pero me motivaba el saber que pronto todo se acabaría.

Antes de la competencia de bandas con Charlie y el partido contra los Toros tenía los exámenes más importantes. Eso quería decir que una vez que la competencia acabara, podría relajarme.

Pero, antes de todo eso, debía tocar junto a mi novia en el bar del campus. Según Charlie, para entrar en calor.

Tania había cumplido con su palabra y convenció a la mayoría de las chicas y a más de la mitad de los chicos para que vinieran a vernos. Me sorprendió verlos a todos tan entusiasmados y me hizo preguntarme si tanto les motivaba la idea de hacer la fiesta en la casa de Jade, o simplemente mi novia era más popular de lo que pensaba entre los jugadores.

Fue divertido ver la cara del dueño del bar cuando más de treinta personas entraron a ordenar y se sentaron sólo para escucharnos a Charlie y a mí, pero pronto la diversión fue reemplazada por nervios.

Me mordisqueé la uña del pulgar, junto al escenario. El bajo colgaba de mi hombro y Charlie estaba a mi lado terminando de revisar cosas referentes al sonido que una simple mortal como yo no comprendía.

—No la vas a cagar. —Comencé a caminar en círculos mientras el público terminaba de acomodarse entre las mesas—. El bajo ni se escucha. Nadie se dará cuenta si te equivocas.

—¿De qué estás hablando? —Charlie dejó una mano sobre mi hombro y me atrajo hacia ella—. El bajo es muy importante. No te menosprecies así. Sin ti, la canción sonaría diferente.

Me tapé la cara con las manos.

—Charlie, no me estás ayudando.

—¿Estás nerviosa? —de repente la el tono de ella se oyó más preocupado—. ¿Por qué? Ya habías tocado antes conmigo.

Sí, pero ese "antes" había sido un festival escolar donde la mayoría del público estaba más concentrado en hacer fila para comprar tarta de manzana que en cómo estábamos tocando. Además de que por ese entonces sólo tocaba para hacerle compañía a Charlie. Ahora sentía que debía de alcanzar cierto nivel de habilidad para estar a su altura y no arruinar su canción.

—Es diferente. —Bajé las manos y busqué su rostro—. ¿Y si se me resbala un dedo y te arruino la canción? ¿Y si termino tocando en moderatto en lugar de allegratto?

Charlie me zarandeó con suavidad.

—Vas a tocar bien —me prometió—. Olvídate de esas estupideces que Kaila decía. Sólo hazlo como te salga. —Me atrajo de nuevo para darme un beso en la sien—. No me molestaré si te equivocas.

Sabía que ella no se iba a molestar, pero eso no significara que no me fuera a afectar si fallaba. Aún así, subí con ella, y toqué las primeras canciones. Porque si no era capaz de hacerlo ahora ¿Qué haría el día de la competencia, frente a desconocidos y con Sam y Kaila presente?

Hice lo mismo de siempre: enfocarme en Charlie y seguir su ritmo. En más de una ocasión de me escapó el dedo o me confundí de nota, pero continué como si no hubiera sucedido nada y si alguien se dio cuenta, no lo demostró. Eso me hizo sentir un poco mejor y me dio los ánimos para continuar.

Cuando dejé a Charlie para que tocara las últimas canciones por su cuenta, esta se acercó para despedirse con un beso en los labios. Tania nos abucheó y las chicas de la mesa se apresuraron a callarla con manotazos.

Bajé completamente roja y busqué un lugar entre las mesas para poder ver desde allí. Alana y Jade me hicieron un gesto desde la barra y señalaron un taburete que al parecer me habían guardado la derecha de ambos.

—¿Qué vas a ordenar? —me preguntó el hombre de la barra.

—Sólo una soda —le pedí.

Observé de reojo la cesta con papas que al parecer ellos habían ordenado y robé un par luego de asegurarme de que ambos seguían metidos en una conversación. Antes de que siquiera pudiera alejarme de la cesta, una mano salió de la nada y me golpeó.

Solté las papas y levanté la cabeza. Jade, quien al parecer no estaba tan distraído como pensaba, me arrugó la frente.

—Paga las tuyas.

Alana deslizó el cesto hacia mí.

—Déjala comer ¿No ves que no tiene dinero?

—Gracias, Alana, cuánto tacto —me quejé.

No obstante me llevé varias papas a la boca antes de que Jade intentara detenerme otra vez.

—¿Esa es tu novia? —preguntó alguien a mi derecha.

Sentado a mi lado estaba Diego, uno de los jugadores del equipo masculino y amigo de Jade. A veces nos encontrábamos en el campus y manteníamos conversaciones superficiales sobre las clases o el clima mientras íbamos hacia las canchas. Me caía bien, y recordaba haberle presentado a Charlie en una ocasión, el año pasado.

Asentí y descansé la mejilla en la palma de mi mano mientras veía a Charlie comenzar a tocar. De repente todos guardaron silencio cuando hizo el primer acorde.

—No comprendo —dijo Diego, acomodándose de la misma manera que yo—. ¿Era necesario que ella te convenciera para hacer la fiesta?

Esa pregunta iba dirigida a Jade, quien había apoyado los codos sobre el borde de la barra.

—No, en realidad no. —Movió la cabeza lentamente, como si estuviera disfrutando de la música—. Pero toca bien ¿No?

Jade y Charlie habían sido muy cercanos durante el último año de secundaria. Tanto, que incluso recuerdo haberme puesto celosa cuando ni siquiera sabía que ella me gustaba.

Pero ahora me alegraba de que siguiera siendo así.

—Demasiado bien —dije.

Para alguien como yo, que solo se había aprendido lo básico sobre tocar un instrumento, ella era impresionante.

Cuando tocaba junto a ella estaba demasiado concentrada en no arruinarlo como para poder escucharla bien. Solía sentir que mi sonido la opacaba. Pero ahora, como espectadora, lo disfrutaba mucho más.

Disfruté hasta el último segundo, cuando ella bajó la guitarra y todos comenzaron a aplaudir. Cuando acabó se veía agotada, pero satisfecha.

Un par de chicas la esperaron junto al escenario para hablar con ella mientras algunos comenzaban a levantarse. El dueño del bar vio sorprendido como la mitad del público se marchaba una vez que Charlie ya no estaba tocando y la otra mitad se acercaba para felicitarla.

Me quedé hasta el final, como la novia atenta que era, y la ayudé a guardar sus cosas mientras ella iba al almacén para recibir su pago. Cuando regresó tenía una sonrisa radiante y me abrazó. Olía a sudor, pero no me importó.

—Mañana saldremos a comer —me prometió—. Yo invito.

No pude evitar reír.

—Es la primera vez en dos años que me invitas algo.

Charlie se quejó y dijo que no era cierto, pero me hice la tonta y fingí no recordar.

Fuimos en autobús hasta su casa y estuvimos unos buenos diez minutos en la entrada simplemente hablando y besándonos. Se suponía que debíamos de dormir temprano, porque a la mañana siguiente yo tendría clases y ella trabajo, pero ninguna parecía tener sueño.

—Vamos —dijo, tirando de mi chaqueta hacia el interior de la casa.

Con la puerta entreabierta, espié el jardín delantero. Luego alcé la vista a las ventanas, en busca de alguna con la luz encendida.

—¿Dónde están tus padres? —susurré.

Ella me empujó dentro para cerrar la puerta.

—Probablemente durmiendo.

Lo que sucedió a continuación fue que las dos acabamos entrando juntas a la casa entre besos y risas sofocadas para que no nos oyeran. Pero debimos de ser algo ruidosas, porque en cuanto abrimos la puerta la luz de la sala de estar se encendió y la madre de Charlie se apoyó contra el marco de la puerta de la cocina.

Ella carraspeó y las dos nos detuvimos en seco. Intenté soltar la mano de Charlie, pero ella me me apretó con más fuerza.

Su madre pasó su mirada de nuestras manos a nuestro rostro. Se veía algo adormilada, llevaba puesta ropa de dormir y su cabello estaba ligeramente desordenado. En su mano sostenía un vaso de agua, por lo que supuse que sólo se habría levantado por eso.

—¿Cómo estuvo el concierto? —preguntó.

—¡Estuvo genial! —Charlie avanzó hacia su madre y en consecuencia yo fui arrastrada con ella—. Vino un montón de gente y nos regalaron una hamburguesa cuando terminamos.

Asentí para confirmar lo de la hamburguesa.

—La mía era de aduki y zanahoria.

Ella le sonrió a su hija.

—Me alegra mucho. —Tocó su cabeza en un gesto cariñoso y pasó a su lado rumbo a las escaleras—. Mañana me lo contarán todo. Ahora vayan a descansar.

Charlie y yo asentimos y nos despedimos. Luego, retomamos nuestro camino hacia el cuarto entre susurros y risas bajas.

-.-.-.-

Holii ¿Cómo están? ¿Qué tal les fue en la semana?

Yo me olvidé de actualizar jkajdksa Pido perdón.

¿Qué les pareció el cap? ¿Qué opinan sobre la madre de Cherlie? ¿Creen que de verdad está yendo por el buen camino por su hija?

Otra vez tengo que hacer la nota de autor corta porque estoy ocupada y me voy a atrasar con la actualización. Deseenme suerte, que todavia sigo trabajando *emoji llorando*

Nos vemos el proximo lunes. 

Bai bai

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top