25. Noah me hace una propuesta indecente
El entrenamiento del viernes no fue nada fuera de lo común y, sin embargo, yo no dejaba de pegarme con las pelotas y tropezar con las otras jugadoras todo el tiempo.
La razón: No podía apartar la mirada del público.
Allá, sentada en las gradas, estaba mi novia aguardando a que yo acabara el entrenamiento para venir conmigo a casa y poder ensayar. Algo que era normal y ya había hecho varias veces.
Lo que no era normal era la persona que estaba sentada a su lado.
Faltando sólo media hora para el final del entrenamiento llegó Noah y se sentó junto a mi novia. Estaba segura de que a ella le impresionó tanto o más que a mí su repentina aparición. En especial porque en las gradas estaban casi vacías.
El primer pelotazo que me dieron fue cuando las dos comenzaron a hablar. No se veía como una charla amistosa, sino más bien como una bastante incómoda.
El segundo pelotazo me llegó cuando se levantaron de las gradas juntas. Caminaron unos metros de distancia, lo suficientemente lejos como para que nadie las escuchara, y luego continuaron charlando.
O, mejor dicho, discutiendo. Porque ninguna se veía contenta que digamos.
Mi peor temor se cumplió cuando de repente Charlie pareció alcanzar su límite, dio media vuelta y se marchó. Yo apenas podía echarles miradas de reojo mientras hacía pases, por lo que tuve que mirar dos veces para asegurarme de haber visto bien.
Noah se quedó un momento viendo cómo Charlie se alejaba y luego volvió a las gradas como si nada.
«¿Qué has hecho, ser diabólico?»
Cuando terminó el entrenamiento no fui hacia los vestidores, sino que corrí a las gradas y me detuve delante de Noah. Ella se aferró a su bolso como si temiera que yo se lo robara y echó la espalda hacia atrás, para alejarse lo más que pudo.
—¿A dónde se fue Charlie. —Pregunté—. ¿De qué estaban hablando?
—Dijo que tenía que ir a hacer algo importante —respondió Noah— Ve a quitarte el sudor, porque tenemos que hablar.
Se tapó la nariz e hizo un gesto con su mano libre para indicar que no soportaba mi olor de recién entrenada.
No me gustaba como sonaba eso de «Tenemos que hablar». Nunca significaba nada bueno. La última vez que alguien me dijo algo así, creí que Charlie iba a terminar conmigo.
Me bañe lo más rápido que pude mientras pensaba en qué era de lo que teníamos que hablar, tan importante como para hacerla venir a mi entrenamiento e incluso tener una discusión con Charlie.
La última vez que revise, mi novia no había tenido problema con que acompañara a Noah a su casa después de la fiesta ¿O era acaso que la pelinegra la había inventado algo?
Le envié un rápido «¿Qué sucedió?» a Chalrlie por mensaje ni bien salí de la ducha, pero no obtuve respuesta.
Cuando regresé a las gradas aún habían algunas chicas sentadas revisando sus mochilas, bebiendo agua o simplemente charlando mientras guardaban sus cosas. Así que le hice un gesto a Noah con la mano para que camináramos fuera de la cancha.
No quería darle un show gratis de telenovela a nadie.
Noah me siguió y caminamos en silencio por el angosto pasillo que había entre nuestra cancha y la cancha de tenis que estaba completamente enrejada. Me pregunté qué cosa sería tan importante como para que se esté tomando su tiempo para hablar.
Mi estómago rugió.
—¿Tienes hambre? —preguntó de repente.
Sí, tenía, pero eso no era lo que me importaba ahora.
—¿Por qué no me dices lo que tienes que decirme de una vez, así voy con mi novia y almuerzo con ella?
—Porque no quiero que te escapes cuando lo haga, así que es mejor si te retengo con una comida y te ves obligada a sentarte a escuchar.
Ahora me estaba asustando.
La seguí sin oponerme hasta el centro comercial más cercano. A diferencia de los otros, este centro comercial no tenía tiendas de ropa, súper mercados o librerías. Todas las tiendas eran de muebles, por lo que el sitio casi siempre estaba vacío.
El lugar donde se juntaba más gente, especialmente los fines de semana como hoy, era en el patio de comidas y el salón de juegos, donde había una pequeña pista de hielo y un restaurante.
Luego de comprar nuestros almuerzos buscamos una mesa vacía cerca de los juegos de arcade. Habían varios niños intentando sacar un muñeco de la máquina más cercana y dos o tres familias patinaban en la pista con alguna canción de Britney Spears de fondo.
Me senté frente a ella, levanté un falafel de mi bandeja y le di una enorme mordida. Noah me miraba con absoluto odio desde su asiento, así que le sonreí con la boca cerrada y le enseñé el dedo del medio mientras masticaba.
Ella rodó los ojos.
—¿Ya estás contenta? —preguntó mientras cortaba su kebab. Yo estaba segura de que el kebab no se cortaba, sino que se comía con la mano, pero bueno— Mi papá quiere que me mude.
—¿Mhh? —Terminé de masticar—. ¿Y eso? Tan repentino. ¿Quiere que vuelvas con tu madre?
No pude evitar preocuparme. Noah no se llevaba del todo bien con su madre y, hasta donde sabía, las cosas entre ellas no parecían haber mejorado. Por eso se había mudado con su padre el año pasado.
—No, todo lo contrario. —Dejó caer sus manos sobre la mesa—. Mamá y papá se pusieron de acuerdo. Dicen que me pagarán un dormitorio cerca de la universidad.
Tarde un momento en procesar lo que estaba diciendo, hasta que recordé aquella vez en la que mencionó que la sede de su carrera, el lugar donde asistía a todas sus clases, salvo las de alemán, estaba en la otra punta de la ciudad. Probablemente tuviera la misma cantidad de viaje que tenía yo hasta el campus de la universidad, pero peor, porque al menos yo viajaba en auto o motocicleta la mayoría del tiempo. Noah debía usar el transporte público.
—¿Y eso es malo? —pregunté.
Como yo lo veía, parecía que intentaban hacerle las cosas más fácil.
—¡Por supuesto que es malo! —Me apuntó con el palo de su kebab. Me eché hacia atrás y tragué con fuerza—. ¡No quiero un dormitorio cerca de la universidad! Tendré que convivir con otras personas. Estoy bien, sola y por mi cuenta.
—Olvidé que odiabas a todo ser que pudiera respirar.
Ella pinchó un trozo de carne que había caído sobre su plato y se lo metió en la boca.
—No importa. Les dije que te mudarías conmigo.
—¡¿Qué?!
Noah se recargó en el respaldo de su asiento y entrelazó los dedos sobre su estómago mientras terminaba de masticar. Cuando acabó, sonrió.
—Fue una mentirita piadosa, para que no me echen. Les dije que tú y yo habíamos arreglado que te quedarías en el departamento el año que viene, así que no puedo mudarme.
—Pero eso es mentira.
—No me digas. —Continuó sonriendo, pero al ver mi indignación acabó suspirando—. Lo siento, fue lo primero que se me ocurrió. Y mis papás te quieren mucho, así que no podrán decirte que no.
—No voy a mudarme contigo.
—No tienes qué. Sólo sígueme la corriente. Di que sí cuando él te pregunte y ya está.
—No es sólo eso. Mis padres son amigos de los tuyos ¿Qué pasa si se enteran? No pienso mentirles con algo así ¿Y tú crees que bastará con eso? Ellos creerán que estarás bien porque te quedarás con amigo, me preguntarán por ti todo el tiempo. ¿Y si algo te sucede? ¿Qué hay de Charlie?
—¿Qué tiene que ver Charlie?
—Eres mi ex novia y me estás pidiendo un favor así de grande. Se ve mal desde cualquier punto de vista.
Noah apoyó el codo en la mesa.
—Ella dijo lo mismo.
—Así que por eso se enfadó más temprano —concluí—. Le contaste tu plan estúpido.
—Andy, por favor. —Juntó las palmas de sus manos—. No te lo estoy pidiendo sin nada a cambio. Sé que desaprobaste alemán. Puedo ayudarte.
Me tapé la cara con vergüenza.
—Uno ya no puede reprobar tranquila.
—Sólo sígueme la corriente hasta que papá se vuelva a marchar y te ayudaré a levantar las notas —Tomó aire y miró hacia otro lado—. Ven a estudiar a casa, finge ser mi amiga. Nada más.
Eso último me dolió de una manera que no debió de dolerme.
—¿Y si mis padres lo descubren?
Ella se mordisqueó el labio.
—Diles la verdad. Pensaré en algo más.
Sabía que me iba a arrepentir de hacerle este favor, pero no la quería defraudar. Me necesitaba.
Me pasé una mano por el rostro.
—Tendré que hablar con Charlie primero. —Le advertí—. No voy a aceptar nada hasta que la vea.
Tendría que ir a verla. No quería volver a su casa, donde estaban sus padres, y mucho menos para hablar de algo que probablemente acabara en una discusión, pero tampoco estaba respondiendo mis mensajes de texto.
Noah se alzó de hombros. Probablemente ya supiera que iba a ayudarla incluso aunque Charlie se enfadara conmigo.
—Como quieras.
Luego de eso terminamos de comer y salimos de la sala de juegos, pero no hicimos ni veinte metros cuando ella me retuvo.
—Déjame ir al baño.
Me entregó su bolso y desapareció por el pasillo que llevaba a los baños, así que tomé asiento en uno de los bancos de enfrente y apoyé todas nuestras cosas.
En las tiendas había alguna que otra persona comprando o mirando muebles, pero varias estaban vacías. Desde donde me encontraba, podía ver el patio de comida, más habitado, principalmente por familias o los mismos trabajadores.
Detrás de mí había una tienda con decoración egipcia y, adelante, otra con cosas de oficina. Me distraje viendo las estatuas de Anubis y no me di cuenta de que alguien estaba cerca hasta que me habló.
—Hola, Andrea.
Sentí un escalofrío.
Me volteé lentamente, consciente de que sólo existía una sola persona cuya voz pudiera provocarme esa sensación. Detrás de mí, con un traje de vestir negro y varias bolsas de compras entre sus manos, estaba la madre de Charlotte.
-.-.-.-.-.-
Holiii ¿Cómo están? ¿Qué estuvieron haciendo estas dos semanas?
¿CÓMO LA PASARON EL HALLOWEEN? ¿Celebraron?
Les traje un capitulo medio larguito que espero que disfruten. En el próximo veremos qué sucede con Charlie y con su mamá.
¿Qué creen que sucederá?
¡Ah! Casi me olvido.
Les dejo un dibujo que hice de Andy y Charlie por halloween. No es un disfraz de algo en concreto, es un uniforme que vendían en internet y se me hizo muy el tipo de uniforme que usarían si fueran a una escuela de magia.
Andy y Charli magic au ahre
Bueno, me despido
bai bai
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