17. Se te quiso, Alana
El día de la cita fue un sábado.
Temí que no le agradara la idea de que Alana y Jade también vinieran, pero Charlie acabó siendo la más emocionada de los cuatro por venir.
Imprimió un mapa del parque para hacer una lista de los juegos a los que quería subirse y estableció un horario para que nos diera el tiempo de entrar a todos y también de comer. Incluso hizo una videollamada conmigo la noche anterior para que le ayudara a escoger su atuendo.
—Los vestidos quedan descartados —dijo mientras apartaba cinco perchas dentro de su armario—. Las plataformas también. Si tenemos que correr, no quiero que se me doble un pie.
—No creo que haya un juego en el que debamos correr —murmuré, revolviendo mi café.
Era cerca de las siete de la tarde y desde la ventana de la cocina podía ver al sol ocultánose. Corté un trozo de queso y se lo ofrecí a Lola, mi perra, quien descansaba al pie de mi asiento. Ella movió la cola emocionada y le hice una seña para que guardara silencio.
Charlie, por otro lado, no dejaba de ir y venir en su cuarto. Había una pila de ropa gigante sobre su cama y todo su maquillaje estaba esparcido de manera desordenada sobre su tocador. Ella movía el teléfono de un lado al otro con una mano para enseñarme todo mientras con la otra seguía creando más caos. La puerta de su cuarto estaba abierta y en un momento me pareció ver a su padre a punto de entrar y dar media vuelta al darse cuenta de que su hija estaba en modo psicótico.
Charlie comenzó a murmurar situaciones hipotéticas en las que sería necesario correr para validar su argumento de "no plataformas" para la cita.
—Por ejemplo, si intentaran secuestrarme en las tacitas locas... —Bajó un dedo.
—No creo que alguien intente secuestrarte en las tacitas locas.
—¿Y si pasa?
Tomó el teléfono con sus dos manos.
—Yo te cuidaré para que puedas usar tacones sin preocuparte de un posible secuestro o la invasión zombie —le aseguré mientras apoyaba el codo en la mesa—. ¿Me vas a decir por qué estás tan nerviosa?
No la recordaba así ni siquiera cuando cenamos con sus padres.
Charlie soltó una chaqueta y abrazó un sombrero de fieltro.
—Es la primera vez que salgo con ustedes tres desde que llegué —dijo—. No quiero cagarla, o hacer la salida incómoda.
Descansé la mejilla en la palma de mi mano una vez que comprendí. Charlie ya había visto y hablado con Jade y Alana en otras ocasiones, como cuando pasaba a buscarme en los entrenamientos, pero nunca habíamos salido los cuatro juntos. No desde que regresó.
El ala del sombrero tapaba la mitad de su rostro, pero aún sólo viendo de su nariz para arriba pude darme cuenta de que se veía avergonzada.
Charlie estaba emocionada por volver a verlos.
—¿Tú crees que Alana o Jade seguirían siendo tus amigos si los incomodaras?
Alzó la mirada, sin quitar esa cara apenada, y sopló para apartarse el flequillo del rostro.
—¿Tal vez?
—Entonces no los conoces tan bien. —Le di un mordisco a mi pan y tragué—. El grupo no ha sido lo mismo sin ti. Nos haces falta.
Bajó el sombrero, conmovida.
—¿Entonces está bien si voy vestida como Indiana Jones?
—Sí, amor.
—No, no. —Movió su dedo índice de un lado a otro—. Tienes que decirme "Mi amor". Fue lo que acordamos.
Conté hasta tres.
—Mi amor —dije entre dientes.
La escuché reír antes de que me cortara la llamada. Creí que me haría ver al menos cinco atuendo más, pero al parecer lo que le dije le dio la suficiente seguridad como para que decidiera seguir por su cuenta.
Mastiqué el resto de mi pan mientras protestaba yo sola.
—Cómo la odio. Un día de estos voy a...
La puerta de la heladera se abrió.
Tragué mi pan de golpe y me encontré con papá a mi lado. Él sacó una lata de cerveza como si nada y se apoyó en la mesada de la cocina antes de abrirla. Luego, extendió su brazo en un brindis y bebió.
—¿Cuánto escuchaste? —le pregunté.
Papá se relamió y miró al techo, como si estuviera haciendo memoria. Luego, me sonrió con burla.
—Escuché la secuencia del "mi amor", si es lo que quieres saber.
Me golpeé el pecho para hacer bajar el pan que me quedó atorado.
—No... —tosí— No te atrevas a contarle a mamá —lo amenacé.
—Le voy a contar a tu mamá.
—¡No!
Él salió de la cocina y yo corrí detrás de él.
—¡Amor! —Gritó papá cuando entró a la sala de estar—. ¡A que no sabes lo que escuché!
—¡Cállate, cállate!
Me colgué de su brazo y clavé los talones en el suelo. Papá siguió avanzando como si nada, con la lata de cerveza en su otra mano.
Papá trabajaba ilustrando libros infantiles. Es decir, tenía problemas de vista porque se pasaba más de seis horas diarias en su oficina ilustrando. Uno creería que con ese oficio, sería una persona con mala salud física, pero no. Era un hombre alto y saludable con más fuerza en un solo brazo de la que tenía yo en todo mi cuerpo.
Cuando se proponía algo, era imparable. Y ahora se había propuesto humillarme públicamente.
—¿Qué están haciendo?
Mamá, sentada en la mesa de la sala de estar, levantó la vista de su laptop.
Papá levantó su lata de cerveza para impedir que se la quitara, radiante, y con su otra mano empujó mi cabeza.
Lo iba a morder.
—Fui a la cocina y me encontré a tu hija hablando con su novia. Resulta que ella...¡Ay, Andrea!
Papá se sobó el brazo justo donde lo mordí.
—¿Estabas hablando con Charlie? —preguntó mamá.
Me pareció escuchar un tono de sorpresa en su voz.
Aún me encontraba con la boca abierta para dar un segundo mordisco, pero la reacción de mamá me hizo cerrarla y separarme de papá.
—Sí. —Me limpié la boca con la manga de mi camiseta— ¿Eso es raro?
Cuando estábamos en la secundaria, Charlie y yo hablábamos por teléfono todo el tiempo. Fueran llamadas o mensajes. En varias ocasiones mamá tuvo que entrar a mi cuarto a las dos de la mañana para ordenarme que colgara, porque al día siguiente tenía clases. Así que no entendía el motivo de su sorpresa.
—No, no lo es. Sólo pensé que estaban peleadas.
Ella lo dijo como si no fuera algo importante, probablemente para no hacer que la conversación se convirtiera en una charla seria. Pensé que estaba haciendo un buen trabajo manteniendo mis preocupaciones con Charlie en privado, pero al parecer incluso así mamá se había dado cuenta.
—No se escuchaban muy peleadas, que digamos. —Papá vino al rescate y tomó asiento en la mesa, junto a mamá—. De hecho, cuando llegué escuché a Charlie insistiéndole para que le...
Me tapé las orejas con las manos y regresé a la cocina. Me pareció escucharlos reír y eso me hizo sentir aún más avergonzada.
Odiaba que hicieran eso, pero suponía que es algo normal en los padres cuando sus hijos comienzan a salir.
Me pregunté si algún día los padres de Charlie llegarían a aceptarme lo suficiente como para hablar de mí tan contentos como lo hacían mis padres cuando se trataba de ella.
-.-.-.-.-.
Decidimos que nos encontraríamos todos en la entrada del parque de diversiones al día siguiente.
La primera en llegar fui yo y me apoyé contra la barandilla de metal que delimitaba el espacio para hacer fila hacia la boletería.
Usualmente en invierno el parque de diversiones no está tan lleno como en verano, pero ya estábamos cerca de la primavera y se notaba. La fila para entrar era larga, los niños corrían de un lado a otro y un señor se paseaba con su carro de churros.
Alana se apareció cuando iba por mi segundo churro y parecía vestida para un funeral.
Iba de negro de pies a cabeza: desde sus botas, hasta su labial y sus lentes de sol. Incluso llevaba una chaqueta de cuero cubierta de tachas, como si no llevara ya suficiente metal entre las cadenas de su cinturón y sus anillos. La única gota de color en ella era la falda escocesa con encaje en el dobladillo.
El fondo del atardecer con los árboles sin hojas le dio un aspecto más intimidante.
—Pareces una estrella de rock —dije, impresionada.
—Ay ¿En serio? —Alana se rascó la nuca y sonrió nerviosa, y de repente dejó de parecer y¡tan aterradora—. Quería arreglarme un poco más y pensé ¿Qué usaría Nana?, así que abrí uno de sus tomos y cuando me quise dar cuenta me estaba releyendo todo el manga. ¿Quieres leerlo? Lo llevo en mi bolso. Es el favorito de las lesbianas.
Intenté no sonreír.
—¿Llevas un conteo o cómo lo sabes?
Alana sacó de su bolso un delgado libro blanco y me lo ofreció. Yo nunca fui muy adepta a la lectura, pero considerando que se trataba de un manga y habían más imágenes que textos, podía darle una oportunidad.
Suspiré.
—Bien.
Acepté el tomo y lo guardé en mi mochila. Los pines enganchados en el frente emitieron sonido cuando abrí el bolsillo y me pregunté si tal vez no debí haber llevado un bolso más lindo. Charlie estuvo toda una tarde decidiendo qué ropa usar. Yo no, y se notaba. Llevaba una falda corta, medias y luego una secuencia de capas que consistía en dos camisetas, una camisa, una chaqueta y una bufanda tejida por mi madre.
Me encontraba a medio camino entre parecer una niña vistiéndose por primera vez y una mujer de la calle.
—Tal vez debí arreglarme más, como tú.
—No me he arreglado tanto.
Volví a examinarla hasta que algo comenzó a resultarme sospechoso.
—¿Desde cuándo usas faldas? —le pregunté. Era la primera vez que la veía con una. Incluso en las fiestas Alana se aparecía en camiseta y pantalones—. ¿Y desde cuándo usas labial? —mi cerebro comenzó a trabajar. Cuando subí la mirada hasta su rostro, ella me dedicó una sonrisa forzada—. ¿Te estás arreglando por algo en especial?
—Le voy a decir a Jade que me gusta.
Mi quijada cayó al suelo. Me incliné hacia adelante sin soltar la vaya de la que estaba agarrada.
—¡¿Le vas a decir que te gusta?!
Algunas cabezas se voltearon en nuestra dirección, pero a ninguna le importó.
Alana se llevó las manos a la cabeza y sus lentes de sol se levantaron. Ahora que podía ver sus ojos, parecía aterrada.
—¡Si, no me pongas nerviosa! —Enganchó su dedo meñique en el lente de sol cuando se lo quitó y comenzó a caminar de un lado a otro—. Tal vez no debería hacerlo. ¿Y si me rechaza y nos arruino la salida? Llevamos como un año así y él no ha dado ninguna señal de que le gusto. Sí estuviera interesado ¿No habría intentado algo ya?
Vi a Alana ir y venir, sorprendida de cómo hizo para pasar de uno a cien en menos de un minuto. No se parecía en lada a la Alana de unas semanas atrás que sugirió la salida del parque. La Alana de ahora estaba sufriendo las consecuencias de sus actos.
Me acerqué y la tomé por los hombros.
—No entres en pánico. Tal vez no sabe cómo dar el primer paso.
—Sí, seguro. —Alana dejó de andar en círculos y me miró como si yo acabara de decir algo estúpido—. Porque él es tan inexperto ¿No? —Asentí y ella suspiró—. O tal vez ahora sólo me ve como una amiga.
—No. Si sólo quisiera ser tu amigo, no te estaría siguiendo a todos lados como lo hace.
—Andy, tú y yo lo vimos salir otros el año pasado ¿Te parece el tipo de persona que se la pasa detrás de alguien que le gusta?
Miré al cielo.
—Bueno, no, pero eso puede significar que tú le interesas más.
—O puede significar que sólo soy una amiga para él. —Tomó aire—. Mira, no es que lo esté juzgando, pero mientras más pasa el tiempo más creo que quizá él haya estado buscando a alguien con quien pasar el rato y yo lo he hecho esperar demasiado. Yo no quiero sólo pasar el rato con él. Estoy enamorada. Y me da miedo que él lo sepa y se asuste, porque es la persona más importante para mí.
Las hojas del suelo crujieron bajo el pie de alguien a nuestro lado.
Alana cerró los ojos, como si supiera que la había cagado.
A un par de metros de nosotras estaban Charlie y Jade con sus entradas en la mano, mirándonos.
-.-.-
Holii ¿Cómo están? ¿Qué tal les fue en la semana?
¿Qué les pareció el cap?
¿CÓMO CREEN QUE VA A REACCIONAR JADE?
La única opción válida es que le tiene que corresponder. Sino no sobrevive porque lo matamos nosotras.
Necesito lesbianas y bisexuales que confirmen la teoría de Alana: digan "yo" las que leyeron NANA.
Y las que no lo leyeron, no lo lean jaja es por su propio bien.
PREGUNTA:
Si fueran a un parque de diversiones ¿A qué juegos les gustaría ir?
¿A cuál irían primero?
Ahora sí, me despido. Besitoos.
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