16. Dijeron "arriba las estúpidas" y salí volando

Acepté que Charlie me llevara a casa casi a la fuerza.

Después de que se diera por vencida con su concierto de guitarra, volvió a insistir con que la dejara llevarme y yo sabía que no iba a parar hasta que cediera.

—Tú me haces el favor de ensayar con la banda, así que yo quiero hacerte el favor de llevarte a tu casa —argumentó mientras guardaba la guitarra de nuevo en el estuche—. Y que estés enojada conmigo no quiere decir que ya no te vaya a llevar. Puedes subir a la moto y estar enojada ahí.

Yo siempre vi nuestra relación en primer lugar como una amistad, porque así fue como comenzó y porque no cambiaron tantas cosas entre nosotras.

Pero algo que si había cambiado fue el hecho de que ahora tanto Charlie como yo hacíamos esfuerzos por la otra que tal vez si sólo fuéramos amigas, no habríamos hecho. Yo acepté una cena con ella y su familia, y pasé horas preparándome sólo para tener una mejor relación con ellos. También acepté unirme a su banda para recuperar todo el tiempo que habíamos perdido y soportaba todo lo que eso conllevaba porque sabía que era importante para ella.

Charlie, por otro lado, parecía haber entrado en el papel de "buena novia" y quería llevarme después del ensayo.

El problema era que yo le dije que no, porque se burló de mí cuando reconocí sentir celos, y eso le estaba impidiendo cumplir con ese papel.

—No soy un niño para necesitar que me lleves. Sé cómo volver a casa —dije—. Así que me tomaré el bus y tú podrás usar todo este tiempo que te quedará libre para recapacitar sobre por qué no me defendiste ni me tomas en serio.

Charlie se echó la guitarra en la espalda y subió a la motocicleta. Cuando levantó la cabeza, estaba haciendo puchero.

—No es que yo no te tome en serio a ti, es que no la tomo en serio a ella. Como yo la veo, es sólo una niña caprichosa a la que no le gusta que la banda no sea tu prioridad, pero tiene que aprender a comportarse. Y que las cosas no son como ella quiere.

No esperé que dijera eso.

Durante todo el ensayo Charlie se había mantenido al margen y luego de él, como no le dio importancia al asunto, creí que estaría de su lado.

—¿Y por qué no me defendiste?

—Tú lo estabas haciendo bien. —Con su pie levantó la traba de la motocicleta e intentó esconder una sonrisa orgullosa—. Y porque te ves muy guapa cuando te peleas con la gente.

Ese truco de halagarme no iba a funcionar conmigo.

—La próxima vez quiero que me defiendas de ella —le ordené—. Quiero que le digas algo como "nadie le habla así a mi novia" o "¿Qué dijiste, pelo tieso?".

—Lo haré si te subes a la motocicleta.

Rodé los ojos.

—Bien, hagamos de cuenta como que te creo.

Ella movió los hombros como si estuviera celebrando y se deslizó hacia adelante para dejarme espacio.

El viaje fue largo y en silencio. Incluso cuando pasamos por calles menos transitadas y podíamos escucharnos al hablar, me negué a seguirle los temas de conversación.

Sabía que ella quería hacerme olvidar de lo que sucedió hoy distrayéndome, pero yo tenía ganas de hacerle sufrir un poco más. Por eso, cuando me dejó delante de mi casa y se inclinó hacia mi para darme un beso, la esquivé.

—Ah, así que así son las cosas —dijo—. Bien, mantén tu orgullo. —Se enderezó, se colocó su casco y levantó el visor—. Ya sé que estás loca por mí.

—Desaparece de mi vista.

Charlie me lanzó un beso y aceleró.

En realidad, no estaba enojada con ella. Sólo quería que me defendiera delante de Kaila, por lo que planeaba perdonarla cuando nos viéramos durante el siguiente ensayo.

Pero las cosas no salieron como yo planeaba y acabé encontrándola antes de lo previsto.

Era miércoles, después del entrenamiento. Era mi turno y el de Alana para guardar las cosas en el depósito, por lo que cuando terminamos de ducharnos, sólo quedábamos nosotras dos en los vestidores.

Me estaba colocando los zapatos cuando la puerta de abrió de golpe y en la entrada apareció Tania.

Ella aún llevaba su brazo enyesado, pero eso no la hacía verse menos intimidante. Pese a estar lastimada, no se había perdido ni un solo partido durante las últimas semanas, como si quisiera estar lista para cualquier cosa que requiriera meterse a la cancha.

Aunque lo más probable era que lo estuviera haciendo para poder monitorear el equipo, incluso aunque no pudiera jugar en él.

Y ahora estaba mirándome a mí, con una expresión de profundo odio en su rostro.

Pero, antes de decir nada, desvió su atención hacia Alana, quien estaba echándose encima su abrigo.

—Déjanos solas —le ordenó.

Alana se veía preocupada.

—¿Se van a pegar?

Esa pregunta me hizo levantarme de mi banca para estar en modo alerta. No es que esperara que Tania me lanzara un puñetazo de un momento a otro, en especial con el yeso, pero tampoco era la persona más amorosa que conocía.

—Alana no tiene por qué irse —dije.

Le envié una mirada a mi amiga que decía "si algo sale mal, tú ve por la izquierda y yo iré por la derecha".

Ella no pareció entenderla.

Tania no cedió.

—Pero quiero que se vaya, porque voy a hacerte una pregunta personal.

Ninguna de las dos esperó esa respuesta, por lo que ninguna supo como responder.

¿Una pregunta personal...?

Alana hizo una seña hacia la puerta como preguntándome si se debería ir y yo atiné a asentir, medio desconcertada. Cuando la puerta se cerró detrás de ella, quedamos sólo Tania y yo, en silencio. Lo único que se escuchaba de fondo era una de las duchas goteando al final del pasillo.

—Sólo para que sepas —comencé—. Tengo novia.

—¿Está sucediendo algo en tu casa?

—¿Qué?

—Que si está sucediendo algo en tu casa —insistió Tania—. Porque no te ves bien.

Esa pregunta me bajó la guardia por completo.

Tania seguía teniendo el ceño fruncido, pero comencé a preguntarme si tal vez no habría confundido una expresión de enfado con una de preocupación. Cuando se trataba de ella, la mayoría de sus caras se parecían. Estuviera contenta, enojada, satisfecha o incluso tranquila, su mirada siempre juzgaba.

—¿Qué quieres decir con que no me veo bien?

De repente me pareció gracioso que justo ella me preguntara eso, cuando era la persona que hacía mis entrenamientos cada vez más difíciles.

Yo nunca fui una chica paciente o comprensiva, pero este último año estuve mejorando en eso. Sin embargo, sólo me bastaba con ver a Tania para que volviera a sentirme como si estuviera de vuelta en la secundaria, propensa a reaccionar a la más mínima provocación. Ella agotaba mi paciencia.

—Juegas mal —dijo—. Y ya no es porque estás ocupando otro lugar. No atrapas las pelotas, no miras bien antes de hacer los pases, se te escapan las marcas... Al principio creí que no podías con la presión y el que yo te estuviera dando órdenes te irritaba más, así que te dejé jugar a tus anchas. Pero sigues igual, así que supongo que el problema no está aquí, sino afuera de la cancha.

Era cierto que estos últimos días Tania no estuvo tan encima de mí como en otras ocasiones. Guardaba silencio durante los partidos, pero aún así seguía sintiendo su mirada clavada en mi espalda, porque sabía sabía que una vez que el segundo tiempo acabara, se acercaría para decirme todo lo que hice mal.

No podía jugar porque no paraba de pensar en que yo no era buena para ese lugar, sino para estar adelante. Tania me había obligado a ocupar su puesto por capricho y no le importaba qué era lo mejor para el equipo. Todo el esfuerzo que yo estaba haciendo no tenía sentido si al final el equipo iba a ser conducido a su perdición.

—El problema no está fuera de la cancha —dije finalmente—. El problema eres tú.

Tania levantó las cejas.

—Debo de haberte entendido mal ¿El problema soy yo?

Intenté ignorar la irritación que me generó el verla tan sorprendida. Tania no se había planteado ni por un segundo que ella podría estar haciendo algo mal.

—Eres tú. —Asentí—. No soy defensora y nunca jugué como una, juego mal ahí y no te importa. Me odias tanto que prefieres gritarme en todos los entrenamientos antes que admitir que estás equivocada. No te importa el equipo, sólo te importa tener razón.

Su mirada se oscureció.

Atrapé la toalla húmeda que colgaba de mis hombros por las puntas para ocupar mis manos, nerviosa.

—No me conoces. —Respondió con calma—. Y tampoco sabes los sacrificios que he tenido que hacer por este equipo. Llevo siete años aquí. Tú tres. Te falta mucho camino para poder decirme algo así.

—¿De qué sirve hacer sacrificios si al final del día el equipo se disuelve por tu culpa?

Rodó los ojos.

—El equipo no se va a disolver porque tú no quieres jugar de defensora...

—No este equipo, el otro. —La miré a los ojos—. Sé que se disolvió por tu culpa. Echaste al entrenador sin consultarlo con nadie sólo porque estaba saliendo con Katherine. Te cega tanto tu odio que no te importa si eso perjudica al equipo y ella se fué porque se cansó de tu acoso ¿Ahora soy yo a la que molestarás hasta que me vaya del equipo?

Tania abrió la boca, pero no emitió sonido.

—¿Hablaste con las antiguas jugadoras cuando te dije que no lo hicieras?

—No me dijiste que no lo hiciera, me dijiste que no era importante. A mi me parece que sí lo es.

—¡¿No sabes quedarte quieta?! —Comenzó a negar con la cabeza y aguardó unos segundos en silencio, como si intentara calibrar la magnitud de lo que hice, antes de llevarse una mano a la frente—. ¿Alguien más sabe de esto?

Pensé en Alana.

—¿Por qué? ¿Nos vas a echar también a nosotras?

Cerró los ojos y presionó la boca, llamando a su paciencia. Cuando volvió a abrir los ojos, clavó su mirada en mí. Y si antes me pereció que no era capaz de distinguir si estaba verdaderamente molesta o no, ahora ya no me quedaban dudas.

Tania estaba furiosa y estaba a punto de cometer un crimen.

Entonces, sacó su teléfono del bolsillo de su chaqueta y se lo llevó a la oreja.

—¿Qué estás haciendo? —Retrocedí hasta subirme a una de las bancas.

Era mi fin. Estaba llamando a alguien para que se deshiciera de mí. Acabaría con los testigos, me dispararían aquí y luego lanzarían mi cuerpo al pantano del campus.

¿Si yo moría me entregarían mi título, o para eso debía cumplir con un mínimo de materias aprobadas? Mis padres van a sufrir, mi perro me extrañará y no sabrá por qué no regresé a casa ¿Charlie me iba a llorar? ¿Kaila la iba a consolar? ¿Usaría ese momento de debilidad para aprovecharse de ella?

Me llevé las manos a la cabeza ante la imagen mental de Kaila y Charlie juntas.

Dios, no. Lo que sea menos eso.

—Vamos.

Tania cortó la llamada y recogió mi mochila de la banca antes de salir del vestuario.

Me quedé unos segundos inmóvil hasta que me di cuenta de que acababa de robar mis cosas y fui detrás de ella, aterrada.

—¿A dónde vas?

Cuando cruzamos la puerta encontramos a Alana con la oreja pegada a la pared. Dio un respingo al vernos pasar, pero Tania se limitó a señalarla con un dedo sin dejar de caminar.

—Tú también vienes, por chismosa.

Alana nos siguió.

—¿A dónde vamos? —preguntó, igual de asustada que yo.

—A un lugar sin gente, para que pueda matarlas.

Ninguna de las dos se atrevió a volver a preguntar.

Salimos del pabellón de deportes y cruzamos la estación del metrobús, que estaba dentro del campus. A esta hora de la tarde los estudiantes volvían a sus casas, por lo que las filas eran largas y casi no había espacio para pasar, pero no nos detuvimos allí.

Nos hizo atravesar el parque frontal y entrar a uno de los edificios. La planta baja estaba a punto de reventar. La gente iba y venía sin orden. Parecía una avenida gigante en pleno centro.

Esquivamos a un chico con su maqueta en forma de puente y entramos a la cafetería.

Dentro estaba casi igual de lleno, aunque al ser un horario en el que muchas de las clases terminaban, la mayoría de los estudiantes y profesores salían después de recibir su orden, sin intención de sentarse a comer.

Tania nos guio hasta el fondo, a una mesa larga donde sólo había una chica sentada haciendo resúmenes y bebiendo café. Dejó caer mi mochila sobre la mesa y la chica levantó la cabeza.

Era Katherine.

—Traje a dos estúpidas —dijo Tania.

Katherine pasó su mirada de mi a Alana y luego a ella.

Ella estaba completamente igual a como la recordaba antes de que abandonara el equipo, seis meses atrás. El mismo cabello negro y rizado, el mismo rostro perfectamente maquillado y los mismos ojos enormes e inocentes.

—¿Y esto?

Ni Alana ni yo pudimos formular una palabra. ¿Qué significaba esto? ¿Por qué nos había traído con Katherine?

Tania tomó asiento junto a la muchacha.

—Dicen que descubrieron mi plan maestro para disolver al equipo. Estas tontas de aquí. —Nos señaló con su brazo sano—. Se reunieron a escondidas con las jugadoras del equipo anterior y le contaron que eché al entrenador de ese entonces porque estaba saliendo contigo y yo no soportaba la idea de verte feliz.

—No lo dije tan así.

Tania me dedicó una mirada asesina.

—Lo dijo exactamente así.

—¡¿Que ellas qué?! —Katherine se levantó de golpe y apoyó las manos sobre la mesa. Tania tuvo que apartar su vaso de café para que no se derramara—. ¿Eso es lo que están diciendo de mí?

Tania asintió antes de recargarse contra su silla y cruzarse de brazos.

Alana y yo compartimos una mirada mientras nos replanteábamos todo lo que sabíamos hasta ese momento.

—¿Les parece bien acusar a Tania de algo así?

Bajo la recriminadora mirada de Katherine, me sentí avergonzada. De todas las cosas, jamás esperé que justo ella la estuviera defendiendo.

—No es...—Me rasqué el brazo—. Eso fue lo que dijo una de las chicas.

—¿Y ustedes le creyeron? ¿No conocen a Tania?

—Evidentemente no —respondió la castaña, ofendida.

Katherine volvió a sentarse y no pude evitar sentirme como si estuviera de vuelta en la primaria, en la oficina del director, siendo regañada. Así que tomé asiento para disimular esa sensación.

—Jamás salí con ese entrenador —dijo Katherine. Sus mejillas habían tomado cierto color y estaba segura de que se debía en un cien porciento al disgusto que le habíamos provocado—. De hecho, ni siquiera me caía bien. Era un degenerado y siempre buscaba una excusa para tocarme o decirme cosas inapropiadas.

—Las chicas pensaban que estaban saliendo, así que lo dejé estar —murmuró Tania.

Ella estaba mirando algo en el suelo, aún cruzada de brazos.

Katherine asintió con energía.

—Pensé que con el tiempo se calmaría si lo seguía rechazando, pero no fue así. Entonces se lo dije a Tania.

Kath apoyó la cabeza en el hombro de la muchacha y sonrió de oreja a oreja, como si fueran amigas de toda la vida. Tania finalmente nos estaba mirando, pero a diferencia de la otra chica, no se veía para nada contenta.

—¿Ustedes dos creen que un equipo se disuelve sólo porque se va un entrenador que ni siquiera es importante? El equipo se disolvió porque nunca estuvo bien consolidado. Las chicas ya estaban hablando sobre dejarlo. Sólo querían culpar a alguien más para no quedar mal.

—¿Y nunca les dijiste por qué lo echaste? ¿Les dejaste creer lo hiciste por un capricho?

—Yo le pedí que no lo hiciera. —Katherine la defendió. De repente su mirada se endureció—. Temí que me culparan a mí, así que Tania dijo que él había conseguido otro trabajo. Pero al parecer los rumores volaron. —Suspiró—. Pobrecita, siempre piensan lo peor de ella.

Estiró el cuello y le dio un beso en los labios.

Me ahogué con mi propia saliva y comencé a toser. Alana me golpeó la espalda para devolverme a la vida y yo me aferré a uno de sus brazos como si temiera desvanecerme en cualquier momento.

Tania y Katherine ni siquiera se alteraron.

—¿Son novias?

Tania arrugó la frente.

—¿Qué nunca viste a dos mujeres besándose?

Qué chistosa.

—Sí, pero creí que ustedes se odiaban. —Le hice un gesto con la mano a Alana para que dejara de golpearme y me apoyé en la mesa. Katherine había envuelto sus brazos alrededor del de Tania—. Y que dejaste el equipo porque ella te hacía bullying.

Ella se carcajeó y me hizo sentir más estúpida de lo que llevaba sintiéndome durante toda la tarde. Nada estaba saliendo como esperaba hoy.

—Me salí para enfocarme en los estudios. —Respondió—. Tania era molesta, pero nunca la tomé muy en serio. —Se miró las uñas—. Siempre supe que en el fondo estaba enamorada de mí.

—Como si no fuera obvio —resopló Tania.

—Pero...¿Cómo...? ¿Desde cuándo?

—Demasiado curiosa para mi gusto. —Tania abrió su bolso y sacó su billetera—. ¿Ves por qué te dije que no anduvieras de chismosa sobre el equipo anterior? Creíste rumores falsos, te llenaste de rencor y saboteaste tu propio juego. Yo nunca hago las cosas por capricho. Si creo que tienes potencial para explotar como defensora, es porque lo tienes.

—No creo tener...

—Sí lo tienes. Toma —Me entregó unos billetes—. Compren algo para comer y seguimos hablando. Tu novia está detrás de ti y ni siquiera has ido a saludarla.

—¿Mi qué?

Me di la vuelta tan rápido como pude.

Detrás del mostrador, atendiendo a la fila de estudiantes hambrientos, estaba Charlie. Llevaba su cabello rosado atado en una cola de caballo y debajo de una gorra. Su uniforme parecía consistir en una camiseta negra con el nombre del café sobre el corazón y un delantal amarrado a la cintura. Jamás creí que se vería tan bien mientras escribía un nombre en un vaso de café.

Quería levantarme e ir a abrazarla.

Pero entonces recordé que se suponía que yo seguía enojada con ella, por no defenderme delante de Kaila.

—¿Qué? ¿Ya cortaron? —me molestó Tania.

Chasqueé la lengua.

—Claro que no.

Le arrebaté los billetes y fui hacia la barra, bajo la atenta mirada de las otras tres chicas.

De haber estado yo sola, habría huído de la cafetería cuidando de no ser vista. Pero ahora no podía hacer eso. En primer lugar, porque tenía hambre, y en segundo, porque no pensaba contarle a Tania sobre mis problemas con mi pareja.

Que en realidad no era problemas. Simplemente la estuve molestando y ella lo entendía a la perfección.

¿No?

—¿Qué va a ordenar la novia abandónica?

El muchacho que había estado delante de mí ya se había marchado. Ahora Charlie estaba mirándome desde detrás de la barra, con un codo apoyado en ésta. Ni siquiera estaba sonriendo.

Esto era malo.

Me apoyé en la barra.

—La novia abandónica dice que te ves muy linda con tu uniforme.

Charlie no reaccionó.

—¿Ahora ya no estás molesta?

Cerré los ojos y extendí una sonrisa. Mi estómago rugió ante el olor del café y el queso caliente que llegaba desde la cocina.

—Ya no más. Y vine a darte un beso en señal de buena fé.

Charlie pasó su mirada de mí, a algo detrás de mí. No tuve que darme vuelta para saber que estaba mirando al grupo de chicas, que posiblemente nos estaba espiando. Y tampoco tuve que preguntarle a Charlie qué estaba pensando para saber que se había dado cuenta de que intentaba demostrar algo delante de ellas.

—¿Sabes qué? —dijo con un repentino buen humor—. Como que no me dan ganas de darte un beso. Quedé muy ofendida después de que rechazaras el mío y soy una persona con orgullo. ¿Qué vas a ordenar?

—Por favoor...

Junté las manos para implorarle.

Ella me levantó las cejas.

—¿Qué gano yo con esto?

Dije lo primero que se me ocurrió.

—Te haré masajes en los pies.

—Eso ya lo haces.

—¿Qué quieres?

—Quiero una cita —respondió sin dudar—. Y que pagues todo. Entrada, comida, transporte y algún regalo. Y quiero que a partir de ahora me digas "mi amor".

—¡¿Cómo que mi amor?!

Apoyé las palmas en la barra.

Charlie me enseñó el los dedos pulgares y me sonrió.

—Sí, así. Exactamente.

—No te puedo decir así en público. —Protesté avergonzada—. Se van a burlar de mí.

La sonrisa de Charlie desapareció.

—Ah, bueno, si ya no me quieres...

—¡Si te quiero! —bajé la voz al notar que las personas de las otras filas se giraban a verme—. Te quiero —susurré.

—¿Cuánto?

—Mucho.

Hice un gesto con las manos para indicar que estaba midiendo algo enorme.

—¿Lo suficiente para dejar un veinte porciento de propina?

Asentí. Qué bueno que pagaba Tania.

—Ahora di "mi amor" —insistió.

Cerré los ojos, derrotada.

—Mi amor.

Sentí los labios de Charlie sobre los míos antes de poder verla. Fue algo suave, apenas un roce, pero aún así me hizo sentir cosquillas.

—Este domingo —dijo—. Cita. Tú invitas.

Ni siquiera me negué.

Cuando volví a la mesa cargando con el pedido de Alana y el mío, mi cara aún seguía caliente. Tania me molestó un buen rato al respecto, pero no me importó.

Mi cabeza estaba en otro lado, pensando en la cita.

-.-.-.-.-.-

Holii ¿Cómo están? ¿Qué tal les fue en la semana?

¿Qué cosas estuvieron haciendo?

Yo hoy hice chipa. Pasen y coman un poco 🥖

¿Qué les pareció el capítulo?

Digan "yo" las que ya se esperaban que Tania y Katherine se gustaban.

Digan "yo no" las que viven en una cueva y no se dieron cuenta nunca.

Digan "yo" las que quieren a una novia como Charlie que las tenga cortitas como a Andy JAJA

¿ESTAN LISTOS PARA EL CAP DEL PARQUE DE DIVERSIONES?

PREGUNTA 

Si tuvieran que llevar a Charlie a una cita y hacerle un regalo ¿A dónde la llevarían y qué le regalarían?

Con esto me despido. Baibai

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top