12.Saco a pasear a Drácula
Tenía dos opciones.
O le enviaba un mensaje de texto a Charlie para avisarle que la reunión que tendría mañana para hacer el proyecto era con Noah, o esperaba a mañana después de la reunión y se lo contaba una vez que todo ya hubiera pasado.
La idea de contárselo ahora, después de cómo había acabado la cena, no me gustaba. Pero si no lo hacía, sabía que con la segunda opción podían salir las cosas muy mal. Por ejemplo, ella podría enterarse por otro medio y creer que se lo estaba ocultando por alguna razón.
Así que tome una decisión inteligente por primera vez en mi vida y le envié un mensaje de texto, así, como la cobarde que era. Porque no me atrevía a llamarla.
Aparté mi taza vacía de té y saqué el teléfono bajo la atenta mirada de Jade, quien se había sentado a mi lado en la mesada para poder espiar.
Ya tenía un mensaje de ella sin responder.
Charlie: Déjame saber cuando llegues a casa.
Charlie: No puedo creer que un taxi haya aceptado llevarte tan lejos.
Charlie: Dice mamá que si es mucho dinero ella puede pagarlo.
Reuní valor y escribí una respuesta.
Andy: En realidad fui a la casa de Jade.
Estaba escribiendo el siguiente mensaje cuando recibí una llamaba entrante de Charlie.
Dejé caer el teléfono sobre la mesada y me levanté del taburete. Jade se inclinó para espiar la pantalla.
—Bien hecho, ya se ha enojado.
El teléfono continuó sonando.
Me llevé las manos a la cabeza, pero me dije a mi misma que antes de tener cualquier crisis debía contestarle, así que acabé atendiendo.
—¿Hola?
Me alejé de Jade para que no pudiera oír la conversación y él se quejó con un chasquido de lengua al que respondí enseñándole el dedo del medio.
—Andy... —comenzó Charlie en un tono de reproche.
Era el mismo tono que usaba cuando quería que le comprara comida o cuando me negaba a hacerle un favor. La única diferencia era que se oía mucho más triste que en cualquiera de esas situaciones y yo sabía a qué se debía su tristeza.
No esperaba que me respondiera de esa manera.
—¿Qué?
—¿Qué es eso de que estás en la casa de Jade? —preguntó en el mismo tono triste—. Dijiste que querías ir a tu casa. Me mentiste.
Ay ¿Por qué lo tenía que decir así? Ahora me sentía una mala persona.
—Lo siento —murmuré para que Jade no pudiera oírme. No podía hablar tranquila con mi novia si lo tenía tan cerca, así que le di la espalda para pretender que no estaba—. Quería hablar con alguien.
—Yo estaba ahí contigo ¿Por qué no hablaste con...? —guardó silencio—. Ah, ya entiendo.
Me rasqué la cabeza. Esto estaba saliendo mal, estaba lastimando sus sentimientos.
—No lo digas así. No estábamos hablando de ti. Es sólo que... —miré por sobre mi hombro, a Jade, quien se había acercado con las dos tazas para escuchar. Lo empujé con mi mano libre—. Quería hablar con alguien a quién también le pudiera pegar.
Jade se sobó el brazo y fue hacia el lavabo, como si esa hubiera sido su intención desde el primer momento.
—¿Estás segura? —insistió Charlie— ¿No es porque estás molesta conmigo?
Sonreí.
—No, te lo prometo.
Y era cierto. No estaba molesta con Charlie, incluso aunque hubiera cometido el crimen de llamarme por mi nombre completo en la cena. Entendía que se había portado rara por la misma razón que yo: las dos estábamos nerviosas y queríamos complacer a sus padres.
—Pero hay algo que tengo que decirte —volví a hablar.
—Ay, no.
Presioné los labios y sostuve el teléfono con las dos manos.
—La compañera con la que debo reunirme mañana es Noah.
Charlie guardó silencio unos segundos.
—¿Estás segura de que no estás enojada conmigo?
—No fue planeado. La profesora nos agrupó así, lo siento...
—Lo sé, estoy bromeando.
—Yo sé que es difícil de creer...
—Andy, está bien.
Me detuve cuando me di cuenta de lo que había respondido.
—Eh... ¿En serio?
—Si tú dices que fue por fuerza mayor, te creo —dijo—. Pero ¿Recuerdas eso que me dijiste una vez sobre ser amigo de tu ex?
Una vez, en nuestro último año de secundaria, Charlie me dijo que pensaba que podía ser amiga de su ex novio. El mismo que la había engañado unos meses atrás y luego terminaría ligándose a una de nuestras amigas.
Yo le dije que no podía ser amiga de alguien a quién no le importaba. Y ella, evidentemente, no le importaba a él. Lo había dejado claro después de todo el daño que le hizo.
—Sí, lo recuerdo.
Mi relación con Noah fue mucho más corta que cualquier otra que haya tenido. Pero también fue la más dolorosa, porque ella había sido mi amiga desde que tenía memoria. La conocía desde antes que a Charlie incluso.
Separarme de ella fue como arrancar un pedazo de mí y abandonarlo. Eso fue lo que más me dolió, incluso más que todas las cosas crueles que me dijo.
—Ten cuidado con Noah —me pidió Charlie desde el otro lado del teléfono—. No quiero que te lastime.
—No va a lastimarme —respondí sin convicción.
—Está bien. —dijo para zanjar ese tema—. ¿Cuánto tiempo estarás en su casa? ¿Vendrás al ensayo de la banda?
Hice una mueca al recordar que mañana también había ensayo.
—Estaré todo el día haciendo el trabajo. La idea es terminarlo para no volver a reunirnos, así que no creo llegar al ensayo, lo siento.
Creí que me haría algún tipo de reproche, pero cuando respondió, se oía más contenta de lo que esperaba.
—No te preocupes. Sam también ha cancelado, así que será un ensayo sólo de guitarras.
Arrugué la frente y pensé en Kai, la chica de la guitarra azul.
—¿Y dónde van a ensayar tú y Kai, si no es en la casa de Sam?
—En mi casa.
—¿En tu...? ¿En tu casa?
—Sí —respondió como si nada—. Me tengo que ir. Pásala bien, adiós.
Y Colgó.
-.-.-.-.-
—Písili biin.
Resoplé y toqué el timbre del departamento de Noah una vez que me detuve frente a su edificio.
Charlie sabía que en el mejor de los casos Noah y yo nos querríamos arrancar las cabezas. Pero ella, en cambio, la pasaría genial con su nueva amiga con la que compartía los mismos gustos.
Ellas ensayarían y hablarían de guitarras y cosas musicales que yo no entendía mientras yo estaba con la nariz metida adentro de cinco libros diferentes mientras intentaba redactar una oración coherente.
Volví a tocar el timbre.
Eran las diez de la mañana, hacían diez grados y había tanta humedad en el aire que todo rastro de mi cabello alisado había desaparecido. Ahora estaba esponjado y escondido debajo de un grueso gorro de lana blanco.
Incluso las calles parecían mojadas.
Me instalé contra la puerta de cristal del edificio y usé mi aliento para dibujar pitos en el vidrio con el dedo hasta que Noah bajó.
Ella tenía la cara hinchada y estaba despeinada. Su pijama confirmó la sospecha de que seguramente acababa de levantarse de la cama. Me abrió la puerta de mal humor y me hizo un gesto con el brazo para que avanzara hasta el ascensor.
—Ya sabes el camino —dijo.
No había ido muchas veces a la casa del padre de Noah, pero si las suficientes para recordar cómo llegar. Aún así, se sentía extraño volver después de tanto tiempo. Sus padres se habían separado hace muchos años y ella vivió con su madre hasta nuestra graduación, por lo que nunca tuve una razón para volver aquí.
—¿Te desperté? —le pregunté una vez que nos acomodamos en el ascensor.
Noah se rascó baba seca de la comisura de su labio sin dejar de mirar su reflejo en el espejo.
—¿Tú qué crees?
Estaba haciendo un esfuerzo por tener una conversación amena con ella, pero no ayudaba. No podía creer cómo alguien que usaba una camiseta de osito como pijama me pudiera despertar tanta violencia.
—¿Has leído los textos? —volví a intentar.
—Sí, y espero que tú también.
Bueno, esa respuesta había estado un poco mejor. Iba a ignorar la última parte.
En ese momento las puertas del elevador se abrieron y salimos al angosto pasillo.
Entré a su departamento creyendo que me encontraría con su padre, pero en su lugar sólo me encontré con una sala de estar vacía.
Todo estaba oscuro, incluso con las luces encendidas, porque las ventanas estaban cerradas. El departamento era grande, de dos ambientes, y de aspecto viejo. Tanto los muebles como los electrodomésticos parecían sacados de otra época, e incluso las lámparas del techo con forma de flores salían de un anticuado ventilador.
Recordaba las paredes llenas de fotografías colgadas y pósters de bandas o películas que le gustaban al padre de Noah. Ahora ya no estaban.
—Esto parece la cueva de Drácula —me quejé.
Fui directo hacia las ventanas y levanté las persianas. Noah soltó un quejido desde la puerta, pero no me retuvo.
Después de levantar todas las persianas, la sala cambió por completo. Ahora era un poco menos deprimente.
—Voy a abrir una ventana para que salga el olor a encierro —le avisé—. Dicen que al medio día saldrá el sol.
—No abras la ventana. Hace frío.
—Ay, ups —deslicé mi dedo y bajé la traba de una ventana.
Noah se llevó una mano al rostro.
—¿Eres como un perro? ¿Necesitas asomar la cabeza por la ventana?
—Necesito luz del día y oxígeno —dije—. Como cualquier ser humano. ¿Siempre tienes las persianas abajo?
—Me gusta tener privacidad.
Noah no dijo nada más y se fue al baño. Yo dejé mis cosas sobre la mesa y revisé su heladera para ver que podíamos desayunar porque, conociéndola, probablemente no me ofreciera nada por voluntad propia.
La vista me deprimió aún más que su departamento. Dentro sólo había un tupper con arroz de ayer, un paquete de mayonesa y manteca.
Revisé sus alacenas en busca de algo comestible.
—Imagino que no estarás hurgando en mis muebles ¿No? —preguntó Noah desde el baño.
—No, claro que no. —Saqué un paquete de avena libre de gluten—. ¿Quieres galletas?
Cuando Noah finalmente salió del baño con la cara lavada y su cabello peinado, yo ya estaba a punto de terminar la mezcla para las galletas de avena y banana. Esperaba que eso fuera suficiente para calmar mi hambre, porque no había comido nada desde que desperté y a esta altura estaba dispuesta a morder a Noah si tentaba mi paciencia.
—¿Qué es esto?
Noah se paró a mi lado y se inclinó sobre la mesada para ojear la mezcla que había hecho. Levanté su cabello para evitar que cayera sobre la comida y la empujé con suavidad.
—Recógete el cabello y ayúdame a armar las galletas.
Noah obedeció, probablemente igual de hambrienta que yo, y media hora después estábamos sacando las galletas del horno.
Los apuntes ya estaban repartidos por toda la mesa, al igual que nuestros cuadernos y bolígrafos. Cuando el plato de galletas llegó a la mesa, ya teníamos dos tazas de café humeantes frente a nosotras.
Vi a Noah morder una y cerrar los ojos mientras saboreaba con placer. No era nada del otro mundo, pero sabía que si se trataba de ella, jamás habría tocado el horno por voluntad propia. Probablemente desayunara galletas de arroz del súper o una taza de café con un cigarro.
—¿Dónde está tu padre? —le pregunté. Pensé en la heladera vacía y las paredes desnudas—. No se murió ¿Verdad?
De repente temí lo peor. ¿Y si su había muerto y yo nunca me enteré? ¿Quién habrá hecho el funeral? ¿Qué tan mal la pasó Noah? ¿Cómo pude haberme perdido algo algo así...?
Ella abrió los ojos sólo para levantarme una ceja.
—¿Por que estaría muerto? Está de viaje.
Me alcé de hombros e intenté ignorar el calor en mis mejillas mientras buscaba la hoja de mi cuaderno con las consignas para el trabajo.
—No sé —murmuré—, sacaste todas sus fotos...
—No van con la estética del departamento —respondió—. Lee la primera consigna.
—Ah, ¿Es que tu papá no es "aesthetic"? —sonreí mientras buscaba la lista de preguntas.
—Cállate. —Me sacó el cuaderno—. ¿Para qué quiero fotos de él viajando? Sería diferente si yo estuviera en alguna ¿No? Pero como no estoy en ninguna, porque tengo que quedarme aquí y responder preguntas de un pedorro seminario con mi pesada ex novia, no le veo el chiste a dejarlas a mi vista. Si quiere, que las cuelgue él cuando vuelva. Tampoco es nada del otro mundo ¿Tú tienes fotos de tus papás colgadas en tu cuarto?
—Sí, la del primer día de clases.
Noah se quedó mirándome sin saber qué responder, hasta que acabó apartando la mirada para leer la consigna. No me dejó de otra que releer el texto en busca de las páginas que podríamos usar de referencia. Al principio su comentario sobre su padre quedó rondando por mi cabeza y no me dejó concentrarme en el trabajo, pero Noah no me permitía ni un segundo para descansar, así que eventualmente acabé olvidándolo para centrarme en la tarea.
Estuvimos las siguientes tres horas leyendo y marcando párrafos. Cada consigna pedía que tuviéramos en cuenta varios conceptos, por lo que tuvimos que reescribir las respuestas varias veces a medida que agregábamos cosas. Noah parecía tenerlo todo más claro que yo, pero no estábamos tan desiguales.
Para cuando llegamos al mediodía y regresó el hambre, tuve que insistir para que saliéramos a comprar comida en lugar de terminar el arroz sin condimentar de su heladera. Noah no cedió hasta que me ofrecí a pagar lo suyo y le enseñé el cielo, ahora despejado. Mi condición fue que comiéramos al aire libre, porque ya no aguantaba estar encerrada en su cueva.
Acabamos comprando alimento por peso en un restaurante chino y sentándonos debajo de un árbol cerca del río para comer de nuestras bandejas. Me dije a mi misma que el frío era mental y que eso me mantendría despierta por lo que quedara del trabajo.
—¿Tu plan desde un principio fue matarme de hipotermia?
Noah tembló debajo de su abrigo rojo y pinchó una papa con más fuerza de la necesaria. Miré nerviosa a mi alrededor y me pregunté si alguien acudiría a mi ayuda si intentaba clavarme su tenedor de plástico. La respuesta era: nadie, porque el sitio estaba desierto.
A la gente normal no le gustaba ir al río en invierno. Especialmente con el viento.
—Mi plan era sacarte a tomar aire.
Flexioné las piernas y las metí dentro de mi abrigo para refugiarlas del frío. La bandeja descansaba sobre mis rodillas. Mi posición era tan poco estable, que si alguien me empujara con el pie con suavidad, caería rodando.
Noah inspiró con fuerza.
—Bien. Ya tomé aire
La miré de mala gana.
—A lo mejor si tomaras un poco de sol también, sería mejor.
Noah se levantó con bandeja en mano, caminó dos metros afuera de la sombra del árbol y levantó la cabeza para que el sol le diera en la cara. Entonces, volvió a respirar con fuerza.
—Ya está. —Se metió otra papa en la boca y apuntó con el tenedor hacia los edificios—. ¿Podemos volver?
—Nah.
Busqué un hueco donde no diera la sombra para acomodarme y continué comiendo. Noah se sentó justo donde estaba y sacó su cuaderno de la mochila para seguir trabajando. El sol le daba justo en la parte alta de la cabeza y las manos.
Entrecerré los ojos.
—No hagas tarea mientras comes. Te va a dar indigestión.
Noah chasqueó la lengua como si la idea le diera gracia y comenzó a escribir algo mientras con la otra mano seguía comiendo.
—Deja de preocuparte por mí. Tu novia se pondrá celosa.
Me quedé mirándola, aunque Noah no me prestaba atención. No podía creer cómo era capaz de hablar y escribir al mismo tiempo. De hecho, no podía creer cómo era capaz de escucharme con sus orejeras puestas.
—Te recuerdo que mi novia también se preocupaba por ti.
—Te recuerdo que eso fue antes, cuando éramos amigas
No respondí. Noah tenía razón.
Ahora que no éramos amigas, se suponía que no debía de preocuparme por ella y mucho menos por si desayunaba o si tomaba el suficiente sol. Si conociera la manera de hacer que ella dejara de importarme, la habría usado. O tal vez no, tal vez no quería que ella me dejara de importar.
—No voy a mentirte y decirte que no extraño... que no te extraño —dijo, para sorpresa mía. Su mirada seguía clavada en la hoja de papel mientras escribía—. Pero como amigas nos dábamos migajas, y para eso prefiero estar sola.
Era cierto que, cuando éramos las tres amigas, a mí siempre me importó más Charlie que ella. Era Charlie a quien le dejaba llamarme en la madrugada cuando quería hablar con alguien, y también era a ella a quien acudía cuando necesitaba una coartada o dónde pasar la noche. Estábamos en el centro de estudiantes juntas y tocábamos juntas en los festivales. Noah era esa amiga que siempre quedaba de lado.
Ella mintió e hizo cosas intencionalmente para lastimarnos, pero ¿Podía culparla por guardarnos rencor?
—Además está Alana —dijo—. También fui mala con ella. Así que es mejor si quedamos como desconocidas.
Me rasqué la nuca.
—No tiene que ser blanco o negro. ¿No podemos ser simplemente compañeras?
Noah dejó su bolígrafo y arrancó la hoja sobre la que estaba escribiendo antes de dejar todo sobre el césped.
—¿Ves por qué no quería que estudiáramos juntas? —Clavó sus ojos en los míos—. Ahora tenemos este tipo de conversaciones. No quiero extrañarte y tampoco quiero que te preocupes por mí. Nunca volveremos a ser lo que éramos antes y es mejor así, porque no me gusta la persona que era cuando estaba con ustedes. Simplemente no somos compatibles.
Comencé a negar.
—¿Eso es todo?
Noah suspiró.
—Sólo deja las cosas así, Andy. —Se levantó y sacudió el césped de su falda—. Incluso si tú y yo nos perdonáramos ¿Cómo le dirás a Charlie y a Alana que ahora te llevas bien con la persona que fue mala con ellas? —Señaló la hoja que arrancó—. Puedes llevarte la respuesta que he escrito y revisarla por si hay que agregar más cosas. El resto del trabajo lo podemos resolver por chat.
Recogió su bandeja y caminó hasta el cesto de basura para tirarla.
Imité su gesto y me coloqué a su lado para lanzar mi bandeja. Ella ni siquiera me miró.
—Pensé que dirías algo como "Arruga este papel y luego pídele perdón".
Noah sonrió, reconociendo la metáfora.
—"¿Ha vuelto a como estaba antes? ¿Se arregló" —dijo, con el mismo tono de voz grabe que usaba nuestra profesora de ética en la secundaria.
—"El corazón de las personas es como este papel...".
—"No puedes borrar las arrugas que has hecho con tu ofensa".
Las dos reímos.
—Ella siempre traía reflexiones de facebook para que analizáramos —continuó riendo—. ¿Te acuerdas cuando nos puso La rosa de Guadalupe?
—No te burles de ella. —Le di un codazo—. Mala.
—Mira quién habla.
De repente alguien carraspeó detrás de nosotras.
—¿De quién se están burlando?
Noah y yo dejamos de reír y nos miramos. Las dos habíamos reconocido la voz al instante y, aún así, nos volteamos para confirmarlo.
Delante de nosotras, con su chaqueta de cuero roja y su guitarra echada al hombro, estaba Charlie.
-.-.-.-
Holii ¿Cómo están? ¿Qué hicieron esta semana?
¿Qué les pareció el cap?
¿Ustedes qué opinan? ¿Les gustaría que Andy y Noah volvieran a ser amigas, o creen que pasaron demasiadas cosas para eso?
¿Cómo creen que reaccionarían alana y charlie?
¿Qué creen que va a pasar con Noah y Charlie ahora?!! yo digo que se van a ir a los puñetazos, a menos de que Andy las pueda controlar JAJA
Bueno, me voy porque tengo que cenar.
Bai baii
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