¿Sueños o Pesadillas?
Era un día soleado en la playa de Enderville, podían escucharse las risas de los niños, las aves cantando y el sonido de la olas; todo era perfecto, para cualquier lado que vieras había felicidad; México se encontraba con su familia, como si nada de lo que pasó años atrás hubiera ocurrido, jugaba con Maya, la que ahora tendría 16 años, a enterrarse en la arena, veían chicos y discutían sobre quien era el más atractivo, sus padres bromeaban entre ellos, Canadá estaba presente, pero solo como otro chico más, no era parte de la familia, Francia también estaba, pero México no la odiaba, ya que la de su sueño no había arruinado su existencia, todo era visualmente hermoso, nada podría arruinarlo ¿O sí?
La gran ola llegó, entonces todo volvió a ser como en aquel día, la gente huyendo, alarmas sonando, una multitud aterrorizada y Azteca y Maya siendo tragadas por el océano.
México trató de ir tras ellas, pero un chico la tomó del brazo y la jaló lejos del peligro.
—¡Canadá, pude salvarlas! — le gritó al chico.
Él la miró, no era Canadá. La chica se palideció ¿Un extraño la había salvado? No tenía sentido ¿O sí? Podía ser alguien de buen corazón, o tal vez un intento de secuestro, pero no, sino no se hubiera detenido, entonces ¿Por qué?
—¿Quién eres? — preguntó.
—Mi nombre es...
Despertó, estaba sudando. No era la primera vez que soñaba con aquel chico, casi siempre aparecía, no importa con que soñase, él estaba ahí y siempre hacía lo mismo, la ayudaba a escapar del peligro y cuando estaba a punto de decirle su nombre despertaba. Pero ¿Por qué? México había investigado, no era ningún actor, aunque ya lo sospechaba, pues nunca había visto a alguien como él.
La chica decidió nombrarlo Russ, como su actor favorito, Russ Tyson; pero quería saber su verdadero nombre, no, no quería, debía saberlo.
–Mexi– susurró Canadá, mientras la agitaba ligeramente.
–¿Qué pasa? – se volteó.
–Oh sorry i didn't know you were awake (Oh, lo siento, no sabía que estabas despierta)–.
–No importa– respondió –¿Por qué me susurraste? – se levantó.
–The other time you were upset because I woke you up very strong (La otra vez te molestaste por que te desperté muy fuerte)–.
–¿Y enserio me pones atención cuando te hablo? –.
–Why would I not? You are my little sister (¿Por qué no lo haría? Eres mi hermanita)– sonrió.
México giró los ojos –¿Cómo te fue con tu papá? –.
–Aww, you care about me (Aww, te preocupas por mí)–.
–Solo quiero ser amable– buscó algo para vestirse.
–Well it went well (Pues me fue bien)– rio –But I'd rather be here with you (Pero prefiero estar aquí contigo)– admitió.
–Eres un mentiroso– lo miró –¿Podrías voltearte? Voy a cambiarme–.
El mayor obedeció –You know, Mex? I really like you (¿Sabes, Mex? La verdad me agradas)– sonrió –And I know that I also to you (Y sé que yo también a ti)– canturreó.
México se ruborizó –No es cierto–.
–Okay, hurry up or we'll be late (De acuerdo, apresúrate o llegaremos tarde)– salió de la habitación.
La chica miró el reloj, Canadá tenía razón, ya era tarde; se vistió a máxima velocidad; blusa celeste de tirantes, sudadera violeta, pantalones viejos de mezclilla y unos tenis;
perfecto.
Canadá tocó el claxon.
–¿Puedes parar? Ese sonido me da jaqueca– gruñó México.
–Everything gives you a headache, Mex (A ti todo te da jaqueca, Mex)– respondió él –Get in the car (Ya sube al auto)–.
–No me digas Mex, ni Mexi, mi nombre es México– obedeció.
–What's the problem with me telling you, Mex? (¿Cuál es el problema con que te diga, Mex?)–.
–Mi madre me puso este nombre y quiero que se quede como tal– explicó.
El resto del camino fue silencio.
La preparatoria era un edificio gris y enorme, tal vez suene demasiado simple, pero era de los edificios más lujosos de América, el más lujoso sería la mansión americana.
Los adolescentes bajaron del auto, Canadá se dirigió a la universidad, la cual era un edificio vecino, que compartía ciertas instalaciones con la preparatoria, mientras que México entró a la preparatoria, se dirigió a su casillero.
–Hello, living dead (Hola, muerta viviente)– llegó Estados Unidos, única y chiflada hija de la familia americana, la familia fundadora.
La chica lucía ropa de diseñador, su pelo rubio, estaba más cuidado que toda la ciudad, era obvio en que se gastaban los impuestos, la apariencia de Estados Unidos era impecable, y eso molestaba demasiado a México, pero lo que más la sacaba de quicio era su ejercito de clones.
México la ignoró.
–Excuse me, I'm talking to you (Disculpa, te estoy hablando)– no hubo respuesta por parte de la menor –Peru– llamó a una de sus seguidoras.
–Sí, EUA– obedeció la chica y se acercó a México para cachetearla.
–¿¡Cual es tu maldito problema!? – gritó la menor.
–Should I have any? (¿Debo tener alguno?) – la miró Estados Unidos.
–Vete a fastidiarle la vida a otra–.
–Why would I do that? If you are my favorite toy (¿Por qué lo haría? Si tú eres mi juguete favorito)–.
–Oh, que curioso que lo digas, ya que toda la escuela no te considera más que la muñequita de papi–.
–Look, land of indians, don't try to be the smart with me, okay? I don't care that your father works for mine, it's me who's in charge here and I can throw you and your whole family away from here (Mira, tierra de indios, no intentes ser inteligente conmigo, ¿de acuerdo? No me importa que tu padre trabaje para el mío, soy yo quien está a cargo aquí y puedo arrojarte a ti y a toda tu familia de aquí).–.
–Mexi, do you know where I left off... is everything okay? (Mexi, ¿Sabes dónde dejé mí... ¿Está todo bien?) – llegó Canadá.
–Of course everything is fine (Claro que está todo bien)– se cotoneó Estados Unidos –¿Cierto, Mexi? (Right, Mexi?) – la miró.
–Todo bien, Canadá– contestó México.
–Okay. I wanted to know if you knew where I had left my charger? (De acuerdo ¿Quería saber si sabías donde había dejado mi cargador?) –.
–Oh, lo tomé prestado– lo sacó de su mochila –Ten–.
–Thanks (Gracias)– sonrió –See you at the end of classes (Te veo a final de clases)–.
–Claro– correspondió la sonrisa y para despedir a Canadá, o más bien molestar a Estados Unidos, lo besó en la mejilla.
Canadá se sonrojó y volvió a la universidad.
Estados Unidos se le quedó mirando a México verde de envidia, pero no pudo hacer más que lanzarle una mirada asesina.
–Si me echas a mí y a mi familia, también echarías a mi guapo hermanastro, el cual, si no me equivoco, te gusta– le dijo.
No se equivocaba, desde que Canadá llegó, la única meta de Estados Unidos, además de hacerle la vida imposible a todos, era conquistar a al chico, pero bueno ¿Quién la culpaba? Era muy atractivo; pelo castaño, ojos verdes, una sonrisa encantadora. Y su personalidad era perfecta, era tan optimista y comprensivo, tan alegre a pesar de su pasado. Padre alcohólico, maltrataba a su madre, muchas peleas, para finalmente llegar al divorcio. Canadá tenía un corazón de oro, por más que su madre le suplicara que no fuera a ver a su padre, él tenía la necesidad de verlo, era su padre y lo quería a pesar de todo; además, fue el único que logró hacer verdaderamente feliz a México después de la muerte de Maya y su madre; él no sabía cómo se sentía que parte de tu familia muriese, pero sabía que no era algo bonito.
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