Visible


—¿Qué es eso? — preguntó Catherine.

—Es un osito— respondió su madre.

—Me da miedo—.

—No tiene por que— le sonrió —Son amables si no se les hace daño—.

Catherine sonrió y comenzó a correr por el bosque.

Era un lindo lugar, digno de un cuento de hadas; cataratas enormes con aguas cristalinas, y su caída se escuchaba como ángeles cantando, Catherine fue a la cima de una de ellas.

—Cuidado con caerte, Cathy— dijo su madre.

—Tengo cuidado— respondió.

En eso, el oso se puso en dos patas y atacó a la madre, la pequeña quiso ir a ayudarla, pero algo la tomó por los brazos y empezó a flotar.

—¡Mamá! — lloró mientras veía como su madre era asesinada por el animal

–¡Mamá! – gritó ya despierta.

Paseó su cuarto con la mirada, cuando acabo, se dio cuenta de que había pasado por alto una silueta en su tocador, Catherine se le quedó viendo un buen rato, no era de ella, pero debía ser de ella.

La chica tomó una lámpara y se la lanzó a la figura.

–¡Auch! – se quejó una voz masculina.

–¿Quién eres? – preguntó asustada.

–Tranquila, solo soy yo– dijo la voz mientras alguien le tocaba el hombro a Catherine.

La chica soltó un grito.

–¡Cathy! – llegó Brandon, cuando vio a Catherine llorando se acercó a ella –¿Estás bien? ¿Qué paso? –.

–Hay alguien más aquí– chilló la chica.

–¿Qué? –

–No estoy sola, Brandon–.

–Pero claro que no lo estás–.

–No, Brandon, no entiendes, hay alguien más aquí– dijo –Tengo miedo–.

–¿Quieres que pase aquí la noche? –.

–¿¡Perdón!? –.

–Quiero decir, yo puedo dormir en el piso y tú en la cama–.

–No quiero que duermas en el suelo–.

Brandon asintió. Catherine se cobijó de nuevo y Brandon se acostó lo más alejado posible de Catherine.

–¿¡Qué es esto!? – gritó Amanda en la mañana.

Brandon fue el primero en reaccionar, notó que la distancia entre él y Catherine se había desvanecido; la chica despertó, al principio no comprendía la palidez de su hermanastro, pero después de notar la ausencia de distancia entre sus cuerpos y a Amanda en el marco de la puerta, todo le fue más claro.

–Mamá, no es lo que parece– dijo Brandon.

–¿Entonces? – miró a los adolescentes.

–Yo me asusté anoche y le dije a Brandon que se quedará conmigo– mintió Catherine –Él no quería, pero yo lo obligué–.

Amanda miró a Catherine y se retiró de la habitación.

–Gracias– dijo Brandon.

–No hay de que– sonrió ella –Igual, ya me acostumbré en meterme en problemas– rio.

–También pudimos haber dicho la verdad–.

–¿Y que me mandaran a un manicomio? Ni siquiera estoy segura de lo que vi–.

Brandon guardó silencio por un rato –Perdón por como me comporté ayer, tenía miedo de que...

–¿Me estuviera drogando? Brandon, sé lo que piensas sobre mí, soy apartada, solo eso, que me guste vestir de colores oscuros y uno de mis ojos no se ve a menudo, no significa que soy un estereotipo de emo que experimenta con drogas y se corta–.

–¿No te cortas? –.

–¡Brandon! –.

–Lo siento– dijo –Dime ¿Qué es lo que crees que viste anoche? –.

–Vi una silueta, era un hombre, por un momento creí que era una sombra, pero se veía como algo sólido–.

–¿No viste su rostro? –.

–No, pero le lancé algo y se quejo, pero luego desapareció, como si ni siquiera estuviera ahí–.

–O sea que se hizo invisible–.

–Probablemente– respondió la chica –Creo que hay posibilidades de que...

–¡Claro que no! – soltó Brandon –Catherine ¿Qué rayos pasa contigo? –.

–No me pasa nada– insistió ella.

–Tan solo escúchate, creo que me equivoqué al cambiar de opinión–.

–¡No me drogo, Brandon! – gritó ella.

–Entonces deja de actuar como si lo hicieras– respondió él.

–¿Hago algo amable por ti y luego me regañas? –.

–Tú no hiciste nada amable, solo dijiste la verdad– contestó.

–¿¡Disculpa!? –.

–No te hagas la inocente, tú fuiste la que me dijo con una sonrisa coqueta "No quiero que duermas en el suelo" – la imitó.

–¿Y? Tú fuiste el que me preguntó si quería pasar la noche contigo–.

–¿Estás insinuando que me gustas? – la miró.

–No, estoy afirmando que te gusto–.

–Eso es descabellado– respondió –Eres mi hermanastra–.

–Eso es lo que digo, no puedo gustarte– dijo –Además no eres mi tipo–.

–Catherine, escúchame, sabes que odio gritarte, pero...

–Pero nada– interrumpió –Admítelo, Brandon, tú solo crees que soy una drogadicta– sollozó.

Brandon le dio una última mirada y se retiro sin decir palabra.

–Todo es tu culpa Jackson– gritó Catherine –Dime quien eres ¡Dímelo! –.

Como siempre, no hubo respuesta.

Catherine se vistió y salió corriendo de su cuarto.

–Iré caminando a la escuela– dijo Catherine a su padre, usualmente la llevaba Brandon, pero ese día, ninguno de los dos estaba de ánimo.

–¿No prefieres que Brandon te lleve? – preguntó Jeremy.

Catherine negó con la cabeza.

–Creo que ir con tu hermano sería más seguro– habló Amanda.

–Entonces ahora quieres que esté con él– la miró Catherine.

–Cathy...

Pero la chica ya se había ido.

–¿Y Catherine? – preguntó Brandon cuando bajó.

–Dijo que quería ir a pie– suspiró Amanda.

Brandon no escuchó más y fue por su hermanastra.

Catherine ya iba a medio camino cuando Brandon subió al auto, sin embargo, esto no le dificultó el alcanzarla.

–¿Es mucho pedir que no te comportes como una niña chiflada? – preguntó Brandon.

No hubo respuesta por parte de Catherine.

–La ley del hielo– dijo Brandon –Wow, que madura–.

–No es eso– respondió ella.

–¿Entonces? –.

–No lo creerás–.

–Dime– insistió.

–Me dirás loca–.

–Tal vez, si dejaras de actuar como una, no lo haría–.

–¿Solo tal vez? – lo miró.

–Sí– gruñó Brandon.

Todo el resto del camino fue silencio.

Al llegar al colegio, Catherine fue la primera en bajar del coche.

–Catherine– la llamó Brandon –No quiero que vuelvas a irte sola–.

–Pero...

–Catherine, la ciudad no es segura–.

–Pero...

–¡Pero nada! – gritó –Es una orden.

Brandon exageraba todo, o al menos eso era lo que Catherine pensaba.

Fue a su clase de matemáticas y miró la ventana, no había ningún chico, solo el reflejo de una adolescente de ojos azules y un largo cabello castaño, entonces algo cambió en la imagen, unos ojos verdes aparecieron detrás de Catherine.

–¿Qué quieres Brooklyn? – la miró Catherine.

–Que te muevas–dijo ella–Tu hermano está en la cancha y quiero verlo–.

–Que lástima– respondió la contraria.

–Quítate, muerta viviente– ordenó Lea, uno de los clones de Brooklyn.

–Lea, yo me encargo– habló Brooklyn.

–¿Sabes, Brooklyn? Deberías fijarte en alguien que también se fije en ti– dijo Catherine.

–Él me ama–.

–¿Cómo estás tan segura? –.

–Por que es obvio. Ahora, muévete–.

–No– contestó la contraria.

–Señorita Lumbrey– la llamó la maestra –Señorita Ender ¿Algo que quieran compartir con la clase? –.

–No, señora– respondió Brooklyn.

–No soy una Lumbrey– gruñó Catherine.

Cuando la escuela termino, Catherine hizo lo posible por no toparse con Brandon, no iba a soportar otro viaje con él, no ese día.

La chica fue por un camino más largo, eso la ayudaría a relajarse, era una colina cercana a la carretera, nunca nadie pasaba por ahí, así que podía confirmar que estaría sola. En cierto momento, se cansó y se detuvo un rato.

–Ey ¿Qué tal? – escuchó la misma voz de la noche anterior.

Catherine sintió un escalofrío –¿Quién eres? – preguntó –¿Dónde estás? – gritó.

–Tranquila, solo soy yo– respondió.

–¿¡Quién eres!? – volvió a gritar.

–Date la vuelta–.

Catherine obedeció dudosa y, al darse la vuelta, descubrió a un chico de no más de 25 años, era rubio y tenía unos bellos ojos azules.

–¿Quién eres? – preguntó por tercera vez, con voz temblorosa.

–Yo, Catherine, soy Jason– se presentó –No "Jackson" – dijo con cierto asco.

–¿Qué quieres? – se alejó –¿Por qué me atormentas? –.

–Yo no te atormento– dijo él –Solo quiero ayudarte–.

–Ayudarme a parecer una lunática– respondió ella.

Jason rio y la acercó a él.

–¿Qué haces? ¡Suéltame! – gritó.

–No voy a hacerte daño–.

–No te creo– respondió –Voy a demandarte–.

–¿No crees que es algo tonto demandar a alguien que ya está muerto? – preguntó riendo.

Catherine dejó de forcejear –¿Muerto? –.

–Catherine, soy un fantasma– le dijo –Y tú eres una medium–.

La chica se quedó callada un momento, y cuando al fin logró reaccionar, soltó una carcajada.

–¿Es acaso una broma? – lo miró.

–No lo es– respondió con seriedad.

–Pruébalo– ordenó ella.

Jason aceptó y se acercó a la carretera, Catherine lo miraba desde lejos; entonces vino un camión y Jason se puso en el lugar adecuado para ser arrollado, cuando el camión estaba a tan solo unos centímetros de él, Catherine cubrió sus ojos y cuando al fin se digno a ver... nada, el camión ya había pasado y Jason seguía ahí, intacto.

–¿Cómo hiciste eso? – corrió la chica hacia él.

–Ya te lo dije, estoy muerto–.

–¡Catherine! – gritó Brandon antes de que ella pudiera responder.

–Brandon– se volteó –Puedo explicarlo, él es...

–Te dije que no podías irte sola– la tomó por la muñeca y se la llevó al auto.

Catherine volteó a ver a Jason, pero éste ya había desaparecido.



–¡Estás en serios problemas! – la empujó dentro de la casa.

–¿¡Quisieras dejar de gritarme!? – gritó Catherine.

–¿¡Quisieras madurar de una vez!? –.

–Brandon ¿Qué sucede? – preguntó Jeremy.

–Tu hija– apuntó a Catherine –Se está volviendo loca–.

–Brandon– lo regañó Amanda.

–Papá– la ignoró –Esta escapando de mí, eso no puede significar nada bueno–.

–Cat– miró Jeremy a su hija –¿Por qué haces eso? –.

–Créeme que si lo tuvieras encima también escaparías– respondió la adolescente.

–Eso no es todo– interrumpió Brandon –Estoy casi seguro de que está en contacto con un desconocido–.

–¿Y si lo estoy a ti qué? –.

–Entonces lo admites–.

–No, solo digo que te metas en tus propios asuntos–.

–Seguramente consume drogas, además, la he escuchado hablar con un tipo llamado Jackson–.

–¿Tú como sabes sobre él? –.

–Se está volviendo satánica– le habló a Jeremy –Tiene una ouija escondida en su cuarto–.

–Vamos, Brandon, tú solo quieres pasar tiempo conmigo– dijo Catherine.

–¿Por qué querría eso? – la miró Jeremy.

–Yo te diré por que– dijo Brandon –Cree que me gusta–.

–No lo creo, lo sé– mencionó –Me ha estado espiando–.

–No lo he hecho– disputó Brandon –Y no me gustas–.

–¿Entonces cómo sabes sobre Jackson? ¿Y por qué te molestó ver tanto su dibujo en mi libreta? –.

–Por que eres mi hermana y me preocupo por ti–.

–¡Yo no soy tu hermana! –.

–¡Basta! – gritó Amanda.

Catherine omitió toda discusión con Amanda y corrió a su cuarto.

–¡Catherine, vuelve aquí ahora! – exigió Brandon.

–Brandon, déjala respirar– posó Jeremy su mano en el hombro del chico.

–Pero...

–Yo soy el padre, Amanda la madre, Catherine nuestra hija exagerada y tú su hermano, es mi deber cuidar de ella, no el tuyo– aclaró –¿De acuerdo? –.

–De acuerdo– suspiró Brandon.




–Catherine ¿Podemos hablar? – preguntó Brandon.

–No– respondió ella al otro lado de la puerta.

–Por favor– suplicó –Quiero disculparme–.

–Muy tarde– respondió.

–Por favor–.

La adolescente trataba de ignorar las súplicas del mayor, pero le era muy difícil, así que al cabo de unos minutos abrió la puerta.

–¿Qué quieres? – preguntó.

–Perdón–.

–¿Eso es todo? –.

–Me siento muy mal por lo que hice y como te hable–.

Catherine estaba a punto de cerrar la puerta.

–¡Espera! – la paró –Si digo que me gustas ¿Me perdonarás? –.

–¿Si te beso dejarás de espiarme? –.

Hubo un silencio cuando sus labios se encontraron, no fue algo voluntario, si no, algo más como un instinto.

–Lo siento– dijo Brandon al separarse –Eso no fue correcto–.

–Tal vez tengas razón– respondió ella.

–¿Solo tal vez? – rio él.

–Sí– respondió ella con media sonrisa y un leve sonrojo.

Brandon se fue a su cuarto dejando a Catherine en el marco de la puerta.

–Genial, creí que jamás se iría– dijo Jason acostado en la cama de Catherine.

–¿Qué haces aquí? – dio un pequeño brinco del susto.

–Vine a verte– respondió.

–Pues en ese caso vete, si te ven aquí me castigarán–.

–Nadie puede verme, solo tú– dijo –¿Qué no entiendes que eres especial? – la miró.

–Yo no soy especial– contestó Catherine.

–No seas tan modesta, Cathy– se burló.

–No soy modesta– respondió molesta –Y no me llames Cathy–.

–Ok, tranquila, Cathy–.

–¿Disfrutas de fastidiar a las personas? –.

–La verdad sí– respondió –Aunque bueno, de donde vengo es mi único pasatiempo–.

–Bien ¿Qué quieres? –.

–Ya te dije que ayudarte–.

–Yo no necesito TU ayuda– le dijo.

–Claro que sí–.

–No es así, según tú ¿En qué necesito ayuda? –.

–En tu vida social– respondió con una sonrisa burlona.

¿Vida social? ¿Por qué un fantasma querría ayudarla con su vida social? No tenía sentido, mas que él quisiera algo a cambio, sí, eso debía ser.

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