Tratos y favores
–¿Y a ti qué te importa mi vida social? – preguntó Catherine.
–Más de lo crees– respondió él.
–Lárgate– ordenó ella.
–Espera... – Jason no pudo terminar su frase ya que Jeremy entró al cuarto.
–Hija ¿Con quién hablas? –.
Catherine miró a Jason, el cual estaba saltando en la casa.
"Inmaduro" pensó ella.
–¿Cathy? – volvió a preguntar su padre.
La chica reaccionó y volteó a ver a su padre, para descubrir a Jason haciéndole caras.
–¡Para! – ordenó ella.
–¿Qué? – la miró Jeremy confundido –¿Me hablas a mí? –.
–No– respondió Catherine rápidamente– Yo... me hablaba a mí misma– mintió con una sonrisa nerviosa, su padre arqueó una ceja –Me decía que parara de ignorarte– rio nerviosa.
–¿Ok? – le dio una última mirada antes de salir de la habitación.
–¿Qué fue todo eso? – gritó.
–¿Qué fue qué? – apareció Jason a su lado.
–Eso– respondió ella –¿Saltos? ¿Caras? ¿Qué pretendes? –.
–¡Ya te dije que ayudarte! ¿Qué estás lenta? – respondió estresado.
–¿Y cual es la urgencia por ayudarme? – preguntó Catherine.
Jason se quedó en silencio.
–Jackson– insistió ella.
–No quiero hablar sobre eso– respondió –Y ya te dije que es Jason, no Jackson– se quejó.
No se podía negar que había ciertas similitudes entre ellos dos, aunque notoriamente ninguno de los dos se había dado cuenta aún, y aunque lo hubieran hecho, ninguno lo aceptaría.
Jason, ya cansado de tratar con Catherine, se retiró de la habitación con un chasquido de dedos.
–Estoy aburrida– dijo Catherine a Brandon.
Cuando el fantasma se fue, la chica fue a la habitación de Brandon para ver una película.
–Además, no entiendo nada– siguió quejándose.
–¿Qué es lo que no entiendes? – preguntó su hermanastro.
–No entiendo quien es ese hombre barbón gigante, donde están y por que ese niño tiene esa cicatriz– respondió ella.
Harry Potter, la saga de películas favorita de Brandon, jamás había sido mostrada a Catherine.
–Además– prosiguió la adolescente comiendo un bonche de palomitas –Esos lentes son horribles–.
–¿Sabes? Estoy empezando a pensar que solo estás aquí por las palomitas– rio él.
Catherine se sonrojó ante aquel comentario, hasta ese momento, no había ofrecido ni una sola botana a su hermanastro.
–El hombre barbón es Hagrid, están en el callejón Diagon y lo de la cicatriz ya te lo expliqué tres veces– respondió.
La chica bajo de la cama de Brandon, quien estaba sentado en un sillón, y se sentó sobre sus piernas.
Brandon la miró nervioso, sentía el calor de la boca de Catherine a dos centímetros de la suya.
–Brandon– murmuró la chica.
–¿Sí? – preguntó él sin alejarse un solo centímetro.
Catherine se acercó un poco más, rozando los labios del chico.
–¿Quieres palomitas? –preguntó riendo.
–¿Para eso viniste? – se alejó el contrario.
–Sí– continuó riendo.
Brandon la miró con seriedad, desde esa tarde, empezó a darse cuenta de que sentía algo más que cariño por Catherine. Simplemente no podía dejar de pensar en ella y en sus labios suaves y dulces.
–¿Sabes? Sí quiero palomitas– dijo agarrando un puño y se las lanzó a Catherine.
Ella rio e hizo lo mismo.
En eso entró Amanda a la habitación, y no le agrado ver a Catherine en las piernas de su hijo.
–¿Qué hacen? – preguntó.
–¡Mamá! – exclamó Brandon –No es lo que crees–.
–Amanda, nosotros...
–Catherine, calla– ordenó ella –Ya es la segunda vez que los encuentro en una situación como esta– dijo.
–¿Segunda? – preguntó Catherine.
–¿Ya olvidaste esta mañana? – la miró Amanda.
–Oh–.
Sin nada más que decir, Amanda se retiró de la habitación.
–Espera– la llamó Brandon, su madre paró –Catherine no tiene nada que ver en esto, es mi culpa, yo soy el que le coquetea y...
–Brandon, para– le ordenó su madre.
Cuando Amanda se retiró de la habitación, Brandon suspiró y miró el piso un rato.
Catherine se le quedó viendo con lástima, no podía creerlo, pero era la primera vez que se preocupaba por él.
–Lo siento– se disculpó Catherine.
–No tienes por que– respondió Brandon.
–Pero te metí en problemas–.
Brandon rio. Apartó el cabello del rostro de su hermana y besó su mejilla.
–Creo que ya deberías dormir– le sugirió él.
Catherine aceptó y fue a su cuarto. Cuando entró, vio a Jason saltando sobre su cama, de nuevo.
–Disculpa ¿Qué edad tienes? – preguntó.
–Veintidós–.
–No, enserio ¿Qué edad tienes? –.
–Veintidós–.
–No te creo– se cruzó de brazos.
–¿Por qué? – rio él –¿Es por que soy mortalmente guapo y parezco más joven? –.
–No, es por que eres inmortalmente inmaduro– dijo –Y no eres guapo–.
–Ay, discúlpame por no ser tan sexy como tu hermanastro– se quejó el.
–Cierra la boca– le ordenó –¿Por qué volviste? –.
–Me aburrí de mis hermanas y pensé ¿Por qué no voy a molestar a esa chica que me desea en su cama? – explicó él.
–Eres un pervertido–.
–Lo sé–.
–Primero, no te deseo ¿De acuerdo? Es más, me das asco; segundo, deja de venir, no me agradas y no voy a ayudarte; tercero, no vuelvas a meter a Brandon en nuestras conversaciones–.
–¿Eso es todo? – preguntó Jason divertido.
–Por ahora sí– respondió Catherine –Esas son las reglas–.
–Las reglas fueron hechas para romperse– se encogió de hombros.
Catherine soltó un gruñido con esa respuesta.
–Pareces un tomate– se burló Jason.
Catherine se miró al espejo y encontró que estaba roja –¿Sabes qué? Lárgate de una vez de mi habitación–.
–¿No entiendes que no te voy a dejar en paz hasta que me dejes ayudarte, verdad? –.
Catherine suspiró –A ver, si yo te ayudo tú me dejarás en paz ¿Para siempre? – Jason asintió –De acuerdo– aceptó ella – Voy a ayudarte a ayudarme–.
–Genial, y luego solo tendrás que hacerme un favor y...
–Espera, alto ahí– lo paró Catherine –Yo no voy a hacerte ningún favor–.
–Ok, nos vemos mañana– dijo él.
–Sí, como sea–.
Jason le robó un beso en la mejilla a Catherine y se fue.
–¡Jason! – gritó ante este acto, pero el fantasma ya se había ido –Idiota– soltó.
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