¿Sueños o Pesadillas?


Era un día soleado en la playa de Enderville, podían escucharse las risas de los niños, las aves cantando y el sonido de la olas; todo era perfecto, para cualquier lado que vieras había felicidad; Catherine se encontraba con su familia, como si nada de lo que pasó años atrás hubiera ocurrido, jugaba con Jane, la que ahora tendría 16 años, a enterrarse en la arena, veían chicos y discutian sobre quien era el más atractivo, sus padres bromeaban entre ellos, Brandon estaba presente, pero solo como otro chico más, no era parte de la familia, Amanda también estaba, pero Catherine no la odiaba, ya que la de su sueño no había arruinado su existencia, todo era visualmente hermoso, nada podía arruinarlo ¿O sí?

La gran ola llegó, entonces todo volvió a ser como en aquel día, la gente huyendo, las alarmas sonando, la multitud aterrorizada y Elena y Jane siendo tragadas por el oceano.

Catherine trató de ir tras ellas, pero un chico la tomó del brazo y la jaló lejos del peligro.

-¡Brandon, pude salvarlas! - le gritó al chico.

Él la miró, no era Brandon; la chica se palideció ¿Un extraño la había salvado? No tenía sentido ¿O sí? Podía ser alguien de buen corazón, o tal vez un intento de secuestro, pero no, sino no se hubiera detenido, entonces ¿Por qué?

-¿Quién eres? - preguntó.

-Mi nombre es...

Despertó, estaba sudando, no era la primera vez que soñaba con aquel chico, casi siempre aparecía, no importa con que soñase, él estaba ahí y siempre hacía lo mismo, la ayudaba a escapar del peligro y cuando estaba a punto de decirle su nombre despertaba. Pero ¿Por qué? Catherine había investigado, no era ningún actor, aunque ya lo sospechaba, pues nunca había visto a alguien como él.

La chica decidió nombrarlo Jackson, como su cantante favorito, Michael Jackson; pero quería saber su verdadero nombre, no, no quería, debía saberlo.

-Cathy- susurró Brandon, mientras la agitaba ligeramente.

-¿Qué pasa? - se volteó.

-Oh, lo siento, no sabía que estabas despierta-.

-No importa- respondió -¿Por qué me susurraste? - se levantó.

-La otra vez te molestaste por que te desperté muy fuerte-.

-¿Y enserio me pones atención cuando te hablo? -.

-¿Por qué no lo haría? Eres mi hermanita- sonrió.

Catherine giró los ojos -¿Cómo te fue con tu papá? -.

-Aww, te preocupas por mí-.

-Solo quiero ser amable- buscó algo para vestirse.

-Pues me fue bien- rio -Pero prefiero estar aquí contigo- admitió.

-Eres un mentiroso- lo miró -¿Podrías voltearte? Voy a cambiarme-.

El mayor obedeció -¿Sabes, Cat? La verdad me agradas- sonrió -Y sé que yo también a ti- canturreó.

Catherine se ruborizó -No es cierto-.

-De acuerdo, apresúrate o llegaremos tarde- salió de la habitación.

La chica miró el reloj, Brandon tenía razón, ya era tarde; se vistió a máxima velocidad; blusa celeste de tirantes, sudadera violeta, pantalones viejos de mezclilla y unos tenis; perfecto.

Brandon tocó el claxon.

-¿Puedes parar? Ese sonido me da jaqueca- gruñó Catherine.

-A ti todo te da jaqueca, Cat- respondió él -Ya sube al auto-.

-No me digas Cat, ni Cathy, mi nombre es Catherine- obedeció.

-¿Cuál es el problema con que te diga, Cat? -.

-Mi madre me puso este nombre y quiero que se quede como tal- explicó.

El resto del camino fue silencio.

La preparatoria era un edificio gris y enorme, tal vez suene demasiado simple, pero era de los edificios más lujosos de Enderville, el más lujoso sería la mansión Ender.

Los adolescentes bajaron del auto, Brandon se dirigió a la universidad, la cual era un edificio vecino, que compartía ciertas instalaciones con la preparatoria, mientras que Catherine entró a la preparatoria, se dirigió a su casillero.

-Hola, muerta viviente- llegó Brooklyn Ender, única y chiflada hija de la familia Ender, la familia fundadora.

La chica lucía ropa de diseñador, su pelo castaño claro, casi rubio, estaba más cuidado que toda la ciudad, era obvio en que se gastaban los impuestos, la apariencia de Brooklyn era impecable, y eso molestaba demasiado a Catherine, pero lo que más la sacaba de quicio era su ejercito de clones.

Catherine la ignoró.

-Disculpa, te estoy hablando- no hubo respuesta por parte de la menor -Lexi- llamó a una de sus seguidoras.

-Sí, Brooks- obedeció la chica y se acercó a Catherine para cachetearla.

-¿¡Cual es tu maldito problema!? - gritó la menor.

-¿Debo tener alguno? - la miró Brooklyn.

-Vete a fastidiarle la vida a otra-.

-¿Por qué lo haría? Si tú eres mi juguete favorito-.

-Oh, que curioso que lo digas, ya que toda la escuela no te considera más que la muñequita de papi-.

-Mira, Ámser, no trates de hacerte la lista conmigo ¿De acuerdo? No me importa que tu padre trabaje para los míos, la que manda aquí soy yo y puedo echarte a ti y a toda tu familia lejos de aquí-.

-Cathy, ¿Sabes dónde deje mi... ¿Está todo bien? - llegó Brandon.

-Claro que está todo bien- se cotoneó Brooklyn -¿Cierto, Cathy? - la miró.

-Todo bien, Brandon- contestó Catherine.

-De acuerdo ¿Quería saber si sabías donde había dejado mi cargador? -.

-Oh, lo tomé prestado- lo sacó de su mochila -Ten-

-Gracias- sonrió -Te veo a final de clases-.

-Claro- correspondió la sonrisa y para despedir a Brandon, o más bien molestar a Brooklyn, lo besó en la mejilla.

Brandon se sonrojó y volvió a la universidad.

Brooklyn se le quedó mirando a Catherine verde de envidia, pero no pudo hacer más que lanzarle una mirada asesina.

-Si me echas a mí y a mi familia, también echarías a mi guapo hermanastro, el cual, si no me equivoco, te gusta- le dijo.

No se equivocaba, desde que Brandon llegó al pueblo, la única meta de Brooklyn, además de hacerle la vida imposible a todos, era conquistar a Brandon, pero bueno ¿Quién la culpaba? Era un chico muy atractivo; pelo castaño, ojos verdes, una sonrisa encantadora y su personalidad era hermosa, era tan optimista y comprensivo, era tan alegre a pesar de su pasado; padre alcohólico, maltrataba a su madre, muchas peleas, para finalmente llegar al divorcio; Brandon tenía un corazón de oro, por más que su madre le suplicara que no fuera a ver a su padre, él tenía la necesidad de verlo, era su padre y lo quería a pesar de todo; además, fue el único que logró hacer verdaderamente feliz a Catherine después de la muerte de Jane y su madre; él no sabía como se sentía que parte de tu familia muriese, pero sabía que no era algo bonito.

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