Problemas
–¿Mayra? – preguntó Jason.
–Hola, bomboncito– saludó ella.
–¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? –.
–En mi habitación– se encogió de hombros –Te desmayaste cuando te corté la mano– explicó.
El fantasma se levantó y buscó que no le faltara nada.
–Devuélveme mi ropa, Mayra– ordenó.
–Pero si te ves mejor así– dijo en tono burlón.
–¡Mayra! –.
–Eres un aguafiestas– hizo una mueca –De acuerdo, está bajo la cama–.
Tomó sus pertenecías lo más rápido posible y se las puso.
–¿Qué quieres? – la miró.
–¿Una chica no puede hablar con su exnovio sin querer algo? –.
–Si esa chica eres tú, no– respondió –Te vuelvo a preguntar ¿Qué quieres? –.
La chica soltó una risa macabra –Respuestas– respondió.
–¿De qué? –.
–De tu nueva amiguita– contestó –Catherine ¿No es así? –.
–No le hagas daño– se apresuró a decir.
–Pero si yo soy incapaz– dijo mientras ponía una cara de ángel –Pero primero tendré que hacerte unas cuantas preguntas– dijo con una sonrisa malvada.
–Te escucho–.
–Bien, primera pregunta ¿Era tu víctima? –.
–Es mi víctima– corrigió.
–Bien, es tu víctima– dijo –Segunda pregunta ¿Qué trato le propusiste? –.
–Ayudarla en su vida social–.
–Los adolescentes de ahora caen con todo– dijo la chica –Tercera pregunta ¿Sientes algo por ella? –.
El fantasma se quedó en silencio un rato, le encantaría admitirlo, pero no podía, si no, tanto él como ella tendrían problemas.
–Estoy esperando– dijo impaciente.
–No– mintió.
–Mientes– se acercó peligrosamente a él.
El fantasma volteó la mirada, enserio odiaba a esa chica.
–Verás, Jason, te propongo un trato–.
–¿Qué? –.
–Quiero la oportunidad de Catherine–.
Se paralizó, ella no podía tener la oportunidad de Catherine.
–No– respondió.
–¿Por qué no? – preguntó en un berrinche.
–Por que su oportunidad no es tuya, es mía– respondió.
–Jason, escúchame, yo puedo tener su oportunidad y su alma se quedará aquí, contigo, JUNTOS–.
–No– volvió a responder.
–Bien, te daré tiempo para pensarlo– dijo al tiempo que le arrojaba la daga con la que había cortado su ya crecida mano.
–¿Para qué quiero esto? – preguntó mirando la daga.
–Ya verás– le sonrió.
Jason gruñó
–Por cierto, disculpa lo de la mano– dijo antes de desaparecer.
Jason salió de la habitación y se dirigió a su casa.
–¡Jason! – lo abrazó Mónica al llegar.
–¡Moni! – dijo el fantasma confundido, temía haber olvidado una fecha especial, como ya había hecho antes.
–¿Estás bien? ¿Te hicieron daño? – preguntó preocupada –Tenía miedo de que te hayan hecho algo–.
–Estoy bien– se separó de ella –¿Cómo sabías que estaba en problemas? – la miró confundido.
Su hermana se quedó en silencio.
–¿Mónica? –.
–Papá me mandó a espiarte– confesó.
–¿¡Qué!? – gritó –No puedo creerlo ¿No confían en mí? –.
–Jason...
–Tengo 22 y estoy muerto, ¿Qué es lo peor que me puede pasar? –.
–¿Qué es todo este escándalo? – interrumpió su padre.
–¿Desde cuándo te preocupas por mí? – le gritó Jason.
–Siempre me he preocupado por ti– contestó.
–¿Enserio? Eso nunca me pareció cuando estábamos vivos–.
–Jason, tienes prohibido levantarme la voz–.
–Yo haré lo que se me de la regalada gana– replicó.
–No me hables así–.
–Jason, no te busques problemas– susurró Mónica.
–¿Saben qué? No tengo nada que discutir con ustedes, igual, no lo entenderían– dijo para después irse.
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