El Chico en la Ventana
Brooklyn se largó de ahí sacudiendo su rubia cabellera.
Catherine soltó un ligero suspiro y devolvió su vista hacia su casillero, miró sus libros y luego dirigió su vista a un pequeño espejo que tenía en el fondo, sus ojos estaban curiosos, pero ¿Por qué? Obviamente, por Jackson, su presencia en sus sueños la tenía inquieta, sobretodo por no saber quien era, ¿Cómo saber que sus apariciones no eran algo peligroso?; había encontrado una página donde la gente compartía sus experiencias paranormales, tal vez no era lo que Catherine buscaba, pero de cierta manera se relacionaba, habían algunos testimonios que afirmaban que los espíritus que habían invocado los perseguían hasta en sueños, pero ella no había invocado a ningún espíritu, y si lo había hecho, no fue apropósito, esto la preocupo un poco, jugó muchas veces con la ouija con tal de comunicarse con Jane y su madre, tal vez, en uno de sus intentos, permitió que un espíritu entrara en su vida; pero, si fue así ¿Había invocado a uno bueno o uno malo? Por que, después de todo, Jackson la salvaba en sus sueños, y él no era la causa de que su madre muriera, entonces ¿Qué era Jackson?
El timbre sonó, interrumpiendo sus pensamientos, la chica se dirigió a matemáticas.
Entró al aula y se sentó en el fondo, como una típica chica retraída; acto seguido, entró Brooklyn, contoneándose como de costumbre, la chica ocultó su rostro detrás de un libro, tal vez, a veces, se divertía molestando a Brooklyn, pero ese día simplemente no estaba de ánimo.
Miró hacia la ventana y entonces lo vio.
–Jackson– murmuró.
–Catherine– habló la maestra –¿Podrías resolverlo? –.
La chica se quedó callada un momento, debió haber prestado más atención a lo que la profesora decía.
–Emmm... ¿4? – respondió insegura.
Las risas de los estudiantes no se hicieron esperar, la adolescente enserio odiaba matemáticas.
–Debería despejar su mente de muchachos y centrarse en matemáticas, señorita Lumbrey– dijo la profesora.
Catherine odiaba que le dijeran Lumbrey, sé que podría parecer no tener sentido, ya que su apellido paterno era Ámser, pero desde que su padre y la madre de Brandon se casaron, ella solo era vista como la hermana menor de Brandon Lumbrey.
–Señorita Lumbrey– la llamó la maestra.
–¿Sí, profesora? – se acercó
–Me preocupa tu desempeño en clase, últimamente te he visto muy distraída–.
–Sí, lo sé, discúlpeme, pero es que no he podido dejar pensar en un chico que aparece siempre en mis sueños–.
La profesora rio –Entonces, sí se trataba de un chico–.
–Sí, pero no es como usted cree, maestra, no es algo normal, es como si me atormentara y...
–Catherine, tranquila– rio –Cuéntame, ¿Cómo es él? –.
La chica no sabía si debía responder, pero tal vez la profesora podría ayudarla.
–Su pelo es de un tono de rubio opaco, sus ojos son azules, pero hay una pequeña parte verde qué resalta de una manera tan interesante, unos labios finos, pero masculinos, su nariz es un poco gruesa, pero sin exagerar– dijo.
–Suena atractivo– habló la maestra.
–Supongo que lo es, un poco–.
–¿Y ese chico te gusta? –.
–¿Qué? ¡No! No me está entendiendo, yo...
–Catherine, no tienes por que avergonzarte, lo que sientes es hermoso–.
–Usted no entiende– se fue.
Durante el resto del día, Catherine no volvió a ver al chico.
5:00 p.m.
–¿Crees que esté bien? – preguntó Jeremy a Brandon.
–No lo sé– respondió –Nunca había actuado tan raro–.
–Es Catherine– habló Amanda –Ya saben como es–.
Jeremy volteó a ver a Brandon, el chico asintió y subió a ver a Catherine.
La chica se encontraba en su cuarto dibujando, un talento que tenía escondido del mundo, su padre había insistido en que sería una gran artista, pero la chica no estaba interesada en eso, su arte era solo para ella, para nadie más, nunca pensó en ser artista, de hecho, su sueño era ser una abogada y tener su propia firma.
–¿Qué tal? – entró Brandon.
Catherine giró los ojos.
–¿Cómo estás? ¿No te gustaría un poco de compañía? –.
–La verdad, no– respondió Catherine.
Brandon se asomó a su dibujo y descubrió un retrato de "Jackson"
–Oh, ¿Te gusta alguien, Cat? – la miró pícaramente.
–No empieces tú también– lo miró molesta –No me gusta nadie, los novios son un estorbo–.
–¿En qué? ¿En tu soledad? – se burló.
–Pues fíjate que sí, me gusta estar sola–.
–Un novio no te vendría mal, Cat, te quitaría lo amargada, te invitaría a salir, tal vez así te broncees– hizo una pausa –Un novio podría...
–Brandon, si tanto te gustan los novios, consíguete uno tú–.
–Gracias por la recomendación, pero por el momento me gustan las mujeres– rio el adolescente –Entonces, si no es tu novio ¿Quién es? –.
–No es nadie–.
–Catherine, si no me dices, le diré a papá que tienes novio–.
–Es solo un chico– respondió.
–¿Y ese chico de dónde es? –.
–¿¡Yo que sé!? Puede ser de China o Marte ¿Realmente importa? –.
Brandon se quedó callado un momento –De acuerdo, Cat, hablemos sobre los peligros de las redes sociales–.
–Ay no puede ser– gruñó la chica –No hablo ni con mis conocidos ¿Por qué hablaría con un sujeto que nunca he visto? –.
–Cat, no te estoy diciendo que dejes de hablarle, si te gusta está bien, no tienes que ocultármelo, puedes confiar en mí, tan solo no quiero que...
–Brandon, no hablo con nadie por redes sociales–.
–Puede que su foto de perfil sea falsa, claro, en tu dibujo parece ser atractivo, pero en persona no creo que sea así– la ignoró.
–No me gusta nadie por redes sociales–.
–Y las relaciones a larga distancia son complicadas, se necesita una fuerza de voluntad enorme para tolerarlas, de hecho, casi nunca duran, así que no te recomiendo tenerlas–.
–¡Brandon! –.
–Quiero hablar con el chico–.
–Pero no hay ningún chico–.
–¿Por qué lo ocultas tanto? – pensó un momento –Ay no, le mandaste nudes–.
–Dios mío–.
–Esto es malo, si papá se entera... no, no le diré, tranquila, arreglaremos esto juntos, tú y yo–.
–Brandon, los únicos contactos que tengo en mi teléfono son papá y tú–.
–¿Y mamá? –.
–La tengo bloqueada–.
–Como sea, Cat, en estos momentos quiero que borres tus nudes y bloquees a ese tipo–.
–Pero...
–Mira, aún eres joven, y no comprendes la gravedad del asunto, pero...
–¡Brandon! – gritó la chica, Brandon, al fin, se dispuso a escucharla –Primero que todo, solo soy dos años menor que tú, segundo, no hablo con un desconocido, tercero, a este tipo, lo vi en un sueño ¿De acuerdo? –.
Brandon arqueó una ceja –¿En un sueño? –.
–Así es–.
–No te creo–.
–Pero es la verdad– gritó.
–Cat, ¿Por qué no confías en mí? –.
–Te estoy diciendo la maldita verdad, pero no por que confíe en ti, si no por que me tienes harta, Brandon– dijo –Ahora, quiero que salgas de mi habitación– lo empujó fuera –¡Y es Catherine! – azotó la puerta.
El chico se quedó quieto por un momento ¿Un sueño? Eso no tenía sentido, puede que su hermana estuviera alucinando, pero ¿Por qué?, una idea se le vino a la mente, pero no le agradaba nada.
–¡Mi hija jamás haría eso! – gritó Jeremy.
–Papá, solo hay dos razones por las cuales Catherine actuaría así, o tiene algún problema con un desconocido de internet o está consumiendo drogas–.
–Eso no puede ser– dijo Jeremy, más para si mismo que para los demás.
Amanda tomó su mano y le sonrió –Tal vez sea otra cosa–.
–¡Jackson, Jackson! ¿Estás aquí? – preguntó Catherine, tratando de imitar al Charlie Charlie –¿Estás aquí? – volvió a preguntar.
Una ráfaga de viento inundó la sala, tirando los lápices y la hoja con sí y no. Catherine cerró la ventana que recién se había abierto de la nada, esto la puso un poco nerviosa, pero significaba que estaba avanzando.
Buscó entre sus cosas hasta encontrar la ouija que tenía escondida, principalmente de Brandon.
–¿Hay alguien aquí? –.
Nada.
–¿Cómo te llamas? – volvió a intentar.
Nada.
–¿Tendré que esperar hasta la noche para verte? – preguntó con estrés.
"Sí" se movió el triángulo, Catherine soltó un grito, pero su susto no duró tato, ya que volvió al tablero.
–¿Tu nombre es Jackson? –.
No hubo respuesta.
–Genial– soltó con aire de derrota.
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