Capítulo 4

-¡Dios mío, Chuuya, las luces cambian de color!-Dazai gritó lo suficientemente fuerte que los otros clientes del restaurante voltearon la cabeza para mirarlo.

Ranpo inclinó la cabeza hacia abajo, dejando que su cabello oscureciera la vista de las otras personas a su alrededor. Midori respondió envolviendo un brazo alrededor de él desde su lado, protegiéndolo aún más de la atención de los demás. Él estaba agradecido por eso.

-Sí, idiota. Para eso es el control remoto sobre la mesa -respondió el de cabello anaranjado con voz suave. Ranpo no tenía idea de cómo estaba constantemente tranquilo y sereno -por lo menos enfrente de ellos- con un alma gemela como Dazai. Quizás el dicho era cierto, los opuestos se atraían.

En respuesta a esto, el de cabello castaño tomó el pequeño control remoto en el costado de la mesa, presionando una multitud de botones que cambiaron el color de las luces fijadas encima de ellos, pasando de rojo a púrpura, de azul a naranja.

-¡Esto es genial!

Él se sentó, mirando a Dazai, viendo su expresión cambiar junto con las luces en las que estaban bañados. Cuando estaba azul, frunció el ceño. Rojo, sus cejas se fruncieron. Amarillo, sonrió. Púrpura, su boca se ensanchó en una pequeña forma de 'o'. Ranpo se preguntó si era agotador ser tan expresivo; ciertamente habría estado cansado de moverse y sentirse de la misma manera que lo hizo el de vendajes en su cuerpo.

Eventualmente, después de hojear cada color en el control remoto al menos tres veces cada uno, él se decidió por un color azulado.

-¿Podemos dejarlo en este? Me recuerda a los ojos de Chuuya.

Un suave rubor se extendió por el rostro del mencionado. Ella asintió, con una expresión más seria de lo que la situación justificaba, y Ranpo solo pudo poner los ojos en blanco.

La doble cita nocturna se había convertido en algo común durante los últimos años de universidad. Todos pasaban tanto tiempo juntos, él no veía por qué tenían que planificar más tiempo juntos, pero eso hizo feliz a la albina, así que por extensión, Ranpo también estaba feliz de estar de acuerdo.

-¿Cómo encontraste este restaurante, Midori? -pregunto Dazai desde el otro lado de la mesa, con los ojos muy abiertos y ansiosos como si ella estuviera a punto de revelarle los secretos del universo. Ranpo se inclinó hacia el costado de su chica para ocultar la forma en que sonrió ante eso.

-Ya me conoces, siempre estoy buscando lugares a los que ir y que no he llevado a Ranpo antes. De lo contrario, se queja -el mencionado se enderezó la espalda para replicar que no, no lo hizo.

Pero la sonrisa de: come mierda que la albina le estaba jurando, le dijo que estaba tratando de enojarlo. Por desgracia. Él no iba a sentarse y aceptar la broma. Le dio una patada leve al tobillo de Konoe, debajo de la mesa de su mesa.

Ella jadeó de una manera dramática, llevándose una mano a la boca.

-¿Puedes creer que me acaba de patear? No hago nada más que brindar amor y afecto, trabajo muy duro para hacerlo feliz y... ¡Ay, Jesucristo, Ranpo que duele! -el azabache la había pateado un poco más fuerte que la última vez, pero sabía que no era lo suficientemente fuerte como para que realmente doliera. Entonces no se sintió mal.

Al menos, trató de decirse a sí mismo que no se sentía mal. Pero ella todavía estaba haciendo pucheros, con una expresión de dolor que él estaba luchando oficialmente por decir que era genuina o no, producto de su propio pensamiento excesivo. Tuvo que cubrir sus bases, se inclinó y presionó un casto beso en la mejilla de la albina, un raro gesto de afecto público por él.

Pero hizo toda la diferencia para Midori, el puchero reemplazado por una sonrisa suave, un tinte rosado en sus mejillas. Esa expresión hizo que valiera la pena la mortificante prueba de las demostraciones públicas de afecto.

-Eres linda -reflexionó, con los ojos clavados en ella, cuyo sonrojo solo se intensificó.

Ranpo siempre había encontrado increíblemente divertido que, considerando que Midori tenía un gran afecto, se puso increíblemente nerviosa a la primera señal de él. Realmente fue lindo.

-Wow, ustedes son peores que nosotros -canturreó Osamu desde el otro lado de la mesa-. Tenemos modales en la mesa, ¿verdad Chuuya?

El mencionado se tapó la boca con una mano para cubrir su risa -Sí, somos mucho más civilizados.

-¿Qué acabas de decir sobre mi Ranpo? -cuestionó la albina, con la boca abierta- Es la persona más civilizada del planeta. No es un kremlin en absoluto. De ninguna manera.

Él sabía cuándo estaba siendo atacada, incluso cuando estaba disfrazado de defenderlo. Y no estaba dispuesto a tolerarlo.

-Nakahara está hablando de ti, Midori.

-¿De qué lado estás? -interrogo la chica, volviéndose para mirarlo de nuevo.

Él inclinó la cabeza.

-Mío.

-Me hieres, gatito -se inclinó para descansar su cabeza en el hombro del chico-. Yo también estoy siempre de tu lado.

El azabache no cuestionó por qué los estados de ánimo de su chica, a veces cambiaban de juguetones a cursis, pero no lo habría hecho de otra manera.

Movió su mano para entrelazarla con la de la albina, dándole un ligero apretón.

Yo también estoy de tu lado -pensó el chico.

Dazai se apresuró a interrumpir su momento, arrojando una servilleta arrugada a la cabeza de su amiga.

-¡El punto de la doble cita nocturna no era verlos a ustedes dos ser asquerosamente cursi! ¡Veo suficiente de eso todos los días!

No tuvieron la oportunidad de defenderse, la camarera se acercó con una sonrisa.

-¿Están listos para ordenar?

Chuuya ordenó primero, seguido de Dazai, y luego Chuuya de nuevo, enmendando la orden de Dazai a algo que era más probable que disfrutara, seguido de Osamu lloriqueando, seguido de Chuuya explicándole y tratando de mantener su paciencia, luego Osamu diciendo que su pareja era 'el mejor de todos', todo concluyendo con camarera con la expresión más desconcertada que el azabache había visto en su vida.

Una vez que se calmó, la camarera se volvió hacia Midori y Ranpo.

-¿Y para ustedes dos? -su agarre en su bloc de notas estaba apretado, Ranpo pensó que tal vez los contrarios la habían traumatizado, incluso solo un poco.

-Yo pediré la pasta de cabello de ángel y él el salmón con arroz -Midori dijo con un asentimiento definitivo. La pobre camarera los miró por un momento antes de escribir algo, esperando activamente un suceso como el de momentos antes, pero él asintió con la cabeza, dándole otro apretón a la mano de la albina.

Tan pronto como confirmó su orden y se alejó, Osamu los miró de nuevo. -¿Ustedes dos comparten un cerebro? ¿O qué?

El azabache no iba a intervenir. Midori sabía que detestaba hablar con extraños, especialmente cuando se trataba de cosas como pedir comida. Pero afortunadamente para él, ella lo conocía lo suficientemente bien como para predecir lo que habría ordenado. Fue un buen sistema, al menos para él.

Ella resopló- Sí, tuerto-chan, somos un humano separado en dos cuerpos y, por lo tanto, superiores.

-Eso lo explica. Ranpo tiene todas las células cerebrales. Midori tiene... la altura, supongo -Chuuya tomó un sorbo de su refresco, sin apartar los ojos de la contraria.

-¿Qué diablos es esto? ¿Día Nacional del Ataque a Midori? ¿Me ves nada más por mi apariencia? -apoyó la frente en la mesa en señal de derrota. Él tuvo que morderse el labio inferior para no reír.

-Dije altura, imbécil. Edogawa también tiene la apariencia -terminó el de cabello naranja.

Ella elevó su cabeza, mirando a su chico.

-Bueno, tienes razón en eso.

Empujándolo en el brazo, él agregó:

-¿Siempre eres tan idiota?

-Solo cuando se trata de ti -Midori, Chuuya y Dazai dijeron al unísono. Ella con sinceridad, los dos últimos en tono burlón. Eso fue todo lo que Ranpo necesitó para agarrarse el estómago, cayendo en un ataque de risa.

Estaba seguro de que la albina los estaba mirando a los dos con una mirada de total sorpresa, pero había demasiadas lágrimas de risa en sus ojos para verla.

Realmente tenía a la mejor alma gemela del planeta, se lo recordaba todos los días.

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