09. Bosque Prohibido.
Narrador Omnisciente:
Los cuatro amigos se encontraban el día viernes en la tarde, paseando a los alrededores del castillo. Las clases esa tarde habían sido terminadas.
Bella iba mirando los árboles del bosque con fascinación. Según ella, eran muy interesantes.
Steven iba observando las plantas que habían en éste gran bosque. Y los mellizos discutían mientras los otros dos apreciaban la Naturaleza y belleza del bosque. Sin darse cuenta que se habían adentrado más de lo que Hagrid les había dejado. Sí, el semi-gigante había sido persuadido por los cuatro amigos para que los dejara pasear.
—No, te he dicho que no es "Terefono", que es "Teléfono". Es fácil, Sebastián.—Regaño Alice.
—Sigo pensando que es inútil, ¿Por qué no se envían cartas como personas normales?. Son muy complicados los Muggles.—Se quejó Sebastián, mientras apretaba el agarre de su porta flechas.
—Porque es más rápido para comunicarse.—Explicó Alice.
Bella ignoraba a gran distancia la discusión tonta de los hermanos. Ella les tenía respeto a los Muggles y sus ingeniosos inventos. Su madre le había dicho que los no magos eran muy inteligentes, y que también eran muy ágiles para vivir sin magia. Bella estaba interesada en algún momento de conocer el mundo Muggle y sus inventos.
Steven por su parte comenzó a mirar a su alrededor. Frunció el ceño, y se dio cuenta de la gran lejanía que tenían de la cabaña del guardabosques.
—No, Sebastián, los muggles no son idiotas.—Gruño Alice. La cual iba a seguir su discurso, pero fue interrumpida por el castaño amigo.
—Eh, chicos.—Habló Steven, llamando la atención de sus mejores amigos.—Nos alejamos mucho.
—¿Tienes miedo, Stev?.—Preguntó Sebastián, en tono burlesco.
Un ruido fuerte hizo que los cuatro comenzaran a mirar para todos lados.
Sebastián tomó su arco, y preparó una flecha con punta de plata. Los otros tres se pusieron espalda con espalda al chico, y sacaron sus varitas. Preparados para cualquier cosa que los quisiera atacar, como sus padres siempre les dijeron, debían cuidarse los unos a los otros.
—¿Quién anda ahí?.—Preguntó Bella, con valentía.
Otra vez sintieron un ruido, pero Bella frunció el ceño al ver un animal negro y espectral caminando por ahí. Bajo su varita, confundida por aquel animal.
—Bella, ¿Qué ocurre?.—Preguntó Alice, aún con su varita en alto y su mirada al frente.
La pelirroja señaló con el dedo al animal, y sus amigos voltearon a ver. Se miraron entre ellos, y miraron extrañados a la chica.
—¿Qué ves?.—Preguntó Steven.
—¿No lo ven?.—La chica los miro confundida. ¿Por qué sus amigos no lo veían?.
—No hay nada ahí, Bella.—Respondió Sebastián, aún con su arco preparado.
Pero la chica ignoro a sus amigos, y comenzó a caminar hacía la criatura. Sus amigos les decía que vuelva, pero hizo caso omiso. Una vez cerca, se acercó con cuidado de no ofender al animal, ya que no sabía si era peligroso.
—Bella, ven por favor.—Pidió Alice, por tercera vez a su terca amiga.
Levantó su mano, para tocarlo. Y éste animal bajo la cabeza, para que lo acariciara. Y eso hizo, comenzó a acariciarlo.
—¿Qué está haciendo?.—Preguntó Sebastián, totalmente desorientado.
Una cabellera rubia se hizo presente. Alice la reconoció en segundos, era su compañera de casa con la que solía hablar.
—¿Esa no es la niña extraña de la que hablabas, Stev?—Le preguntó Sebastián a su amigo sonrojado.
—Es Luna Lovegood.—Respondió Alice, mirando a la chica que estaba cerca de su amiga.
—Es bonito, ¿No?.—Preguntó Luna, con su voz dulce a la pelirroja.
—Sí.—Respondió Bella, aún acariciando al animal.
Los tres amigos, muy curiosos de la conversación de las dos chicas, se acercaron.
—Es un Thestral.—Comentó Luna, mirando al animal.—No se dejan acariciar por las personas. Pero éste te reconoce.—Bella frunció el ceño, y miro a la chica.
—¿Me reconoce?.—Preguntó.
—Tu varita.. ¿Cuál es su núcleo?.—Preguntó Luna.
—Pelo de cola de Thestral.—Respondió Bella.
—El núcleo, ese cabello debe ser de éste, o de alguno de sus antepasados.—Explicó Luna.—Es un núcleo que no es muy común. Solo magos que saben controlar el temperamento de éste, lo tienen.
—Oh.—Jadeo Bella, asombrada. Era información que ella jamás había oído. Para ella era un núcleo normal como, el de sus amigos.
—Hola, Luna.—Saludo Alice. La rubia sonrió.
—Hola, Alice.—Respondió.
—¿Por qué acaricias el aire, Bella?.—Pregunta Sebastián.
—Está acariciando a un Thestral.—Respondió Luna.
—¿Un qué?.—Preguntó Steven, confundido.
—Oh, he leído sobre ellos.—Dijo Alice, pero rápidamente frunció el ceño.—Pero, solo las personas que hayan visto a alguien morir, pueden verlos.—Continuó.
—Ya entiendo porque no lo vemos, chicos.—Dijo Steven.—¿Recuerdan nuestra escapada del verano?, la de la vez que tía Alex nos encontró.
—Ah.—Exclamó Sebastián.—Bella, tú fuiste la que vio a aquel hombre que asesinó al Muggle.—Recordó.—Luego la tía nos encontró, y tuvo un duelo con él. Y después se lo llevaron a Azkaban.
—¿Tú fuiste la que lo vio?.—Preguntó Luna, mirando a la chica.
—Bella lo vio, y en ese momento llegó su madre.—Respondió Alice.—Fue la única de los cuatro que lo vio.
Bella aún miraba al animal, y lo acariciaba. Sentía la tristeza de éste. Era un sentimiento extraño, él estaba solo.
—¿Tú lo ves?.—Preguntó Steven, a Luna.
—Sí.—Respondió la chica, mirando al sonrojado muchacho.
—Está Triste.—Habló Bella, por primera vez, luego de minutos de estar en silencio.
—Está solo, su familia debe estar en otro lado.—Respondió Luna.—Es pequeño, debe estar perdido.—Insinuó.
—Deberíamos decirle a Hagrid.—Propuso Alice.
Los chicos asistieron, y tres de ellos fueron por Hagrid. Dejando solos a Sebastián y a la Pelirroja.
A unos metros se podían ver a dos seres vivos, observando la escena de la chica acariciando al visible animal para ellos.
—No puedo creer que pueda verlos, ¿Por qué los verá?.—Cuestionó Remus. El perro negro que estaba a su lado gruño.—Lo sé, canuto. Luego le preguntaré.
《▪︎》
—¿Qué hiciste hoy, Bella?.—Preguntó Harry, a la pelirroja que comía muy animada‐mente su pudín de chocolate.
—Pasee con los chicos.—Respondió, muy concentrada en su delicioso postre.—¿Ustedes?.
—Lo normal. Pelear con Malfoy, discutir con Hermione de lo correcto e incorrecto, y ver como todo el mundo ve con pena a Harry.—Respondió Ron, comiendo tarta de frambuesa.
—¿Por qué miran así a Harry?.—Preguntó Bella, mirando al pelirrojo.
—Porqué un asesino lo busca.—Respondió Ron, con simpleza.—Aún no se como no tienes miedo, Harry.—Dijo mirando a su amigo, que comía tranquilamente.
—Porqué no tiene que temer, Ronald.—Contestó Hermione, mirando mal al chico.—Dumbledore lo está cuidando, con él estando aquí, no debe temer.
—Con Dumbledore aquí, igual entró al castillo e intentó entrar a nuestra sala común.—Dijo el pelirrojo, con obviedad.
Hace unos días, el Gran Sirius Black, había conseguido entrar al castillo, e hizo que la dama gorda se fuera del retrato que él mismo, destrozó.
—Mi madre está al pendiente de él, no debes temer Harry.—Ánimo Bella, sonriendo con timidez al chico.—Ella no dejará que te hagan daño.
—Lo sé, Gracias Bella.—Agradeció Harry.
Alex y el chico comenzaron a crear un vínculo muy especial, hasta con Bella. La mujer siempre le contaba cosas de sus padres, incluso de como James siempre molestaba a Lily en sus años en el colegio, y de como terminaron siendo novios. Lo que ellos no sabían, es que un perro negro y peludo los observaba de entre los árboles. Deseando estar con ellos.
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