04. El Hurón, y Moody.
Narrador Omnisciente:
Bella iba de camino al patio de transformaciones, debía ir por Alice para hacer el trabajo de Runas Antiguas. En el camino logró ver a su mejor amigo, Sebastián, hablando con una chica de Slytherin. Se alegró tanto que su amigo al fin tuviera un Ligue.
-¡Isabella, espera!.-Oyó el llamado de Theodore, haciendo que se gire sobre sus talones y quedar frente a él.
-¡Theo, Hola!.-Saluda con una sonrisa, y besa su mejilla.-¿Cómo has estado?
-Ahora que te veo, mejor.-Murmura coqueto. Bella se sonrojo, y su cabello se hizo un tono Rosita.-Me agrada cuando te sonrojas.-Susurra en el oído de la chica, haciendo que se sonroje con más fuerza.
A lo lejos, un Sebastián con los dientes apretados les veía. Juraría que estaba pensando en cómo revivir el basilisco, o como entrenar un dragón para que se comiera al rubio que estaba haciendo sonrojar a su amiga.
-¿Cuando aceptaras que te gusta, Seb?.-Preguntó su hermana, que había aparecido hace cinco segundos. Ambos miraban la escena, pero sus semblantes eran diferentes.
-No me gusta, solo no quiero que le haga daño aquel idiota.-Gruñe el azabache.
-Mira, Seb.-Se posiciona frente a él.-Eres mi hermano mellizo, y puedo decirte con seguridad que sé que emociones tienes por tus acciones.-Argumentó.-Tensas la mandíbula cuando algo te molesta, y arrugas la nariz cuando te disgusta algo. Hermanito...-Tomó su hombro, y dio un leve apretón.-... Eso lo haces cuando, Bella, está con un chico que no eres tú ni Steven. Y no me vengas con que es por protegerla, porque no le gruñes como perro a los gemelos Weasley, ni a Ron.-Sonrió burlonamente.-Estas celoso, Sebastián.
-De igual manera, siempre seremos amigos, Liz.-Murmura el azabache, antes de comenzar a caminar hacia su sala común cuando vio que su mejor amiga se acercaba a ellos con su cabello rosa y mejillas Rojas.
-¡Hola, Seb...!-Se calló cuando vio que el mencionado, la ignoró y caminó más rápido. Frunció el ceño y fue hasta su mejor amiga.-¿Qué le ocurre?.
-No sabría decirte, Bell.-Murmuró haciendo una mueca.-Como sea, se le pasará.-Bella asintió no muy convencida.-Vamos, debemos hacer ese trabajo y obtener la mejor nota.-Alardeó, mientras hacia que su amiga riera.
Ambas muchachas se encontraban sentadas en un banco, junto a Hermione, Ron y Harry. Aunque no estaban estudiando, hablaban de otras cosas, como por ejemplo, el idiota platinado y sus secuaces idiotas.
-¡Weasley! ¡Eh, Weasley!.-Llama Malfoy, mientras iba con una sonrisa arrogante y un periódico en la mano. Seguido de Crabble y Goyle. Al estar frente a los cinco amigos, sonrió aún más.
-¿Qué quieres, Malfoy?.-Preguntó Ron, que se irritaba con solo la mera presencia del rubio.
-¡Tu padre ha salido en el periódico!. ¡Escucha esto!.-Anunció, desenvolviendo el papel que estaba hecho un tubo.-MÁS ERRORES EN EL MINISTERIO DE MAGIA.-Leyó con una risa exagerada.-Parece que los problemas en el Ministerio de Magia no se acaban, escribe Rita Skeeter, nuestra enviada especial. Muy cuestionados últimamente por la falta de seguridad evidenciada en los Mundiales de Quidditch, y aún incapaces de explicar la desaparición de una de sus brujas, los funcionarios del Ministerio se vieron inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.-Rió sin gracia, y levantó la vista hasta el pelirrojo.-Hasta dicen su nombre mal, Weasley, es un don nadie tu padre.-Bella soltó un gruñido.-Hay más, escuchen.-Volvió a leer el diario.-Arnold Weasley, que hace dos años fue castigado por la posesión de un coche volador, se vio ayer envuelto en una pelea con varios guardadores de la ley Muggle (Llamados "Policias") a propósito de ciertos contenedores de basura muy agresivos. Parece que el Señor Weasley acudió en ayuda de Ojoloco Moody, el anciano Ex auror, que fue mentor de la gran Alexandra Potter, y que abandonó el Ministerio cuando dejó de distinguir entre un apretón de manos y un intento de asesinato. No es extraño que, habiéndose personado en la muy protegida casa del señor Moody, el señor Weasley hallará que su dueño, una vez más, había hecho saltar una falsa alarma. El señor Weasley no tuvo otro remedio que modificar varias memorias antes de escapar de la policía, pero rehusó a explicar a El Profeta porqué había comprometido al Ministerio en un incidente tan poco digno y con tantas posibilidades de resultar muy embarazoso.-Volteo el periódico para mostrárselo a los cinco chicos.-¡Viene con una foto, Weasley!. Una foto de tus padres en la puerta de su casa.. ¡Bueno, si a eso se le puede llamar casa!.-Bella apretó los dientes, y se levantó del banco.-Tu madre debería baja de peso, ¿No crees?.
Ronald tembló de furia, y Bella se adelantó hasta quedar frente al Platinado.
-Y tu madre ha parido al hijo equivocado hace catorce años, Malfoy.-Gruño, su cabello se tornó más oscuro.
-¡Ja!. Y tu padre es un asesino, y tu madre una estúpida que no hace bien su trabajo.-Atacó el rubio.
-No creo que te quieras meter conmigo, Platinado.-La pelirroja comenzó a temblar, y sus manos a picar. Alice miró a su amiga, y se acercó para correrla de allí y que se calmara.
-Métetelo por donde más te quepa, Malfoy. Vamos..-Dijo Harry, acercándose a su prima.
-¡Ah, Potter!. Tú has pasado el verano con ellos, ¿No es así?. Dime, ¿Su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es la foto?.-Dijo con una sonrisa maliciosa.
-¿Y te has fijado en tu madre, Malfoy?. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿La tiene siempre, o solo cuando estás cerca de ella?.-Escupió Harry, con ira. Hermione tenía a Ron del brazo, mientras que Bella logró componerse y tomar a su primo antes de que se le lanzara encima al rubio.
-No te atrevas a insultar a mi madre.-Sisea Draco, con el rostro rojo del enojo.
-Entonces cierra tu maldita bocaza, estúpido Platinado.-Contestó Bella, mirando al chico con sus ojos entrecerrados. Y dando la vuelta para irse, sus amigos igual.
Zas. Malfoy lanzó un hechizo a las espaldas de Bella.
La pelirroja tomó su varita, pero antes de que lanzara un hechizo contra el rubio, se oyó un segundo hechizo con un grito acompañando.
-¡AH, NO, TÚ NO, MUCHACHO!.-Gritó Alastor Moody, arrastrando su pata de palo y cojeando lo más rápido para llegar a los adolescentes.
Un hurón blanco llorisqueaba y tiritaba en el mismo lugar que anteriormente estaba Malfoy, mientras que el profesor de Defensa lo apuntaba con su varita. Bella quiso reír al ver al animal allí, volando a escasos centímetros del suelo mientras chillaba.
Moody era el único que se movía, nadie hacía ruido o movimiento alguno. Ojoloco se volteó a los primos Potter, poniendo atención en la pelirroja. Los veía con su ojo normal, ya que el mágico estaba dado vuelta quedando blanco.
-¿Les ha dado?.-Preguntó en un gruñido el mayor.
-No, solo nos ha rozado. Más que nada a Bella.-Respondió Harry, acercando más a su prima.
-¡DÉJALO!.-Gritó Moody.
-¿Qué... Deje... Qué?.-Tartamudeo Bella.
-No te lo digo a ti..-Su voz se suavizó al hablarle a la chica, y luego volvió a su voz normal.-¡Se lo digo a él!.-Gruño Moody, señalando por encima de su hombro a Crabble, que se había paralizado a punto de tomar al Hurón blanco con sus manos.
Bella pensó que lo había visto con su ojo mágico, y que podía ver todo a su alrededor con él.
Alastor se acercó cojeando a los gorilas de Malfoy y al Hurón Albino, el cual chillaba y comenzó a correr hacia las mazmorras.
-¡Me parece que no te irás a ningún lado!.-Le gritó el profesor, volviendo a apuntar al Hurón con su varita.
Elevo al pobre animal unos tres metros del suelo, y luego lo dejó caer, haciendo que rebotara en el suelo. Alice quiso detener ese maltrato, pero Ron no la dejó. Bella comenzó a sentirse mareada, y con un gemido de dolor, se fue corriendo hacia el baño.
Entro a un cubículo y se sentó sobre la tapa del inodoro, respirando con dificultad. Un ataque de pánico.
Comenzó a llorar, recordando aquel momento que paso en Ilvermorny cuando se quedó sola. Un día frío, sus amigos no estaban, ya que la única con periodo libre era ella, unos chicos de su misma casa le hicieron una broma, más bien, Bulliyng. Todos detestaban el constante cambio de cabello de la chica de once años, decían que era irritante y muy molesto, esa tarde de invierno, los alumnos de séptimo año la habían encerrado en el baño de prefectos y la hechizaron con varios hechizos que la hacían sentirse débil. Luego, uno de ellos intentó besarla, pero el héroe y mejor amigo de la muchacha, llegó con su jefe de casa. Desde ese momento, la chica comenzó a tener ataques de pánico al ver violencia, algo irónico viniendo de alguien que se agarra a puñetazos con cualquiera, pero ella solo lo hacia cuando alguien era discriminado (por su tono de piel, riquezas, pobreza o sangre.).
Unos pasos apresurados se oyeron entrar. Y luego el sonido de varias puertas de los demás cubículos abrirse, hasta que se abrió la de ella.
Un Sebastián preocupado y agitado, se acercó a ella y la abrazó con fuerza, atrayendo su cabeza al pecho de él, dejando que llorase y se desahogara todo lo que quisiera. Sí, él estaba molesto por el coqueteo del Nott y su mejor amiga, pero jamás dejaría que ella sufriera sola. Eso jamás lo haría.
-¿Estás bien, Bella?.-Preguntó Steven, mirando a la pelirroja que estaba acurrucada en el pecho de su mejor amigo.
Ella asintió y se acomodó mejor. Sebastián suspiró y acarició el cabello negro de la muchacha.
-McGonagall estaba furiosa.-Comentó Alice.-Ahora entiendo el miedo del tío Zack hacia ella.
-Es su Boggart por algo.-Murmuró Sebastián con una sonrisa divertida.
-Creó que será el mío, a partir de ahora.-Mascullo Steven.-La vi echando fuego por las orejas cuando la vi ir hacía el baño donde estaban tú y Bella.
-Ni me lo digas, casi me arranca del abrazo que tenía con Bella por ver que ella estuviera bien.-Bella sonrió debajo de su cabello que cambiaba a un claro amarillo.-No te rías, iba a ser yo quien quedara pegado a la pared si era lanzado.-Le regaño a la chica que se acomodaba en su pecho.
Alice sonrió cómplice a su hermano, quien le dio una mala mirada y nuevamente abrazó a la chica que estaba sobre él.
Estaban sentados en el mismo lugar que se había vuelto especial para ellos, al igual que a sus padres. Luego de que McGonagall verificara que la joven Potter estaba bien, dejó que los chicos la llevaran afuera para que se distraiga. Los cuatro amigos habían estados en aquel lugar desde entonces, contando chistes, anécdotas graciosas y comentando al respecto de sus próximas bromas. Pero, un tema en especial les quedaba en su cabeza, el torneo.
-¿Crees que esa visión que tuviste, se relacione al torneo que habrá este año?.-Le pregunto Alice a su amiga.
La pelirroja se separó un poco del azabache, y se acomodó a su lado para poder mirar la cara de su amiga.
-No lo sé, pero he tenido otra visión.-Suspiró.-Había agua, y yo estaba atada a una cadena en fondo de un lago, o almenos yo creí ver. No sé.
-Esto es muy raro, ¿Y si hablas con Dumbledore?.-Propuso Steven.
-La verdad, aunque mi madre dijo que la ayudo en sus tiempos, creo que es mejor que no lo haga.-Murmuró.-Algo me dice que esta mal, y que no debo interrumpir ni cambiar el futuro. Se lo cuento a ustedes, porque sé que no le dirán a nadie.
-Jamás haríamos eso, enana.-Habló Sebastián, pasando su brazo en los hombros de la pelirroja.
-Lo sé, confío en ustedes.-Terminó Bella.
La noche cayó, y todos fueron al comedor. Bella se sentó con los gemelos Weasley y Lee Jordan, bromeaban entre ellos mientras que Bella comía la comida de George, y George comía la comida de Bella.
Aunque la muchacha era amiga de ambos pelirrojos, todos notaban que ella tenía más afinidad con George, ya que que el muchacho se preocupaba más por ella. Y eso no significa que Fred fuera dejado de lado, para nada, estaban equilibrados con la presencia de Lee Jordan. Los cuatro Gryffindor's eran el dolor de cabeza de Minnie (Como Sirius le dijo a su hija que él y sus amigos le habían apodado a Minerva.), siguiendo con la tradición de los Merodeadores.
Al final, Bella tenía sangre merodeadora corriendo por sus venas, y eso era lo que más traía loca a la profesora de Transformaciones. Ella la veía como el calco exacto de las dos personalidades de sus padres, cosa que la hacía sentir nostalgia, aunque no lo admitiría en voz alta, Jamás.
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