03. Adivinación.
Narrador omnisciente:
Las idas a las salas comunes para los Nuevos estudiantes fueron algo pesadas. Pues los cuatro amigos estaban que se partían de sueño.
Bella al entrar a la sala común de Gryffindor quedo maravillada. La calidez y el entorno familiar, la hacían sentir en casa. Subió con pereza las escaleras hasta la habitación que la Prefecta le asignó.
Su cuarto era compartido con tres niñas de su misma edad. Parvati, Lavander y Greanger. Ésta última fue la que le dio una cálida bienvenida a Gryffindor, y las otras solo se limitaron a sonreír falsamente.
Cuando el cuerpo de la pelirroja tocó la pequeña y cómoda cama, cayó en un muy profundo sueño. Normalmente sus sueños son próximas ideas de las muy futuras aventuras que haría con sus amigos. Pero esta vez, su sueño fue extraño.
Ella estaba en medio de un bosque, corría de algo o alguien. Su varita estaba en su mano, lloraba mientras corría. Tenía raspones con sangre reciente, moretones y varias heridas profundas. Despertó de golpe, chocando con un brazo ajeno.
—Buenos días, Isabella.—Dijo Hermione a la chica aún adormilada.—Debes cambiarte, te esperaré en la sala común para ir al desayuno.—Miró a la pelirroja, y sonrió amablemente para luego marcharse.
La habitación estaba vacía, ella era la única ahí. Se levantó de su cama con demasiada pereza, y caminó al baño que había en la habitación compartida.
Diez minutos después, una vez lista, bajo a la sala y efectivamente encontró a Hermione esperándola con un niño pelirrojo y un azabache de lentes. Bella sabia perfectamente quien era él de lentes. Su madre le había dicho antes de que suba a la torre de Gryffindor.
—Buenos días.—Dijo Bella con la voz ronca, recién se despertaba. ¿Qué podrían esperar?.
—Buenos días, Isabella.—Contestó Hermione.
Harry miraba a la pelirroja estupefacto. Y Ron simplemente ignoraba la presencia de ésta.
Hermione les dio una mirada asesina, ninguno de los dos chicos había saludado a la chica que seguía parada ahí. Esperando.
—Amhn.. ¿Vamos al comedor o...?.—Preguntó Bella, incómoda.
—Por supuesto.—Respondió Hermione.
Bella caminó por delante de ambos chicos, y siguió hasta el retrato de la dama Gorda. Hermione pasó frente a los chicos, y golpeó sus cabezas con los libros que llevaba en sus manos. Ron y Harry se sobaron la cabeza, y siguieron a ambas chicas.
Al llegar al comedor, Bella vio a su mejor amiga en la mesa de Ravenclaw.
—Nos vemos, Gracias Hermione y... No sé sus nombres, pero gracias.—Dijo Bella con apuro. Y sin esperar respuesta, corrió a la mesa de Ravenclaw.
Se colocó detrás de Alice, y quitó los lentes redondos de la chica. Haciendo que esta frunciera el ceño, y volteara a ver, aunque no veía mucho sin los lentes.
—¿Bell?.—Preguntó Alice, confundida.
—La mismísima.—Respondió Bella con arrogancia. Se sentó a su lado, y se colocó los lentes.—¿Cómo me veo con lentes?.—Preguntó haciendo muecas.
—Si viera bien, y no te viera en borroso. Te diría Bell.—Respondió Alice, poniendo los ojos en blanco.
Bella maldijo por dentro, se sacó los lentes y se los extendió. Alice se los acomodó, y volteó a ver a su amiga.
—¿Qué tal tu primera noche, Gryffindor?.—Preguntó Alice, tomando un poco de su chocolatada caliente.
—Comparto habitación con tres chicas, pero solo una me trató bien. De hecho vine con ella y sus amigos.—Contestó Bella, mirando a la tostada que su amiga tenía a un lado.—Uno de ellos es él.
—¿Harry?.—Preguntó Alice, abriendo sus ojos de golpe.
Bella asintió con la cabeza mientras tomaba la tostada de Alice, y dándole un mordisco.
—Pero.. ¿Hablaste con él?.—Preguntó Alice Nuevamente.
—No, solo me ha estado mirando con cara de "¿Por qué eres Potter?.—Dijo Bella con sarcasmo.—Pero no me ha dicho nada que no sea con la boca. Pues su mirada dice mucho.
Alice fijo su vista detrás de Bella, y sonrió.
—Allí vienen nuestros Mosqueteros.—Anunció a Bella.
La pelirroja volteó, y sonrió al ver a sus amigos acercarse.
—¿Qué tal están mis bellas tulipanes?.—Preguntó Steven, con una sonrisa.
—¿Qué tal mandrágoras?—Preguntó Sebastián, con una sonrisa burlona.
Adivinación. La clase que era estúpida para los cerebritos, como Alice y Hermione. Y la clase interesante para los creyentes, como Parvati y Lavander.
El salón apestaba a encierro y saumerios. Era oscuro, tenía telas rojas que colgaban de los techos. Habían mesas redondas bajitas, con almohadones como asientos.
Bella estaba sentada junto a Sebastián. La clase era compartida de Gryffindor y Slytherin. Varios miraban mal a los amigos, pero ellos ignoraban a todos y hablaban entre ellos.
—¿Entonces el miope es tu primo?.—Preguntó Sebastián, en un susurro.
—Sip.—Respondió Bella, frunciendo los labios.
—¿Has hablado con él?.—Preguntó Sebastián.
—No.—Rodo los ojos.—Tú hermana me preguntó lo mismo.
—Se llama, Telepatía de Mellizos, Dulzura.—Dijo Sebastián en un tono arrogante. Le guiño un ojo a Bella,y puso su mirada a la profesora que acababa de entrar.
Era una mujer delgada, con el cabello desordenado, y unos lentes con muchísimo aumento, que hacia qué se le vean los ojos Exageradamente enormes.
—Ho.ola.—Tartamudea la profesora.—Soy la profesora Trelawney.—Acomodó sus lentes.— Así que han decidido estudiar Adivinación, la más difícil de todas las artes mágicas. Debo advertirles desde el principio de que si no poseen la Vista, no podré enseñarles prácticamente nada. Los libros tampoco les ayudarán mucho en este terreno...—Dijo con un tono tembloroso.
—Esto es ridículo.—Murmura Hermione. Bella la oyó, ya que estaban a una mesa de distancia, por lo que río por lo bajo.
—¿Cuándo llegó?.—Preguntó Ron a Harry, refiriéndose a la castaña sentada a su lado. El azabache se encogió de hombros, restándole importancia.
—Hoy veremos las hojas de Té.—Informó Trelawney.—Querido.—Se dirigió a un niño castaño algo sudoroso.—Podrías traer las tazas rosas de la caja.—Pidió.
El niño se levantó de su asiento, y se tropezó con la alfombra que había en el suelo. Se levantó del suelo, murmuró unas disculpas y caminó hasta la caja que le indicaron.
La profesora estaba explicando algo, y se volteó al niño castaño.—Oh,y no te preocupes por la taza azul.—Dijo, y cinco segundos después, el niño accidentalmente rompió la única taza azul.
Todos en el salón miraron con asombro el cumplimiento de la advertencia de la profesora.
—¡Wow!.—Exclamaron Lavander y Parvati con excitación.
—Muy bien, ¿Todos tienen sus tazas?.—Preguntó Trelawney. Todos asintieron con la cabeza.—Bien, ahora tomen el té, y luego intercambien de taza con su compañero.
Bella y Sebastián hicieron competencia de quien se tomaba el té hirviendo más rápido, y sin quejarse.
—Me quemé.—Se quejó Harry.
—¿Ese fue el que venció a él señor tenebroso?.—Susurró Sebastián con burla, en el oído de Bella. Haciendo que esta escupa el té, para reírse.
—Ahora, intercambien sus tazas con sus compañeros, y busquen el significado de la forma que este en ella. Abran su ojo interior.—Explicó Trelawney, desde la mesa de Lavander y Parvati, quienes estuvieron haciéndole preguntas a la profesora.
Sebastián y Bella, tomaron la taza del otro y comenzaron a ver dentro de estas.
—Es estúpido.—Se quejó Hermione nuevamente.
—Querida, persivo poca aura en ti.—Dijo Trelawney a Hermione.
—Oye, ¿Qué ves en mi taza?.—Preguntó Bella, a Sebastián.
—Es una forma extraña.—Contestó Sebastián con el ceño fruncido.
Bella miró la taza de su amigo, y vio una forma algo extraña. Tenía la forma de un caballo medio raro.
Trelawney camino hasta el par de amigos.—A ver tu taza querida.—Pidió a Bella. Ella entregó la de Sebastián.—Pedí la tuya.—Los amigos se miraron, y Sebastián le dio la de Bella.
Ella ojeo la taza, con el ceño fruncido. Los amigos se seguían mirando confundidos.
—Señorita Potter, Antes de la cena, en su periodo libre, quiero que venga un momento.—Ordenó la profesora, y le entrego la taza a Sebastián de vuelta. Y se fue.
—¿Qué fue eso?.—Preguntó Bella.
—No lo sé.—Murmuró Sebastián, mirando la taza.
《▪︎》
El salón estaba vacío, excepto por Bella y la profesora. Trelawney estaba limpiando las tazas con un pequeño movimiento de varita.
—Profesora Trelawney, ¿Quería verme?.—Preguntó Bella. La profesora volteó, aún estaba algo tensa por lo que había visto en la taza de Harry. El Grimm.
—Oh, Señorita Potter.—Murmuró.—Sí, sí.—Asintiendo la cabeza.—Venga aquí, por favor.—Pidió mientras se sentaba en la silla que estaba junto al pequeño escritorio.
—Y...¿Bien?. ¿Hice algo mal?, profesora.—Preguntó Bella, nerviosa. No quería que su madre se enterara que la habían llamado en su primer día.
—Su taza señorita Potter.—Dijo Trelawney, sirviendo té en dos tazas.—Me preocupó. Por eso quiero que tome este té, quiero ver por mi misma que es lo que dice la taza.
Bella siguió las órdenes, y tomó el té muy despacio. Estaba nerviosa. Trelawney la miraba por segundos, y luego corría la mirada a algún lado.
Una vez terminado su té, le dio la taza a la profesora. Ésta la tomó con cuidado, y la ojeo. Miró a la pelirroja con una mirada de tristeza.
—¿Qué sucede?.—Preguntó Bella, preocupada.
—Tú taza es triste señorita.—Dijo dándole la taza a Bella.—Esa forma, Tú destino esta marcado, el de otros también. Esta forma es la del caballo de la muerte. Morirás.—Murmuró mirando a la paralizada chica. Ella había visto la misma forma en la taza de Sebastián. Alice y Steven le habían comentado que en su clase de adivinación, vieron la misma forma.
—No. No puede ser, profesora. No. No.—Decía Bella, estaba teniendo un principio de ataque de pánico. Se levantó del asiento y corrió hacia la puerta.
Sebastián, Alice y Steven estaban parados afuera, esperando a la pelirroja. Cuando la vieron salir, supieron que algo andaba mal.
Bella corrió lejos de ellos, tanto que sin darse cuenta salió del castillo.
Hermione,Harry y Ron, estaban saliendo de la casa de Hagrid cuando vieron a la chica correr en un mar de lágrimas. Harry se preocupó, y corrió hacia ella.
—Isabella.—Gritó el azabache, mientras iba detrás de ella.
Bella corría sin saber a dónde ir, sentía que el aire de sus pulmones se iba. Hasta que sintió unos brazos al rededor de ella.
—Tranquila, estoy aquí.—Escuchó la voz de su madre, detrás de ella.—Respira Bella, como lo practicamos.
—No hay nada que ver, por favor retirense.—Dijo McGonagall, al Trío de oro.
—Tranquila Hija.—Murmuró Alex, mientras abrazaba más a su hija.
—Estás bien, no te está pasando nada Bella.—Recordó Zack, a su sobrina mientras sobaba su hombro.
—Aquí traje la poción.—Apareció Elizabeth, con un pequeño frasco.—Ten, Alex.
Alex le dio la poción a Bella, y ella cayó en un sueño profundo. Esa era la única manera en la que hacían que la niña se tranquilice ante estos fuertes ataques. Luego Alex iría a hablar con la profesora Trelawney, pero primero llevaría a su hija a la enfermería para mantenerla controlada.
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