01. Convivencia.
13 de Julio de 1994.
Narrador Omnisciente:
Vacaciones.
Eso era lo que necesitaba el cuarteto.
Ya sea para descansar, leer, husmear o jugar a Quidditch. Necesitaban vacaciones de un año tan caótico.
Isabella; Alice; Sebastián y Steven amaban la época de vacaciones. Normalmente iban a jugar Quidditch, o mirar las estrellas en la noche.
Eran tranquilas, pero no era así siempre.
Ahora con una nueva casa, a las afueras de Europa, las cosas cambiaron.
Estaba ubicada en un pueblito, donde habían pocos habitantes (en su mayoría, Muggles), cada casa estaba a kilómetros de distancia, eso le dejaba ventaja a los adolescentes que amaban montar en escobas.
La casa no era muy grande, si la veías de afuera, pero gracias a unos hechizos que hizo Elizabeth, por dentro era como una mansión.
Hasta ocho habitaciones había. Un comedor. Cocina. Sala de estar. Y una inmensa biblioteca, lugar donde mayormente estaba Alice y Eli. De tal palo, tal astilla.
-Pero, ¿Por qué no podemos ir?.-Preguntó Sebastián a los adultos, entre ellos estaba Sirius.
Sirius estaba refugiándose en esa casa. A las afueras de Europa ya no corría tanto riesgo, de igual manera eran cuidadosos en cuanto a visitas inesperadas.
-Los Weasley nos han invitado, a Arthur le han dado las entradas. Los gemelos me han enviado las entradas para los cuatro.-Comentó Bella, mirando a su madre con ojos de cachorro.
-He dicho que no, Bella.-Repitió Alex, mientras ignoraba tal mirada.
La pequeña Bella soltó un bufido, y se levantó de la mesa, seguida de los tres chicos que hicieron el mismo drama.
-A veces odio que sea tu hija.-Admitió Alex, a Sirius.
-¿Por qué es una belleza como yo?-Preguntó Black, con su sonrisa coqueta (Ahora más limpia y sana que nunca).
-No, porque es igual de dramática que tú.-Alex soltó un suspiro.-No entienden que es peligroso que vayan, aún sigo enojada con los tíos Muggles de Harry por dejarlo ir.-Paso su mano por su rostro, frustrada.
Sirius se levantó de su silla, y se acercó a ella tomándole por los hombros.
-Tranquila, todo estará bien, Marie.-Murmuró, buscando sus ojos.
Alex se tensó al sentirlo cerca. Desde que convivían, Alex estaba nerviosa, parecía una adolescente de nuevo. Sus roses, coqueteó y miradas de Sirius, la volvían loca.
-Solo quiero que entiendan, que solo lo hacemos para protegerlos.-Susurró Alex.-Presiento que algo malo pasara este año. Lo sé.
Alice se encontraba sentada bajo un árbol con el nuevo libro que Remus Lupin le obsequió. Mientras el trío de amigos jugaba con sus escobas, desquitandose del enojo hacia sus padres.
La tarde iba pasando rápido, y cuando menos lo pensaron, ya estaban sentados en la larga mesa comiendo de las exquisiteces que Elizabeth había preparado.
Bella miraba a sus padres, quienes habían comenzado a acercarse a medida de tiempo. Y lo que también notó, fue que de la boca de su padre solo salía un nombre, y era el de Harry. Eso le provocaba celos, y hasta se le iba a la mierda el plan de acercarse a él, y comenzar a tener una relación de padre e hija que tanto quería.
La pelirroja comió hasta la mitad, se le cerró el estómago al escuchar que Harry sí iba a ir al campeonato de Quidditch. Por lo que acto seguido, se levantó de la mesa bajo la mirada de todos.
-¿Estás bien, pequeña?.-Preguntó Liam, quien estaba de vacaciones de su trabajo con los dragones en Rumanía.
Bella no contestó.
Se fue tan rápido que a penas pudieron ver su cabello pelirrojo subir las escaleras.
Alex y Sirius hicieron ademán de ir tras ella, pero una pelinegra se les adelantó, y fue tras la pequeña, no tan pequeña, Potter.
Bella estaba sentada sobre su cama desatendida, desde que no compartía habitación con Alice, su cuarto era un desastre.
Miraba una foto que su madre le dio. Era una de ella en los brazos de su padre, y su madre estaba a un lado. Ambos adultos sonreían y miraban a la bebé que tenían, con mucha alegría.
La puerta sonó, Bella no iba a abrir, hasta que oyó una voz conocida.
-Bella, soy Eli. ¿Puedo pasar?.-Preguntó su madrina del otro lado de la puerta.
Bella bufo y dejó la foto en su mesa de luz.
-Adelante.-Murmuró con pesadez, acomodándose en su cama.
Elizabeth abrió la puerta despacio, como si no quisiera hacer ruido porque hay un dragón durmiendo. Miró a la pelirroja, y se acercó a la cama.
-¿Qué sucede, Bella?.-Preguntó directamente, mientras se sentaba frente a ella.
Bella la miro, sus ojos cristalinos y sus labios rojos de morderse, tenía la misma costumbre que su madre cuando no quería llorar.
-¿Por qué Sirius quiere más a Harry?.-Preguntó al aire.-Sé que él extraña a su amigo James, mamá también lo hace. Pero quiero decir, ¿Tanto debe mostrarme que no quería una niña?.
Elizabeth cerró los ojos por unos segundos, y tomó sus manos.
-Bella, yo no soy ellos como para responder aquella pregunta. Pero, sé perfectamente que te aman.-Dijo con su voz suave, Bella iba a interrumpir, pero no la dejo.-Y, Harry es alguien especial como tú también lo eres, pero debes saber que él no tiene nada. Sus padres murieron cuando el tenía simplemente un año, y sí, tú no viste a tu padre por doce años, pero eso no quita que tenías una mujer fuerte como madre.
-Si tanto me aman, ¿Por qué no están ellos aquí?.-Preguntó a su madrina.
-Porque yo decidí venir primero, sé que tienes más confianza conmigo, Bella. Soy tu madrina, eres como una hija para mí, no me gusta verte así.-La miró a los ojos.-También sé que debes hablar con ellos, pero debes quitar esas ideas, porque no son ciertas, cariño.-Acarició su cabello, y beso su frente.-Ahora duerme, mañana iremos a comprarte tu escoba para las pruebas de Quidditch.
-Catorce años no se vuelven a tener, debo aprovechar mi juventud.-Canturreo Isabella, con gracia.
-Desearía tener catorce de nuevo, créeme, es una gran edad.-Mencionó Elizabeth con una sonrisa, mientras caminaba a la puerta. Y antes de salir, habló.-Descansa, te amo pequeña.
-Yo a ti, madrina.-Respondió Isabella desde su cama.
-¡A DESAYUNAR, PEQUEÑA TORBELLINO!.-Gritó Zack en la cara de su ahijada, haciendo que esta cayera de la cama del salto.
-Zack, ¿Qué te dije de asustarla?.-Regaño Simón, mientras golpeaba en el hombro de su esposo.
-Estoy bien.-Dijo Bella, desde el suelo.
-Ya tiene catorce, Como crecen.-Lloriqueo Zack, falsamente.
-Mientras no traiga novio, que siga creciendo.-Murmuró Simón, el era muy celoso de su sobrina.
Zack camino hasta la chica que estaba envuelta en sus sábanas en el suelo, y la tomó para cargarla en su hombro como costal de papa. Para así bajar a desayunar con todos.
-¿Cuando has llegado tío?.-Le preguntó desde el hombro de su padrino a Simón, quien trabajaba de Magizoologo en Estados Unidos.
-Hoy en la madrugada, no quisimos despertarlos.-Contestó el castaño.
Bajaron finalmente hasta el comedor, pero Bella aún estaba en el hombro de Zack. Como siempre, ella era la última en despertarse, herencia de su tío James.
-Buenos días, costal de papa.-Burló Sebastián, tomando una tostada.
Sirius levantó la vista del periódico, y miró a su hija que bajaba del hombro de Zack con las sábanas envueltas aún.
-Buenos días, Bella.-Saludó Sirius.
-Buenos días.-Dijo con voz neutra.
-¿Cómo amaneciste?.-Preguntó Liam.-Hoy haremos partido de Quidditch, no me volverás a ganar sobrina.
-Oh, si que lo haré.-Respondió Burlona, mientras se sentaba junto a Sebastián y le quitaba la tostada para comerla.
-Debes dejar de dormir tarde, Bella.-Regaño su madre.
-Lo sé, me quedé leyendo. Debo dejar de juntarme con Alice, me pega lo cerebrito.-Bromeó Bella, haciendo que la mencionada abra la boca indignada.
-Al menos, sabes leer. No sabía que supieras hacerlo.-Contraatacó Alice.
Todos comieron y hablaron durante el desayuno, Alex tuvo que irse porque la necesitaban en su trabajo. Bella a veces odiaba el trabajo de su madre, pues siempre debía irse antes y llegar tarde, y así jamás podía verla en otro estado que no sea el que esté cansada.
En la tarde jugaron a Quidditch, también fueron por la nueva escoba para los nuevos que querían hacer las pruebas ese año. Aunque, su madre, les dijo que ese año no era el indicado para probar.
-A noche tuve una visión.-Le comento a sus amigos, mientras comían frutas bajo un árbol en el patio.
-¿Qué viste?.-Preguntó Steven.
-Un torneo, que se hacía en Hogwarts.-Dijo confundida.
-¿Un torneo?.-Murmuró Sebastián, frunciendo el ceño.
-Ahora que lo recuerdo, Papá ayer habló dormido mientras yo leía en la biblioteca.-Comentó Alice.-Torneo de los tres magos, eso fue lo que murmuraba.
-Solo vi a un dragón, pero no recuerdo a quien atacaba.-Bella levantó los hombros haciendo una mueca.
-Espero que no sea ese torneo en este año, yo quería un año tranquilo.-Bufo Sebastián.
-Hermione nos dijo el año pasado, desde que comenzaron primer año, jamás hubo uno tranquilo.-Contó Steven.
La noche llegó, y bella fue a su cuarto sin cenar.
Abrió el libro que le habían obsequiado en la navidad pasada. Por alguna razón, ese libro le llamaba la atención, al igual que un collar que su madre le dio.
Era un collar de plata, con una gema de color Zafiro. Alguien de iniciales R.B, se lo obsequió en San Valentín en su época de colegio, la nota que traía era extraña.
"Cuando la otra potter llegue, debes dárselo.
Este collar estuvo en manos equivocadas por años, sin saber el gran poder que tiene. Solo una Potter puede hacerlo funcionar."
Bella jamás pregunto sobre el significado de esa carta, pero aquel libro que le dieron, le hacia pensar que estaban relacionados.
Sin darse cuenta, cayó en un dormida sobre el escritorio.
Sirius entró a la habitación luego, quería hablar con ella, pero al verla dormida, la levantó de la silla con cuidado y la cargo hasta su cama. La recostó, y beso su frente.
-No sé que ideas tienes de mí, Hija. Pero te amo, no lo dudes jamás.-Susurró, para luego levantarse y salir de la habitación sin hacer ruido alguno.
Bella, aún dormida, lo había escuchado. Y eso hizo que su corazón se encogiese.
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