1 - «The Memory»
Capitulo 1:
El recuerdo
·Canción del Capítulo: Scared__Three Days Grace·
<<Esta es la historia, escrita con sangre y salida de las sombras. Una noche los demonios que ahora crees que son buenos entraran con la muerte y se llevaran a todo el que este dentro.
Esta es la historia de tu vida, si quedaste viva tal vez vivas maldita, si aun respiras y aun tu sangre te mantiene con vida, por más de que quieras a aquellos que durmiendo esa noche murieron jamás podrás despertar y tu por ellos morir no podrás.
Es posible que sueñes mil noches con esto en tu cabeza y que no lo entiendas tras pasar mil noches más. Ten cuidado con las sombras que proyectas, al igual que la luna podrán cambiar y aunque intentes por tu cuenta entender esto sabrás que sola jamás lo entenderás. >>
Despierto. Me toma unos segundos comprender que miro al techo, que fue solo un sueño y que no estoy viendo de nuevo como todos mueren bajo mis pies.
12:00 AM. El reloj no se detiene tal y como quisiera detenerlo y borrar la hora de aquellas muertes, dormir sin temerle a lo que me trae la suerte y soñar sin tener que escuchar las mil voces que me repiten lo mismo unas mil veces más.
Logro ponerme de pie sin perder la cabeza. Dejo caer mis pies y noto como el suelo frio me encoge lentamente los dedos de los pies. No quiero saber qué día es.
Am se ha despertado, también la asechan aquellas mil voces. Me observa tal y como solo ella sabe hacer, conoce perfectamente lo que estoy apunto de hacer, la veo levantarse muy despaciosamente dejando ver su pelaje rayado. Voy derecho a la ventana que me lleva al tejado, la abro y empiezo a subir. En la noche no hay más ruido que el repiqueteo de las patas de Am por las escaleras mientras me sigue el paso.
Y no estoy pensando en nada.
No voy a pensar en nada.
No quiero pensar en nada.
Afuera el aire se respira mejor, el aire sopla con más fuerza como si quisiera llevarse consigo las voces que atormentan mi cabeza. El frio de la noche se me cuela hasta los huesos mientras observo las extrañas sombras que la luna proyecta en los tejados. Si mis padres me vieran haciendo esto me matarían, no me lo pienso dos veces, se que lo harían.
En mi familia somos tres: mi hermano Daniel de 17, mi hermana Charlotte de 14 y yo de 16 aunque no siempre fuimos tres.
Daniel y yo vivíamos con nuestros padres antes de que todo se viniera abajo, éramos solo unos niños. Mi memoria retiene bien esos recuerdos. Daniel tenía 12 años, yo era solo un año menor que él y para ese entonces puedo jurar que nunca habíamos visto a Charlotte y a sus padres a pesar de que vivíamos en el mismo vecindario.
Han pasado ya cinco años desde que aquella noche poco después de ser afectados por los demonios en la que los agentes del ministerio acabaron con el mundo que conocíamos, despertándonos de lo que parecía ser un sueño acabaron con nuestras vidas metiéndonos dentro de una pesadilla.
Todo pasó demasiado rápido y lo que empezó siendo un ruido en el jardín término costándoles la vida a nuestros padres. Recuerdo que todos estaban durmiendo. Los ruidos en el jardín que todos pasaron por desapercibidos empezaron a aumentar a tal punto en el que he de suponer que no solo yo estaba despierta, recuerdo haber escuchado que encendieron las luces, abrí la puerta con cuidado justo en el segundo exacto en el que mi padre se acerco a la ventana. Daniel y mi madre estaban a mi lado y Am se mostraba valiente a pesar de que sabía que ambas sentíamos miedo. Me acerque a mi padre y le dije:
-Tengo miedo. –en un susurro que nadie además de él pudiera oír.
-No tienes de que preocuparte cariño, lo haremos a la cuenta de tres ¿vale? –respondió mientras alargaba la mano para abrir la cortina.
-Vale.
-Uno. –empezó a contar. Los nervios me hacían clavarme las uñas en la palma de la mano.
-Dos. –continuo contando. La respiración se me acelero a tal punto en el que el latido de mi corazón era lo único que se escuchaba en el silencio.
-Tres. –tiro de la cortina y detrás de ella nos estaba mirando un hombre alto, vestido con el traje azul del ministerio que sería incapaz de confundir, un simple agente, no había nada alarmante en el salvo la pistola que no dudo en disparar antes de que alguno de nosotros pudiera reaccionar.
Y todo se vino abajo.
El cuerpo de mi padre callo justo a mi lado en el momento exacto en el que me disponía a correr. Ninguno de nosotros dudo en lo que teníamos que hacer. Mi madre se interpuso entre los agentes que iban por nosotros, no tenía tiempo para decir algo más así que solo nos dedico una mirada y nos grito que saliéramos por la ventana. Aquello fue lo último que escuchamos de ella. Tras salir por la ventana oimos el disparo.
Jure que no miraría atrás y empecé a correr calle abajo sin detenerme si quiera a ver si Daniel me seguía el paso.
No sabía a dónde ir y para cuando lo supiera los agentes del ministerio nos habrían alcanzado y estaríamos muertos. Forcé mis pies a correr lo más rápido posible, mientras escuchaba los gritos de horror que no se detenían tras doblar la esquina.
Quise pensar en Clarissa, mi mejor amiga, pero el dolor de creer que la había perdido hacia que mis pies no funcionaran y en este caso Daniel y yo teníamos dos opciones: correr o morir. Llevábamos una notable desventaja, los agentes eran seleccionados cuidadosamente de modo que todos tuvieran la misma clasificación de alma, lo que le permitía al ministerio tener escuadrones para todo tipo de situaciones y en este caso nos han tocado los ‘’Interfectores’: hombres altos, agiles y fornidos con ningún rasgo de clemencia o piedad alguna en sus rostros, preparados para matar sus almas eran un reflejo salvaje de su misión, con un pelaje igual de oscuro a la noche las panteras de los matones tenían ojos que resaltaban en la penumbra, un verde que no quisieras ver en la oscuridad, nos pisaban los talones y si lograban alcanzar a Am seria mi fin.
Rambo dirigía nuestro escape volando por encima de nuestras cabezas, empezaba a cansarme y a asustarme más como consecuencia, le cedí el paso a Daniel en el momento justo en el que supe como zafarme de los agentes.
Llevábamos corriendo varias cuadras y en la próxima esquina mas allá del parque en el centro estaba la casa de Clary, no perdía nada con intentar ver si había sobrevivido y doblar la esquina significaba una oportunidad de adelantarnos y dejarlos atrás.
Me doy un límite de tres pasos y mido un tiempo razonable para ejecutarlos, puedo sentir el aliento de la bestia que persigue a Am y los pasos del agente se oyen cada vez más cerca a mi espalda.
La respiración se me acelera al divisar la esquina, era ahora o nunca. Comienzo a contar:
<Uno> disminuyo la velocidad mientras recuerdo a mi padre que hace menos de media hora seguía con vida.
<Dos> una mano intenta agarrarme por la espalda. Una garra intenta alcanzar a Am. Se acercan cada vez más.
<Tres> oigo el disparo que mato a mi madre en mi cabeza otra vez. Salto hacia adelante en el momento justo en el que mis enemigos se disponen a hacer lo mismo. Se lanzan contra nosotros intentando agarrarnos de nuevo, en el último segundo obligo a Am a cambiar y una lechuza blanca logra frustrar los planes de captura y muerte del ministerio dándoles a los agentes una buena bofetada ya que aquí las lechuzas simbolizan libertad.
Jure que no miraría atrás pero volteo la cabeza un segundo para ver si realmente ha funcionado y logro ver tras doblar la esquina que estos tipos son como una torre de bloques hechos de cemento: difíciles de derrumbar en conjunto pero si tumbas a uno los demás se vendrán abajo. La pantera y los agentes nunca lo vieron venir y al hacer que Am cambiara tropezaron en un enredo de almas y cuerpos pesados, habíamos conseguido escapar, seguíamos con vida, la muerte de nuestros padres no había sido en vano… aun.
Sabía que no les tardaría mucho en recomponerse y para cuando lo hicieran Daniel y yo ya teníamos que haber desaparecido. Logro ver el parque, podemos escabullirnos por entre los árboles y perdernos finalmente en el callejón que hay detrás de la casa de Clary.
Daniel disminuye el paso y me espera antes de hablar por primera vez esa noche:
-¿Estas bien? ¿Como lograste quitárnoslos de encima? ¿Adonde iremos ahora Zeke?
-Demasiadas preguntas –digo entre jadeos. –tenemos que escondernos.
Los pulmones me explotaran si sigo corriendo pero no tengo otra opción. Sé que entiende a lo que me refiero porque empieza a adelantarme junto con Rambo yendo directamente hacia la cerca de entrada. Nos detenemos para empezar a treparla y antes de que pueda poner un pie en ella veo a los agentes que han logrado alcanzarnos: son menos y los que quedan deben de estar lastimados. Ser grande y fuerte también tiene sus desventajas. Empiezo a empujar a Daniel para que se dé prisa mientras un agente se dispone a gritar:
-¡Los quiero muertos Bestia! –y la pantera que tiene al lado se nos viene encima.
Es irónico que se llame “Bestia”, mucho más lo es el hecho de que me haya causado gracia en un momento como ese.
-Demonios, Daniel ¡muévete! –grito con una mezcla de risa y horror que explotan en mi interior al mismo tiempo.
Me faltan tres pasos más para llegar al otro lado de la cerca.
Y vuelvo a contar.
<Uno> Daniel cae al suelo tras llegar al otro lado. Pongo un pie delante del otro con urgencia.
<Dos> “Bestia” empieza a subir por la cerca detrás de mí a la velocidad de un huracán.
<Tres> Un dolor agudo me atraviesa la espalda cuando noto que sus garras se han clavado en mi pierna derecha, no puedo darle la opción de matarme. Pateo con fuerza su hocico con mi pie libre y sin hacerle caso al dolor salto para llegar al otro lado. Esta vez la suerte se ha puesto dos veces a mi favor. No quiero averiguar si lo hará una tercera.
Caigo del otro lado de la cerca tragando tierra como jamás pensé hacerlo, no me doy tiempo de ver si esta persecución seguirá, me pongo de pie en un salto y corro hacia los arboles junto con Daniel, Rambo y Am.
-¿Estas bien? –dice Daniel, su respiración suena agitada delante de mí.
-Cállate y corre –respondo dejándome llevar por el miedo.
Daniel hace caso a mis palabras y aumenta la velocidad mientras atravesamos el parque, siento como las ramas de los arboles me rasguñan la piel y una imagen aterradora se crea en mi cabeza: si nos capturan y no nos matan nos torturaran hasta el cansancio, escapar del ministerio es considerado como desafío.
Empiezo a correr con más urgencia a pesar de que he dejado de oír pasos a mi espalda.
Después de correr lo que parece una eternidad los arboles acaban y empiezo a ver el pequeño rincón de casas donde Clary vive. Cuando crucemos esa puerta todo habrá terminado.
Daniel se detiene en seco mientras yo sigo andando, sus ojos escudriñan algo en el suelo, no me detengo a ver que está mirando.
-Zeke detente –dice alzando la voz conforme me alejo
-Estas loco, no dejare que me atrapen –logro decir con una voz que ya no parece la mía.
-Zeke no puedes seguir así, es enserio, detente –su voz se alza cada vez mas y yo ya no puedo aguantarlo, si no se calla nos oirán, sabrán que seguimos vivos y por tercera vez intentaran matarnos. Volteo de golpe y lo miro.
No dice nada, más bien me estudia de arriba abajo tal cual un medico lo haría con un paciente y se detiene finalmente con los ojos clavados en mi pierna derecha. Bajo la mirada y comprendo perfectamente el porqué sus palabras sonaban con tanta urgencia: lo que nos separa a mi hermano y a mi es una línea de sangre en el suelo que se detiene justo frente a mis pies… mi sangre.
Algo se me revuelve por dentro ¿Cómo no lo note? Estaba tan empeñada en escapar que ignore por completo el hecho de que Bestia me había herido una pierna y de repente es como si todo el dolor que la adrenalina y el miedo lograron apagar se me viniera encima clavando sus garras en cada centímetro de mi cuerpo como agujas en la piel. Termino de rasgar el trozo de pantalón que logro sobrevivir y noto que es una herida profunda: tres zarpazos que como mínimo han de necesitar varias puntadas.
Aparto los ojos de la herida y empiezo a verificar si las demás partes de mi cuerpo siguen enteras: tengo la boca seca, además de la pierna herida tengo rasguños en los brazos y la cara y el lado de mi cuerpo que impacto el suelo duele tanto que no me sorprendería si tengo rotas unas cuantas costillas.
Levanto la mirada y noto que Daniel sigue observándome tal cual lo hacía hace un rato y cuando me percato de que no se moverá para ayudarme me dispongo a ver qué tal esta Am.
Tiene la misma herida que yo en pata delantera, lo que la hace cojear, siente el dolor que yo siento. La sangre que emana de ambas empezara a formar charcos en el suelo. Empiezo a marearme.
-¿Me ayudaras o te quedaras mirando cómo me desangro? –le reprocho.
El dolor en mi costado aumenta con cada vez que respiro. No llegue hasta aquí para desmayarme.
-¿Quieres que vaya por Clary? –noto que la voz le tiembla, no es buen momento para temerle a la sangre.
-¡Quiero que hagas algo! –le grito. Me da igual si nos escuchan, he escapado dos veces de una muerte segura y no escapare una vez más.
Daniel se acerca a duras penas y me levanta en sus brazos haciendo el mayor esfuerzo posible por no mirar la sangre, Am nos sigue despacio hasta la casa de Clary.
-Bájame Daniel –le ordeno al llegar a la puerta.
-Zeke no puedes caminar con la pierna en ese estado –me dice aunque noto en su voz que daría lo que fuera por no estar cargándome en este momento.
-Bájame ya, tengo que ver si Clary sigue aquí –Daniel me baja con sumo cuidado y a pesar del dolor doy unos pasos y alargo una mano para abrir la puerta –de seguro el ministerio no ataco esta zon…
Dejo la frase a la mitad, la casa está desierta, hay sangre en el suelo junto al sofá donde yace un hombre bocabajo. Han venido a acabar también con esta gente.
Daniel y yo nos apresuramos para llegar hasta él, Am se tira en el sofá, no se ve nada bien.
-A la de tres le damos la vuelta ¿vale? –Dice
-Al diablo con los numeros.
Le doy la vuelta deseando no haberlo hecho, no es cualquier hombre: es el padre de Clary… y está muerto.
Primero mis padres, mi vecindario entero, tal vez toda mi familia y ahora el padre de Clary. Algo empieza a apretarme el pecho haciéndome gritar de dolor, pero este no es el dolor que me causan los huesos que tal vez tenga rotos, este es otro tipo de dolor: uno mezclado con rabia, desesperación y ganas de venganza.
Todas las esperanzas de encontrar a Clary se van desvaneciendo conforme la lista de víctimas aumenta. Grito con más fuerza a tal punto en el que todo el aire me abandona el cuerpo haciendo que la visión se me empiece a nublar y por más de que intento respirar la oscuridad me lleva una vez más.
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