CAPÍTULO TRECE

[ THE FIRST WOMAN ]

CAPÍTULO TRECE

❛ellos eran los héroes de la nación, la pareja americana❜


    HABÍAN PASADO UNAS SEMANAS MÁS. Yo seguía con algún que otro patético espectáculo que Giselle me había obligado a hacer y además llevaba unas pequeñas clases de autodefensa para amas de casa o jóvenes que no habían querido reclutarse como enfermeras del ejército. Había estado carteándome con Peggy y con mis padres, a los cuales les expliqué la situación evadiendo algunos detalles como el Súper Suero al que me había expuesto como conejillo de indias. Su respuesta no fue tan mortífera como esperé. Mamá estaba orgullosa de mí y me pedía, recalcaba y exigía que tuviera cuidado, y papá simplemente me repetía que no debía mentirles y que la próxima vez les contara las cosas. Nada que una bonita carta con muchos besos y abrazos en respuesta no pudiese solucionar.

En cuanto a Steve, él estaba por ahí haciendo del apuesto y heroico Capitán América por el cual todas las mujeres suspiraban. Había hecho un par de películas de bajo presupuesto, había hecho de imagen en algunos carteles de reclutamiento pero aún no había tenido su primer espectáculo como había hecho yo. De hecho, hoy era el primero, en Texas, y como yo tenía que actuar por los alrededores en un par de días, me di el lujo de ir a visitarlo.

Giselle me había obligado a vestirme algo más elegante de lo que yo había optado. Mientras que yo había elegido un simple vestido de color amarillo sin mangas, mi dulce y encantadora representante prácticamente me obligó a llevar uno de color azul marino -que según ella combinarían con el uniforme de Steve-, demasiado ajustado para mi gusto y con los bordes decorados de una fila tela blanca. Lucía bien, pero no para ir a ver un espectáculo mayoritariamente infantil.

─Así sorprenderás a Steve.

─¿Por qué debería hacerlo? -le pregunté mientras dejaba que hiciera ondas despeinadas en mi cabello.

─Porque estáis locos el uno por el otro.

Segunda persona que creía lo mismo.

Segunda persona a la que quería azotar con mi látigo de juguete.

Giselle y yo nos sentamos en nuestros asientos, los cuales estaban posicionados en el centro de la cuarta fila. Tendría una perfecta visión de Steve. Pensar en él de repente me hizo ponerme nerviosa. El salón estaba lleno de niños y éstos no dejaron de gritar. Los oí quejarse de por qué no empezaba el show, de si realmente el Capitán América tenía de verdad súper fuerza o eran esos efectos especiales de los que ahora se hablaban tanto..., les oí hablar de cosas que me sorprendió de escuchar en voz alta. Sinceramente, yo no diría esas cosas en público. Por ejemplo, un tipo que al parecer estaba sentado detrás de mí, había comentado cuán gorda le hacía el vestido a su mujer. Y esta, al parecer, no dijo absolutamente nada.

La gente de Texas era extraña.

─¿Te pasa algo? -preguntó Giselle cogiendo mis manos, las cuales se retorcieron nerviosas ante el incesante dolor de cabeza.

─No -mentí sonriendo- Es solo que estoy un poco nerviosa.

─Estás ansiosa por ver a tu amor, ¿eh?

Quería ahorcarla con las medias.

Por fin la música empezó a sonar y una decena de bailarinas vestidas en ropa excesivamente corta, iniciaron su coreografía. La canción era pegadiza, casi parecida a la mía, aunque la letra era diferente porque no hablaba de los servicios disponibles a las mujeres y de ciertos aspectos para motivarlas a trabajar por la nación, sino de adorar al Capitán América.

Éste salió con su uniforme de barras y estrellas, sujetando firmemente un escudo con el mismo estampado. Paseó su mirada nervioso por el público y dijo sus líneas en el momento adecuado. Eso sí, sin separar la vista del escudo. Alguien no se había estudiado bien su papel. Me reconfortó ver que no era la única que esto de los bailes y las canciones le incomodaban. El sufrimiento de Steve, en cierta parte y aunque cruel, era una delicia para mí.

─Tampoco ha estado tan mal -dije aplaudiendo con una sonrisa de oreja a oreja cuando se bajó el telón.

─No has dejado de reírte en todo el rato -me recriminó Giselle con una sonrisa burlona- No creo que a tu novio le haga mucha gracia que has estado riéndote de él.

─No es mi novio -le informé levantándome y alisándome el vestido.

─¿Adónde vas? -me preguntó.

─A ver a Steve -dije bajando los escalones sin mirar atrás.

─¡Te esperaré fuera!

Subí los tres pequeños escalones que conducían al escenario y me colé detrás del telón haciendo oídos sordos a los gritos de los guardias. Busqué a Steve con la mirada y mi estómago se removió inquieto al verlo hablar con su representante.

─¡Eh, no puedes estar aquí! -gritó uno de los hombres de seguridad, corriendo hacia mí.

Llamé la atención de las bailarinas y de Steve, el cual miró hacia mi dirección y, como si no me hubiese reconocido, se quitó el ridículo gorro azul alado y frunció el ceño.

─¿Sharon?

─Conozco al Capitán América, pueden soltarme -les pedí a los dos hombres que me tenían sujeta de los brazos.

─Sí, eso dicen todas.

─Steve -lo llamé- Diles a estos educados y caballerosos hombres que tú y yo somos amigos.

─Sí -asintió- Es la Chica América, es amiga mía. La conozco.

─¿La Chica América? -preguntaron mirándome- Oh sí, la de los espectáculos.

Entonces me soltaron y, sacudiéndome los brazos como si me hubiesen manchado de polvo, caminé hacia Steve, que me miraba expectante. Le sentaba bien el traje, todo había que reconocerlo. El azul era su color, definitivamente.

─¿La Chica América? -pregunté esta vez yo alzando una ceja y cruzándome de brazos- ¿Qué clase de nombre es ese?

─Así es como tengo entendido que te llaman, ¿no? -preguntó curvando sus labios en una sonrisa torcida- La flamante chica del látigo americano -enarqué aún más la ceja- Leo los periódicos. Te ves bien con el uniforme. Parece que el mundo del escenario es lo tuyo.

─Sí, no como en tu caso -me reí de él- No ha estado mal. Tendrías que trabajar más tus líneas, pero el gancho de derecha a Hitler ha estado... soberbio.

─Oh claro, eras tú la que no dejaba de reírse.

─Lo siento, las demás estaban muy ocupadas babeando como para darse cuenta del ridículo que has hecho.

─Así que el ridículo -rio Steve- Bueno, me gustaría verte en directo en alguno de tus maravillosos shows.

─Lástima que no coincidamos en ninguno y solo yo tenga la oportunidad de apreciar tu verdadero talento en mayas y botas.

─Vale, me has ganado.

Los dos rompimos a reír y, cuando el dolor de estómago nos obligó a parar, me lo quedé mirando con una sonrisa radiante en el rostro. Realmente lo había echado de menos. A él, a sus bromas, a sus mejillas sonrojadas, a su timidez y singular torpeza sorprendentemente sincronizada con la mía. En conclusión, lo había extrañado muchísimo.

─Recibí tu carta hace unos días -dijo rompiendo el repentino silencio que se había creado entre ambos.

─Oh, bueno. Me demoré un poco en escribirla, realmente he estado muy ocupada.

─Sí, lo entiendo -asintió rascándose la nuca- Se hace extraño no poder hablar cara a cara todos los días cuando hace menos de un mes compartíamos litera y nos quedábamos hasta las tantas hablando.

─Parece que hace siglos de eso -murmuré en voz baja.

Bajé la cabeza hasta mis manos que, inconscientemente se estaban retorciendo entre ellas con nerviosismo. Cuando alcé la mirada, me topé con las playas de California de Steve y me obligué a mí misma a respirar profundamente para evitar que mis pulmones se quedaran sin más oxígeno todavía.

─Te he echado de menos, Sharon -dijo seriamente- En serio, no sabes cuánto extrañaba hablar contigo o... bueno, simplemente estar contigo.

Abrí la boca para decir algo, pero es que no tenía nada que decir. Aquellas palabras habían arrebatado las mías.

─Dios -farfulló Steve pasándose una mano por el pelo- Ignora lo que he dicho, he sonado tan...

Pero lo interrumpí rodeando su pecho con mis brazos. Al principio sentí cómo se tensaba, pero segundos más tarde respondió al abrazo con fuerza y firmeza, envolviendo sus brazos a mi al rededor de tal manera que casi creí imposible que alguien volviera a separarnos.

─Yo también te echado de menos -murmuré con la voz ahogada por haber enterrado la cara entre su uniforme. Olía a limón y menta.

Apoyó, como la última vez en la estación, la barbilla en mi cabeza y, justo cuando pensaba no separarme de él en un buen rato, tuve que hacerlo en cuanto un flash me cegó. Abrí los ojos y pestañeé varias veces al mismo tiempo que deshacía el abrazo de su pecho buscando indicios de alguna cámara acosándonos, cuando de repente vi al representante de Steve echando al fotógrafo del lugar.

─Lo siento chicos, ya sabéis lo pesada que es la prensa -se excusó Jeff ajustando los tirantes de su pantalón.

─¡Es él! -oí que gritaban desde lejos.

─¡Es el Capitán América!

Steve, que a pesar de haber dejado de abrazarme continuaba con su brazo rodeando mi cintura, me había soltado para acercarse a los niños que había corrido hacia él entusiasmados.

─¡Capitán, Capitán! -gritaban queriendo saltar sobre sus brazos, haciéndome sonreír.

─¿Podemos hacernos una foto?

─¡Sí, una foto!

─¡Por supuesto que tendréis una foto! -afirmó Jeff sonriendo a los críos. Entonces alargó el brazo hacia el fotógrafo que se estaba marchando del lugar por haber sido regañado por el personal y lo arrastró hasta nosotros- Eh, venga, ¿no querías fotos? Pues aquí tienes, toma las que quieras.

─Pero... -murmuró el hombre confundido.

─Venga, esta es tu única oportunidad de hacer un buen reportaje en toda tu vida.

Los niños se pusieron delante y a los lados de Steve y yo, para no estropear la foto, me aparté de ahí, pero el brazo de Ojos Azules me retuvo y me colocó a su lado mientras pasaba una mano por mi cintura. Juro que su tacto quemó como fuego.

─Pero, yo no pinto nada en la foto -dije nerviosa.

─Claro que sí, eres la Chica América -sonrió pasándome su escudo.

Lo sujeté y alcé con fuerza y, tras curvar hacia arriba mis labios y haciendo caso omiso del hormigueo en el estómago por el cosquilleo del brazo de Steve en mi cintura, posé para las fotos.

─¡Muchas gracias, Capitán! -agradecieron los niños aún más sonrientes que antes.

─No ha sido nada -sonrió él revolviéndole el pelo a uno de ellos.

─¿Es tu novia?

─¡Sí! ¡La Chica América es su novia! -gritó entusiasmada una niña de pelo rojo y pecas esparcidas por todas las mejillas.

─Yo no soy su...

─¡Por supuesto que sí! -interrumpió Jeff pasando un brazo por nuestros hombros, colocándose entre Steve y yo- Son la Pareja Americana, los Héroes de la Nación. ¿Verdad que hacen una pareja estupenda?

─¿Qué? -pregunté empezando a enfadarme y conteniendo las ganas de estampar uno de mis famosos puñetazos en la nariz de Jeff.

─Pero, ¿hacen cosas de novios? -preguntó uno de los niños, parecía ser el más pequeño de todos- Mi hermana dice que tiene novio y yo la he visto darse besos.

─¿En la boca? -inquirió con sorpresa otro niño.

─¡Puaj!

Aunque estaba aparentemente enfadada por la mentira de Jeff, la reacción de los niños me hizo gracia mientras que a Steve no le provocó otra cosa que ruborizarse. Lo miré sonriendo como una tonta y para mi mala suerte, éste me pilló.

─Pero ellos no se han dado besos en la boca -comentó de nuevo el más pequeño.

─Claro que sí, pero lo hacen cuando no los vemos, como mi papá y mi mamá -respondió la niña- O cuando el Capitán se va a trabajar y ella se queda sola.

─Exacto niños -afirmó Jeff dándoles unas leves palmaditas en la espalda- Ahora, contadles a vuestros papás lo bien que os han caído el Capitán y la Chica América y pedidles que os lleve a su próximo show en dos días.

─¡Sí! -gritaron eufóricos mientras se alejaban.

En cuanto no hubo niños delante, abrí la boca para hablar.

─¿Pareja? -pregunté encarándome a Jeff- ¿Steve y yo? ¿Se puede saber qué has hecho, Jeff?

─Bueno, la gente os adora por separado, pero imaginad cuánto si estáis juntos.

─Estamos engañando a la gente, Jeff. Sharon y yo no...

─¿Te has parado a pensar si Steve y yo queremos dar esta imagen al público? -pregunté cerrando los puños y clavándome las uñas en la palma de la mano.

─Me he parado a pensar en la buena imagen que dais juntos -dijo cogiéndonos a los dos del brazo y haciendo que los dos nos abrazáramos por la cintura, como anteriormente habíamos hecho para posar en la fotografía- Miraos, a la gente le va a encantar.

─¿Es lo único que buscas? -pregunté.

Por alguna extraña razón, Steve no se soltó de mí y, por ende, yo no me solté de él.

─Oh sí, a ti no te importa la gente, a ti te importa la prensa y el dinero que de ésta -rugí- Ya veo lo que estás esperando: ¡El Capitán y la Chica América juntos, confirmado!

─Así que ya es oficial -dijo una voz a nuestro lado- Ya estoy viendo los titulares. La Pareja Americana del momento. Los Héroes en acción y en amor.

─¿Qué? -preguntó Steve frunciendo el ceño.

─¡Sonreíd!

Jeff nos empujó de manera que Steve y yo quedáramos todavía más cerca de lo que estábamos. Mi pecho chocó contra el suyo y para no hacernos caer él me sujetó firmemente de la espalda mientras yo me aferraba a su pecho.

Entonces, ¡flash!

Al día siguiente estábamos en todas las portadas de los periódicos. La fotografía, en blanco y negro, ocupaba las primeras páginas de cada ejemplar. Una foto en grande de los dos, abrazados y mirándonos el uno al otro como si nos hubiesen pillado abrazándonos de imprevisto. Y en cierta parte, así era.

__________

¡Hola, hola! Sé que esta vez he tardado unos días más en subir pero en mi barrio había verbenas y he estado saliendo por las noches. Tenía que aprovechar porque en una semana vuelven las clases y se acabará mi libertad.

En fin, reconozco que este capítulo no ha sido la gran cosa, ya avisé que había un poco de relleno antes de pasar al meollo del asunto, pero es importante para que veáis como se desarrolla la relación entre Steve y Sharon y como esta última reacciona al Suero y a esos extraños sucesos que de vez en cuando le pasan. Más adelante sabréis más sobre ello.

La pregunta de la semana es: si pudierais tener un súper poder, ¿cuál sería? El mío sería leer la mente, porque así podría saber qué opinan de mí realmente o enterarme de las preguntas que pondría el profesor en el examen pfjjjjj.

Y bueno, muchísimas gracias por todos los comentarios del capítulo anterior y por los votos y visitas que suben muy, muy rápidamente.

¡Besos a todxs!

-Mina Vega, xx

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top