CAPÍTULO QUINCE

[ THE FIRST WOMAN ]

CAPÍTULO QUINCE

❛estaba por suceder❜


─Buena clase la de hoy, Carter -me felicitó Jeff dándome una palmada en la espalda en cuanto todas las mujeres abandonaron la sala- Has estado genial, sobretodo por esa improvisación con Steve.

Volvió a golpearme la espalda esta vez demasiado fuerte y me lo quedé mirando con el ceño fruncido mientras se alejaba a hablar con Giselle sobre algo.

─Sí, genial -murmuré para mí misma frotándome la zona palmeada con mi propia mano. A veces parecía que olvidaba que seguía siendo una mujer por muy súper soldado que me hubiese convertido.

Steve se acercó a mí mientras se secaba la frente con una toalla pequeña y cambié el ceño fruncido por un intento de sonrisa.

─Hey -lo saludé.

─Hey -me imitó- ¿Qué ha sido eso de antes?

─Bueno, las mujeres ahora te vemos más atractivo y es normal que se mostraran tan entusiasmadas en ser tu pareja para el ejercicio -me encogí de hombros yendo hacia mi mochila, donde guardaba una botella de agua.

─No me refería a eso -contestó siguiéndome- Al rampazo.

Seguí bebiendo agua para disimular el nerviosismo.

─¿Sharon? -insistió al ver que lo ignoraba- Sé que tú también lo has sentido.

─Ya bueno, a veces pasa. ¿Nunca le has tocado a alguien el brazo y te has rampado? Como electricidad estática, ya sabes.

─No, lo que tú dices me pasaba cuando era niño y tocaba a alguien después de haber frotado un globo contra el pantalón. Lo tuyo ha sido como meter los dedos en un enchufe.

Me lo quedé mirando a los ojos fijamente y traté de buscar una respuesta a sus palabras, pero es que no se me ocurría absolutamente nada. Estaba en blanco, y la verdad es que para este tema no tenía nada que sacar en concreto.

Steve de improvisto cogió mi mano libre, justamente la que había sufrido la descarga eléctrica, y pasó la yema de sus dedos por la palma de ésta. Seguía estando un poco hinchada y roja y su tacto me hacía más cosquillas de lo normal porque la tenía demasiado sensible. Steve entonces hizo lo mismo pero con su mano derecha y comprobé que estaba en el mismo estado que la mía.

─No puedes negarme que esto es raro -dijo mirándome a los ojos. Me tenté a apartar la mirada, casi me daba miedo volver a ramparme como antes por estar mirándolo tan fijamente- Muy raro.

─Bueno, siempre me han dicho que soy demasiado rara -comenté abriendo la botella de agua y vertiendo un poco de su contenido sobre la palma de la mano de Steve, al cual le pilló de improvisto- Para que dejes de quejarte, Capitán.

Él frunció los labios ante el charco de agua formado en sus ahora grandes y suaves manos y con las mías le extendí la humedad por toda la mano y dedos. De repente caí en la cuenta de que este gesto estaba siendo menos inocente de lo que debería, que una amiga cualquiera no se sentiría tan nerviosa como yo al saber que estaba agarrada mano con mano de su supuesto mejor amigo. Y entonces el punzante cosquilleo volvió a brotar en mi estómago y el hormigueo subió hasta las yemas de mis dedos, ahora quietos sobre la palma de la mano de Steve. Noté cómo volvía a mí la misma sensación de antes, la de las descargas eléctricas, pero esta vez con más intensidad. Y como si Steve hubiese sentido lo mismo, apartó su mano de la mía con sus ojos azules más abiertos de lo normal.

─Ha vuelto a pasar -musitó mirándome- Sale de tus manos, Sharon.

Al instante las alcé para mirarlas y las giré para buscar algo raro en ellas, pero para mi desconcierto, eran iguales que las de Steve.

Vi cómo Giselle y Jeff se acercaban a nosotros con una radiante sonrisa y bajé las manos como si estuviesen manchadas en sangre y no quisiera delatarme.

─¿Crees que deberíamos...

Steve calló cuando ambos representantes estaban demasiado cerca y los señaló con la mirada.

─No digas nada -susurré entre dientes.

─¿Decir el qué? -preguntó Giselle abrazándome por los hombros. Al parecer me había escuchado.

─Nada -dije sonriendo falsamente hacia ella, llamando la atención de Steve por saber disimular tan bien la situación- Steve y yo queríamos organizar juntos algo más. Lo de las clases está bastante bien, pero hemos pensado que podríamos hacer... No sé, algo diferente.

El susodicho me miró con una ceja alzada por mi desastrosa improvisación y me encogí de hombros restándole importancia.

─Pues mira, hoy es vuestro día de suerte.

─¿Por qué? -inquirió Steve seguramente temiéndose, al igual que yo, lo peor.

─Hemos acordado que en unas semanas empezaréis a salir juntos en los espectáculos.

─Sí, ya sabéis que con vuestras visitas aumentan un diez por ciento la venta de bonos -nos recordó Jeff- ¡Imaginad lo que conseguiríais los dos juntos!

─Sí, una barbaridad -comenté fingiendo sorpresa.

─Entonces, todo dicho. En dos semanas volamos a Washington y tendremos los últimos espectáculos por el sur de Estados Unidos.

─Sí, nos esperan en Alamogordo -añadió Jeff.

─¿No es genial? -nos preguntó Giselle emocionada.

─Sí, estamos muy emocionados -comenté sarcásticamente.

─Créenos -contestó Steve mirándome con una sonrisa igual de sarcástica que la mía. Me cogió por los hombros y me abrazó hasta pegarme a él de manera un tanto brusca- Estamos realmente muy emocionados.

Solté una risita nerviosa y ambos representantes asintieron conformes mientras se despedían de nosotros alegando que nos esperaban en la salida. En cuanto las puertas se cerraron y nos dejaron a solas, Steve liberó su abrazo pero en cambio me cogió por los hombros y me giró haciendo que quedara de cara a él.

─Así que organizar algo juntos.

─No sabía que iban a saltar con algo así -me excusé tratando se parecer lo más inocente posible- Esto era lo último que me esperaba.

─Bueno, pues ahora nos tienes a los dos subidos en un escenario con mayas y botas cantando una estúpida canción.

Al instante la imagen de Steve vestido con lo mencionado me hizo fruncir los labios en un intento de ocultar una sonrisa, pero al resistírseme acabé soltando una gran carcajada.

─No sé qué te hace tanta gracia, tú vas a hacer el mismo ridículo que yo -me recordó seriamente.

Callé en el momento en el que me percaté que tenía razón.

─Antes has dicho algo -dijo mientras recogíamos nuestras cosas para salir ya de ahí e irnos a nuestro hotel correspondiente.

─He dicho muchas cosas.

─Me refiero a cuando has mencionado el momento en el que todas las mujeres se acercaron a mí para que fuera su pareja porque ahora me veis más atractivo.

─Oh, sí.

─¿Tú... tú me ves atractivo ahora?

Me colgué la mochila en el hombro y me lo quedé mirando. Llevaba el pelo algo alborotado y mojado por el sudor y la camiseta negra de manga corta se le pegaba al pecho y a los brazos como las últimas semanas pasaba con cualquier prenda que se pusiera. Sus ojos azules brillaban con más intensidad que nunca y su chapa colgada al cuello resplandecía ante las luces encendidas de la estancia.

Una sonrisa acabó escapando de mis labios y negué con la cabeza mientras reprimía las nerviosas carcajadas.

─¿Qué? -preguntó siguiéndome al ver que seguía mi camino hacia la puerta- Sharon, ¿qué?

─No es nada, Steve -reí. La situación me hacia gracia pero en ningún momento me estaba riendo de él aunque así lo pareciera.

─Bueno, quizá es un poco egocéntrico de mi parte decir esto, pero si me he fijado que... Bueno, ahora las chicas parecen darse cuenta de que existo y parece que... Parece que el suero ha tenido algo que ver. Vamos, que desde el experimento parece que soy más... atractivo para las mujeres. Y, y como tú has dicho eso antes me preguntaba si ahora tú..., bueno, si tú opinabas lo mismo.

Estaba terriblemente nervioso como siempre. Se retorció las manos varias veces mientras soltaba su incógnita como muchas otras veces había hecho al hacerme una pregunta más íntima o personal. De hecho, continuaba haciéndolo. Seguía retorciéndose las manos como si llevara un trapo entre ellas.

Me detuve de nuevo, esta vez a centímetros de la puerta. Me lo quedé mirando y sonreí divertida ante el pensamiento de un Steve tan grande pero tan vergonzoso y tímido al mismo tiempo. Mis labios se curvaron sin reparo hacia arriba y no me importó que Steve me viera cara de estúpida. Alargué el brazo y jugué con la cadena que colgaba de su pecho.

─Me pareces un hombre muy atractivo, Steve -dije pasando el dedo por la chapa identificadora que nos habían dado en el ejército- Me lo pareces ahora y me lo pareciste el primer día que te conocí -leí el metálico "Steven Grant Rogers" y lo acaricié con el pulgar, dejando el colgante sobre su pecho- A diferencia de esas mujeres, yo me di cuenta de ello mucho antes del suero.

°°°

Pasaron meses llenos de ensayos y varios espectáculos por diferentes condados de América y no pude quejarme, Steve era un gran compañero y de no ser por él todo sería mucho más difícil. No había periódico que no llevara nuestras fotos o quioscos en los que no se vendieran cómics relatando las heroicas hazañas del gran Capitán América y de su acompañante la Chica América. Los niños nos adoraban y las mujeres no dejaban de acosar a Steve. Asistimos a los estrenos de varias de nuestras películas y no podía evitar sonreír enternecida cada vez que salía Steve en pantalla mirándome de reojo aunque no estuviera escrito en el guión, por lo cual nos llevamos más de alguna bronca durante el rodaje. En definitiva, estábamos teniendo una ajetreada temporada y apenas teníamos tiempo para nosotros mismos, aunque al menos teníamos la oportunidad de pasar tiempo juntos aunque fuera sólo trabajando.

Pero últimamente los nervios estaban fallándome demasiado y cada vez pasaban cosas más raras. Las típicas mariposas en el estómago no eran más que dolorosas descargas eléctricas, los simples quebraderos de cabeza pasaban a ser latigazos en lo más profundo el cerebro, como si estuviesen haciéndome electro shock. De vez en cuando entre Steve y yo surgía más de un rampazo por alguna inocente y simple caricia. Todo estaba patas arriba y no tenía respuesta alguna para ello. Había escrito varias veces a Peggy hablándole sobre el tema pero sus respuestas eran escasas y no llegaban a aclararme nada.

Aquella noche daríamos el último espectáculo antes de volar a Alamogordo, donde finalizaría nuestra gira de venta de bonos por un tiempo.

Estaba esperando, con las piernas temblando, a que nos dieran el aviso para salir a escena. Aún no habíamos empezado a bailar y ya estaba sudando la gota gorda. Sentí cómo el traje se pegaba a mi cuerpo de tal manera que parecía una segunda piel. Acomodé el cabello sobre mis hombros y cogí aire. Me miré a un espejo y mi reflejo me devolvió la mirada de pánico. Por suerte esta vez contaba con un traje menos ridículo al anterior. Habían substituido la falda de tutúpor unas mayas como las de Steve. Seguía haciendo el ridículo, sí, pero no tanto. El traje consistía en una camiseta y pantalón demasiado ceñidos a mi gusto de un azul similar al de Rogers, con una estrella grande y blanca plantada en medio del pecho y unos guantes rojo brillantes de tallo largo. Las botas seguían siendo de tacón y también de un tono carmesí. En general, mi traje era parecido al de Steve a excepción de que el mío no tenía barras blancas y rojas en el estómago ni un estúpido gorrito alado con la A de América. Oh bueno, y yo tenía un látigo y no un escudo.

Pero qué más daba. La pena la daba igual.

─¡Cinco minutos! -gritaron para ir preparándonos.

Busqué a Steve con la mirada y me mordí el interior de la mejilla para evitar soltar un grito de frustración. Necesitaba que estuviese conmigo en ese maldito momento o de no ser así explotaría como una bomba de relojería. Estaba con los nervios a flor de piel y casi juré sentir una arcada.

─Steve, dónde demonios estás -murmuré empezando a caminar en su búsqueda.

Lo encontré en una esquina hablando acaloradamente con Jeff en una esquina. Éste estaba sudando y se limpiaba la frente con un pañuelo repetidas veces cada poco tiempo y Steve, en cambio, sujetaba con fuerza el gorro alado que tan gracioso le quedaba. Su pelo estaba revuelto y mis manos picaron por ir hacia él y peinárselo correctamente, pero me contuve porque antes quería escuchar de qué hablaban y por qué estaban tan alterados.

─No pienso hacer eso, ya te lo he dicho varias veces.

─¡Pero la gente espera verlo, Steve!

─Me da igual la gente. Acordamos salir y actuar juntos, no ésto.

Vale, no tenía ni la más mínima idea de qué hablaban, pero de algo estaba segura: yo estaba incluida en esa conversación. Me paré detrás de un decorado de cartón para que no me vieran y seguí escuchando.

─Esto no es algo que dependa de mí o de lo que el público quiera ver, sino de lo que Sharon quiera. Y estoy completamente seguro a que se negará rotundamente.

─Es por eso que no debe saberlo -rugió Jeff.

Si Steve estaba tan seguro de que no iba a aceptar hacer lo que fuera que tenían en mente, es porque realmente no iba a gustarme ni por asomo. Empecé a enfadarme porque, a pesar de las numerosas negativas de Steve, Jeff seguía insistiendo. Si Steve no le daba un puñetazo, tendría que hacerlo yo.

─No voy a hacer algo que esté en contra de su voluntad -contestó tajante- Además, ¿qué necesidad hay de besarnos? ¡Es un espectáculo para niños!

Besarnos. En seguida el lugar me dio vueltas. Tuve que sentarme en el suelo pues de seguir permaneciendo de pie y agazapada me caería de bruces contra el cableado. Me obligué a mí misma a mantener la calma. Vamos, concéntrate. Coge aire y respira hondo.

─¡Dos minutos! -oí que gritaban de nuevo- ¿Dónde se han metido el Hombre Estrellado y la Chica América?

A pesar del poco tiempo y de la insistencia por tener que salir, continué escondida esperando a algún tipo de milagro. En especial alguno que hiciera cancelar el espectáculo.

─Ya me has oído, Rogers. O besas a Carter o te olvidas del ejército para toda tu vida.

─Para tu información lo único que hago para el ejército es salir así vestido y bailar una ridícula canción.

─Bueno, pues vete olvidando también de eso si no haces lo que te digo -le amenazó empujándolo hacia no sé qué dirección- Sólo es un maldito beso, no es algo que no hubieras hecho antes, ¿verdad?

Una carcajada sarcástica escapó de los labios de Jeff y en cuanto oí pasos acercarse hacia donde estaba escondida, me levanté rápidamente antes de que alguien pudiese verme.

─Oh, Sharon, estás aquí -musitó Steve. De pronto su rostro se enrojeció y apretó con fuerza el gorro entre sus manos- ¿Qué estabas haciendo ahí?

─Uh-eh -tartamudeé tomándome por sorpresa su pregunta y su cara de confusión- Buscando un pendiente. Creo que se me ha perdido por aquí -mentí apretándome el lóbulo de la oreja haciendo ver que me faltaba la joya y buscando algo imaginario por el suelo.

─Pero si tú nunca llevas...

─¡Eh, tortolitos! -nos gritaron haciéndonos girar a la vez- Preparaos porque salís en... Diez segundos, nueve...

Alguien nos empujó por la espalda y nos condujo hasta el pasillo que daba al escenario.

─¡Mucha mierda! -nos desearon.

Steve y yo salimos estrepitosamente a escena y el público nos recibió totalmente emocionado. Durante unos segundos parecimos quedarnos en blanco sin saber bien qué hacer, como si esa fuese la primera vez que pisábamos un escenario, pero al instante nos miramos y asentimos para caminar hacia el centro del escenario a saludar mientras las bailarinas cantaban y bailaban detrás de nosotros.

Después de tanto tiempo haciendo esto, a una al final se le acababa pegando la canción. Tenía que reconocer que incluso era pegadiza. Steve ya se le veía confiado y parecía más seguro de sí mismo, cosa que me encantaba. Se sabía sus líneas perfectamente y casi podía jurar que tenía talento para esto. Pero él no había nacido para ser un bailarín o un showman, sino para ser un soldado.

No pude quitarme de la cabeza la conversación que había escuchado entre Jeff y Steve y estuve desconcentrada durante casi toda la canción, esperando a que llegara el momento y no me pillara por sorpresa.

Llegó el final de la canción, en la que el actor que hacía de Adolf Hitler me atacaba por detrás y yo tenía que tratar de defenderme, pero mi papel era hacer de damisela en apuros, por lo tanto tuve que dejar que el Capitán América me salvara. Hizo que le daba un golpe de puño en la cara y lo empujó con el escudo para después cogerme a mí del brazo con demasiada fuerza haciéndome chocar contra su pecho.

Mi cuerpo y el suyo quedaron más cerca de lo que esperaba y pronto mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal. Sentí que la sangre me subía a la cabeza y que el estómago se me cerraba.

Steve estaba mirándome a los ojos con el ceño fruncido y parecía estar teniendo un debate interno.

¡Así que éste era el momento! ¡Iba a besarme!

Traté de mantener la calma pero los nervios me lo impedían. Jamás me habría planteado este momento. Quiero decir, no pensaba en besar a Steve. No es que no me gustara, de hecho, sí, lo admito, Steve me gustaba muchísimo y más de lo que debería, pero con una amistad como la nuestra de por medio nunca me había planteado el hecho de lanzarme a sus brazos y dejar que me besara.

¡Y ahora estaba por suceder!

Miré hacia el frente, más allá de los hombros de Steve, dónde estaba Giselle sonriendo de oreja a oreja y levantando el pulgar hacia arriba en mi dirección. La muy... Lo sabía todo y no me había dicho nada.

Me fijé en que Steve también miraba a un punto detrás de mí y por su mirada pude imaginarme que sería Jeff animándole a continuar. Una ira creció en mi interior. Estaban utilizándonos, metiéndonos presión y jugando con nosotros como marionetas.

Me negaba a que éste fuera mi primer beso. No por el hecho de que fuera con Steve, sino porque estuviesen obligándonos. Mi primer beso tendría que ser con alguien con quien sintiera lo mismo que yo y que no estuviese comprometido a hacerlo.

Mi cuerpo estaba ligeramente arqueado, como en las películas, cuando el chico sujeta a la chica de manera que ésta casi toca el suelo. Era un poco incómodo si te parabas a pensarlo, pero si tenías a un tipo como Steve tomándote entre sus fuertes brazos, y tan tentativamente cerca, aquello era lo de menos.

Entonces dejó de mirar a mis espaldas y se centró en mi, noté cómo tragaba saliva y seguidamente respiraba para empezar a acercarse a mí.

Mi cuerpo tembló de tal manera y me tensé tanto que los músculos se me engarrotaron y mi garganta se secó. De nuevo, como muchas otras veces había sentido, la cabeza palpitó con fuerza y juré sentir dos clavos presionar mis sienes. El dolor se agudizó en un intenso y molesto pitido que se mezcló junto al revuelo de muchas voces. Si sumamos todo el ruido, junto al hormigueo que me recorría de pies a cabeza y el incesante acercamiento de Steve, podéis imaginar como estaba en esos momentos.

No quería besar a Steve. No ahora ni bajo esta presión. Quería que mi primer beso fuera real y no porque un estúpido hombre de negocios lo decidiera.

Y no sé cómo, pero sentí que mi cuerpo explotaba por dentro como si hubiese caído al suelo desde un séptimo piso, y casi cuando podía jurar que los labios de Steve rozaban los míos, todos los focos estallaron al mismo tiempo que mi corazón palpitaba bajo mi pecho como una bomba de relojería.

El teatro se quedó a oscuras y con esto cesaron los bailes, los aplausos, las atronadoras voces en mi cabeza y los labios de Steve acercándose a los míos.

─Oh, joder -murmuré cuando Steve me soltó para ver qué había pasado.

Entonces aproveché la ocasión y, como una niña pequeña, salí corriendo hasta la salida de emergencia.

___________

¡Viernes de capítulo nuevo! Sé que querréis matarme por el final pero bueno, algunxs de aquí ya sabréis lo que me gusta el drama así que no os supondrá nada nuevo. Y a lxs que recién me leen, pues bueno, el drama no ha hecho más que empezar.

Estoy súper súper contenta porque la novela ya tiene un montón de votos y no esperaba para nada que iba a conseguirlos tan rápidamente, pero esto es gracias a vosotrxs así que os quiero, os quiero, os quiero dkakfkslxnf.

La pregunta de la semana es, ¿cuál es vuestra serie favorita o la que estáis siguiendo por el momento?

Mi serie favorita es American Horror Story pero estoy siguiendo The Royals, que va sobre la monarquía inglesa y los problemas que tienen (sale William Moseley, el que hacia de Peter en Narnia y ahora está que qkdkfnnwlfkgl); también sigo Reign y ahora muy recientemente he empezado Agent Carter y estoy apunto de acabarla y me quiero rajar.

¡Recomendadme alguna serie!

¡Besos a todxs!

-Mina Vega, xx

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top