CAPÍTULO CATORCE

[ THE FIRST WOMAN ]

CAPÍTULO CATORCE

❛¿por qué enseñar a defenderse y no a no violar?❜


─Me niego -repetí negando la cabeza y con los brazos cruzados sobre el pecho.

─Pero Sharon, si...

─No -la interrumpí tajante- No pienso ser una de vuestras estúpidas marionetas, bastante me he rebajado ya en vestir este ridículo disfraz.

─Lo que Sharon quiere decir es que no aprueba dar una imagen falsa de nosotros al público.

Miré a Steve y resoplé fastidiada. ¿Por qué se molestaba en sonar educado y servicial cuando estaban obligándonos a hacer algo en contra de nuestra voluntad? Rogers tenía un corazón que no le cabía en el pecho y era el único ser humano de la Tierra con intenciones realmente inocentes, pero a veces deseaba que sacara la fiera que llevaba dentro, aunque para eso tendría que sacarle yo misma el corazón con mis propias manos.

Giselle y Jeff se miraron, los platos de comida intactos sobre la mesa. Habíamos salido los cuatro a cenar como excusa para pasar algo de tiempo juntos, pero lo cierto era que ambos representantes estaban planeando algo para sacar más dinero, y esa era juntarnos en los shows y hacer ver que éramos la conocida y magnífica pareja de la que todos estaban hablando.

─Vamos, ¿qué tenéis que perder? -preguntó Jeff para darle un trago a su copa de vino.

─La dignidad, por ejemplo -murmuré cruzándome de brazos.

Steve se mordió los labios para reprimir la sonrisa que se le escapaba, y reaccionando, me reprendió con la mirada. Oh sí, Sharon, los modales.

─Tan solo tenéis que salir juntos en los espectáculos, mi gente os montará una coreografía para los dos.

─No, nada de bailes -me negué.

─Si vamos a hacer esto juntos, preferimos evitar hacer el mayor ridículo posible.

Asentí dándole la razón a Steve.

─Bien, dejaremos el tema de los shows para más adelante. Nos centraremos en los carteles para alistarse al ejército, las conferencias y las clases de autodefensas que está llevando Sharon -explicó Giselle- Steve, podrías ir a alguna de ellas como su ayudante.

─Sí, seguro que a esas mujeres les encanta que estés ahí -bromeé poniendo los ojos en blanco.

─Y quizá Sharon pueda aparecer en alguna de las pequeñas películas o documentales que lleva Steve.

─No me parece mal -asintió Ojos Azules mirándome.

─Entonces perfecto. Mañana empezaremos a programarlo todo.

─Sí, descansad en el hotel mientras tanto. Os mantendremos informados.

Su hotel estaba cerca del mío así que mientras nuestros representantes se encargaban de organizar nuestra apretada y nueva agenda, nos dedicamos a pasar el tiempo juntos que estuvimos separados. Era genial que ahora fuéramos a ser compañeros. Esperaba que, cuando empezáramos a trabajar juntos, fuera posicionados en el frente y dispuestos a patear algunos culos nazis, pero teníamos que conformarnos con posar delante de las cámaras y sonreír a un gran público infantil y lleno de mujeres babosas por el Hombre Estrellado.

Pero pronto se nos acabaron los días libres porque tuvimos que empezar a trabajar, si es que a eso se le podía llamar trabajo. Lo primero que hicimos fue publicitar más carteles de alistamiento con nuestra imagen. Si bien últimamente había estado tomando ese papel en solitario el fortachón del Capitán América, ahora contaba con la que en teoría era su pareja, osease, yo. Juntos formábamos la Pareja Americana, los Héroes de la Nación. Colaboré con él en una de sus pequeñas películas pero el protagonismo continuaba teniéndolo él. Al fin y al cabo seguían sin ver bien la imagen de una mujer siendo el centro de atención. Recibí más de algún comentario sexista sobre mi persona, pero aparte de contar con una lista de insultos sarcásticos y algo soeces, también tenía a Steve para defenderme.

─Si vuelvo a presenciar una falta de respeto más hacia Sharon no será la única que abandone el proyecto.

Y así fue como intentaron tratarme como a una más, gracias al gran Capitán América. Aunque me hubiesen dado algunos minutos más de aparición en sus filmes, siempre era para dar la razón a los comentarios del Capitán y para asegurar mi fidelidad a su bando y a la patria.

Osea, que era el perrito faldero.

Pero pronto eso se acabó y pudimos volver a alguna de las pocas actividades que sí me gustaban de mi trabajo. Estaba dando unas pequeñas clases de defensa personal a mujeres y a chicas jóvenes en el centro de asociación de vecinos de Manhattan, que era donde residíamos por el momento.

Giselle y algún encargado más me acompañaban en ella, pero esta vez contaba con la presencia de Steve. Por suerte esta vez no llevábamos nuestro ridículo uniforme de barras y estrellas sino un simple pantalón militar y una camiseta negra. Era la primera vez que veía a Steve con ropa del ejército después del Suero, y sino llega a ser por mi auto control, mi boca podría haber tocado el suelo.

─Te ves bien -dijo sonriéndome.

Vestía exactamente igual que él, pantalones de camuflaje, camiseta de manga corta negra encima y botas del mismo color. Recogí mi melena, la cual había crecido notablemente estos últimos meses, y asentí devolviéndole la sonrisa.

─Usted también, Capitán -contesté con los brazos en jarra- Pero dejemos los cumplidos para otra ocasión y empecemos con la clase, ¿quiere?

─A sus órdenes -asintió haciendo el saludo militar.

Cruzamos el pasillo y atravesamos la puerta que daba a la gran sala llena de mujeres y chicas de más o menos mi edad. En cuanto se percataron del acompañante que tenía al lado, guardaron silencio. Giselle estaba a un lado de la habitación junto a Jeff, observándonos.

─Buenos días -saludé- Gracias por estar aquí. Me llamo Sharon Carter y él es mi acompañante, el señor Steve Rogers. Durante esta semana no sólo aprenderán a saber defenderse de cualquiera que intente atacarlas, sino a saber reclamar lo que os pertenece como mujeres.

Giselle me miró con una ceja alzada. Esto no estaba en el programa. Di un paso al frente y Steve continuó en su misma posición, con las manos detrás de la espalda y su cuerpo recto y erguido. Casi parecía un muñeco de porcelana. Era tan bello como uno.

─Cuando me propusieron organizar estas clases de defensa para ustedes, me indigné. Me indigné muchísimo -comenté- Pero no se lo tomen a mal, no es nada personal. Estoy encantada de enseñaros lo que yo sé sobre el tema, realmente me hace mucha ilusión que aprendáis a moveros con seguridad ante alguien que intenta abusar de vosotras. Pero, no lo pude evitar, me indigné.

Caminé de un lado a otro de la habitación observando el rostro de cada mujer ahí presente. Algunas me miraban con atención esperando que procediera a explicarme, pero otras se veían tentadas a repasar con la mirada a Steve. Puse los ojos en blanco. Era patético como la mujer se dejaba caer a los brazos de una cara bonita.

─Pero me indigné por el simple hecho de, ¿por qué tenemos que enseñar a la mujer a defenderse y no al hombre a no violar, a no maltratar?

En seguida un revuelo de comentarios rompió el silencio de la sala y tras varios segundos bastante ruidosos me vi obligada a alzar la voz para hacerme escuchar.

─Tenemos que luchar por el derecho de la mujer, por la opresión a la que nos está llevando la sociedad por el simple miedo a la inferioridad que nos hacen ver. Nosotras no somos menos que los hombres. Que ellos puedan ir a la guerra no los hace más fuertes o más valientes.

Steve me miró de reojo y continué.

─Para mí es mucho, muchísimo más valiente y con notable diferencia, una mujer que cría a sus hijos sola. Que los saca adelante, que tiene que vivir con el desprecio y la marginación de la sociedad.

Giselle hizo un gesto con las manos para que dejara el discurso de lado y procediera con las clases, pero ya no podía parar.

─Ser una buena mujer no es hacer caso a vuestro marido y cumplir con las tareas de la casa sin rechistar, o ser buena cocinera. Ser una buena mujer significa saber respetarse a sí misma y darse a respetar por los demás. Ser una buena mujer es empezar a ser un poco egoísta y luchar por lo que una quiere.

Me quedé callada unos segundos. Ya nadie hablaba ni nadie miraba otra cosa que no fuera yo. Steve, sorprendentemente, había pasado a ser un segundo plano.

Éste estaba mirándome y no sabría decir si lo hacía como si estuviese loca o como si estuviese viendo al presidente de los estados unidos en vez de a mí. Pero el caso es que me miraba, y no dejaba de hacerlo.

─Así que hoy empezaremos aprendiendo a luchar contra aquellos que intenten pasarse de listos, ¿os parece bien?

Aplaudieron y rompieron el silencio sepulcral.

Lo primordial fue enseñarles a ponerse en posición, los puntos débiles a los que debían que atacar primero y a aprovechar cualquier objeto que tuviesen a mano para hacer más fácil y garantizarle la manera de salir victoriosa de cualquier amenaza.

Las primeras dos clases fueron más que nada posiciones de defensa y ataque y consejos para mayor agilidad. Las siguientes lecciones pasaron a ser más prácticas y pudieron hacer los ejercicios por parejas, pero para hacerlo antes debían tener una breve demostración, así que, aprovechando la presencia de Steve, lo hice salir voluntario.

─Si estamos yendo solas por la calle y nos viene un asaltante por detrás -Steve se posicionó a mi espalda- el primer sitio por el que querrá inmovilizarnos es por el cuello -sus brazos rodearon la parte citada de mi cuerpo sin llegar a asfixiarme- Para poder escapar deberemos colocar nuestros pies detrás de sus talones y con un giro de cadera poder darnos la vuelta y así quedar frente a frente.

Representé el movimiento que estaba explicando y cuando quedamos cara a cara traté de mostrar total pasividad y no ponerme nerviosa ante su insistente mirada.

─El asaltante se tomará por sorpresa nuestro cambio de posición y querrá atacarnos de frente, de nuevo yendo hacia el cuello para estrangularnos.

Steve estiró los brazos hacia mi cuello y su mano se cerró alrededor de éste. Sus dedos previamente acariciaron mi piel con sus yemas y me mordí la mejilla por dentro para contener un grito ahogado. La mirada de Steve se hizo más azul y brillante que nunca.

─Obviamente nuestro asaltante no tendrá tanto cuidado como el señor Rogers está teniendo conmigo -anuncié remarcando las palabras provocando un destello de picardía en sus ojos que me hizo poner en blanco los míos- Así que sus manos ejercerán más presión sobre nuestro cuello y por tanto la pérdida de oxígeno será más rápida o casi inmediata. En ese momento será de vital importancia no perder los nervios, así que tendréis que atacar rápido para evitar quedaros sin aire.

Las chicas estaban imitando mis movimientos y escuchaban con precisa atención lo que mi voz les dictaba. Era casi imposible de creer que un grupo de treinta mujeres estuviesen haciendo caso a mis palabras.

─Pasaréis un brazo por los de nuestro atacante de manera diagonal y haréis fuerza hacia abajo para liberar el agarre. Ahí es cuando deberéis atacar en los costados con rapidez ya sea con los codos o las rodillas.

Di varios golpes seguidos a Steve no muy fuertes y éste reaccionó de la manera que esperaba, llevándose las manos en las costillas para protegerse de los futuros aventones.

─Al estar el oponente medio agazapado para cubrirse el costado, lo agarraremos de los hombros para tener un punto mayor de fuerza, golpearemos su estómago con la rodilla y con nuestras piernas lo haremos caer hacia atrás haciendo presión por sus tobillos.

De un rápido movimiento logré derribarlo y conseguir que su espalda chocara contra el suelo en un golpe seco.

─Hincaréis la rodilla en su pecho, en el centro de éste, para privarle de aire y golpearéis su cara.

Puse la rodilla en su pecho fuerte y fornido y cuando fui a flexionar el codo para lanzarle el primer puñetazo, su mano me agarró del talón y me hizo caer hacia atrás. Steve se levantó rápidamente aprovechado mi despiste y se colocó encima de mi abdomen con las manos alrededor de mi cuello. Traté de buscar la manera adecuada de hacer llegar de nuevo el oxígeno a mis pulmones y controlar mis inevitables nervios que se sentían como pequeñas descargas eléctricas por mi piel.

─Pero primero aseguraos de inmovilizar también las manos a no ser que queráis que os pase lo mismo que la señorita Carter.

Las mujeres rieron con coqueteo, obligándome a poner los ojos en blanco.

─Entonces también deberéis reaccionar y poner en práctica uno de los consejos que os he dado: aprovechar sus puntos débiles -alargué el brazo hasta su cara y coloqué los pulgares en las cuencas de sus ojos- Vuestro atacante en seguida se echará para atrás y vosotras tendréis que hacer fuerza con el abdomen y empujarlo para conseguir quedar de nuevo encima de él.

Ejercí presión sobre sus ojos sin llegar a lastimarlo ya que no quería que nada le pasara a Ojos Azules y con la fuerza que tenía hice golpear su espalda contra el suelo y yo colocarme a horcajadas sobre su pecho. Conseguí hincar las rodillas en sus manos e inmovilizarlo.

─Y así es como volveréis a libraros del ataque de vuestro asaltante.

Steve y yo, ambos en busca de aire, nos miramos y asentimos conformes con el resultado mientras, jadeantes, luchábamos por encontrar la manera de hacer llegar oxígeno a nuestra sangre. Los últimos movimientos habían sido más rápidos y duros que los anteriores, como si ya no estuviésemos tratando de demostrarles algo a aquellas mujeres sino a nosotros mismos. Todavía encima de él, me concentré en cómo sus manos no estaban más bajo mis rodillas sino encima de éstas mismas.

Los nervios en mi estómago se incrementaron y las tiernas cosquillas que parecían ser pequeñas descargas eléctricas acabaron por darme un rampazo que me hizo apartarme de él en seguida.

Le tendí una mano a Steve para ayudarlo a ponerse de pie pero en seguida tuvimos que soltarnos cuando de pronto nos recorrió la misma sensación punzante.

─Bien -asentí tratando de parecer normal cuando ambos estuvimos de pie al lado del otro. De momento parecía que nadie se había dado cuenta, incluso nuestros representantes parecían ajenos a lo que acababa de pasarnos. Miré a Steve de reojo y me di cuenta que éste tenía el ceño fruncido y con la mirada fija en mis manos- ¿Quién quiere que el señor Rogers sea su pareja para practicar el ejercicio?

En seguida treinta pares de manos se levantaron con revuelo y agitación, haciéndome poner los ojos en blanco. Steve se las apañó como pudo para poder practicar con todas las mujeres y yo mientras me aparté a un lado de la habitación para respirar tranquila. Retomé la calma, esta vez con éxito, y analicé mentalmente la situación. Ya de por sí estaba nerviosa cuando Steve, por algún que otro motivo, lograba tocarme de una manera no profesional en cuanto a los ejercicios. Pero la cosa no iba más allá de tontos nervios o las típicas e idiotas mariposas en el estómago. A medida que nuestra cercanía se incrementaba y nuestra proximidad era mayor, los nervios aumentaban y con ellos se hacia presente la molesta sacudida eléctrica que nos había hecho separarnos a los dos de golpe.

Miré mi mano, aquella con la que había intentado levantar a Steve del suelo, y me percaté que la piel de esta estaba roja y sensible al tacto, con un incesante hormigueo en la punta de los dedos que los hacía parecer estar dormidos.

No sé que había pasado, pero esto no se debía simplemente a que Steve me gustara más de lo normal. Algo estaba mal con mi cuerpo desde hacía tiempo.

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¡Hola, hola! Este capítulo me dio problemas para escribirlo pues no sabía como describir los movimientos de pelea y tuve que ponerme algunos vídeos para aclararme, así que si veis algo raro o que no quede muy bien no me lo echeis mucho en cuenta, es que no soy muy buena para narrar escenas de batallas y cosas por el estilo, posiblemente os deis cuenta cuando lleguen los capítulos de acción.

Bueno, sé que este capítulo sigue siendo de relleno y el que viene por desgracia también lo será, pero creo que os gustará y no os gustará al mismo tiempo. Tengo unos cuantos capítulos ya escritos porque el lunes mismo empiezo las clases y no voy a poder escribir con tanta frecuencia, pero no os preocupéis porque no abandonaré esta novela. Estoy muy ilusionada con ella y me gusta mucho como está quedando. Ya he adelantado capítulos hasta el momento en el que Steve y Sharon rescatan a Bucky, pero para ello tendreis que esperar un poco.

He decidido que los días oficiales de publicación serán los viernes, pero por si algún motivo no pudiese subir ese día ya avisaría de todas formas.

En fin, ya no tengo nada más por comentar, sólo agradecer de nuevo la cantidad de visitas y votos que dejáis en los capítulos.

Hoy tengo una pregunta que siempre me la hago a mí misma muchas veces. Es obvio que todas aquí adoramos al señor Chris Evans y que cualquier papel que haga es perfecto, pero, si os viniera Johnny Storm de Los 4 Fantásticos, tan sarcástico y divertido, o Steve Rogers, tan educado y formal, ¿a quién elegiríais y por qué?

¡Besos a todxs!

-Mina Vega, xx

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