Capítulo único: Snowflake
Era una tarde nublada, aquellas en las que el pronóstico te advierte que no salgas por el fresco clima y de aquellas donde casi no hay nadie rondando por la calle, a menos que estén totalmente abrigados.
Claramente, la rubia no tomó aquella advertencia como algo que le impidiera salir del apartamento donde se alojaba, sino todo lo contrario.
Ella venía de Tailandia, y allí no sucedían cosas como las que pasarían en Sur Corea en unos instantes.
Sus botas de lluvia la llevaron hacia un parque casi desierto, con excepción de algún que otro adolescente o niño acompañado por sus padres.
Tal cual como el pronóstico lo predijo, la nieve comenzó a caer sobre aquella ciudad de Corea Del Sur. Y puede parecer algo tonto o irreal, pero aquel primer copo de nieve de perfecta forma ─como aquellos que se aprecian en las películas─ lo tomó una joven rubia llamada Lalisa, quien había mantenido su brazo en alto esperando a que, de milagro, algún copo cayera en su guante.
Aún así, ella jamás imaginaría que aquel pequeño fragmento era el primero en caer del cielo.
Mientras Lisa jugaba con la nieve ganándose miradas desconocidas con mezclas de rareza por estar riendo sola y con ternura a la vez, ya que la rubia se comportaba de una forma adorable; en un café no muy lejos de allí se encontraba un joven que se ganaba varias miradas -al igual que Lisa- en donde se encontraba.
Era cierto que en el exterior hacía un frío terrible y que solo una mente loca estaría afuera con el fresco clima, pero aún así las miradas que Jungkook recibía lo incomodaban demasiado. Pero no se movería de allí. Tenía sus motivos.
Si bien hacía una temperatura realmente baja y sentía sus cabellos semi rubios casi congelarse, Jungkook sabía que aquel café donde estaba era el favorito de su madre y solo le bastó una vez ir allí para comprobar el porqué. Con deliciosos menús, una pequeña biblioteca y señal WiFi hacían que aquel lugar cumpliera con los requisitos que convertían a aquel su lugar favorito. Y ahora lo era del castaño también.
Sentado en el balcón que ofrecía el lugar, el castaño esperaba tiritante a que alguna mesera tomara coraje y viniera a tomarle su orden.
Aprovechó la espera para echar un vistazo más a fondo en donde estaba. Era un balcón de pura madera oscura, amplio y con flores que colgaban hacia el vacío. Luego de interrogar a una de las meseras, Roseanne, pudo comprobar que el lugar en donde él estaba sentado en esos momentos era el mismo en donde su madre solía sentarse.
Y como si con el pensamiento fuera llamada, la mesera del lugar, Rosé, se aventuró a tomar la orden de Jungkook.
Ella lo conocía incluso antes de que el semirubio comenzara a venir al café. Su madre siempre hablaba de lo orgullosa que estaba de él y de su leve temor a las personas, en especial a las mujeres. Si bien Jungkook ─completamente avergonzado─ le habló con el fin de conocer más lo que su madre hacía en lugar, no le hizo falta mucho tratar como a su hermano al hijo de la señora que la había tratado a ella, Rosé, como la hija que nunca tuvo. Ella y su novio Jimin la querían mucho, por lo que harían lo mismo con el castaño.
Muriéndose de frío, Rosie tomó la orden e inmediatamente corrió adentro para prepararla y, luego de un rato, salir con un café junto con medialunas de nuevo al balcón.
Jungkook, luego de saludar a su amiga, le dio un primer sorbo a su café; agradeciendo internamente por sentir algo cálido al fin.
Lleno de nostalgia, acarició el libro que había tomado -con permiso- de la pequeña biblioteca del lugar.
Su madre amaba ese libro, su madre realmente quería estar allí, para acompañar a su hijo. Su madre murió a causa de un accidente automovilístico hacia exactamente un año.
Justo cuando Jungkook comenzaba a sentir sus ojos arder, algo extraño cayó en su nariz.
El segundo copo de nieve.
Prediciendo que nevaría en aumento, Jungkook dejó el dinero correspondiente en la mesa de dos, ocupada solo por uno, y salió de la cafetería; aquel lugar que su madre tanto amaba y sin dudas era un lugar ideal para ir a leer. Ideal para ella.
Caminó por las calles que comenzaban a llenarse de nieve en busca de una distracción, aunque no sabía cual podría ser una, ya que ni siquiera amigos tenía. Pero no quería llorar en medio de una de las calles más transcurridas.
Sus pies, como si funcionaran por si solos, lo llevaron a una banca de cemento de algún deprimente parque. No supo lo cansado que estaba hasta que se sentó. Vaya a saber cuanto tiempo estuvo caminando.
Si bien no hacia tanto frío cuando el salió de su casa comparado al que hacía en esos momentos, Jungkook se abrazó a si mismo en un intento de mantener el calor. Llevaba un suéter blanco ─como la mitad de su guardarropa─, unos jeans negros y una chaqueta de cuero del mismo color. Al principio creyó que estaba abrigado, pero a medida que la nieve iba cayendo se dio cuenta que estaba equivocado.
Luego de unos minutos acompañados por pensamientos que cruzaban por su mente, se levantó de la banca con intenciones de irse a su casa
Pero una helada sensación en su espalda lo detuvo.
Una bola de nieve impactó en la parte alta de su espalda, casi en su nuca, rodando por esta hasta caer en el suelo. Jungkook, indignado y sorprendido, se dio la vuelta para ver que estaba pasando. Sus ojos se encontraron con los de una rubia con expresión de "opss" quien sostenía otra bola de nieve en una de sus manos.
Efectivamente, la rubia era Lisa, quien ─con el fin de divertirse y no aburrirse─ había elaborado un juego en el que debía tirar bolas de nieve hacía cierto punto; pero falló terriblemente a tal punto de que una de sus "armas blancas" terminó impactando en la espalda de un desconocido.
Jungkook, para sorpresa de Lisa, le tiró una bola de nieve a ella; la cual impactó en su pecho cubierto por un tapado rojo y rodó hasta terminar en el suelo.
Cualquier persona normal abría tomado eso como señal de advertencia, se hubiera disculpado y se habría ido sin más; pero Lalisa Manoban justamente no era una persona normal.
Ella le tiró otra bola de nieve. Increíblemente, Jungkook se la devolvió. Y ella también. Y así es como se término una guerra de nieve entre ellos, dos perfectos desconocidos.
Lalisa, entre risas, lanzaba bolas de nieve al igual que Jungkook, quien se deleitaba con las risas de la rubia desconocida. Buscaba una distracción y, de la manera más rara y causal posible, la encontró.
Las lágrimas que antes amenazaban por salir de sus ojos se convirtieron en risas contagiadas por la rubia.
Eran risas sinceras, casi ajenas al hecho de que se encontraban en un parque cubierto de nieve; con la escasa gente que había en el que los miraba y más de uno habrá pensado que eran pareja.
Lisa, una vez más, falló con su puntería. Una de sus bolas blancas dio en la espalda de una persona corpulenta, la cual parecía que fue sacada de una película de mafiosos y, sin pensarlo dos veces, la rubia tomó la mano del semi rubio aún desconocido para ella, quien, por algún motivo quedo en shock, y se echó a correr. Tal vez este le agradecería más tarde, ya que el aura del aparente matón, no era para nada buena.
Jungkook no puso resistencia a la rubia desconocida para el, ya que notó que el viejo comenzó a seguirlos y no le quedó otra opción que correr.
Tal vez la mano de la chica cubierta por su guante le traía calidez a su mano totalmente expuesta.
Al cabo de unos pasos, Jungkook tomó el control, dejándolos a ambos en la cafetería en donde el había estado antes; notando que en ningún momento el fuerte agarre de su mano se había apartado de la linda desconocida.
Para terminar de despistar al hombre, subieron al segundo piso, donde Rosé los vio. Por sus manos entrelazadas y sonrojo ─que en realidad se debía a que corrieron bastante─, la mesera tuvo la impresión equivocada. Sonrió. Pensó que su pequeño amigo Jungkook al fin tenía novia. Y vaya que era linda.
Tras palabras atropelladas de Jungkook y la confusión de Lisa, Rosé prácticamente los empujó para que vayan hacía el balcón para que tuvieran un tiempo a solas, repitiendo una y otra vez: "La casa invita".
Se sentaron en la misma mesita que el semi rubio había ocupado antes, solo que esta vez si estaba ocupada por dos personas. Aún con la cara de confusión plantada en Lisa, solo porque era muy curiosa, se terminó quedando en el lugar; porque había un pequeño dibujo de un personaje de Disney en una de las paredes.
Como nadie se había aventurado a recoger las cosas que Jungkook había tomado antes, todo quedó en su lugar, incluyendo el libro que el había tomado antes. Libro que Lisa tomó, reconociéndolo instantáneamente con una gran sonrisa en su rostro.
❝첫 번째 눈송이 ━━ The first snowflake❞
El libro trataba de un joven y su vida luego de la muerte de su madre quien le había prometido que algún día, cuando menos lo esperara, encontraría a aquella persona especial que sanaría sus heridas.
❝El primer copo de nieve es el mas valiente por caer primero y, a su misma vez, el más frágil por ser el primero en toparse con la crueldad del mundo. Aún así espera que alguien perteneciente a ese mundo lo salve, algún guante que lo amortigüe de una dura caída.❞
Ellos solo eran dos desconocidos que se encontraron por casualidad, pero sin dudas a paso del tiempo y de sus decisiones, se convertirían más que eso.
Donde Jungkook es como un copo de nieve y Lisa es un guante que, inesperadamente, lo salva.
FIN.
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