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El viaje hacia el bosque encantado resultó ser más largo de lo que Jack esperaba, cuando el auto se detuvo por última vez la bolsa de chocolates que tenía en su regazo solo contenía la mitad de los chocolates que la ocupaban inicialmente. En todo el camino se mantuvo con la mirada puesta en el paisaje borroso que dejaban atrás, su cerebro había estado en silencio todo el tiempo, cualquier pensamiento que intentara surgir era empujado hasta el fondo de su mente, casi podía fingir que solo estaban teniendo un paseo de familia.

Sam y Dean habían abandonado el auto apenas se detuvieron frente el bosque sin notar el cambio de actitud del nefilim que dejaron atrás, aún en el auto Jack se sintió mareado antes de escuchar voces susurrando a su alrededor, todo su cuerpo enviando alertas de peligro a su cerebro. La energía que provenía del bosque le hacía sentir que se estaba ahogando, pero al mismo tiempo era como si lo estuviera invitando a adentrarse en el bosque.

—Jack, ¿Estas bien?—la voz de Sam se escuchaba distante, pero fue suficiente para callar las voces que susurraban a su alrededor.

El nefilim parpadeo un par de veces asintiendo aunque la mirada sospechosa de Dean le dejo saber que no le creían nada, y él tampoco creía que estaba bien, sobre todo si se encontraba de pie frente al bosque cuando hace apenas un segundo estaba dentro del auto.

—Puedo sentir un gran poder venir del bosque—decidió responder después de pensarlo por un tiempo.

Sam y Dean compartieron una mirada cargada de preocupación por el evidente cambio en la actitud del nefilim, pero no dijeron nada y decidieron ingresar al bosque siguiendo al medio ángel. Ambos ignorando la sensación de estar siendo vigilados mientras caminaban entre los árboles.

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Jack estaba despierto.

Jack había despertado de un hechizo que ni el mismo Dios podía romper.

Las ganas de asesinar a cualquiera que se atreviera a pararse frente a ella mientras recorría los pasillos del infierno aumentaban en Aurora, podía escuchar los pasos de Lucifer a una distancia considerable, parecía que el arcángel menor tenía miedo de provocar la ira de su hermana y nadie podía juzgarlo por eso. La mayor de los arcángeles era una bomba de tiempo cuando algo le molestaba, incluso antes de ser desterrada del cielo, el resto de sus hermanos siempre intentaban ayudarla a mantener la calma cuando estaban frente a su padre sabiendo que en esos momentos era cuando más se molestaba.

Incluso ahora Lucifer intentaba mantenerla en calma, secretamente deseando que Gabriel estuviera con ellos para aligerar el ambiente con alguna de sus ocurrencias. Ah, como extrañaba esos tiempos, antes que su padre les arruinara la vida y dejarán de considerarse hermanos.

—¿Qué haremos ahora?—Lucifer cuestionó cuando el silencio comenzó a sofocarlo.

—Encontraremos a tu hijo, pero no te preocupes, no seré dura con él.

Un movimiento desinteresado de manos abrió las puertas de la sala del trono permitiéndoles ingresar, la sala estaba completamente vacía y el olor a muerte había desaparecido casi por completo gracias a la falta de violencia en el lugar. Lucifer cerró la puerta tras ingresar a la sala y se quedó de pie junto a uno de los estantes que ocupaban el lugar observando como su hermana sacaba ingredientes de otros estantes para hacer un hechizo.

—¿Pusiste un rastreador en él?

—Es una amenaza a mis planes, necesito tenerlo vigilado—la rubia lanzó una mirada en su dirección—, tu hijo es uno de los seres más poderosos que existen en la tierra.

—Bueno, es mi hijo—la rubia puso los ojos en blanco al escuchar a su hermano.

—No creo que eso sea algo bueno para él.

Lucifer le dio una mirada ofendida a su hermana, aún cuando sabía que su hijo nunca lo aceptaría como padre le dolía escucharlo de otras personas, incluso si solo lo decían como una broma.

—No es tu culpa—la voz de Aurora se suavizó al decir aquellas palabras—, es culpa de él.

—Tu eres la única que lo ve de esa forma—el menor se cruzó de brazos.

—En algún momento todos se darán cuenta.

Yo haré que se den cuenta, pensó la rubia mirando la sonrisa triste de su hermano menor.

Un suspiro pesado escapó de sus labios, pensar en todo lo que habían pasado solo para entretener a su padre hacía que un sentimiento de amargura se instalará en su pecho y el odio a su padre aumentará.

Sus ojos se fijaron en el tazón frente a ella y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver la respuesta a sus problemas en el. El tazón estaba lleno de un líquido negruzco que generaría asco en cualquier persona común, burbujas comenzaron a generarse en el tazón que segundos después se volteo a un costado dejando que su contenido se vaciara sobre el mapa en la mesa.

—Lo tengo.

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En el bosque lo único que se escuchaba eran sus pisadas, no había el típico cantar de las aves ni el movimiento constante de animales corriendo entre los árboles, si se detenían todo lo que serían capaces de escuchar sería el silencio que reinaba en el bosque. Jack era quien los estaba guiando entre los árboles y plantas que lucían peligrosas, según Dean, el nefilim estaba intentando rastrear la fuente de poder que emanaba el bosque, a medida que se acercaban a la fuente de poder los hermanos comenzaron a sentir una presión en sus pechos que no les dejaba respirar de forma correcta. Dean se detuvo cuando la presión se volvió insoportable, la sensación de ser ahorcado hasta quedar sin aire comenzó a hacerse presente logrando que perdiera el equilibrio y cayera al suelo de rodillas.

Sam fue el primero en reaccionar al ver como su hermano se derrumbaba en el suelo comenzando a llamarlo con insistencia, el nefilim se quedó de pie unos pasos más alejados de los hermanos con la mirada puesta en la cueva que parecía haber aparecido de la nada a su derecha. Jack intentó dar un paso hacia la cueva al sentir el poder dentro de ella llamándolo, pero antes de poder lograrlo su visión se tornó negra y se desplomó sobre el suelo casi como si estuviera sin vida, asustando a Sam en el proceso.

—¿Jack? ¡Jack!—el menor de los Winchester sacudió al nefilim intentando despertarlo sin éxito alguno.

—Sammy...

La voz de su hermano le hizo girar, este parecía a punto de seguir el camino del nefilim, su rostro estaba más pálido de lo que podía ser considerado normal y su mano temblaba gracias al esfuerzo que estaba haciendo para señalar la cueva que se encontraba frente a ellos.

—Ve.

A pesar de querer tomar a su hermano y al hijo adoptivo de su amigo Sam se levanta dejándolos atrás centrándose en encontrar la espada que solucionaría sus problemas. Antes de ingresar a la cueva encendió un flashlight y elevó su arma para protegerse de cualquier ataque.

Sin embargo, la cueva parecía estar vacía, tampoco parecía ser muy grande ya que apenas ingresó solo le tomo un par de pasos antes de quedar frente a una pared de piedra, su confusión se vió reflejada en su rostro mientras giraba iluminando toda la cueva, habían símbolos que reconocía como enoquiano en las paredes acompañados de dibujos de diferentes plantas y animales. Cuando regresó su mirada a la pared con la que se había topado antes esta ya no estaba, en su lugar había un pasadizo iluminado con antorchas en las paredes.

Con pasos suaves pero decididos se adentro en el pasadizo deseando terminar con aquel asunto lo más pronto posible, el pasadizo no era muy largo y lo guió hasta un espacio abierto lo suficientemente grande como para tener un pequeño arroyo en medio, el lugar estaba lleno de flores y árboles que parecían brillar bajo la luz del sol que ingresaba por entre los pequeños agujeros que dejaban las enredaderas que intentaban cubrir el hoyo en el techo del lugar. En medio del arroyo había una isla que era del tamaño perfecto para el ataúd de cristal que la ocupaba, desde donde estaba Sam podía ver a la persona que estaba dentro del ataúd, una mujer de piel blanca y cabellera rubia se encontraba rodeada de pétalos de diferentes flores sobre unos cojines rojos que contrastan con su vestido azul rey y la corona de oro en su cabeza.

Mientras más observaba a la mujer dentro del ataúd más atraído se sentía, sin darse cuenta ya se encontraba en medio del arroyo que rodeaba el ataúd, la sensación del agua fría contra su piel caliente le hizo despertar de su ensoñación, confundido miró a su alrededor y casi cae de espaldas en el arroyo cuando captó la figura de alguien observándolo desde la oscuridad del pasadizo por donde había ingresado, notando que las antorchas se habían apagado por si solas.

—¿Quién está ahí?—intento salir del arroyo pero sus pies no le respondían—¿Quién eres?

La figura se movió en su dirección con pasos apenas perceptibles hasta que fue visible bajo la luz que se filtraba por las enredaderas, lo primero que sus ojos captaron fue la corona de oro que llevaba la otra persona sobre cabellos que se asemejan al mismo oro de esta, al notarlo le toma un segundo darse cuenta que es la mujer del ataúd y por instinto lleva su mirada a este solo para encontrarlo vacío.

—¿Cómo llegaste aquí?—la voz suave de la mujer llega a sus oídos llamando su atención—¿Quién eres?

—Mi nombre es Sam Winchester—la mujer le miró confundida—, estoy en busca de un artefacto antiguo y la entrada de la cueva apareció en medio de nuestro camino, no quise...

—¿Estás aquí por la espada?—la mujer le interrumpió desapareciendo de su visión para reaparecer junto al ataúd—Padre dijo que algún día alguien vendría por ella.

—¿Padre?

—Dios, ¿Aún lo conocen por ese nombre?

La mujer inclinó su cabeza a un costado en un movimiento que a Sam se le hacía muy conocido, en su mente no pudo evitar comparar a Castiel con la mujer frente a él, aún más después de enterarse que al parecer eran hermanos de algún modo.

—Si, aún se le conoce con ese nombre.

La rubia asintió asimilando sus palabras y una sonrisa que podía competir con el sol se dibujó en su rostro mientras que con emoción evidente removía la tapa del ataúd para extraer la solución a los problemas del mundo. La espada brilló al estar en contacto con la luz del sol dejando ver que aún después de pasar miles de años sin usar todavía conservaba su filo de siempre, en la empuñadura de esta se encontraban símbolos enoquianos que brillaron en un azul similar al de la gracia de los ángeles cuando fue extendida en su dirección.

—Cuida de ella, en las manos equivocadas puede ser la perdición de los seres sobrenaturales.

Sam extendió sus manos recibiendo la espada con delicadeza, casi con miedo de romperla, cuando sus manos hicieron contacto con el frío metal de la espada un repentino mareo lo atacó al sentir la oleada de poder que descargó el arma. Su mirada se apartó del metal para mirar a la mujer, pero esta ya no se encontraba frente a él, estaba de regresó en el ataúd de cristal donde parecía dormir en paz. Intentó dar un paso en dirección del ataúd cuando la tierra bajo sus pies tembló haciéndole perder el equilibrio por unos segundos antes de que su visión se tornase negra.

Por otro lado, en las afueras del bosque encantado Aurora también perdió el equilibrio cuando la tierra tembló de forma inesperada, sus ojos brillaron de un azul angelical reconociendo la ola de poder que acababa de azotar el lugar.

—Bien, esto es inesperado.

El arcángel parpadeo un par de veces intentando acostumbrarse al poder que comenzaba a vibrar a su alrededor, al mismo tiempo sintió el llamado de su espada en algún lugar del bosque y no pudo evitar sonreír pensando que su plan estaba llegando a cumplirse con éxito.

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NOTA DE AUTOR:

Siento mucho la demora, si no han visto en mi tablero de anuncios, tengo una alergia que no me deja vivir en paz y eso me trae con los ánimos por el suelo, lo que me lleva a perder la inspiración para escribir.

Espero les haya gustado este capítulo, me costó algo escribirlo, pero la última parte me encanto porque ¡Oficialmente se introduce a Cassiopeia a la historia!

Cassiopeia es el personaje principal de mi libro Mother Nature que será continuado una vez termine The First Archangel, hablando de eso, solo quedan 4 capítulos más para que se acabe ¿Tienen alguna teoría de como va a terminar?

Por otro lado, tengo pensado escribir un fic desestresante. Es decir, quiero escribir un fic de capítulos cortos que no exija tanto como este, el fic estaría centrado en Miguel reviviendo a sus hermanos y cuidandolos, la idea es que los tres arcángeles sean bebés y no tengan memorias de sus vidas pasadas hasta que crezcan lo suficiente. ¿Les gustaría leerlo?

Lu.

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