Capitulo 6: El espíritu de aire

Los tres alquimistas se encontraban enfrente del despacho de Mustang por su siguiente misión.

Mustang: Su misión ahora consistirá en ir a un pueblo del norte y investigar sobre los recientes tornados que se forman de la nada.--miró a los alquimistas.

Wanda: ¿Tornados? --pregunta la chica.

Edward: ¿Otra vez de la nada aparecen cosas?--pregunta el rubio.

Mustang: Esta vez, segun oí, hay testigos de que vieron una criatura moverse por los aires.

Edward: Esta bien, iremos a averiguar.--los tres procedieron a irse.

Mustang: Escarlata ----llamó a la castaña.

Wanda: ¿Si coronel?--pregunta.

Mustang: ¿Crees poder calmar a la criatura como hiciste con el de tierra?--pregunta el azabache.

Wanda: ...No lo se...-en eso se acordó de algo- Ed, Al, esperenme afuera -miró al chico y a la armadura.

Edward: Esta bien, no tardes -se va con su hermano.

Mustang: ¿De que quieres hablar hija?-pregunta con intriga.

Wanda:--lo mira- Ultimamente me has estado enviando a hacer misiones con ellos y quisiera hacer tan solo una misión sola...¿Acaso no confias en mi?

Mustang:  Si, confió en ti, pero...eso no lo decido yo, hija. Ademas confio en que tu evitarás que ellos se metan en problemas.

Wanda: ¿Solo eso?

Mustang: Si, ahora ve con ellos.

Wanda: Esta bien --se va- *¿De verdad confias en mi, papá?*

Mustang:--en sus pensamientos- *¿Hasta cuando tendré que ocultarselo?*

Mientras tanto, los hermanos Elric y la joven Mustang estaban a punto de tomar el tren para dirigirse hacia su destino.
Alphonse observaba de reojo a su compañera, notando lo decaida que se encontraba.

Alphonse: Wanda-san ¿Se encuentra bien? - preguntaba con un tono que detonaba su preocupación.

Wanda: Estoy bien, Alphonse.. Es solo que.. - murmuró la castaña, más fue interrumpida por el rudio del silbato del tren.

Edward: andando, no tenemos tiempo para retrasos. - dijo sin siquiera haber prestado atención en la conversación de sus compañeros.

Wanda: *¿Mi estado emocional es un retraso? Gracias, Edward* - pensó mientras le seguía en compañía de la armadura.

Sin ningún comentario por parte de los tres, suben al tren y se acomodan a la espera de que el fin de aquel viaje al norte llegue pronto.
Durante las primeras horas, Wanda no logró articular ninguna palabra, extrañando a Edward y convenciendo más a Alphonse de que algo estaba ocurriendo con su compañera.

Alphonse: gané - dijo dejando sus cartas en la mesa.

Edward:...Ya me cansé de jugar - habló dejando las cartas y recostandose en el asiento. - Hey, Wanda. - le llamó, más calló al notar que la nombrada se encontraba profundamente dormida.

Alphonse: seguramente no logró descansar bien, es mejor dejarle descansar. - comentó tomando las cartas y guardandolas.

Edward: está bien, creo que yo también dormiré un rato. - agregó mientras se estiraba y se acomodaba en una posición cómoda.

Alphonse: descansa, nii-san.

Edward: hai.. - murmuró entrando al quinto sueño, si que se dormía fácil.

Notando que ambos acompañantes se contaban dormidos, la armadura sacó la maleta de su hermano de su interior, y de éste sacó un libro para entretenerse durante el viaje.
Luego de muchas horas, habían llegado a su destino, aquel pequeño pero avanzado pueblo del que su coronel había hablado, aunque se notaba a leguas que tenía más poblacion que el pueblo de la bestia de tierra.

Edward: Vaya...por lo menos este lugar si hay gente.- comentó analizando su entorno, para luego observar el nublado cielo.

Wanda: Es verdad, además es muy bonito... - agregó también observando el lugar. - ¡Bien! Hay que buscar un lugar para pasar la noche. - dijo mientras comenzaba a caminar con los hermanos.

Alphonse: ¿Creen que deberíamos interrogar a los habitantes sobre aquellos tornados? - preguntó.

Wanda: Papá dijo que ya hay testigos esperándonos en la comisaría local, es mejor encontrar un lugar para asentarnos y después ir hacía allí. - le contestó sin dejar de mirar al frente.

Edward: Luego de eso. ¿Podemos pasar por algo para comer? ¡Muero de hambre! - se quejó mientras apoyaba una mano en su estómago.

Wanda: Tal vez. - contestó simplemente.

Sin previo aviso, su caminar fue detenido por un fuerte viento que les empujaba en dirección contraria. Al mismo tiempo, unos gritos comenzaron a escucharse mientras que las personas comenzaban a correr en dirección opuesta a donde el viento venía.

Local1: ¡¿Que demonios hacen?! ¡Corran! - le gritó uno que pasaba a su lado.

Wanda: ¡¿Eh?! ¡¿Que está ocurriendo?! - cuestionó levantando la voz.

Local2: ¡Es la bestia del viento! ¡Deben esconderse o correr! - exclamó otro comenzando a correr nuevamente.

Wanda: ¡Maldición! ¡Edward! - le llamó.

Edward: ¡Escuché perfectamente! ¡Seguramente está en aquella dirección! - exclamó señalando en dirección a donde el viento empujaba.

Alphonse: ¡¡Nii-san!! ¡¡Wanda-san!! - gritó la armadura, quien estaba alejado debido a que se encontraba ayudando a pueblerinos que se habían quedado atrapados.

Antes de poder reaccionar al llamado del menor de los Elric, ambos alquimistas estatales sintieron como sus pies se despegaban del suelo y eran succionados en dirección a un tornado que se había formado justo sobre ellos.
Aquella anomalía meteorológica habia succionado a ambos alquimistas sin siquiera darles tiempo a reaccionar. Y si previo aviso, éste cambió de dirección bruscamente, alejándose de la armadura, quien trataba de llegar con el objetivo de mínimamente protegerlos de algún daño que podían sufrir.

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El espíritu del aire, es una mariposa hecha de aire y viento. Es capaz de crear tornados, hasta un megatornado capaz de mandar a volar las casas.

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Wanda: Edwaaaar - exclamó tratando de abrir sus ojos, más el polvo que obstruia su vista le impedía hacerlo.

Había perdido a su compañero al verse succionada por aquel tornado, más sintió alivio cuando un cuepro chocó contra ella y ambos se aferraron con fuerza entre si para no volver a separarse.

Edward: ¡Wanda! - gritaba, más su voz era minimizada considerablemente debido al viento del tornado, sentía como su brazo metálico temblaba al igual que el resto de su cuerpo debido al frío y a la falta de oxígeno que comenzaba a hacerse presente.

Wanda: *¡Debo sacarnos de aquí!* - pensaba mientras envolvía al rubio con sus piernas y levantaba sus manos para tratar de subir un pilar lo suficientemente resistente como para mantenerse ante la fuerza del tornado.

Edward: *¡¿Que demonios está haciendo?! ¡Si me suelta seguro sale volando nuevamente!* - pensaba mientras se esforzaba para no soltar a su compañera debido a la fuerza del tornado.

Luego de varios segundos que parecieron eternos, alquimista sintió un dolor fuerte en su brazo izquierdo, habían chocado contra algo. La sensación de la fuerte fuerza del tornado desapareció abruptamente, permitiendole al alquimista abrir los ojos, solo para observar como Wanda desfallecia debido a que gran parte del golpe había recaido en ella.

Edward: ¡Wanda! - exclamó antes de notar como la gravedad hacía lo suyo y comenzaban a caer rápidamente hacia el suelo. - ¡Maldición! - gritó antes de juntar sus palmas y tocar el pilar que su compañera había construido.

El enorme pilar comenzó a deformarse y a reconstruirse en un enorme tobogán hecho de tierra que le permitió al mayor deslizarse con la Mustang en sus brazos.

Edward: Wanda, Wanda, maldición. ¡Wanda! - exclamaba dando leves palmadas en la mejilla de la nombrada.

Wanda: y-ya para.. Me duele todo.. - murmuró presionando sus ojos pero sin abrirlos.

Edward: ¡Eres una estúpida, y estas totalmente loca! - le gritó, pero luego soltó un suspiro. - Pero gracias.. - agregó soltando un suspiro.

Wanda: Todavia.. No me agradezcas. - le contestó poniendose de pié con ayuda del alquimista. - Eso si que dolió. - murmuró poniendo su mano en su nuca, sintiendo como corría un líquido caliente por la misma.

Edward: ¿Eh? - murmuró, más sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el viento volvió a soplar fuertemente.

Delante de ellos, aquel tornado pareció deformarse rápidamente y reducir considerablemente su tamaño. Luego de unos segundos, ambos jovenes pudieron apreciar una extraña figura de una mariposa hecha con agua girando a gran velocidad debido al viento que le daba forma.
Sus aleteos generaban la ventisca suficiente como para levantar los cabellos de los alquimistas a pesar de que estaban algo alejados.

Wanda: Edward... No sabes como manipular el oxígeno o transmutar el agua ¿No? - le preguntó en un susurro.

Edward: ... No es que no sepa, solo que nunca lo practiqué o pude apreciar un círculo para transmutarlos... - le contestó un tanto nervioso.

Wanda: Demonios.. - susurró, esto se le estaba yendo de las manos.

Luego de un sepulcral silencio, en el que solo el aleteo de aquel espíritu se podía sentir, Edward comenzó a correr hacía aquella mariposa para intentar atacarla.

Wanda: ¡No seas tan impulsivo! ¡Estúpido! - le gritó mientras comenzaba a correr detrás de él.

Pero antes de siquiera poder alcanzarlo, una enorme ventisca lo mandó a volar a varios metros lejos de ella, dejandola a sola contra aquel espíritu.

Wanda: *Rubio impulsivo..* - pensaba mientras se cercioraba de que Edward siguiera con vida, más al ver que se levantó como si nada, suspiró para observar nuevamente al espíritu. - *Tal vez puedo calmarlo como con el otro.. Pero sin necesidad de capturarle* - pensó mientras se acercaba lentamente.

Sin embargo, aquella mariposa espiritual había comenzado a atacar nuevamente a Wanda, quien intentaba sobrevivir a las ventiscas que le mandaban. Más de pronto en una de ellas venía algo que no logró apreciar con claridad, más al tratar esquivarle logró hacerle un pequeño corte en su brazo izquierdo.

Wanda: *Si no me cuido terminaré muerta* - pensó mientras se centraba en esquivar. - *Tengo que sacar a Edward de aquí e irnos rápido, no podemos nosotros solos contra eso*. - se dijo mentalmente a si misma.

Levantaba muros para intentar distraerle, más aquel espíritu lanzaba unos simples ataques que destrozan fácilmente las paredes. Al poco tiempo, Wanda notó que los ataques se volvian más rápidos y constantes, por lo cual salió herida al no poder seguir el ritmo para esquivar.

Edward: ¡Wanda! - gritó mientras comenzaba a correr hacía ella.

Wanda: ¡¿Qué haces?! ¡Vete! - le gritó antes de sentir como otra herida era abierta en su pierna derecha.

Edward: ¡No sin ti! - le contestó mientras transmutaba un muro y ayudaba a su compañera a levantarse para comenzar a correr.

Wanda: Realmente estás mal de la cabeza como para no huir.. - murmuró, escuchando un estruendo a sus espaldas

Edward: si estar mal de la cabeza significa que me preocupo y apoyo a los mios, entonces soy un enfermo mental. - le contestó sin mirarle.

Luego de algunos segundos, la ventisca nuevamente hizo lo suyo y ambos salieron volando. El espíritu de nuevo les había seguido y alcanzado, por lo que rápidamente Edward acomodó a Wanda y se colocó en posición de pelea.

Wanda: Realmente no tienes remedio.. - susurró viendole dispuesto a luchar.

Edward: Escucha, el que le derrota, paga el almuerzo. - comentó soltando una risa. - Aunque te advierto que nunca pierdo. - agregó.

Wanda: ¿Que tan mal tengo que estar como para sentirme bien con éste juego? ¡Trato hecho! - le contestó mientras trataba de colocarse de pié.

Sin más que decir, ambos alquimistas se lanzaron a pelear contra el espíritu como si su vida dependiera de ello. Pero por más que lo intentaran, no lograban hacerle ningún rasguño, al contrario, ellos recibían mas daño.

Edward: ¡Maldición! - exclamó al sentir como su brazo bueno comenzaba a fallar.

Esto estaba mal, Wanda ya estaba temblando de rodillas en el suelo, había perdido bastante sangre e iba a morir si no era atendida.
Luego de observar de reojo a su compañera, Edward volvió a tomar carrera hacia aquel espíritu, ignorando todo dolor y esquivando con suma rápidez cualquier ataque.

Wanda: *Ya no podemos luchar. ¿Que demonios quieres demostrar?* - se preguntaba mientras sentía el frio apoderarse de todo su cuerpo.

Edward estaba siendo herido con cada paso que daba, lo que generaba cada vez más miedo en la muchacha.

Wanda: *Detente.. Vas a morir... Basta..* - pensaba tratando de ponerse de pié. - Basta.. Para.. - murmuraba observando con terror puro como su compañero era básicamente masacrado ante sus ojos. - ¡Basta! - dijo comenzando a correr, más sus piernas fallaban y amenazaban con tirarla al suelo con cada paso que daba.

Un recuerdo de su infancia volvía a ella, el como su madre luchaba contra aquella ave de fuego y también era herida, no quería que hirieran a otro ser querido, no mientras ella siguiera con vida.

Wanda: ¡¡Detente!! - gritó a todo pulmón mientras levantaba un muro frente al moribundo alquimista.

Edward deja de escuchar cualquier ruido en su entorno, sin embargo, no era por haber quedado inconsciente, sino que todo había callado abruptamente.
Con sumo pesar, se levantó y rodeó aquel muro que su compañera había creado, encontrandose con una imagen que volvió a dejarle en shock.

Edward: ¿Wa-Wanda..? - preguntó el alquimista, más la dueña de aquel nombre parecía no responderle.

Delante de él, una malherida Wanda se encontraba con sus brazos cayendo a sus costados, con unos extraños ojos rojos que habían hecho dudar a Edward ante la idea de aproximarse. Sin embargo, lo que más le asustó, fue la congelada figura de aquel espíritu delante de ellos.

Edward: ¡Wanda! - exclamó tomandola de los hombros, haciendola reaccionar.

Wanda: E-Edward.. - murmuró volteando a verle.

El ruido del aleteo alertó nuevamente al alquimista, quien se puso en posición de defensa delante de su compañera. Sin embargo, aquel espíritu no les atacó, y se comenzó a alejar rápidamente dejando una ventisca con su pasar.

Wanda: Perdóname.. Por mi culpa estás herido.. - murmuró.

Edward: Eso debería decirlo yo. - le contestó mientras le ayudaba a levantarse.

Sin más, simplemente comenzaron a caminar en una dirección aleatoria, esperando dar con algún pueblo que les diera la atención médica necesaria.

Edward: Somos un desastre. - susurró viendo como la figura de su hermano menor hacía aparición a la distancia.

Alphonse: ¡¡Nii-san!! ¡¡Wanda-san!! - exclamó con terror puro al ver el estado de los alquimistas.

Wanda: Creo que ahora puedo dormirme tranquila. - murmuró.

Edward: Ni se te ocurra cerrar los ojos, Mustang. - le contestó con seriedad.

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