Capitulo 9: Lo que todo lo abarca

El laboratorio estaba en silencio, roto solo por el zumbido intermitente de las máquinas y el eco persistente, que parecía resonar ahora en las mentes de todos, Elara y Kaspar permanecían sentados frente a la ventana de observación que daba al asteroide

La atmósfera en la sala era densa, casi tangible, como si algo invisible estuviera apretándoles el pecho

—No deberíamos... estar aquí— Dijo Elara, su voz apenas un susurro —No pertenece a este lugar—

Kaspar, que había estado mirando fijamente la roca negra, respondió sin apartar la vista

—No...— Asintió lentamente —Pero ya lo sabíamos, ¿no? Desde el principio, algo...— Hizo una pausa, buscando las palabras —Algo nos dijo que no debíamos acercarnos, pero lo ignoramos—

El silencio volvió a caer entre ellos, solo roto cuando la puerta de la sala se abrió de golpe, y Viktor Antonov entró tambaleándose, pálido y con los ojos desencajados

Su respiración era irregular, como si hubiera corrido millas

—¡La vi!— Exclamó, con la voz temblando —¡Está... ahí, justo sobre el asteroide! ¡No puedo... no puedo seguir ignorándolo!—

Kaspar lo miró con una calma perturbadora, mientras Elara se tensaba, su mirada reflejando un miedo que crecía a cada segundo

—¿Qué viste?— Preguntó Kaspar, como si ya supiera la respuesta

Viktor apenas podía articular las palabras, su cuerpo temblaba violentamente, se acercó a ellos, señalando la ventana con una mano temblorosa

—Es... una sombra, pero no... no es una sombra, es como si... como si algo estuviera moviéndose allí, justo en el borde de la realidad, no puedo verla... completamente, pero sé que está ahí, está tejiendo— Su voz se quebró —Está tejiendo algo, algo para nosotros—

Elara apretó los dientes, sintiendo cómo un escalofrío recorría su espalda

—¿Tejiendo?— Susurró —Viktor, ¿de qué estás hablando?—

Viktor la miró, pero sus ojos ya no reflejaban la razón que había conocido antes, eran pozos vacíos, llenos de un horror que no podía comprender

—Es como si... como si estuviera armando las piezas de algo, nosotros somos... somos solo los hilos, ¿entienden?— Su respiración se volvió errática mientras sus manos se retorcían compulsivamente —¡Nos está hilando, formando algo con nosotros! No puedo verlo del todo, pero puedo sentirlo—

Elara miró a Kaspar, buscando algún signo de incredulidad en su rostro, pero él solo asintió, lentamente

—Ya lo vi, también— Dijo en un tono bajo y calmado —Siempre ha estado ahí, desde que llegamos, al principio... era solo un sentimiento, algo en el aire, pero ahora...— Se giró hacia Elara —Está más cerca, ¿no lo sientes?—

Elara cerró los ojos, intentando ahogar la creciente desesperación dentro de ella

El eco en su cabeza se había vuelto constante, casi como un latido que resonaba en cada rincón de su mente

—No... no quiero sentirlo— Dijo, su voz quebrándose —Si lo siento, será real. Y si es real...—

Kaspar no la dejó terminar

Se levantó, con una lentitud aterradora, y se acercó a la ventana, observando el asteroide con una intensidad que parecía traspasar los límites de la realidad

—Lo es, Elara, no podemos escapar de esto, estamos siendo... consumidos por algo más grande que nosotros, algo que ni siquiera tiene forma, solo... presencia—

Viktor se desplomó en una silla, enterrando la cara entre sus manos, temblando violentamente

—He tratado de no mirarlo— Murmuró, su voz un hilo de desesperación —Pero ahora no puedo... no puedo dejar de verlo, cada vez que cierro los ojos, está ahí, la sombra, moviéndose, siempre... moviéndose, nos está observando, ¿verdad? Siempre ha estado observándonos—

Kaspar asintió, con una calma que era tan aterradora como la misma sombra de la que hablaba Viktor

—No es que nos observe, Viktor, es que nosotros... formamos parte de ella, desde el momento en que tocamos ese asteroide, dejamos de ser... nosotros, dejamos de ser individuos, ahora somos algo más—

Elara, que había estado escuchando en silencio, sintió cómo la comprensión la golpeaba como una ola de frío

Todo lo que habían experimentado, las desapariciones, los charcos de líquido negro, las voces que susurraban en su mente... todo apuntaba a la misma verdad

—Nos está usando— Dijo finalmente, casi en un susurro —Nos está... convirtiendo en parte de sí misma—

Kaspar sonrió débilmente, pero no había alegría en su expresión

Solo resignación

—Sí, y cuanto más lo intentamos entender, más cerca estamos de perder lo que queda de nosotros—

De repente, Viktor se levantó de un salto, tambaleándose hacia la puerta

—¡No! No voy a dejar que me consuma, ¡No voy a ser parte de esto!— gritó, con los ojos desorbitados

Kaspar ni siquiera intentó detenerlo

Solo lo observó mientras Viktor desaparecía por el pasillo, sus pasos resonando como ecos vacíos

—No irá lejos— Dijo en voz baja —Ya estamos todos atrapados aquí, no importa lo que hagamos, ya somos parte de la sombra—

Elara no pudo responder

El eco en su cabeza era más fuerte que nunca, y las palabras de Kaspar parecían resonar con una verdad incuestionable

Sentía cómo algo oscuro y antiguo se enredaba en sus pensamientos, algo que no podía ser contenido por el lenguaje humano ni por la razón

—Kaspar— Dijo, su voz apenas un susurro —No quiero ser parte de eso—

Kaspar la miró con una expresión de compasión

Sabía que no había vuelta atrás

—Nadie quiere, Elara, pero no somos nosotros quienes decidimos, no desde que llegamos aquí—

Elara cerró los ojos, intentando no pensar en lo que significaba

Pero el eco estaba allí, susurrándole, mostrándole sombras que no podía ver pero que sentía cada vez más cerca, en el borde de su conciencia

La sombra, esa presencia colosal que Viktor había visto, ahora se cernía sobre ellos, tejida por hilos invisibles que conectaban sus mentes y sus cuerpos a algo mucho más vasto de lo que podían concebir

Mientras las luces parpadeaban una vez más, ambos sabían que no quedaba mucho tiempo

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