Capitulo 8: Razón en Colapso
El laboratorio, antaño un centro de precisión científica, había caído en una atmósfera opresiva, donde el aire mismo parecía estar cargado de una malevolencia invisible
Los pasillos ya no parecían rectos, como si las dimensiones estuvieran deformándose lentamente, reflejando el colapso mental del equipo
El primer desaparecido fue Halvorsen
Su habitación fue encontrada vacía, con solo un charco de un líquido negro y viscoso donde se suponía que él debía estar
Ninguna cámara de seguridad capturó su desaparición; era como si se hubiera desvanecido sin dejar rastro, tragado por una fuerza desconocida
El equipo encontró el líquido horas después, brillando levemente bajo las luces tenues del laboratorio
Elara Volkov se acercó al charco, observándolo con una mezcla de repulsión y fascinación
Las moléculas parecían moverse por su cuenta, como si tuvieran una conciencia propia
—¿Qué demonios es esto?— Susurró, sin atreverse a tocarlo
Kaspar que había estado a su lado, frunció el ceño y sacudió la cabeza lentamente
—No es de aquí, no es de este planeta, ni de este universo— Su voz sonaba lejana, desconectada de la realidad —Todo lo que estamos viendo, todo lo que está ocurriendo... no pertenece a ninguna ley que comprendamos—
Elara lo miró con desesperación en los ojos
Sabía que Kaspar tenía razón, pero aceptar eso significaba admitir que estaban enfrentando algo que jamás podrían entender o controlar
—No puede ser— Murmuró, casi rogando —Tiene que haber una explicación, somos científicos, ¡Maldita sea!— Golpeó una mesa con su puño cerrado, su frustración evidente
—¿Una explicación?— Mikhailov, que hasta ese momento había permanecido en silencio, dejó escapar una risa amarga —Claro, busquemos una explicación científica ¡Quizás este charco de maldita oscuridad es solo agua con un toque de pesadilla alienígena!— Su sarcasmo no ocultaba el terror en su rostro, estaba al borde del colapso, como todos ellos
Esa noche, otros dos miembros del equipo también desaparecieron, dejando solo los mismos charcos negros en sus habitaciones, Mikhailov se había ofrecido a revisar las cámaras de seguridad, con la esperanza de encontrar alguna pista, algo que explicara cómo estos científicos, hombres y mujeres brillantes, simplemente se desvanecían sin dejar rastro
Pero cuando revisó las grabaciones, todo lo que encontró fue vacío
—Nada— Dijo finalmente, dejando caer su cabeza entre sus manos —No hay nada, solo se... desvanecen—
La tensión en la sala de control era palpable
Solo quedaban cinco de ellos, y cada minuto que pasaba sentían cómo su cordura se desmoronaba un poco más
Elara empezó a hablar, su voz temblando mientras las palabras fluían
—¿Y si...— Tragó saliva, intentando contener su creciente pánico —Y si lo que trajimos aquí no es solo una piedra? ¿Y si es algo vivo? Algo que nos está... devorando—
Kaspar se rió en voz baja, pero no era una risa de alivio, era el tipo de risa que solo llega cuando te das cuenta de lo absurdo de tu situación
—Devorando... sí, es una buena palabra— Murmuró, sus ojos sin enfoque —Pero no nos está devorando físicamente, nos está... absorbiendo, somos meros fragmentos de conciencia para esto, piezas de un rompecabezas mucho más grande que nuestras diminutas mentes no pueden comprender—
Mikhailov, que había estado escuchando, se levantó de golpe, sus nervios al límite
—¡Cállate, Kaspar!— Gritó, con el rostro enrojecido de furia —¡No puedo más con tu maldita charlatanería! No somos fragmentos de nada, solo tenemos que mantener la calma, seguir buscando respuestas científicas ¡Esto tiene que tener una solución racional!—
Kaspar lo miró fijamente, sus ojos oscuros y hundidos, y sonrió de manera inquietante
—La racionalidad murió cuando tocamos ese asteroide, Mikhailov, no estamos tratando con ciencia, estamos tratando con algo... mucho más antiguo que nuestro entendimiento, más antiguo que la propia existencia—
Elara, que había permanecido en silencio observando la creciente tensión, se llevó una mano a la cabeza
Sentía el eco en su mente, vibrando como un insecto atrapado dentro de su cráneo, pero esta vez era más claro, casi un susurro
—¿Lo escuchan?— Preguntó en voz baja, mirando a su alrededor
Mikhailov la miró, sus ojos inyectados de sangre
—¿Qué cosa?—
—El eco— Dijo Elara, apretando los puños —Está volviéndose más claro, nos está diciendo algo, pero no puedo... no puedo entenderlo, es como si... nos estuviera llamando—
Kaspar asintió lentamente
—Nos llama porque ya estamos perdidos, porque sabe que no podemos escapar, esto es solo el principio—
Esa noche, Mikhailov desapareció, cuando fueron a su habitación, encontraron la misma escena
El charco oscuro y una sensación densa en el aire, como si algo terrible hubiera ocurrido, Elara, se quedó mirándolo durante lo que parecieron horas, su mente resbalando lentamente en una negrura profunda
—¿Por qué... solo queda esto?— Preguntó al vacío, sus pensamientos ya comenzando a desmoronarse
Kaspar, quien ahora parecía casi ajeno al terror que los rodeaba, miró el líquido con un aire de contemplación
—Este líquido... no es de aquí, es la representación física de lo que somos para esa cosa, nos está reduciendo a... a algo que podemos ni siquiera concebir—
Elara se dejó caer al suelo, abrazándose a sí misma
—Ya no quiero saber más, no quiero seguir aquí—
Pero dentro de ella, había algo, algo que se resistía a su miedo, que luchaba por mantenerse a flote en ese abismo de horror
—No podemos... no podemos detenernos ahora, estamos tan cerca de entenderlo— Las palabras se le escaparon casi involuntariamente
Kaspar la miró, su expresión curiosa
—¿Entenderlo?— Dijo, su voz fría —¿Qué es lo que crees que estamos tratando de entender, Elara?—
Elara no tenía una respuesta clara
Solo sabía que el asteroide, esa cosa que había traído todo este caos, contenía secretos que desafiaban toda lógica humana y, de algún modo, parte de ella ansiaba saber, Kaspar también lo sentía; lo veía en sus ojos
En ese momento, las luces parpadearon de nuevo, y el eco volvió a resonar, esta vez más fuerte, más directo
Ambos lo escucharon claramente: no eran palabras, pero la intención era clara
Una llamada, una invitación a algo más allá de la comprensión humana
—Es... bello— Murmuró Kaspar en un tono casi reverente —Lo que está ahí fuera... lo que está más allá de todo esto—
Elara lo miró, su mente oscilando entre el pánico y una extraña atracción hacia lo desconocido
—Quizás... quizás simplemente deberíamos dejar de luchar— Dijo, y en ese momento supo que estaba sucumbiendo, como los demás
El eco resonaba más fuerte que nunca
Y mientras las luces se desvanecían lentamente, ambos sabían que pronto sería su turno de desaparecer, de dejar solo el líquido oscuro como rastro de lo que alguna vez fueron
Pero una pequeña parte de ellos, lo poco que quedaba de su humanidad, ya no temía
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