Capitulo 15: Los campos del principio y del fin
Kaspar no supo cuándo exactamente dejó de ser él
La transición entre la última fracción de lo que quedaba de su cordura y lo que estaba a punto de suceder fue imperceptible, como si su mente se hubiese disuelto en la inmensidad del cosmos sin su permiso
Lo último que recordaba claramente era el frío
Un frío inhumano que no solo le calaba en los huesos, sino que lo había invadido por completo, como un veneno que arrastraba su ser al borde del abismo
El asteroide... lo había tocado
Y ahora estaba aquí, en algún otro lugar
Un campo inmenso, interminable, se extendía hasta donde su vista podía alcanzar
Al principio, parecía un simple paisaje de trigo dorado, ondeando suavemente bajo un viento sin origen
Pero, a medida que Kaspar avanzaba, tambaleándose, algo en la textura de los tallos comenzó a cambiar
Ya no eran simples espigas vegetales; cada uno de esos tallos vibraba con un brillo inquietante
Se retorcían, fluctuaban en color, en forma
Universos
Cada tallo era un universo, y dentro de ellos, nacían y morían realidades en ciclos eternos.
—No... esto... esto no puede ser real— Balbuceó, sintiendo cómo su garganta se cerraba con terror
Sus ojos intentaban comprender, pero su mente no podía seguir el ritmo
¿Qué estaba viendo?
A medida que se acercaba, Kaspar vio los universos expandirse y contraerse, fragmentarse y colapsar
Mundos enteros surgían de la nada y eran devorados por una oscuridad insaciable, todo en un segundo
Planetas estallaban en cataclismos cósmicos, estrellas morían en silencio, y civilizaciones enteras se alzaban y caían antes de que pudieran tomar su primer aliento
El horror lo golpeó como una oleada de hielo a través de su cuerpo
Era demasiada información
Demasiada realidad
—¡No! ¡No! ¡No debería estar viendo esto! ¡Esto no es para mí!— Gritó, pero su voz sonaba pequeña, insignificante en comparación con la vastedad que lo rodeaba
Nadie, nada, lo escuchaba
Solo existía el campo infinito
Su risa se desbordó de sus labios, una carcajada nerviosa, quebrada
Había visto demasiado
Sabía que sus ojos no deberían ser testigos de estas dimensiones, de estos horrores
Pero la risa no era solo desesperación; era comprensión
En algún nivel profundo, sabía lo que había encontrado
Kaspar cayó de rodillas, sus manos temblando, intentando aferrarse a algo, cualquier cosa que pudiera detener el vértigo de su mente que giraba fuera de control
Al tocar uno de los tallos, sintió la vida de ese universo resonar en él: seres que nunca debería haber imaginado, criaturas amorfas que se movían más allá de los límites de la lógica, entidades cuya sola existencia era una violación a cualquier forma de razón
Todo danzaba ante sus ojos, y él, impotente, no podía apartar la vista
—No... no puedo soportarlo... no...— Su respiración se volvió errática, su corazón palpitando con furia mientras intentaba comprender lo incomprensible
Los tallos comenzaron a cambiar de nuevo
No eran solo universos
Eran él
Kaspar vio su propio rostro en los reflejos de esos mundos
Millones de versiones de sí mismo, en millones de realidades alternativas
En una de ellas, se veía a sí mismo sucumbiendo al vacío, dejando que el asteroide lo consumiera desde el principio
En otra, nunca había llegado al laboratorio y en una tercera... era la sombra
La misma sombra que lo había acechado desde el principio
La sombra que no tenía forma, que no tenía nombre, pero que había estado allí, esperándolo, durante toda la eternidad
Los colores de los tallos se distorsionaron de nuevo, un torbellino de caos que no seguía ninguna ley física
Se retorcían, se expandían y contraían, y Kaspar sintió cómo su propia mente era jalada en direcciones imposibles, destrozada por fuerzas más allá de cualquier comprensión
Su visión se nubló, pero no era ceguera física; era una ceguera mental, como si su conciencia se estuviera desintegrando
Y en ese instante, vio todo
Vio el nacimiento del primer universo: un estallido cegador de energía pura que rompió las cadenas de la nada y dio lugar al espacio, al tiempo
Vio la destrucción de ese mismo universo y la creación de otro, y de otro, y de otro
El ciclo era infinito
Cada universo se elevaba solo para caer, como los tallos en el campo que lo rodeaban
Era testigo de los principios y los finales de todas las cosas
Kaspar se aferró a su cabeza, apretando sus sienes con fuerza, intentando contener la locura que lo invadía
—¡No puedo soportarlo! ¡Es demasiado! ¡Es... es todo y nada!— Gritó, su voz desgarrándose con el terror abismal de quien ha visto la verdad detrás del velo de la realidad
Un susurro resonó en el aire, un eco de las voces que lo habían atormentado en el laboratorio
—Kaspar... lo has visto... el principio... el fin... ahora entiendes...—
Y entonces lo vio
En el horizonte de ese campo infinito, una presencia se alzaba
Una Sombra, más negra que el vacío mismo, se movía lentamente hacia él
No tenía forma definida, pero sus ojos, si es que podían llamarse ojos, lo miraban fijamente desde todas partes
Era la misma sombra que lo había acechado en sus sueños, la misma que lo había mirado a través de las grietas del cosmos
Kaspar tembló
Era el fin
El final de todo
La Sombra lo había estado esperando todo este tiempo, y ahora, finalmente, él estaba a su alcance
—No... no puedo...— Murmuró, lágrimas rodando por su rostro —No quiero ver más... no puedo seguir...—
Pero ya no había vuelta atrás
El campo de universos, los tallos que se alzaban y caían, la vibrante energía del cosmos, todo comenzó a desmoronarse
La Sombra lo rodeó, abrazándolo con un frío tan profundo que ya no sintió miedo
Ya no había espacio para el terror
Solo quedaba el vacío
En sus últimos momentos, mientras su conciencia se desintegraba por completo, Kaspar sintió el peso de una verdad que se derramaba como un veneno en su mente
El conocimiento lo aplastaba desde adentro, desgarrando lo que quedaba de su humanidad, destrozando sus pensamientos y su cordura
No había significado
No había destino
Todo lo que había visto, todo por lo que había vivido y luchado, no era más que una ilusión tejida por una indiferencia cósmica insondable
Su cuerpo temblaba, pero no de frío ni de dolor, sino de una comprensión que era demasiado vasta para cualquier mente mortal
Y sin embargo, esa verdad continuaba filtrándose en él, una verdad que se reía en su cara mientras destruía todo lo que creía saber
—¡No... no hay nada! ¡No hay nada!— Gritó, con los ojos muy abiertos, las manos alzadas hacia el vacío, como si buscara algo, cualquier cosa a la que aferrarse —¡Todo... todo es una broma! ¡Una broma cruel y vacía!— La risa que escapaba de su garganta era incontrolable, rota, como si el sonido mismo estuviera fracturando su mente
Su visión comenzó a nublarse, pero su mente no paraba
No podía detenerse
—¡Nada importa! ¡Ni el tiempo, ni el espacio! ¡Somos... somos sombras, polvo, juguetes de algo... algo que no nos ve, que no nos escucha!— Jadeaba entre risas, su pecho subiendo y bajando descontroladamente mientras el campo vibrante que lo rodeaba parecía burlarse de su desesperación
Las palabras se ahogaban en su garganta, su mente giraba en un torbellino de pensamientos inconexos, chocando unos contra otros
—¿Por qué?... ¿por qué ver esto?— Susurró, su voz desvaneciéndose, mientras su mirada perdida vagaba por el horizonte infinito —¿Por qué... me hicieron ver...? ¡No quería ver!— Los dedos de sus manos se cerraron en garras, intentando agarrar el vacío, pero solo rasgaban el aire, impotentes
El campo a su alrededor se deformaba, los universos en los tallos parpadeaban y explotaban en un caos de colores y formas
Y Kaspar no podía apartar la mirada, condenado a ver
—¡Todo... todo fue en vano! ¡Los sueños, los miedos, las estrellas, las vidas! ¡Nada! ¡Nada!— Gritó, pero ya no había furia en su voz, solo quedaba un eco de horror, de impotencia
Cayó al suelo, y su risa se desvaneció en un gemido ahogado, como el último suspiro de alguien que había visto más de lo que era posible soportar
—No hay... no hay propósito, somos... somos polvo flotando... en un vacío... que no nos ve...— Su voz se quebró en un susurro, mientras las lágrimas corrían por su rostro, pero ya no importaba
Nada importaba
Su mente, fragmentada, ya no podía sostener el peso de la verdad, Kaspar sintió cómo todo lo que era, todo lo que alguna vez había sido, se deshacía en el viento cósmico
La realidad no tenía sentido
Su vida no tenía sentido
Y entonces, rió de nuevo, pero esta vez, su risa no tenía sonido, ni forma
Era la risa de un hombre que había visto el abismo, y el abismo le había devuelto una indiferencia infinita
—Somos solo sueños... de algo que ni siquiera sueña...— Murmuró, mientras su cuerpo comenzaba a desintegrarse junto con su conciencia
El campo a su alrededor quedó en silencio, Kaspar ya no estaba
Nunca había estado
Todo había terminado
El universo siguió su curso, indiferente al destino de un solo hombre
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top