Capitulo 14: Contacto con la Semilla

Kaspar caminaba tambaleándose por los corredores destrozados del laboratorio

El frío ya no lo afectaba; era solo una presencia constante, como un susurro en el fondo de su mente, una voz que se había instalado ahí desde hacía días, o quizás semanas

El tiempo no tenía sentido

No sabía si aún quedaban días, horas, o solo segundos

Todo lo que sabía es que el asteroide estaba llamándolo

Siempre lo había hecho

—Ven... ven...— Una voz resonó a su alrededor, suave, casi maternal, se detuvo en seco, los ojos muy abiertos

—¿Viktor?— Preguntó, girando la cabeza hacia el pasillo vacío, su corazón palpitó con fuerza —¿Eres tú?—

Silencio

Pero entonces, en el rabillo del ojo, una sombra familiar se asomó, Viktor estaba de pie, con la misma bata blanca y su mirada calculadora, aunque sus ojos brillaban con una intensidad extraña, como si algo detrás de ellos lo hubiera reemplazado

—Claro que soy yo, Kaspar— Respondió Viktor, su voz retumbaba como el eco de una campana rota —Siempre he estado aquí, todos lo hemos estado—

Kaspar parpadeó, intentando comprender

Su mente estaba fracturada, rota en mil piezas, pero ver a Viktor frente a él lo reconfortaba... o al menos, le daba la ilusión de normalidad

Dio un paso hacia él, inseguro

—Tienes que tocar el asteroide, Kaspar— Ahora era Elara quien hablaba, apareciendo detrás de Viktor, su rostro no era el mismo de antes, su piel parecía más oscura, como si estuviera cubierta por las sombras que habían estado invadiendo el laboratorio, pero su sonrisa era cálida, casi invitante —Solo entonces lo entenderás, solo entonces verás lo que nosotros hemos visto—

Kaspar negó con la cabeza, temblando, algo en él sabía que esto no era real, que Viktor y Elara estaban muertos, devorados por el asteroide, por las sombras, por algo más profundo

Pero las voces eran tan seductoras, tan cercanas ¿Qué más le quedaba?

—No... no puedo...— Susurró, intentando alejarse, pero sus pies se negaron a moverse, algo en su interior se agitaba, una parte de él quería escuchar, quería hacer lo que le decían

Elara avanzó hacia él, su figura casi flotando

Su rostro se deformaba en algo más allá de lo humano, pero su voz seguía siendo suave

—Kaspar, ya no importa, el frío, la oscuridad, no son enemigos, son... puertas— Se detuvo a unos centímetros de él, inclinándose para susurrarle al oído —Nosotros ya cruzamos... y te estamos esperando del otro lado—

Las palabras perforaron lo que quedaba de su cordura, Kaspar se llevó las manos a la cabeza, apretando con fuerza, tratando de detener los pensamientos invasivos, pero era inútil

Estaba rodeado

Las sombras lo habían alcanzado

Sus "amigos" ahora eran parte de algo mayor, algo que lo observaba a través de ellos

—No... ¡no!— Gritó, pero su voz sonaba débil, casi un eco de lo que una vez fue

Empezó a caminar, tropezando hacia la cámara del asteroide, sintiendo una urgencia incontrolable por estar cerca de la "semilla", como ellos la llamaban

Al llegar, el asteroide lo esperaba en su pedestal, silencioso y oscuro

Las luces parpadeaban a su alrededor, haciendo que las sombras bailaran en la sala, como si tuvieran vida propia

Viktor apareció junto a él, una sonrisa desquiciada en el rostro

—Es el principio y el fin, Kaspar— Su voz era un susurro rasgado, cargado de una sabiduría que ninguna mente humana podría soportar —Solo toca la superficie, solo por un momento... y lo verás todo—

Kaspar alargó la mano, su cuerpo moviéndose casi por sí solo

En lo más profundo de su mente, una parte de él gritaba en contra, rogándole que se detuviera, pero estaba demasiado lejos para oírla

Sus dedos temblaron al tocar la superficie helada del asteroide

El frío lo golpeó instantáneamente, pero no era el tipo de frío físico al que estaba acostumbrado

Este frío lo atravesaba, invadiendo no solo su carne, sino su mente, su alma

Era el frío del Vacío

Y entonces, todo se rompió

Su conciencia se desgarró en mil pedazos, como un espejo hecho añicos

Por un instante, no era Kaspar, ni humano, ni nada de lo que alguna vez había sido

Era parte de algo más grande, algo que se extendía más allá de lo imaginable

Vio el inicio del universo, una explosión de energía pura que dio lugar al caos y el orden, a la luz y la oscuridad

Vio los campos de multiversos, creciendo como vastos jardines cósmicos, donde cada realidad seguía sus propias reglas, torciendo las leyes de lo que era posible

Pero no solo vio la creación

Vio lo que estaba más allá, el Vacío que envolvía todo, un abismo que no tenía fin ni principio, donde el tiempo y el espacio no tenían significado y allí, en medio de ese infinito, vio la Sombra, la misma que lo había acechado en sus sueños

La sombra que miraba con ojos infinitos, observando cómo las realidades nacían y morían

—Esto... esto es...— Kaspar intentó hablar, pero las palabras no salían, no tenía voz, no tenía forma

Era solo un fragmento de algo más vasto, algo incomprensible

El frío siguió apoderándose de él, devorando todo lo que alguna vez fue

Sintió cómo sus pensamientos se diluían, cómo su identidad se convertía en polvo cósmico

La risa de Viktor resonaba en su mente, pero ya no importaba. No había risa, no había dolor, solo la eternidad

—Bienvenido, Kaspar...— La voz de Elara sonó por última vez, antes de que todo se desvaneciera

Y entonces, ya no había nada

El laboratorio quedó en silencio

Las luces parpadearon una última vez, y el asteroide, inmóvil, parecía haberse tragado el último vestigio de humanidad que quedaba

El fin había llegado

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