Capitulo 12: Sombra en los Sueños
Kaspar era el único que quedaba o, al menos, eso creía
El frío intenso del laboratorio hacía que el vaho escapara de su boca cada vez que respiraba, y su mirada perdida reflejaba los resplandores oscuros que aún se agitaban en la superficie del asteroide
El suelo, antes lleno de actividad, ahora solo era habitado por sombras y el eco de sus propios pasos, pero Kaspar seguía hablando
—¿Elara?— preguntó en voz baja, su tono expectante, mientras miraba al rincón de la habitación, donde las sombras parecían agruparse —¿Sabes algo más sobre la composición del asteroide?—
Silencio
Kaspar se giró, con una sonrisa rota, como si la respuesta que esperaba hubiera llegado solo para él
—Ah, sí, claro... tienes razón, tal vez deberíamos probar otro enfoque, quizá si ajustamos los parámetros del espectrómetro...— Murmuraba mientras sus dedos simulaban tocar un panel que ya no funcionaba
El laboratorio no emitía más que crujidos ocasionales, el sonido de una estructura moribunda que ya no podía sostenerse
Y, sin embargo, Kaspar seguía actuando como si estuviera rodeado de sus compañeros, fingiendo una normalidad absurda
Sus palabras flotaban en el aire, vacías, sin destino
—Viktor, ¿puedes revisar los resultados del último análisis?— Preguntó de repente, volviendo la cabeza hacia una silla vacía, donde antes solía sentarse su amigo, nada más que sombras —Sí, sé que estás cansado... pero necesitamos entenderlo, ¿no?—
Se detuvo un momento, su rostro torciéndose en una expresión de desconcierto, como si estuviera escuchando una respuesta imaginaria
—¿Qué quieres decir con que ya no importa? ¡Claro que importa!— Gritó, alzando la voz, pero luego volvió a sonreír, como si se disculpara —No quise gritar, solo... no puedo hacerlo solo, ¿entiendes?—
Kaspar dio unos pasos erráticos por el laboratorio, su respiración acelerándose, Elara, Viktor, Henrik... sus nombres flotaban en su mente, pero las imágenes de sus rostros comenzaban a desvanecerse, a mezclarse con fragmentos de recuerdos imposibles
Cada vez que cerraba los ojos, los sueños regresaban, lo transportaban a campos de trigo, pero el trigo nunca era igual
A veces era de un dorado vibrante, pero, tan pronto como intentaba acercarse, los tallos se volvían de un negro aceitoso, como si el mismo asteroide estuviera invadiendo su realidad y las distancias... nada tenía sentido
Intentaba correr hacia el horizonte, pero los campos parecían alargarse, estirarse infinitamente, como si lo mantuvieran prisionero en un paisaje sin lógica ni razón
Siempre estaba allí, esa sombra
Oscura, vasta, con ojos que no podía contar, que lo seguían de cerca pero nunca lo alcanzaban del todo
La sentía respirando en su cuello, su presencia lo abrumaba, pero cuando intentaba girarse para enfrentarla, todo cambiaba
El trigo se disolvía en negrura, y solo quedaba el vacío
Despertaba jadeando, su corazón latiendo con fuerza, pero con cada despertar, algo más desaparecía de su mente
Una mañana se levantó sin recordar cómo encender la terminal del laboratorio
Al siguiente día, había olvidado cómo pronunciar las ecuaciones básicas que había estudiado durante años
Y ahora... ahora empezaba a olvidar su propio nombre
—Kaspar... soy Kaspar, ¿verdad?— Susurró en la oscuridad, como si necesitara que alguien se lo confirmara. Nadie respondió
Caminó hasta un espejo pequeño, cubierto de polvo
Miró su reflejo, pero lo que vio lo dejó en silencio
El rostro que le devolvía la mirada era extraño, ajeno
Las facciones eran las suyas, pero algo en los ojos estaba mal
Estaban huecos, vacíos, como si fueran las mismas llamas negras que se arremolinaban en el asteroide
Intentó tocarse la cara, pero cuando sus dedos rozaron su piel, sintió un frío profundo que lo recorrió hasta los huesos
—No... no...— Balbuceó, retrocediendo bruscamente
Cayó al suelo, arrastrándose hasta un rincón del laboratorio
El espacio que una vez había sido su hogar ahora parecía una tumba, Kaspar sentía la soledad en cada pared, pero aún más, sentía la presencia de algo que lo acechaba
Las sombras se habían vuelto más densas, más conscientes
Lo observaban
Sabía que lo hacían
Sabía que la sombra que había visto en sus sueños estaba aquí, esperándolo
—Viktor... Henrik... Elara...— Murmuraba con voz temblorosa —¿Todavía están aquí, no?—
Pero sus palabras ya no tenían sentido
Los nombres se le escapaban, sus rostros, sus voces, todo comenzaba a diluirse en su mente, Elara... ¿quién era? No podía recordarlo
Apenas podía recordar los días antes de llegar al asteroide
Y entonces, lo sintió
El laboratorio vibró suavemente, un temblor casi imperceptible, pero suficiente para hacer que Kaspar levantara la cabeza
Algo estaba cambiando
Las sombras en las paredes comenzaron a moverse con mayor intensidad, formando figuras informes, distorsionadas, que parecían burlarse de su agonía
—No... no...— Gimió, apretando los ojos, deseando que todo desapareciera
Pero cuando los abrió, ya no estaba en el laboratorio
Estaba de pie en los campos de trigo de nuevo
Esta vez, los tallos eran rojos, brillando con una intensidad que hería la vista
Y, como siempre, sentía la sombra detrás de él
No necesitaba girarse
Sabía que estaba ahí, mirándolo, evaluándolo
—No me atraparás...— Susurró, su voz quebrada —No... no soy...—
Pero no pudo terminar la frase, su nombre... no recordaba su nombre
No recordaba quién era ni qué estaba haciendo en este lugar
Todo lo que sabía era que estaba siendo cazado
Corrió, como siempre lo hacía
Corrió hasta que sus piernas le dolieron, hasta que el suelo bajo sus pies comenzó a cambiar, volviéndose quebradizo y oscuro
Finalmente, tropezó y cayó al suelo, giró la cabeza, respirando con dificultad, esperando ver la sombra abalanzarse sobre él
Pero lo único que encontró fue un silencio profundo, un abismo sin fin que lo miraba de vuelta
Kaspar sonrió, sus labios agrietados por el frío
—Supongo que siempre estuviste ahí... desde el principio...— Susurró, dejando que la oscuridad lo envolviera
Y entonces, todo quedó en silencio
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