XIII | Bon Appetit

En cuanto la música dejó de sonar los chicos gritaron, y como si fueran animales saltaron del balcón para llegar hasta el primer piso, Seungmin se quedó quieto, sin saber que hacer exactamente, su mirada se encontraba fija en esos ojos color vino que ahora lo observaban brillantes con una sonrisa de lado, debió sentir miedo, debió sentir siquiera una pizca de preocupación, sabía lo que ellos harían ahora y pensó, que si seguía siendo humano como creía, su instinto débil lo haría correr lejos de ahí. 

En cambio, correspondió la sonrisa del mayor, apoyando sus brazos sobre la madera del barandal aceptando la competencia, Hyunjin era un retador al mostrarle de golpe todo aquello que olvidó, pero él amaba los retos, y no temería por algo que fue parte de él.

Decidido se separó lentamente del barandal y se encaminó hasta las escaleras del lado derecho, del izquierdo, Minho, Hesseung, Yunho y Sunoo guiaban a los estudiantes aún atontados por el don de Hyunjin hasta una gran habitación colocada en el segundo piso, algunos de ellos hablaban de como perdieron la competencia aún cuando sus representantes habían bailado tan bien.

— Jenni y Kai de verdad se lucieron, no sabía que podían bailar así. — comentó una chica de cabellera rosada mientras charlaba con su grupo, sabía que los recuerdos de todos ellos estaban modificados para hacerles pensar de que al menos habían tenido oportunidad de competir, cuando en realidad nunca fue así. 

Ninguno pudo dar siquiera un paso. — Ya lo sé, pero ese chico realmente bailaba muy bien, ¿viste sus expresiones? dios, él es tan caliente.

— Realmente, ¿crees que me de su número si se lo pido?

Seungmin los observó de reojo y su mirada encontró por un momento la de Daniel, los ojos marrones de este se encontraban muertos, apagados, no tenían ese brillo que había visto cuando lo tomó del cuello y quiso acabar con él, era diferente, estaba confundido.

Daniel negó en su dirección y avanzó detrás del gran grupo, su desconcierto aumentó. Cuando llegó al final de las escaleras observó la ahora vacía pista y frunció el ceño al no encontrar a Hyunjin, su mirada se paseó por el extenso lugar pero simplemente no encontraba rastros de el hermano mayor, con una mueca pintada en los labios caminó por el pasillo que había recorrido varios minutos antes, se adentró a este pero esta vez, no fue hasta el espejo, si no que se atrevió a ingresar en la habitación que le causaba ansiedad repentina.

Sin embargo cuando estuvo dentro fue diferente, había aguantado la respiración en cuanto dió un paso dentro y esperó que algo sucediera, pero nada lo hizo, soltó el aire aliviado y avanzó otros pasos más, quedando en frente del gran ventanal que mostraba la luna azul sumergida en lo alto del cielo y observándolo desde ahí, callada.

La miró desafiante, retador y confiado pues a pesar de los intentos de ella deshacerse de él no era tan fácil, sin embargo tenía una pregunta, si Luna lo mató, ¿por qué dejó que volviera a nacer? 

Sabía que su alma estaba en manos de ella, entonces, ¿por qué no lo dejó muerto?

Cuando escuchó las puertas siendo cerradas detrás de él se giró para ver en dirección a estas, encontró entonces a Hyunjin apoyado sobre ellas con las manos aún sobre el picaporte antes de soltarlo sin vacilación, caminando hasta él con una sonrisa despampanante. Seungmin correspondió su sonrisa pero esta vez, viéndose más aliviado de estar por fin con él, con sus recuerdos devueltos.

— Hola. — Hyunjin extendió sus brazos en su dirección. Seungmin acabó con la distancia que los separaba lanzándose hacia él y ahí, entre sus brazos se sintió de nuevo Sereth siendo sostenido por Jeykoth y compartiendo por fin un ansiado reencuentro, en el pasado su relación no terminó de la mejor forma, fue una mentira cubierta de dolor y muerte, una tragedia que dejó en el aire muchas preguntas sin responder. 

Preguntas en las que Sereth no pensaba, y debería, pero a pesar de todo, las respuestas llegarían a él.

Las respuestas son difíciles de hallar, si tienes suerte, llegará, si no te interesa, te mentirá para llamar tu atención.

— No vuelvas a dejarme — susurró ronco sobre su oído y Seungmin asintió sin dudar apretando su agarre sobre la cintura del mayor. —, todo este tiempo fue como vivir estando muerto.

— Así era antes de mí, eso no me parece mucho cambio.

— Está bien, doblemente muerto. — rió sobre su cuello antes de separarse levemente para poder observar sus, ahora, vívidos ojos.

Suspiró embobado. — ¿Por qué siempre me miras así? — preguntó tontamente sacando una media sonrisa en Hyunjin.

— ¿Así como?

— Como si fuera una nueva y bonita cosa. 

Hyunjin inclinó su cabeza hacia atrás sonriente. — Es porque lo eres, eres nuevo para mí, pero me encantas. — su mirada bajó de nuevo y pasó por sobre su hombro antes de que, con un movimiento de cabeza, las persianas de la ventana se cerraran. — Pero hay algo que no me gusta, y es que no soy el único. — frunció el ceño ante su declaración, confundido también por el hecho de que ahora todo se encontraba a oscuras pues al ser cerradas las persianas la única luz que iluminaba el lugar ya no se encontraba. 

Dejó eso de lado. — ¿A que te refieres? 

— ¿Recuerdas cuando nos conocimo? — preguntó suavemente, como si temiera asustarlo, asintió aunque no sabía si Hyunjin lo podía ver. — Esa noche... Madre no estaba enojada porque cortaste la primera rosa blanca nacida.

— Jeykoth que-

— Déjame terminar — enmudeció, suspiró rendido y se apoyó más contra el pecho del mayor esperando que continuara. —. Ella estaba enojada porque fuiste la primera rosa que no pudo manchar, incluso pasando de mí.

Relamió sus labios sintiéndolos de repente resecos recordando las palabras de Madre en aquella helada noche y sintiendo el peso de su cuerpo, como si este se imitara a sí mismo cuando cayó inerte sobre el pasto hace ya tanto tiempo. — No entiendo, ¿qué tiene que ver la rosa blanca co.

— No, Sereth, no estoy hablando de esa rosa — quería golpearlo, no estaba entendiendo, ¿que quería decir? —, estoy hablando de tí, tú eres la rosa blanca que mamá no pudo pintar.

Se separó de él harto, dando un paso atrás y mirando a Hyunjin a través de la oscuridad. No le cuesta nada ser más claro. 

— ¿Puedes dejar de confundirme? — preguntó tosco. — estás haciendo esto, confundiendo mis recuerdos, yo sé que pasó esa noche Hyunjin, yo la tomé.

— Tu tomaste una rosa, simple, ella no importaba, sabes lo que mamá decía de esas rosas, ¿verdad? — bufó. — ella decía: Las rosas blancas significan pureza e inocencia, pero, como muchas cosas, estas también pueden mancharse de pecado y maldad. 

— ¿Y eso qué? 

— Las rosas eran un ejemplo — Hyunjin avanzó un paso y el retrocedió dos, él pudo notarlo y su tono se hizo más alto y frustrado. No era el único. —, lo que ella quería enseñarnos es que hasta el ser más puro puede ser corrompido. 

— ¿¡Y QUÉ CARAJOS TENGO QUE VER YO!? — pasos resonaron sobre su cabeza y él instintivamente elevó esta hasta el techo, podía escuchar risas y charlas, conversaciones animadas, ellos estaban sobre ellos en el segundo piso. A nada de empezar. 

— ¡Eres el único que no fue corrompido! — exclamó él hastiado, Seungmin suavizó sus expresiones pero sin dejar de lucir agotado por todo, por la información, por las respuestas, por la verdad. — Eres la rosa blanca que todos mis hermanos buscaron manchar, Minho con la traición, Jeongin con los celos, Sunoo con el rencor, Jeno con la invasión y así todos los demás, jamás te diste cuenta... 

Podía oír su respiración a través del pesado silencio, no importaba lo fuerte que eran las risas de las personas sobre ellos, no importaba lo alto y aterrador que sonaban las ventanas siendo chocadas entre sí por el ahora potente viento. El estaba concentrado en la persona frente a él y el recuerdo del pasado.

— Y a pesar de sus intentos todos terminaron cayendo por tí, sigues conservando tu inocencia y jamás dejaste de mostrarte tan... tú, con todos nosotros — avanzó otro paso hacia él, dudoso, pero decidido. —, estábamos enojados. Empezaron a rendirse.

Tragó duro. — ¿Y Madre? — su voz sonó ronca, algo tembloroso, un poco rota. 

Hyunjin alcanzó sus manos y las elevó en medio de ambos. — Tal vez pienses que su último movimiento fue matarte esa noche — exhaló sorprendido de que él lo supiera pero Hyunjin negó, de alguna manera, era algo tonto pensar que él no lo descubriría pronto, de otra forma, lo hubiera matado en cuanto lo vió, por haberlo abandonado. —, pero su último intento fue esto, la vida que te dió ahora, la familia a la que te dejó a cargo, la infelicidad que se aseguró que tuvieras. 

Todo tenía un propósito. La crueldad que conoció fue ordenada y no merecida, su infelicidad fue planeada, su vida solo era otro intento, para caer. 

— Pero aún con eso, no lo logró. — un grito desgarrador rompió el silencio como un rayo electrizante en medio de la oscura noche, siniestro y atemorizante Seungmin sintió una ráfaga helada correr por su espina dorsal hasta llegar a su cabeza, se contrajo inevitablemente cuando escuchó más gritos rellenar el lugar con su martirio.

Súplicas, llantos y pasos apresurados se escuchaban, el cómo golpeaban las puertas o las paredes, el cómo gritaban buscando salvación.

— Ellos pueden intentar cualquier cosa, pero contigo... — una lágrima traicionera escapó de sus ojos, de pronto, fue tan consciente de todo, de su pasado y su presente, de todo lo que vivió y tuvo que soportar, todo aquello que le pesaba y le atemorizaba pero de lo que no podía escapar. — nada funciona, eres una rosa blanca eterna.

Por él, todo es por él, no hay cosa que no haría por él, por mantenerse a su lado.

Cuando acompañaba a los hermanos a los carnavales en el pasado, jamás veía, el solo quería permanecer cerca de él, estar para él, aún si se encontraba haciendo cosas de las que temía. Su amor importaba más que sus actos desalmados

Los fríos dedos de Hyunjin se posaron bajo su barbilla y elevó su mentón, obligándolo a observarlo, las persianas se abrieron detrás de él y el color rojo de la Luna iluminó la habitación mientras el techo sobre ellos se pintaba del mismo tono, pequeñas gotas cayendo a su alrededor.

Y una alcanzó su rostro, cayendo desde su mejilla hasta su cuello. Y su respiración se cortó por un segundo al saber de qué se trataba.

— Pueden manchar tu exterior pero jamás tu interior. — y una lluvia de sangre se desató sobre los dos, mojando sus cuerpos, pintando cada parte de ellos y contrastando con fervor, haciendo notar sus diferencias. 

Los ojos color vino de Jeykoth se encendieron, y Sereth pensó. Madre pinta a sus hijos con el color de su alma, por eso yo nunca fui uno de ellos.

Jeykoth hizo que mirara hacia el techo y más lágrimas se formaron en sus ojos, pues de pronto el techo era transparente y lo único que podía observar eran las montañas de cadáveres tendidos en una superficie que parecía inexistente. Entre esos rostros logró encontrar el de la chica y el chico con los que había bailado y un sollozo escapó de su garganta.

Antes era tan divertido, cuando no era el mismo, cuando Jeykoth lo volvía inconsciente, cuando no lo dejaba ver. Cuando utilizaba su don en él para no recordar la matanza.

— Bon Appetit. 

Estamos llegando al final, ¿qué les parece?
Estaba un poco insegura con este capítulo
se que dije que iba a ser algo como terror
pero no creo estar consiguiendo eso
pido perdón Unu es mi primera vez
intentando una temática así.

De todos formas, de verdad espero que les esté gustando.
¿Tienen preguntas? Creo que haré un cap con aclaraciones cuando termine.

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