CAPÍTULO 47: DENTRO DE LA FIESTA


ANTONELLA

El día de la fiesta había llegado y Peter estaba más que preparado para llevar a cambio nuestro plan de incógnito. Él sería mi guardaespaldas y permanecería en ciertos puntos estratégicos de la fiesta en cuanto recibiera mi señal.

Cuando entrásemos por la puerta, él me acompañaría tomado del brazo aparentando normalidad y luego yo iría directamente a saludar a Víktor para que Peter se escaqueara sin problemas. Él deberá de infiltrarse en las cocinas y tomar un uniforme de camarero para acercarse sin problemas a los asistentes sin levantar sospechas. Para lograrlo, he conseguido sobornar a alguien del servicio para que podamos llevar a cabo el plan ya que, dicha persona tiene a alguien de su familia encerrada en el Exilio, por lo que el odio a dicho clan de los diez era bastante elevado.

Peter parecía otro con una peluca rubia que le llegaba por los hombros y las gafas de sol negras que ocultaban sus ojos. El esmoquin le daba un aspecto serio y, desde luego, no parecía ser un disfraz. Lo importante era ser naturales y hacer el plan paso por paso sin incidencias.

Sophie me llamó por teléfono para decirme que ella llegaría a la fiesta media hora después de que nosotros lo hiciéramos. Mientras tanto, yo estaría en todo momento con Víktor y, cuando ella llegase con un vestido muy sugerente, coquetearía en presencia de Víktor y así, esa mujer que parece ser su mano derecha estará más atenta a esas muestras de atención que al propio Peter pasando tras de ellos para recoger información.

Quedaban veinte minutos para que la fiesta comenzase, pero debíamos de marcharnos para llegar un poco antes que el resto de invitados para así asegurarnos de que mi contacto lo tenía todo bajo control. Tras montarnos en el coche, pasamos por un camino alternativo para el edificio que se iba a hacer la fiesta, el cual no quedaba demasiado lejos de mi casa. El edificio era una de las tantas casas que Víktor tenía repartidas por todo el mundo, por lo que Sophie se la conocía a la perfección.

En cuanto al coche, lo aparcaríamos bajo tierra en un Parking que sólo era reservado para aquellos que trabajasen en la finca. De esa forma, nadie sabría que había llegado antes de lo previsto evitando de esta forma parecer sospechosa.

En todo momento, me comunicaría con mi contacto vía mensaje de teléfono y esperaríamos en el parking hasta la señal del mensaje. Entonces, saldríamos al exterior usando la salida de emergencia y entraríamos por la puerta principal. Mi contacto, mientras tanto, tomaría mi coche y lo dejaría aparcado en el exterior, depositando las llaves en el lugar acordado para que las cogiera Peter cuando entrase a las cocinas para cambiarse de ropa.

Cuando llegamos al enorme edificio, miré de reojo a Peter, oculto tras aquellas enormes gafas. Sabía bien lo asustado que estaba, aunque no abriese la boca; sus vibraciones podían sentirse en el ambiente con facilidad.

Sonreí ligeramente e intenté calmarlo como buenamente pude:

-No te preocupes, estoy segura que lo lograremos. Tenemos la enorme suerte que el Exilio ha generado muchos enemigos y muchos de ellos están dispuestos a lo que sea con tal de ayudarnos a acabar con ello. solo debemos de aparentar normalidad y no olvidar nada del plan, ¿De acuerdo?

Él asintió sin girarse en mi dirección, pero al menos pude hacer que sus manos dejasen de temblar. Tras llegar a la verja, la puerta se abrió y nos dejó pasar a los sótanos donde se encontraba el parking de trabajadores. Mi plaza me dejaba bien oculta entre varios coches y mi teléfono recibió un mensaje que esperaba:

"Señorita Antonella, ya he recibido el recado de que ha llegado al edificio. M e he tomado la molestia de dejarle un lugar bien oculto para evitar que sea vista cuando salga del coche además de ser la plaza más cercana a la puerta de emergencia. En unos diez minutos le avisaré para que pueda subir, hasta entonces cálmese y no olvide que tiene aliados de su parte"

Suspiré con cierto alivio a pesar de estar en una situación de emergencia; al menos teníamos gente a nuestro favor y eso era decisivo para ganar la partida.

Esperamos sentados en aquel lugar oscuro durante minutos que parecían horas, pero con una determinación de hierro. Aunque era mi hermano el que había provocado todo este asunto, debía de dejar de verlo como tal porque lo que estaba haciendo nos perjudicaba a absolutamente todos. Lo que más temía era sus planes secundarios que no revelaba a nadie, pero de seguro los estaba cocinando en la oscuridad. Sabía que el Exilio debía de ocultar una verdad que pocos sabían, pero de seguro era una verdad terrible.

Cuando recibí el mensaje que esperaba, miré a Peter y le sonreí con amabilidad: él bien sabía lo que debíamos hacer.

-Éste será el principio de nuestra libertad, hijo; no lo olvides porque mis promesas no son vacías.

Él me miró de una forma diferente, de una forma que demostraba su entereza a pesar del horror que había vivido. Sentí un profundo orgullo por ver como su fortaleza se iba despertando:

-Y será el fin de todos ellos, pero sobretodo de Víktor.

SOPHIE

Cuando recibí el mensaje de Antonella que confirmaba que ya estaba en la fiesta, respiré hondo antes arrancar el coche. Mi vestimenta constaba de un mono que era demasiado ceñido y dejaba poco a la imaginación, pero era necesario para que todo saliera a pedir de boca. Sentía una terrible vergüenza porque no acostumbraba a vestir así, pero haría cualquier cosa por la libertad de Peter.

Me solté el cabello y me pinté ligeramente, adoptando una actitud tremendamente seductora. Debía de meterme de lleno en el papel para meterme a Víktor en el bolsillo y eso era realmente complicado porque él no era estúpido.

Tenía que ser sutil pero que pareciese yo dentro de lo extraño que era que apareciese así; sólo de esa forma él no sospecharía.

Tenía que seducirlo, demostrarle que lo echaba de menos y si, podía hacerlo, llevarle lejos de la gran multitud de gente. Me asqueaba que me tocase, pero habían sido demasiados años sometida a él y, aunque odiaba admitirlo, sentía una atracción hacia ese monstruo desde entonces. Desde que posé mis ojos en él y me convertí en lo que soy ahora.

Cuando llegué a la puerta del edificio, muchas mujeres iban del brazo de sus respectivas parejas. Sus trajes debían de ser tan costosos como mi coche o al menos como los asientos de cuero del mismo. Sabía que Víktor estaría con los peces más gordos en medio del salón para chulearse de tener una hermosa mansión como aquella. En cuanto abrí la puerta y comencé a andar hacia el edificio, varias miradas masculinas me miraron con caras llenas de asombro y fue entonces cuando me di cuenta que había sabido elegir bien mi atuendo.

Pero lo que menos esperaba era que, tras abrir la puerta principal, Víktor me mirara con esa cara de deseo tan brutal que casi me hizo temblar las piernas.

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