CAPÍTULO 43: LA FIESTA EN TU HONOR



ANTONELLA

Tras charlar durante un buen rato, tanto Sophie como yo recibimos un mensaje donde nos indicaba que la noche siguiente tendría lugar una fiesta en honor al recién llegado. No deseábamos verle la cara a ese maldito traidor, pero, si deseábamos acabar con todo eso, debíamos de infiltrarnos y no parecer que estamos en contra de todo lo que él había elegido.

Le pedí a Sophie que se fuera a casa para que descansara, pues estaba realmente nerviosa. Llamé a uno de mis sirvientes para que la llevase en coche porque, en su estado, no podía conducir.

Ella me lo agradeció enormemente y le prometí que todo saldría bien y que tenía un buen plan.

Sabía que ella puso su total confianza en mí como siempre, por lo que ella asintió y se marchó con la promesa que fingiría perfectamente bien en la fiesta.

Debía de contar con Peter para que fuera mis oídos en la sombra, pero debía de tener un aspecto diferente al actual para evitar ser reconocido. Yo era una maestra del disfraz, por lo que le colocaría una serie de cosas para que él no pareciese él mismo.

Además, él estaría oculto en las sombras y su gran rapidez jugaría un papel decisivo para obtener más información acerca de lo que estaba pasando. Debíamos saber cuáles de los invitados formaban parte del clan de los diez para poder entrar en acción y saber los puntos flacos de cada uno. Si queríamos destruir la causa, debíamos empezar por los cimientos...

-Micaila, ven por favor-La llamé para que me informara acerca de Peter; necesitaba saber si había habido algún problema en mi ausencia.

Micaila entró deprisa en mi despacho con una enorme sonrisa y me dijo:

-Todo ha ido estupendamente mi señora, el señorito Peter ya está recuperado y está deseando tomar el aire fresco. Ha estado encerrado todo este tiempo por lo que es necesario que salga un poco.

Asentí y lo mandé a buscar; nada como la noche para aprovechar y dar un paseo juntos, así aprovecharía para contarle acerca de lo que estaba sucediendo en el mundo en estos momentos y el asunto de la fiesta.

MADELINE

Tras encontrar la tarjeta a manos de Lorie, comenzamos a investigar en los ordenadores disponibles del hotel. Cuando se marchó el peligro, el gerente del hotel nos reubicó a un lugar que no había sufrido daños para que pudiéramos parar la noche de forma más tranquila. Nos prometió doblar la seguridad y que la policía vigilaría en la zona para nuestra mayor tranquilidad.

Mientras tecleaba sin cesar, Lorie había caído redonda tras tomarse una pequeña dosis de sangre que Nicolae pudo conseguir del hospital cercano colándose por la puerta trasera. Trajeron varias para todos ellos para no tener que despegarse de nosotras y no dejarnos vulnerables ante un ataque. Se me hacía extraño que bebieran sangre de una bolsa, pero no me desagradaba.

Drogo pareció un poco arrepentido de alimentarse delante de mí, por lo que se apresuró a disculparse:

-Oh, lo siento cariño; como todos somos vampiros en casa es normal alimentarnos juntos. Si te resulta desagradable, me marcho al baño.

- ¡Oh no, no hagas eso, estoy bien de verdad!, además, cuando vea a Nicole deberé de acostumbrarme a todo esto.

Todos parecieron enmudecer de pronto, ¿Qué pasaba? ¿Por qué todos parecían tan tristes?

Pero el que parecía en peor estado era Nicolae. Sus lágrimas caían sin cesar por sus mejillas sin molestarse en ocultarlas; nunca había visto tanto dolor en un rostro. Pero no iba a quedarme callada: ellos iban a decirme lo que ocultaban por las buenas o por las malas.

-Drogo, ¿Qué está pasando? ¿Por qué os pusisteis todos tan tristes?

Drogo dejó la bolsa de sangre encima de la mesa y se sentó a mi lado. Me tomó las manos, fijando sus ojos ahora del color de la sangre, que me miraban con una gran tristeza. Estaba claro que había algo que todos sabían y que me dañaba directamente:

-Cariño...no sabes cuánto lo siento...todos...todos estamos desolados.

- ¿Qué pasa?¡¿Qué pasa?!¿No me digas que es algo de Nicole?¡DIME QUE ME EQUIVOCO, POR FAVOR!

Comencé a sentir que el aire me faltaba y el pánico se apoderaba de mí. Las lágrimas caían de los ojos de Drogo, al igual que Nicolae y yo. No hacía falta decir más para saber a lo que se estaban refiriendo...

Pero Drogo no quiso dejarme dudas:

-Ella...ella murió en el Exilio...Claudette se marchó de la mansión para verificar su cuerpo. Yo...yo lo intenté todo...quise buscarla...buscarte, pero...estábamos encadenados y no podíamos escapar. Todos tenemos marcas y no solo emocionales...

Drogo se levantó la manga de la camisa para descubrirse las muñecas; las marcas eran terribles y no parecían que cicatrizaran alguna vez. Le abracé con fuerza y ambos compartimos nuestra pena. Nicolae puso su mano en mi hombro en señal de respeto y yo la acepté con una media sonrisa.


La voz ahogada de Nicolae me hablo en un tono bajo para evitar preocupar al resto:

-Voy a vengarla Catherine, aunque me cueste toda la eternidad encontrar a los que la mataron. Su muerte...no quedará impune y mucho menos olvidada.

Se disculpó con nosotros y se marchó a la ducha en silencio. Yo necesitaba tener un tiempo a solas para poder asimilar todo lo que había pasado así que me disculpé con Drogo y me marché a mi dormitorio que quedaba justo en la puerta de al lado.

Cuando cerré la puerta tras de mí, me desplomé en la cama con una enorme angustia en el pecho. Dejé que las lágrimas corriesen libres por mi cara, abrazándome a la almohada con fuerza.

Esa noche iba a ser para recopilar todos los recuerdos compartidos con mi hermana. Pero no podía estar en semejante estado de tensión porque mi bebé necesitaba paz para estar sano.

Ese era otro gran problema que no sabía cómo abordar con Drogo. Si él me quería tanto como decía, aceptaría a este bebé, pero temía que, si él se enterase de que era de Sebastián, no quisiera saber más de mí.

La culpa me estaba matando y ese secreto no podría ocultarlo durante mucho tiempo; en cuestión de meses mi estómago abultado le daría pistas con respecto a lo que pasaba y si algo odiaba Drogo era la mentira. Si no le decía la verdad, se pensaría que lo había engañado con otro hombre y eso complicaría aún más las cosas.

Él tampoco sabía que vivía con un hombre con el que me había comprometido pero las razones eran para olvidarme de él. Pensaba que Drogo me había abandonado pero las cosas no eran como pensaba así que debía de afrontar las consecuencias.

Y lo peor de todo es que no sabía nada de Sebastián, ¿Qué demonios estaba pasando para que no contestara mis llamadas o mensajes?

¿Y si le había pasado algo?

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