CAPÍTULO 23:LÁGRIMAS DE SANGRE

Antonella en la foto(L)

Maratón día 1 (2/2)


ANTONELLA

Tras marcharse uno de mis sirvientes para preparar el cuarto que ocuparía Peter durante su estancia. Sophie seguía mirando con la mirada perdida en el horizonte mientras que Peter era acompañado por uno de mis sirvientes. En breve, él entraría a mi despacho y yo tendría que explicarle ciertas cosas, pero debía de omitir otras tantas. No desvelaría que su madre biológica era Sophie ni tampoco desvelaría nada acerca de la vida humana que él no recuerda.

Eso fue causa del desgraciado de Víktor cuando convirtió a ambos en vampiros. No sabemos la razón, pero manipuló la mente de Peter, pero no la de Sophie. Temo que él viera algo que no debiese y Víktor la tomara con él, pero, hasta que no recordase por sus propios medios su pasado no sabríamos las razones. Aún quedaban incógnitas sin resolver y bien sabía que parte de esa información estaba dentro de la cabeza de Peter. Pero no iba a presionarlo de más porque el resultado sería bien catastrófico.

Un leve toque en la puerta me hizo despegarme de la ventana para sentarme en el asiento que había tras mi escritorio. Tomando mi pluma con la que mantener las manos ocupadas, permití la entrada con un "adelante".

-Señorita Antonella, su invitado está aquí.

La figura cabizbaja de Peter estaba tapada con una gran capa oscura que solo me permitía ver sus labios temblorosos. Se notaba que estaba realmente aterrado y no lo culpaba porque estaba en medio de un desierto perdido del mundo.

-Puede retirarse-Le dije mientras miraba a Peter que permanecía estático en frente de mi escritorio.

Él permanecía sin moverse y sin decir una sola palabra y eso lo odiaba. Yo no era una tirana a diferencia de mi hermano que parecía el mismísimo demonio. No entendía cómo era posible que ambos fuéramos mellizos y hubiéramos compartido el mismo espacio dentro del mismo cuerpo.

En cuanto nacimos, mi madre se asustó al ver que sus hijos no nacieron como unos humanos normales y nos dieron en adopción a ambos. Mi hermano y yo fuimos de casa en casa siendo desechados al poco tiempo cuando descubrían nuestra naturaleza. Incluso, los que decían aceptarla, al poco la veían tan extraña que temían que nos volviéramos contra ellos.

Esa época forjó el carácter áspero de mi hermano y el odio creciente hacia aquello que no fuera de su propia especie. Toleraba a los hombres lobo por mí, porque yo era uno de ellos y eso era odiar a una parte de tu propia sangre.

Pero esa parte de la historia ya se desvelaría en profundidad en un futuro; ahora lo que contaba era salvar a Peter. A fin de cuentas, era como mi sobrino.

-Peter, por favor, siéntate. No soy ningún monstruo ni quiero hacerte daño, al contrario, al igual que Sophie quiero ayudarte. Pero para ello necesito que te comportes adecuadamente y no llames especialmente la atención. Según la información que dimos en el Exilio, fuiste contratado por una noble para servirla en todo lo que desee, pero no especificamos que soy yo. Las razones son porque bien me conocen y saben que yo estoy en contra de las prácticas del Exilio. Digamos que soy una rebelde.

Él comenzó a caminar lentamente dejándose caer en el asiento delante de mí, pero su capucha me impedía ver su rostro. No podía verlo así de aterrado porque me dolía en el alma que sufriese y más un niño tan encantador como él. Antes de que ocurriese la transformación de Víktor, yo era muy amiga de Sophie y disfrutaba de la personalidad risueña de Peter.


Al ver que no hablaba comencé a preocuparme, ¿Estaba bien?

- ¿Peter? ¿Peter, qué te ocurre?

Él estaba estoico como una estatua y no entendía los motivos, ¿Cómo era posible que no se moviese?

Me levanté aprisa y caminé hasta él quitándole la capucha para descubrir su rostro. Lágrimas de sangre rodaban por sus mejillas y eso no era asunto bueno porque ese fenómeno sólo ocurría cuando el estado de nervios era demasiado elevado y la debilidad alcanzaba su máximo exponente.

- ¡Peter, dios mío! ¿Por qué no me dijiste que estabas mal?¡¡MICAILA!

Al instante una de mis sirvientas vino tan deprisa que casi arranca la puerta del marco. Su mirada nerviosa me miraba a esperas de una orden.

- ¿Qué ocurre, mi señora?

-Necesito que traigas la silla de ruedas para llevar al señorito Peter al cuarto de invitados, y que sea deprisa.

- ¡Si señora!


Mientras que esperaba a que apareciera con lo que pedí, tomé el rostro de Peter que permanecía en un estado catatónico, e intenté que sus ojos perdidos en el abismo me mirasen. Pero parecía tan perdido allá donde él estuviera que era imposible hacer que volviera, pero disponía de un doctor especializado en criaturas sobrenaturales como nosotros que nos ayudaría a que él se recuperase.

Marqué el botón que tenía sobre la mesa cuando había una emergencia en casa para llamarle. Peter me estaba preocupando cada vez más al ver que su palidez era más evidente y sus ojeras más marcadas. Finalmente, su cabeza cayó sobre el asiento como si se hubiera desconectado de su cuerpo. Yo lo abracé y comencé a llamarlo con fuerza, pero no obtuve respuesta. Intenté mantener la calma, pero me estaba desesperando profundamente, algo extraño en mi carácter tranquilo y serio.

-¡¡¡¡Micaila, deprisa!!!!

Pero las lágrimas de color sangre de Peter no dejaban de salir de sus ojos temiéndome que llegara su final. No me lo pensé dos veces y tomé el abrecartas de encima de la mesa para abrirme la muñeca. Peter estaba perdiendo mucha sangre y su debilidad lo estaba matando. No había nada más potente que mi sangre y eso era justo lo que él necesitaba en esos momentos.

Cuando Micaila entró con la silla de ruedas, Peter bebía de mi sangre como si fuera lo que le anclaba a la vida y yo suspiré aliviada. Ella lo miraba asustada porque no acostumbraba a ver vampiros de cerca y menos alimentándose. No la culpaba porque ella era humana y la escena era un tanto grotesca, pero, antes de que se desmayara de la impresión, le expliqué que era algo necesario y que no temiera a ser atacada por él. Ella pareció disminuir sus temblores, aunque su mirada parecía estar un tanto aterrada por tener a un vampiro tan cerca.

Cuando terminó de beber y aun en un estado semi inconsciente, coloqué a Peter sobre la silla de ruedas y comencé a tirar de él. Le dije a Micaila que el doctor pronto vendría y que lo atendiera por mí porque tenía que ocuparme de Peter a lo que ella asintió y se posicionó cerca de la puerta como si fuera un guardia.

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