CAPÍTULO 16: MENEANDO EL TRASERO
Maratón día 3(1/2)
En un ratito subo el otro capítulo:)
NICOLE
Tras descubrir que era Peter el que estaba en la celda de al lado, la vergüenza pasó a la ira en menos de una fracción de segundo. Las ganas de arrancarle las tripas a Víktor iban acumulándose hasta teñir mis ojos de rojo y alertar mis sentidos.
Era el momento de los vampiros; la madrugaba se cernía sobre nosotros liberando mi fuerza al 100%. Aunque era el momento más peligroso del día porque cualquier fallo me costaría la vida y la única posibilidad de poder salir de aquí.
No perdí de vista los movimientos de Víktor para ver hacia donde se dirigía. Pude recopilar el mapa de las plantas del edificio en uno de los cajones de tantas recepciones que encontré. Tuve la enorme suerte que la recepcionista tuvo que ir a hacer aguas mayores al lavabo cosa que aproveché completamente rebuscando con cuidado en los cajones de su escritorio.
El mapa señalaba con flechas dónde se encontraban todos los ascensores, las enfermerías, los puestos de vigilancia y las salas de reunión. En la planta -24 estaba todo el sistema de cámaras del complejo, por lo que debía de usar los conductos para moverme hasta el servicio de lavandería. Me encontraba en la planta -40 y por lo que pude ver había varias lavanderías en cada piso y conectaban un piso con superior.
Solo debía de moverme hasta cada puesto de lavandería y ascender por el mismo hasta llegar a la planta -24, iba a ser complicado no hacer ruido, pero era necesario arriesgarse.
Caminaba como una vigilante más del edificio sin levantar sospechas: ante todo naturalidad.
Entre todos los que caminaban por los pasillos, había una chica con un carrito lleno de ropa sucia. Debía de seguirla con naturalidad para llegar a la lavandería, aunque bien sabía su ubicación era más rápido y efectivo seguir a quienes trabajaban allí.
La chica se metió en una de las salas y yo me quedé pululando por la zona hasta que salió de nuevo. En cuanto se marchó, miré a ambos lados y cerré la puerta. Debía de ser rápida y silenciosa.
Tomé una de las toallas que encontré entre la ropa limpia y me quité los zapatos. Te até los zapatos en la espalda a modo de bolsa improvisada usando la toalla para que, cuando me moviera dentro de los conductos, fuera descalza para hacer el menor ruido posible.
Me metí dentro del tubo que llevaba a la lavandería superior, escalando como bien podía gracias a los pequeños salientes del conducto. Mi agilidad sobrehumana era la clave de mi éxito y debía aprovecharla al máximo.
Al llegar, asomé el rostro con cierta prudencia, escuchando voces que provenían del exterior. Debía de salir corriendo del conducto y meterme en una de las taquillas que había en la sala.
Eché un vistazo y me escondí en la que más vieja parecía, porque de seguro era la que menos usaban por el estado lamentable que presentaba.
Intenté respirar lento para que mi respiración no fuera muy sonora. Por las pequeñas rendijas del armario podía ver quien entraba al lugar. Dos chicas de la limpieza entraron son sus carritos llenos; unos minutos más y me hubieran descubierto. Con sus auriculares puestos y un baile un tanto ridículo, dejaron la ropa y se marcharon.
Era hora de salir y colocarme los zapatos de nuevo. Respiré hondo y salí del lugar. De momento, el plan iba saliendo perfecto y cada vez me veía más cerca de la sala de los paneles de control.
Seguí subiendo repitiendo mi estrategia hasta llegar al piso -26, pero antes de subir a los paneles de control, fui a la enfermería del piso para tomar ciertas herramientas por precaución. Tomé varios fármacos para el sueño, reconociendo el que me suministraba Víktor para dejarme aturdida y así abusar de mí mientras dormía. Tomé varias tabletas de la caja y comencé a machacarlas con un pequeño mortero que allí había. Vacié uno de los tantos frascos de pastillas que allí había y lo rellené completamente con el polvo que haría dormir a esos desgraciados.
Con un bisturí en el bolsillo, unas jeringuillas y el polvo dentro del frasco, lo guardé en mis bolsillos y ascendí al piso -25. Una vez allí vi el enorme cambio de tecnología en cuanto al resto de pisos. Parecía una sala completamente futurista llena de monitores por doquier. Miré a cada persona que cruzaba por delante de mí y me percaté de los diferentes modelos de trabajadores que había en esa planta. El lugar estaba plagado de científicos y programadores que se paseaban con un café en la mano y varios folios en sus manos analizando datos y cosas así. También me di cuenta que había una especie de, digamos, "camareras", pero en mi idioma eran la típicas pedorrillas que estaban allí para enseñar tetas y que se las babeen mientras que ellos trabajan empalmados.
Pues yo en ese juego, era la mejor.
"Hora de cambiarse, culito sexy"-Me dije a mi misma mientras iba a uno de los cambiadores que usaban esas chicas. Cuando salió la última, me metí dentro y rebusqué entre las perchas una talla que me viniera bien y, sobretodo, que marcase bien mis tetas.
Una vez vestida y con un buen par de tacones bien altos, me marché a la cafetería donde todas estaban preparando los cafés para los de la sala de cámaras. Era mi momento y bien lo sabía.
Las saludé con la típica sonrisa plástica poniendo mi modo "emulador de zorra" para sentirme integrada con ellas. Les pedí unos cafés para llevarlos a la sala y ellas me dieron unos cuantos con una sonrisa y un guiño. Cuando salí de la sala, me desvié al cuarto de baño tras ver que el pasillo estaba desierto y con un movimiento rápido, rellené cada café con mi "polvo mágico para dormir"
Salí del baño dirigiéndome a la sala de control. Toqué la puerta y pasé con un movimiento de caderas que no dejó a ninguno indiferente mientras ponía mi sonrisa de anuncio con la bandeja de cafés en mis manos. ninguno de ellos me negó una taza y yo por dentro me estaba descojonando.
Tras unos pocos minutos cayeron como moscas sobre sus teclados y yo comencé a reírme como si un tornillo se me hubiera salido de la cabeza. Dejé la bandeja en una de las mesas y los miré uno por uno tomándoles el pulso; estaban tan dormidos que parecían estar muertos.
Miré los monitores y las instrucciones para desconectar las cámaras. Una a una, las fui apagando con maestría mientras que los demás imbéciles dormían.
Cuando terminé de desconectarlo todo, miré la estancia antes de irme y les dije:
-Volvió Nicole, la zorra del infierno.
Y entonces, cerré la puerta de nuevo para encaminarme de nuevo a los vestuarios. Tenía que cambiarme rápidamente para subir hasta la planta superior y escapar con un coche.
Pero quería dejar atado cabos antes de marcharme de esa planta. Puse un cartel de no molestar en la puerta de la sala de control, cerrando con la llave que encontré en uno de los bolsillos de esos pervertidos.
No sabía cuánto tiempo disponía, pero era menos del que necesitaba.
Con el sigilo de una pantera en la selva oscura, me fundí de nuevo entre las sombras para, de una vez, volver a casa.
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