CAPÍTULO 14: SUEÑOS EFÍMEROS
Maratón día 2 (1/2)
Nicolae en la foto(L)
NICOLAE
La suavidad de las sábanas de satén se deslizaba por mi cuerpo desnudo con provocación. A mi alrededor la luz tenue de las velas me permitía ver la silueta que había dentro de mi dormitorio.
No tenía puesto los grilletes como acostumbraba, permitiéndome incorporándome en la cama para poder apoyar mi espalda en el cabezal de la cama. La silueta aún poco visible se contoneaba como si estuviera bailando aprovechando las sombras de la habitación.
Podía adivinar por sus formas que se trataba de una mujer, pero su aroma me era familiar, trayéndome gratos recuerdos.
Mientras bailaba tarareaba una canción que cada vez podía escucharla más, una canción que reconocí al instante:
El amor es como una bomba,
nena, venga, ponte en marcha.
Viviendo como un amante con un "teléfono radar"
Con el aspecto de una loca,
como la chica de un videoclip
Mujer demoledora, ¿puedo ser tu hombre?
Espolvorea un poco de azúcar sobre mí,
oh, en nombre del amor.
Espolvorea un poco de azúcar sobre mí,
venga, enciéndeme.
Espolvorea tu azúcar sobre mí,
oh, no puedo tener suficiente.
Soy ardiente, dulce y pegajoso
de la cabeza a los pies, sí.
Aquella canción la había hecho yo cuando era músico y era la que puso Nicole aquella maravillosa noche en mi despacho donde nos desfogamos mutuamente. Desde ese momento supe lo que era el verdadero placer de hacer el amor con la persona que amas hasta el último aliento y la imagen de mi mujer siempre me había ayudado a vencer la terrible vida que enfrentaba cada día desde que se la llevaron.
Pero ahora la tenía delante de mi contoneándose en la oscuridad, con su aroma flotando por la habitación y yo libre de mis cadenas. Deseaba correr hasta ella y envolverla con mis brazos, pero era tal la necesidad de verla y el miedo que tenía de que fuera un sueño, que me quedé bloqueado en mi cama. La voz de Nicole se hacía más clara y sus piernas podían verse cada vez de forma más clara al entrar en la zona de las velas.
Comenzaba a excitarme como nunca lo había estado, tiñéndose mis ojos de un rojo vino y desplegándose mis colmillos. Los ojos de mi amada se tiñeron del mismo color, pudiéndose ver en la oscuridad como si de un depredador se tratase.
-Mi bella princesa...ven aquí...
Un gruñido de satisfacción acompañado con una risa me aceleró el corazón. El rostro juguetón de Nicole se hizo visible a la tenue luz de las velas. Me mordí el labio y una gota de sangre se derramó por mi boca cayendo hasta mi pecho. Nicole se deslizó contoneándose hasta donde yo estaba.se inclinó hacia mi boca besándome con ardor y pasando su lengua por la herida de mi labio. Su lengua siguió el reguero de sangre hasta mi pecho y mi cuerpo se prendió en llamas por completo. Temía tocarla y que desapareciera como si fuera bruma así que cerré los ojos para disfrutar de su contacto.
-Ámame Nicolae...
Abrí los ojos de nuevo encontrándome el rostro de Nicole con la boca entreabierta pidiendo ser besada. No lo dudé un instante y me abalancé a morder y saborear aquellos labios que tanta falta me habían hecho durante los cuatro años que la separaron de mi lado. Parecía que una eternidad se había instalado entre nosotros y que ahora nos mirábamos como si fuera nuestra última oportunidad de estar juntos.
Su bella ropa interior me excitaba y provocaba como si fuera el mejor de los envoltorios. Era un regalo; el mejor regalo de todos tenerla a mi lado y sentir su piel contra la mía.
Sus bellos tatuajes parecían danzar con las llamas de las velas que nos rodeaban. Mis manos temblaban como si aquella fuera nuestra primera vez y aunque tenía ganas de llorar tenía más ganas de hacerla gemir como nunca.
La tumbé de espaldas y me puse encima de ella. Le aparté suavemente el pelo de su rostro tomándolo entre mis manos y profundizando ese beso. Nuestros alientos y nuestras lenguas intentaban saciarse el uno del otro, pero no parecía poder colmarse nuestro deseo contenido y doloroso.
Aspiraba su aroma para tenerlo en mi piel y mi mente para siempre. Las manos de Nicole acariciaban lentamente mi espalda mientras que su cuerpo arqueado chocaba contra el mío. Sus piernas se encontraban totalmente abiertas ofreciéndose a mí, el hombre de su vida y de sus sueños.
Si aquello era real y no era un sueño, me iba a casar con ella la mañana siguiente cuando el sol apareciera por el horizonte. Deseaba que fuera mi esposa y celebrarlo con una gran fiesta rodeador de nuestra gente más querida.
-Te quiero Nicolae, nunca lo olvides.
Aquella frase volvió a mí como aquella noche cuando ella se despidió de mí. Aquella noche que ella se escapó de casa dejándome con el alma rota al saber que ella se estaba muriendo. Era la misma frase y el mismo rostro entre emocionado y triste.
La abracé con fuerza y mis lágrimas comenzaron a salir, ¿Por qué tenía la sensación que se despedía?
-Nicole...Nicole no te vayas...Jamás voy a olvidarte, lo eres todo para mí...no me dejes.
Las lágrimas de sus bellos ojos castaños se derramaron por el colchón mientras que no apartaba su mirada de mí. No entendía que estaba pasando...no entendía porque ella parecía irse....
-Tengo que irme y lo sabes...sabes que esto no es real Nicolae. Cada noche formo parte de tus sueños, pero...no son reales cariño...pero tus recuerdos, tus recuerdos si lo son así que prométeme que jamás los pierdas...
Cuando quise besarla, su imagen comenzó a difuminarse hasta ver que debajo de mí estaba tan solo el colchón. Una fuerza me hizo abrir los ojos de golpe sintiendo de nuevo el peso de los grilletes alrededor de mis muñecas. Un grito desgarrador salió de mi garganta, un grito que llevaba su nombre y que imploraba que volviera a mí. Había perdido el juicio cada día más pero ya sentía que no era yo mismo. Desde que Nicole se marchó, dejé de existir.
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