12. Una Hora, Un Pañuelo

🍃 ˚。⋆ CAPITULO XII

POV HANA

—Es muy terco —dije cerrando la puerta.

—Se parece a alguien que conozco —balbuceó Suhyeok sin verme a la cara.

Puse los ojos en blanco y lo ignoré, no tenía tiempo para sus juegos inmaduros.

—Demasiado terco —Cheong-San miró a su amigo a través de la ventana —Yo quiero entrar.

—¿Y para qué? —Hyo Ryung preguntó.

—Si alguien debe hacerlo que sea Na-Yeon.

Todos nos giramos a ver a Na-Yeon, estaba sentada en una de las sillas del rincón. Seguía con la mano en el bolsillo y esa actitud tan frustrante. Se atrevió a preguntar por qué ella debía ir, y Ji-Min no pudo contener su enojo hacia ella por lo que empezaron una pequeña discusión.

—¿Fue un error sospechar? Tú también sospechaste de él —dijo la de cabello cobrizo —Todos lo hicieron.

—Yo no sospeché de él —aseguró Cheong-San.

—Yo tampoco —Dae-Su levantó la mano.

Hubo un silencio algo estremecedor y sentí la necesidad de decir algo oara acabar con toda esa tensión.

—Yo me desmayé así que... —mi error.

Ji-Min me miró extraño. Hice una mueca avergonzada y agaché la cabeza.

—Yo sí lo hice, cierto —le dijo la de coleta —Pero yo nunca lo traté como tú.

La señorita Park no estuvo dispuesta a soportar más discusiones, así que fue hasta donde estaba Na-Yeon y le pidió que entrara a disculparse con Gyeong-Su para ya acabar con esto de una vez por todas.

Si era 100% honesta, no me sentía tranquila con la idea de que Na-Yeon estuviese a solas con Gyeong-Su, algo me decía que no podía confiar en ella. 

—Cheong-San —lo llamé en voz baja. Él volteó a verme —¿Crees que sea una buena idea?

—¿Qué cosa?

—Que Na-Yeon entre a ver a Gyeong-Su.

Na-Yeon se levantó de la silla y se acercó a la puerta arrastrando los pies. La abrió sin más y entró al salón sólo por cumplí con lo que la señorita Park le había pedido, porque estaba segura que de no ser por la profesora, Na-Yeon habría seguido siendo igual de grosera con él.

No le quité la mirada de encima en ningún momento. 

Raspaba mis uñas entre sí por la ansiedad que sentía, tal vez sólo estaba siendo paranóica. Ugh, esto no era normal en mí. Na-Yeon estaba de pie como a un metro de Gyeong-Su, lo que en cierto nivel me calmaba. Mientras mantuvieran la distancia todo en orden.

—¿Estás bien? —Suhyeok apareció a mi lado haciendo que me sobresaltara.

Recuperé el aliento, en otro contexto le habría gritado por asustarme, pero ahora mismo tenía otras prioridades.

—Sólo algo nerviosa —sonreí levemente para volver a poner mi atención en lo que pasaba allá adentro.

La mano en el bolsillo de la falda de Na-Yeon seguía inquietandome. Y con razón, pues todo fue bien hasta que a Na-Yeon se le ocurrió acercarse a Gyeong-Su y agarrar su mano.

—¿Segura que estás...?

—¡No! —se escapó de mis labios.

Todos voltearon a verme y Nam-Ra, que estaba sentada hasta atrás, tuvo curiosidad y se acercó para ver por la ventana.

De inmediato agaché la cabeza y continué viendo lo que pasaba entre los dos enemigos mortales. Sin embargo, llegué al límite cuando ví a Na-Yeon sacar del bolsillo el mismo paño que hunto en el palo lleno de sangre,, y acercarlo a la mano de Gyeong-Su.

Mi respiración se cortó por un segundo y mis ojos se abrieron como nunca antes lo habían echo. Abrí la puerta tan rápido como pude y un segundo antes de que ese paño tocara la piel  de Gyeong-Su lo arranché de las manos de  Na-Yeon.

—¿Cuál es tu problema? —chilló la chica.

—¿Que tratabas de hacer? —grité enfurecida.

—¿De qué demonios hablas? —dijo haciéndose la inocente —Estás loca.

Gyeong-Su no comprendía que pasaba, y parecía que los demás no tuvieron tiempo de reaccionar. Na-Yeon rodó los ojos y caminó fuera del salón. 

—¿El pañuelo te tocó? —interrogué a Gyeong-Su —Dime. ¿Te tocó?

—¿Qué pasa? ¿Por qué...? 

No dejé que terminara la oración y salí del salón directo a darle un fuerte empujón a Na-Yeon.

—¡No me toques! 

—¿Qué querías hacer? —grité agarrándola del brazo.

—¡Suéltame! —me empujó —¿Cuál es tu problema? 

—¿Mi problema? ¿Cuál es tu problema? —grité a punto de lanzarme a ella —¡Estas desquiciada! 

Woo-Jin me cargó en el aire antes de que pudiera arrancarle los pelos de la cabeza.

Pronto todos se acercaron a ver que pasaba. La señorita Park pidió que nos calmaramos y una explicación de por qué entré así tan de repente y ahora quería golpear a Na-Yeon. Woo-Jin me regresó al piso, pero Suhyeok fue el que me sujetó cuando traté de ir hacia esa estúpida de nuevo.

—¿Qué es esto? —levanté el paño ensangrentado, Na-Yeon no dijo nada —¡Que me digas que es!

—Hana, ya tranquilízate —la señorita Park se puso en medio.

—¡Si no me explicas ahora juro que te voy a...! 

—¡YA BASTA! —la señorita Park nos calló a todos. Suhyeok me sostuvo con más fuerza —Ya dejen de gritar.

—¡Na-Yeon trató de matar a Gyeong-Su!

Silencio, eso fue todo lo que hubo en la habitación después de que me atreviera a decir esas palabras; un largo y frío silencio. 

—¿Qué estás diciendo? —Cheong-San murmuró.

—Hana estás haciendo una acusasión muy grave.

Hice una larga pausa.

—¿Es cierto? —susurró Suhyeok a mi oído.

Tragué saliva y asentí con la mirada fija en Na-Yeon.

—La vi limpiar la sangre del zombie con el paño, el mismo con el que quiso limpiar la herida de Gyeong-Su.

—Eso es una tontería —recriminó Na-Yeon.

La profesora suspiró pesadamente y llevó una mano a su cabeza. No estaba creyendo una palabra de lo que le decía. Miré por la ventana, el sol estaba ocultandose.

Gyeong-Su se había quedado solo dentro de la sala, creo que no se enteró de nada. Todos los que estaban afuera tampoco parecían poder asimilar lo que les estaba contando, sólo mantenían la confusión en sus rostros, como esperando que les dijeran que era una broma.

—Hana. ¿Entiendes lo que estás diciendo? —asentí, la señorita Park tenía que saberlo.

—Tiene razón —Nam-Ra se levantó de la silla en la que estaba sentada —Yo también la vi.

—¿Por qué siempre están en mi contra? —Na-Yeon golpeó el piso con la suela del zapato.

—¿En tu contra? —quise reír de la rabia —¿Quién está en contra de quién?

Nam-Ra dio un paso al frente, tomó el paño de mis manos y se paró en frente de Na-Yeon dispuesta a enfrentarla.

—Tiene sangre —dijo.

—Pues claro que tiene sangre, idiota.

—¿Tu sangre? —Nam-Ra alzó una ceja de manera desafiante —¿O la del zombie?

Los pasos de Cheong-San aproximandose a donde estaban las dos se hicieron oír. 

—¿Por qué harías algo así? —se dirigió a Na-Yeon.

—Yo no hice nada.

—¿Y esta sangre qué? —la pelinegra continuó interrogándola —¿A caso no está contanimada?

—No.

—¿No? ¿Estás segura?

—Te dije que no está contaminada.

Las cosas se pusieron intensas entre Nam-Ra y Na-Yeon porque esta última no aceptaba lo que había hecho a pesar de que habían dos personas que podían corroborarlo. Nam-Ra le dio una cachetada a Na-Yeon, haciendo que la señorita Park interviniera.

—Ya cálmense. Nam-Ra, Hana, si lo que ustedes dicen es verdad eso significaría que Na-Yeon trató de matar a Gyeong-Su... 

—Y lo hizo —pronuncié fuerte y claro, aprovechando que Suhyeok estaba distraído para soltarme de su agarre.

Limpié mi frente con uno de mis brazos y me coloqué al lado de Nam-Ra. 

—Si dices que esta sangre no está contaminada... —la presidenta le extendió el pañuelo —Entonces ponla en tu herida.

—No.

—Ponla en tu herida si no intentaste hacerle nada a Gyeong-Su.

—¿Por qué tendría que hacerlo? ¿Por qué me lo dice la presidenta?

—Porque no creo ni una maldita palabra de lo que dices —murmuré.

—Tú eres patética. —Na-Yeon avanzó —¿Fueron amables contigo y ya crees que serán amigos para toda la vida? Tú y yo somos lo mismo, nadie aquí nos quiere, a nadie le importamos.

—Habla por ti —le dijo Suhyeok.

—¿Y entonces? —Nam-Ra sacudió el pañuelo.

La respiración pesada y agitada de Na-Yeon fue lo único que oímos de su parte. Cerré los ojos y apreté mis puños tratando de canalizar mi ira. Estaba llegando al límite de mi límite.

Suhyeok puso la mano sobre mi hombro, lo que me hizo voltear instintivamente. Algo en la calidez de su mirada hizo que me calmara.

—Na-Yeon... —rompí el silencio.

—¡Maldita sea! ¡Que no hice nada malo!

Le arrancó el paño de las manos a Nam-Ra y lo acercó a la herida de su rodilla deteniéndose un segundo antes de que este la toque.

La mano con la que lo sostenía temblaba, y ella también.

—¿Ven? Teníamos razón —dijo Nam-Ra.

La profesora corrió hacia Na-Yeon y forcejeó con ella para quitarle el pañuelo de la mano.

— ¡Ya suélteme! —gritó la adolescente soltándo el paño con agresividad —Si lo hago me convertiré. ¿Pero es eso lo que quieren no?

Seguí con la mirada cada uno de sus movimientos. Estaba confesándolo. Aunque ya lo sabía, escucharla admitirlo hizo que un escalofrío recorriera cada rincón de mi cuerpo.

—¿Por qué Gyeong-Su es mejor que yo? —nos miró a todos —Ese pobretón me empujó.

—¿Y tú trataste de matarlo... porque te empujó? —dije en un hilo de voz.

—No sé por qué actúan así —sus ojos estaban hinchados —Todos son unos hipócritas. Ninguno aquí puede decir que jamás dijo algo malo de Gyeong-Su.

—Estás enferma —tuve la intención de atacarla, pero el maldito de Suhyeok no me dejaba hacer nada.

Na-Yeon cayó al piso. Algunas lágrimas cubrieron sus ojos, mientras todos la veíamos horrorizados.

—No tengo ni un amigo —confesó con la voz temblorosa —No los necesito. Imbéciles.

Limpió su frente con la manga de su suéter y se levantó para ir directamente hacia la puerta de salida y dejar la sala de transmiciones. Woo-Jin quiso salir corriendo tras ella, pero la señorita Park se interpuso entre él y la puerta.

Me quedé en shock.

¿Qué carajos hice?

Una presión en el pecho hizo que comenzara a faltarme el aire. Y mis dedos comenzaron a temblar, luego mis manos, mis brazos y todo mi cuerpo. Estaba al borde del colapso.

La puerta se abrió nuevamente, y cuando vi, me di cuenta de que la señorita Park había ido por Na-Yeon.

Algunas lágrimas se acumularon en mis ojos y no fui capaz de articular ninguna palabra.

Se habían ido por mi culpa.

Morirían por mi culpa.

Nadie se dio cuenta de lo que estaba pasándome hasta que mi falta de aire se hizo evidente gracias a los ruidos que tenía que hacer para poder respirar.

—Ay no —oí a Dae-Su.

—¿Hana? —Suhyeok se acercó —¿Qué pasa?

—Creo que es un ataque de pánico —dijo Woo-Jin.

—On-Jo, pásame esa bolsa —alcancé a oír a Nam-Ra.

Ella se acercó a mí y me dio la bolsa para poder ayudarme a respirar con ella. La puse en mi boca y traté de hacer que algo de oxígeno ingresara a mis pulmones. Poco a poco, lo fui logrando, pero no podía dejar de temblar.

Una ronda a mi al rededor se había formado. Creo que ellos no entendían que eso me ponía más que nerviosa. Una vez que pude respirar mejor, me abrí paso entre ellos y corrí hacia la ventana para obtener algo de aire fresco y tratar de que eso me ayudara.

Estuve unos minutos ahí, apoyada en el muro y viendo por la ventana el cielo nocturno en el que pilotaban a lo lejos varios helicópteros.

Una vez que me sentí mejor, dejé caer mi cabeza hacia el frente y la apoyé en ambos brazos. Estuve en esa posición por un rato, sólo tratando de procesar las cosas que habían pasado en la última hora.

—¿Estás mejor? —Suhyeok se apoyó en la ventana junto a mí.

Levanté la cabeza aún un tanto alterada, y asentí en silencio, pasando la tela de mi sueter por mis mejillas para limpiar las lágrimas.

El chillido de una puerta abriéndose hizo que los dos voltearamos, era Gyeong-Su, que recién salía de la sala de transmiciones.

—Ya pasó la hora —dijo riendo.

No se había enterado de nada.

—¿Na-Yeon? ¿Y la señorita Park? —preguntó cuando se dio cuenta que ninguna de ellas estaba aquí.

Una vez que vio nuestros rostros la sonrisa que tenía se esfumó. Él supo lo que había pasado.


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[NOTA]

No sé que hice aquí. Les juro, hasta el último momento no sabía si dejar que Gyeong-Su muriera o cambiar las cosas.

No sé si me vaya a arrepentir de lo que hice, la verdad creo que sí, pero... ¿Qué es la vida sin riesgos?

Espero que no les moleste este cambio y sobre todo que no los haga dejar de leer la historia.

Estos últimos cuatro capítulos no han sido los mejores ni mis favoritos. Pero los que vienen les juro que valen la pena.

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