『Capítulo 34』

     El día de la despedida y salida a vacaciones había llegado. Todos nos levantamos desde muy de mañana, incluso yo. Lo cual resultó para todos algo de extrañarse. Nos alistamos y desayunamos todos juntos un par de waffles preparados por Vale. Últimamente, ella suele pasar más horas en la cocina que el mismo Hunter.

A pocos minutos de la ceremonia hacia Ehlonna y su colorida época; la primavera. Todos tomamos nuestros equipajes y no retiramos poco a poco del Dair. Luego de pasar tantas semanas en este acogedor lugar, era imposible no llegarlo a extrañar.

De camino a la zona del bosque dedicado a Ehlonna, la diosa. Vamos hablando sobre la comunicación que no debemos perder por el siguiente mes. Además, algunos comentan lo que piensan hacer en este tiempo de receso, en la mayoría de los casos, los planes quedan en pasar tiempo familiar y hacer algún pasatiempo.

—¡Felices vacaciones, chicos! —exclama Blosoom, la profesora del elemento tierra. Todos agradecemos y nos acercamos a los demás estudiantes. En donde el profesor Dark le pide a Ethan que lleve la tarta de frambuesas junto a los demás cuencos llenos de comida y botellas de vidrio repletas de vino y bebidas frutales.

—¡Bienvenidos, guardianes de la naturaleza! —menciona la directora de forma enérgica—. Hoy quince de febrero salen a vacaciones para volver un mes después, a este mundo feérico —añade—. Pero, antes de desaparecer por nuestros árboles, vamos a realizar una pequeña ceremonia hacia nuestra diosa, Ehlonna —indica ella para darle paso a la profesora Blosoom, quien empieza a decir algunas tiernas palabras hacia la diosa, en modo de agradecimiento. Además, agrega algunas palabras sobre la protección del lugar y algunas otras, sobre aspectos positivos de su gran poder.


     Una vez acabada, la mayoría de los estudiantes tienden a tomar sus maletas y a dirigirse al sector del bosque que guarda nuestros túneles para poder despedirse de sus amigos y volver a su país, pero nosotros teníamos que hacer algo muy importante antes de todo. Buscar a Emily.

Cuando por fin la encontramos entre la multitud, todos nos acercamos a ella. Emily hace un intento de irse, pero la detenemos.

—¿Quieren decirme que nos les gustó el dibujo? —dice ella nerviosa—. Tranquilos, entiendo. No les tenía que gustar —añade y hace otro intento de irse.

—Emily, el dibujo nos encantó. Tan solo vinimos a hablar contigo —aclara Hunter y ella nos vuelve a ver confundida.

—¿Dé qué quieren hablar?

—Queremos que vuelvas al Dair —exclamo a la chica de tierna mirada.

—¿Por qué? Después de todo lo que hice, ¿acaso no me odian o me temen? —pregunta ella en tono bajo.

—Tú sola asumiste eso. No hemos dicho nada sobre temerte u odiarte —dice Ethan y ella lo vuelve a ver algo apenada.

—Nadie te culpa de nada —exclama Valentina al fondo de todos con mirada inexpresiva.

—Me gustaría volver, pero no puedo —responde ella después de escuchar tantas insistencias por parte de nosotros—. No me sentiría bien estando con ustedes, sabiendo que los llegué a dañar —comenta Emily y nos brinda a todos una tierna y pequeña sonrisa amigable—. Les agradezco que hayan venido a decirme todas esas cosas bonitas, me hicieron sentir un poco menos culpable —añade.

—En ese caso, si quieres ir a visitarnos eres bienvenida —menciona Hunter y ella asiente amablemente. Emily toma sus maletas y se aleja de nosotros.

Los cuatro guardianes restantes, o sea Ethan, Vale, Hunter y yo nos dirigimos hacia la parte del bosque a la cual fueron la mayoría —por no decir, todos— los estudiantes. Para mi sorpresa, ahí estaba Sophie esperándome y al verme, deja sus maletas tiradas en el suelo aún cubierto de nieve y corre hacia mí para abrazarme.

—Te voy a extrañar mucho, Tayshell —exclama ella, aún colgando de mi cuello—. Cuando volvamos, te traeré algún postre de la panadería de mis padres.

—Muero por probarlo —contesto y ambas nos alejamos.

—Ya debo irme —menciona, observando su túnel—. Adiós, nueva compañera de habitación —grita y corre a su equipaje.

—Espera, ¿vas a volver al Dair? —digo en voz alta con una gran sonrisa en mi rostro.

—Nos vemos en un mes —contesta ella y forma con sus manos un corazón, lo cual me da risa. Luego, Sophie toma sus cosas y desaparece por el agujero de aquel tronco de árbol.

—Adiós, cerebrito; no voy a extrañar tus libros por todas partes —exclama Vale hacia Hunter mientras lo señala—. Hasta pronto, insoportable; gracias a vos, no volveré a traer al Señor Galletas —comenta con seriedad hacia Ethan y lo señala.

—Tampoco voy a extrañar a tu pollo —contesta él, riendo.

—Adiós, Tayshell; vos si me caes bien —dice Vale. Esta vez, señalándome a mí. Luego de eso, ella se aleja de nuestro grupo e ingresa al túnel.

—Es extraño, sigue siendo ella, pero... —susurra Hunter. Los tres guardianes restantes de nuestro grupo, nos quedamos mirando fijamente por la cueva que Vale desapareció.

—Su actitud es noventa porciento menos enérgica. —Termino la frase por mi amigo británico.

—Bueno, chicos. Hasta dentro de un mes —exclama Hunter y se acerca a mí para poder rodearme con sus brazos. Luego, se dirige hacia Ethan y ambos comienza a realizar una secuencia extraña de golpes de manos—. Es nuestro saludo y despedida —añade Hunter riendo al ver mi rostro de confusión.

—Kang siempre quiso hacer uno y nunca lo apoyamos, así que hora lo haremos —añade Ethan y también ríe—. Aunque me sigue pareciendo algo tonto.

—Es original —comento con una sonrisa divertida.

Hunter nos brinda una última pequeña sonrisa y junto a sus maletas, se encamina hacia su cueva hasta que desaparece por ella.

—Bueno, solo quedamos nosotros —exclama Ethan observándome.

—Eres bueno analizando situaciones, ¿no? —respondo con sarcasmo.

—Muy graciosa —responde cruzando sus brazos—. Hasta dentro de un mes, princesa de hielo.

—Hasta dentro de un mes, Clark —contesto. Ambos nos brindamos un corto abrazo—. Por cierto, deberías ponerme un apodo definitivo —menciono y él solo ríe. Luego de eso, nos separamos para poder ingresar a nuestros túneles.


     Comienzo a caminar entre la oscuridad y poco a poco puedo percibir el calor que emana las costas del pacífico. Logrando que, a unos cuantos pasos, pueda ver la salida de aquel pasillo.

—Hogar, dulce hogar —susurro y tomo una gran cantidad de aire de aquel fresco lugar. Pero, no contaba con que esto me iba a poner muy melancólica. El volver a ver el océano y mi casa, era algo que llevaba añorando desde hace mucho. No quería ni saber que sucedería o qué sentimientos desatarían en mí, cuando vería a mi padre y a Mason. Los extrañaba como nunca antes lo había hecho.

Tomo mis maletas y patines, y comienzo a caminar a grandes zancadas para llegar lo más rápido posible a mi hogar. Si mi instinto no me fallaba, eran las cuatro o cinco de la tarde; por ende, mi padre estaba en la casa, al igual que Mason.

Llego al pórtico y con desesperación toco la puerta, en espera de cualquier persona que me abriera, y ese fue Mason.

—Yo abro. —Escucho su voz a través de las paredes y mis ojos ya se estaban cristalizando. Cuando él abre la puerta, se me queda bien y es tan satisfactorio el ver como su rostro cambia a alegría pura—. ¿Tayshell? —grita, tomándose del pelo. Yo comienzo a reír, aunque por dentro solo quería llorar. Llorar de emoción. Me lanzo a sus brazos y él me recibe con emoción—. ¡Papá! —llama—. Tayshell volvió —indica y escucho unos pasos rápidos bajar las gradas de madera de la cabaña.

—Pensé que jamás te volvería a ver —dice él con los ojos llorosos. Aquí es donde me alejo de Mason y me acerco a mi padre, su abrazo era tan cálido, tan reconfortante, tan familiar, que hizo que logró sacar algunas lágrimas de mis ojos—. ¿Quieres explicarme dónde estuviste todo este tiempo? —pregunta cuando se aleja un poco de mí, con tono un poco enojado—. Hace más de un mes llegaron a decir del colegio que no ibas a volver hasta próximo aviso, porque había una epidemia de alergia esponjosa —dice él confundido.

—Claro, eso —respondo, secando mis mejillas—. Todo era real. No podíamos volver con nuestras familias porque era muy contagioso y no es algo que pueda curar un efímero —añado, siguiendo la historia que brindó el colegio, ya que no podíamos decir lo que en realidad había pasado.

—¿Efímero? —pregunta Mason.

—Persona sin poderes elementales. O sea, persona no feérica —contesto y él finge entender—. Sé que es difícil escuchar todas esas cosas, pero al menos ya todo acabó —explico, fingiendo una sonrisa. Cuando hubiera deseado que el problema en el bosque Boreal, hubiera sido una alergia y no lo que en realidad fue.

—No te preocupes —indica mi padre—. Por cierto, ¿cuánto tiempo te quedarás aquí?

—Un mes. Se podría decir que son vacaciones —contesto y recibo dos grandes sonrisas.

—Eso es increíble —menciona mi padre, acercándose a mí para darme un abrazo, pero se detiene—. Tayshell María Sáenz —exclama con seriedad. Otra vez diciendo un nombre el cual ni siquiera llevo de forma legal. Aunque eso significa en mi caso, ¡peligro! —. ¿Quieres explicar por qué hueles a perfume de hombre? —pregunta.

—¡Uh! —expresa Mason—. Esto se pondrá interesante —añade riendo.

—¿Perfume de hombre? —pregunto confundida—. Creo que mejor subo a acomodar todo esto. Por cierto, es normal tener amigos hombres que utilicen perfume —añado dejando atrás el tema. Tomo mis pertenencias y comienzo a subir los escalones para llegar al segundo piso.

—Todavía tenemos un mes para sacarte la información sobre el novio secreto, querida hermanita —comenta Mason riendo. A lo que yo le saco el dedo del centro—. ¡Qué falta de respeto hacia tu hermano mayor! —añade de forma dramática.

—Tayshell, esos modales —indica mi padre con tono serio. Lo que me hace sentir como una niña de ocho años, cuando no quiere saludar a alguien de su familia y su padre le dice esa famosa frase; «esos modales».

—Lo siento, dramático.

Continúo mi camino hacia mi habitación y una vez frente a ella, entro y cierro la puerta. Dejo todo tirado a un costado de la misma puerta y camino lentamente en mi habitación hasta llegar a mi cama. Todo estaba como lo recordaba. Mi cama de madera tenía sus lindas sábanas blancas. La guirnalda de flores y hojas que había hecho un día aburrida, aún estaba colgando del techo de mi cuarto y caía por la ventana. Las fotos que tenía sobre algunas cosas que me gustan, aún permanecían pegadas a la pared de madera oscura. Mis trofeos aún estaban allí. Todo era igual, lo cual hizo mi corazón ablandarse de dolor.

La última vez que estuve en este lugar, jamás habría imaginado todo lo que iba a vivir al volver al mundo feérico. Iba a perder a un amigo, iba a terminar secuestrada e inclusive, iba a matar a alguien. Todo había cambiado, ahora solo quedaba afrontar todos estos cambios y adaptarme a la nueva vida, sin caer en el pesimismo o locura.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top