『Capítulo 24』

     El gran día de la cena navideña había llegado. Era veinticinco de diciembre, pero este no se sentía como tal, ya que no había árbol navideño y no había decoraciones por doquier en nuestra habitación, pero lo que más extrañaba, era el pastel navideño que mi padre suele preparar para estas fechas. Es difícil no poder siquiera enviar un mensaje a mis familiares deseándoles una linda navidad.

El colegio cerró por las fechas navideñas; por ende, no tendremos clases por dos semanas. Pero, hoy se abren las puertas para todos los estudiantes, ya que hay aperitivos para celebrar este peculiar día.

Todos nos vestimos con pantalones y sudaderas que nos resguardaran del frío del exterior. Y en mi caso, me coloqué los guantes que semanas atrás Ethan me regaló.

Caminamos por los senderos, encontrándonos con más de los estudiantes que se dirigían hacia el colegio. La blanca nieve en forma de copos caía sobre nuestro cabello y vestimenta, lo cual brindaba cierta conformidad en mi ser. Me agradaba ver este paisaje invernal; un paraíso tintado de colores fríos.

Al llegar al castillo, todos somos recibidos con una taza de chocolate con malvaviscos en color blanco y nos brindan una tarjeta con la frase «¡Felices fiestas!» escrita en silvano.

La escuela poseía muchas decoraciones; guirnaldas, velas y árboles eran los encargados de brindar a todo el lugar, ese ambiente festivo de fin de año.

Entramos al comedor principal y este estaba decorado sutilmente con temática navideña, pero sin perder su característico tema naturalista que rodea todo el mundo feérico.

—¡Adelante, jóvenes! —indica la profesora Windy, la encargada de las clases elementales de aire—. Disfruten el festín.

—Profesora, no me diga eso porque vengo hambrienta —exclama Vale, dando ligeras palmadas a su estómago. La profesora tan solo comienza a reír.

Todos nos dirigimos al sector de comidas y tomamos todo aquello que deseamos. Yo me decido por tomar unos cupcakes de vainilla, unos mentolines y una copa de crema de frutos rojos.

—Iré a la mesa —indico y me encamino junto a mis postres a una de las mesas que encuentro aún desocupadas. Poco después llegan los demás—. Provecho, Vale —comento al ver que la chica se trajo un ejemplar de cada uno de los aperitivos.

—¡Gracias! —dice guiñándome un ojo—. Es que aquí es el único lugar donde puedo comer lo que yo quiera. Mi mamá es nutricionista, mi papá es profesor de deportes y mi hermana practica atletismo, así que mi vida se ha resumido en comer por calorías. Además, no puedo comer alimentos con gluten o azúcar. ¡Es horrible! —explica y al terminar, lleva una cucharada de pudín de chocolate a su boca.

—¿Cómo puedes vivir así? —pregunta Hunter—. Tanta restricción de comida puede llegar a ser algo malo.

—Por eso mismo me la paso comiendo de todo en este lugar. Nadie me juzga. Claro, cuando vuelva y vean mi cuerpo, me harán hacer ejercicio hasta el cansancio —dice con cierta frustración en su voz.

—Yo te veo perfecta, así con esos kilitos de más —dice Kang observándola con una tierna sonrisa.

—Me vas a hacer llorar —responde la chica haciendo pucheros. Es cierto que Vale tiene un poco de sobrepeso, pero eso no la limita a verse increíble, su cintura se tiende a marcar de forma bonita y sus lindas piernas con grandes muslos que incluso yo podría llegar a envidiar, ya que mis piernas son todo lo contrario y esa cicatriz no las hace lucir mejor.

—Desde hace tiempo tengo la curiosidad —exclamo y todos los demás dirigen su mirada hacia a mí—. ¿Ustedes estudian o hacen algo por el estilo?

—Yo iba a iniciar unos cursos de cosmetología, pero apareció una piedra que puso mi mundo de cabeza. Pero, pienso realizarlos cuando esto acabe —responde Sophie.

—Yo pensaba estudiar literatura —añade Hunter.

—Quiero estudiar medicina, pero aún lo estoy pensando —dice Kang.

—Aviación —contesta Ethan y le da una mordida a su dona de chocolate.

«—Espera, ¿qué? —pienso».

—¿Me estás cargando? —exclama Vale asombrada.

—¿Piloto? —dice Sophie en tono de pregunta—. Y yo sintiéndome diferente por estudiar cosmetología.

—Bueno, aún no he logrado entrar a la universidad, pero al acabar los dos años en este colegio, pienso entrar a la carrera.

—Eres mi ídolo —exclama Kang, felicitándolo—. Vale y ¿tu?

—Gastronomía —comenta y comienza a reír—. Le fallé a mi familia —añade—. Es que la comida es mi pasión; amo cocinar y comer. Aunque no lo suela hacer mucho.

—Bueno, espero que nos invites a tu futuro restaurante —dice Hunter y ella asiente emocionada.

—Solo falta, Tayshell. ¡Sorpréndenos! —dice Kang y todas las miradas una vez más, se posan en mí y aquí es donde quiero cambiar de tema.

—Nada —exclamo cerrando mis ojos.

—¿Qué? ¿No vas a seguir estudiando? —pregunta Vale.

—Si quiero, pero no sé qué. Nada me llama la atención —respondo frustrada y justo cuando Kang iba a decir algo, la directora Shine habla al frente, logrando dejar atrás mi vergonzosa falta de interés por cualquier carrera.

—Espero que todos estén pasando una feliz navidad —exclama con alegría—. Hoy es el día que decidimos ver lo bueno entre todo lo malo que está sucediendo a nuestro alrededor —añade—. Les doy mis mejores vibras a todos y les recuerdo que si nos necesitan durante los próximos días no lectivos, con gusto les ayudaremos de igual forma —finaliza y el comedor se inunda de aplausos, y luego de que la directora se retira, la musica instrumental de fondo continúa sonando.

—Tayshell, tranquila. Pronto encontrarás algo que te interese —dice Kang, volviendo al tema de antes.

—Creo que deberías ser maestra —indica Vale, pero ante la mirada de terror de todos, se retracta—. Mejor no.

—Deberías ser abogada —añade Ethan y al ver mi mirada de confusión, decide añadir algo más—. Siempre pasas peleando, se te dará bien.

—¡Qué gracioso! —respondo con sarcasmo.

—Quizás deberías intentar ir con alguien de ayuda vocacional —aconseja Sophie y le doy toda la razón.

Cuando finalmente acaba el tema de carreras y de sentirme peor porque todos saben que estudiar a excepción de mí, decidimos salir del castillo y volver al Dair. En donde decidimos cambiarnos la ropa actual por prendas de vestir un poco más cómodas, ya que la comodidad es lo principal.

—¿Empezamos a organizar la cena? —pregunta Hunter y todos asentimos—. Vamos, Vale, hoy serás mi asistente. Así puedes ir practicando para estudiar gastronomía —dice el chico tomando a ella de la mano y llevándola a la cocina.

—¡Sí! —suelta un gritito—. Te adoro, Hunter —exclama ella abrazándolo por la espalda.

     Los demás que quedamos en la habitación principal, decidimos hacer un poco de limpieza. En mi caso, con ayuda de una de las escobas comienzo a limpiar todo rastro de suciedad que haya en el suelo, mientras que Kang acomoda un poco el lugar, y Sophie y Ethan preparan el lugar en donde será la cena. Esta la haremos en la alfombra que hay en el centro de la habitación, así que ambos agregan cojines, velas y todos los platos, copas y demás cosas necesarias para que quede todo a la perfección.

—Tayshell, necesitamos tu ayuda —dice Hunter desde la cocina. Me acerco al lugar, pero al ver que me iban a encargar preparar un platillo, una mirada de terror se me escapa en dirección de ellos.

—No, por favor. Detesto cocinar, no me hagan esto —suplico a ambos y ellos me responden con una sonrisa.

—De acuerdo, pero tienes que ayudar con algo más. Ethan se encarga de la bebida, y Sophie y Kang preparan el postre —dice Hunter y piensa la situación por algunos segundos para después sonreír por la idea que llegó a su mente. Y así fue como acabé lavando trastes toda la tarde, ya que no paraban de traerme cosas que ensuciaban por hacer la comida, pero al menos no tenía que cocinar.


     Varias horas después, todos finalizamos con la cena; por ende, los chicos dejaron que todo enfriara y mientras esperamos nos dirigimos a la habitación en donde se encuentran nuestras camas y pertenencias, en general.

—Ya sé qué podemos hacer —dice Valentina y coloca música en su reproductor—. ¡Bailemos! —exclama ella emocionada, pero como nadie apoya su idea, ella comienza a bailar—. ¡Vamos! No sean aburridos —comenta ella y toma a Kang de las manos y se lo lleva al centro.

—¿Y qué tengo qué hacer? —pregunta él confundido.

—Solo muévete, déjate llevar —dice Vale—. Se llama bachata —añade. Ella toma una de las manos de Kang y la posa en su cintura, y la otra la toma—. Solo sígueme el paso —indica ella y él asiente confiado. Ambos comienzan a bailar, al menos Vale si lo hace bien, pero Kang al principio se le complica demasiado.

—Espera —dice Kang—. Olvidé cuál era mi derecha —añade y todos comienzan a reír—. Claro, ríanse. Supongo que son muy buenos bailarines —dice molestando con seriedad.

—¿Bailamos, Sophie? —pregunta Hunter a mi amiga rubia. Ella al principio no sabe cómo reaccionar, pero acaba aceptando.

Ambos se unen al compás de la canción y no lo hacen nada mal. Sin embargo, aún Kang y Vale están teniendo problemas con la coordinación.

Solo quedamos Ethan y yo sentados en nuestras camas, nos miramos por un instante, pero no hacemos nada más.

—¿No van a bailar? —interroga Vale.

—Iré a ver si la comida ya se enfrió —añado y me levanto para ir a la cocina a esconderme de este momento. La verdad nunca he sido gran fanática del baile; puede sonar tonto que ame bailar sobre hielo, pero no en una habitación o salón. La verdad hay cosas en las cuales no logro ni entenderme a mí misma.

Entro a la cocina y escucho a todos riendo a pocos metros de mí, pero aun así me siento aliviada. Observo la comida y esta aún está caliente, lo que significa que seguirán bailando por más tiempo. Me acerco un poco a la puerta y observo a todos bailando; incluyendo a Ethan quien se encuentra bailando con Vale, lo cual me sorprende.

—¿Cómo está la comida? —pregunta Kang acercándose a mí.

—Caliente, aún —respondo.

—¿Quieres bailar conmigo? —interroga ofreciéndome su mano.

—Solo una canción —exclamo, colocando mi mano sobre la de él y me brinda una pequeña sonrisa.

Llegamos al centro de la habitación y comenzamos a bailar al ritmo de la canción, y por asombroso que suene, Kang logró adaptarse al baile.

—Se te da bien la danza —exclamo.

—Aprendo rápido —contesta él con una gran sonrisa y hace que yo de una vuelta, lo cual me resulta gracioso.

El ambiente de baile y risas perdura solo algunos minutos más, porque el reproductor de Vale se queda sin baterías y a nadie se le ocurrió la maravillosa idea de traer provisiones de ellas a este lugar. Así que decidimos iniciar con la cena.

Todos en la alfombra mientras que Sophie y Hunter sirven los platos, y la música instrumental suena de fondo —puesta desde mi reproductor— vuelven esta cena, un momento bastante agradable.

Por el resto de la tarde y casi noche, la pasamos increíble. Todos probamos la deliciosa comida, postres y bebida preparados por todos en el Dair. Las risas y anécdotas divertidas no pudieron faltar, y esto logró que ninguno de nosotros se sintiera del todo mal por no estar con sus familias o en sus países natales.

A pesar de que la vida resultó ser algo que jamás planeamos, logramos encontrar magia en ese gran cambio.

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