『Capítulo 22』
Catorce de diciembre. El día en que casi todos en el Dair morimos de un infarto.
Según la loca mente de Valentina, la mejor idea de celebrar el cumpleaños de Kang era despertándolo con música ranchera. Así que todos despertamos ese día por un fuerte e impactante sonido de trompetas, guitarras y señores cantando. Era increíble la potencia que podía llegar a tener el reproductor de música, ya que nos despertó a todos.
—¡Feliz cumpleaños, Kang! —grita Vale y se le tira a los brazos. Es gracioso, ya que Kang ya se acostumbró a ese tipo de afecto tan cercano.
—Vale, por poco no me matas —exclama él, abrazándola.
—¿Podés creer que ese siempre fue mi sueño? Despertar a alguien con música ranchera —comenta ella riendo.
Todos se levantan a felicitar a Kang, pero en mi caso me quedo en la cama con cara de odio hacia Valentina.
—¡Oh, vamos, boluda! Cambiá esa cara —exclama Vale, acercándose a mí y me toma de las manos.
—Espero que te quede en claro que te detesto —respondo aún somnolienta.
—Vos me adoras —dice ella guiándome hacia donde están los demás.
—¡Feliz cumpleaños, Kang! —expreso y abrazo al chico que ya se levantó de la cama. Él me recibe el abrazo con gran cariño.
—¡Felicidades, Kang! —dice Hunter quien sale de la cocina junto a un pequeño pastel en color blanco con pequeñas decoraciones en color verde, amarillo y morado.
—Ahora quiero cumplir años todos los días —comenta recibiendo amigablemente a Hunter y toma el pastel.
—Esto es una falta de respeto hacia mi persona —añade Vale, observando a Hunter—. Es muy pequeño, yo quería comer —dice con frustración.
—Para tu cumpleaños te hago uno —dice Hunter.
—Cumplo el diecinueve de mayo —comenta con seriedad—. Faltan cinco meses.
—Suerte con la espera —dice Hunter riendo.
—Eres malo, Hunter. Puedes tener carita de ángel, pero eres pura maldad —menciona Vale y se encamina a la cocina a buscar algo que comer.
Luego de las felicitaciones hacia nuestro amigo coreano, cada uno vuelve a su rutina mañanera previa a las clases en el Elements College. Todos tomando turnos para ingresar al baño tanto de hombres como de mujeres y a la cocina. Cuando todos nos encontramos listos con nuestros abrigos de distintos colores como uniforme, emprendemos una larga caminata hasta la gran entrada del castillo.
—Hasta después del almuerzo —dice Sophie, ya que la primera clase es la elemental; por ende, permaneceremos en distintas aulas y lugares del colegio.
—¿Nos vamos, cumpleañero? —pregunto a Kang.
—Por supuesto —dice riendo.
Ambos nos dirigimos al salón de clases, el cual es uno de los más extraordinarios de todo el colegio por sus colores llamativos y en general, su estructura peculiar.
—¡Bienvenidas, almas acuáticas! —dice el profesor Brice emocionado mientras pasa una de sus manos por su barba bien cuidada—. Hoy pondremos en práctica los conocimientos del agua como protección; por ello, la clase de hoy será junto a los estudiantes del elemento de fuego. Así que, muevan esos traseros de sus lugares y caminen hacia el jardín —indica el profesor Brice.
Todos seguimos sus indicaciones y salimos del salón de clases. Caminamos por los amplios pasillos hasta llegar al exterior del castillo, percatándonos de que los trabajadores del colegio se habían tomado el tiempo de quitar todo rastro de nieve. Nos acercamos a los estudiantes de fuego, quienes ya se encontraban en el lugar.
—¡Vaya que son lerdos! —grita un chico de cabello negro y ojos grisáceos, de forma burlista e intenta que Ethan se le una, pero este lo ignora y solo se nos queda observando.
—Guardianes del fuego y del agua, ambos tipos de seres tienen gran potencial, y una lucha entre ambos es algo difícil de ganar; así que los trajimos aquí para que puedan practicar un poco sus poderes —explica el profesor Liam, encargado de los guardianes de fuego.
—Correcto —agrega Brice—. No está de más decir que esto no es una guerra a muerte; por ello, deben ser cuidadosos e intentar no lastimar a nadie, ¿comprendieron? —pregunta y todos los presentes asentimos. Aquí es donde comienzan a hacer parejas para iniciar el combate, y a mí me tocó con el chico que hace poco nos dio una bienvenida nada agradable, su nombre es Ragnar Hansen.
—Espero que estés a mi altura, Tayshell —dice observándome con desagrado.
—Te digo lo mismo —respondo con seriedad. Ante la señal del profesor Liam, el tiempo de combate inicia.
El chico comienza con grandes llamas de fuego, las cuales bloqueo sin excepción. Él se tiende a enojar y continúa atacándome, a lo que yo intento impactar contra él con grandes cantidades de agua.
—Quiero ver cómo te libras de esto —dice Ragnar con una sonrisa que llegaría a dar un poco de miedo.
A continuación, junto a su poder logra rodearme en un círculo de llamas altas, las cuales se comienzan a acercar a mí. Intento pensar con claridad y lograr tener un poco de cordura en mi cabeza. Experimento la creación de una enorme gota de agua, la cual sostengo con dificultad y una vez a una altura decente, la disperso por todo mi alrededor, acabando poco a poco con el fuego que estaba a nada de rodearme por completo.
—¿Estás loco? —exclamo enojada.
—Tenía que probarte —dice con una sonrisa ladeada. Doy un paso hacia atrás y con fuerza cierro mis puños. Cuando los abro de nuevo, una gran cantidad de agua se dirige en su dirección con fuerza, dejándolo tirado en el suelo.
—Imbécil —comento dejándolo en el suelo.
—Bien hecho, Tayshell, esa defensa fue increíble—. Me recibe el profesor con un apretón de brazos—. Ve a descansar —indica y me acerco a las graderías en donde me encuentro con Vale.
—Algo me dice que el noruego no te agradó —pregunta para luego darle una mordida a su emparedado.
—¿Eso crees? —respondo observándola.
—No te culpo, es insoportable —dice riendo.
Nos quedamos unos minutos más observando los demás combates, el cómo atacan y se defienden tanto los del agua como los de fuego. Pero, poco después, los profesores dieron la indicación de retirarnos, ya que la hora de almuerzo había comenzado.
En la entrada del comedor principal, nos encontramos con los demás del grupo e ingresamos juntos al lugar. En donde, todos tomamos una bandeja para que nos sirvan una especie de sopa de verduras y luego de acabar el almuerzo, asistimos a clases con la profesora Amarilis, las lecciones de botánica en el invernadero del castillo. Hoy nos tocó aprender sobre una planta muy extraña, la cual se llama Pétalos de Oscuridad. Esta flor es completamente negra, incluidas sus raíces y tallos, pero su centro consta de una pequeña perla blanca.
Cuando acabamos con la parte teórica como sus propiedades sanadoras y demás, nos centramos en la trasplantación de las mismas y los cuidados que hay que tener.
Al acabar el día, nuestro grupo de seis guardianes es separado, ya que hoy toca noche de club; por ende, Sophie se dirige al escenario que hay dentro del colegio para practicar junto a su grupo musical y Hunter se marcha junto a su grupo de lectura. Los demás decidimos volver al Dair para poder descansar o hacer lo que nos plazca. De camino al árbol de roble, nieve comienza a caer del cielo, acumulándose aún más por los senderos del Bosque Boreal.
—Che, casi lo olvido. Kang, acompáñame a traer tu regalo de cumpleaños —menciona Vale, poco antes de llegar a nuestra habitación.
—Claro —contesta él—. ¿Siguen solos? —pregunta e Ethan asiente. Ambos se marchan, pero claramente no sin antes recibir una mirada traviesa por parte de Kang.
—Parece un niño —susurro entrecerrando mis ojos en su dirección.
—¿Dijiste algo? —pregunta Ethan quien se me adelantó algunos pasos.
—No, nada —respondo para dejar que un intenso silencio permanezca entre ambos, este perduró varios minutos mientras caminábamos. Tan solo se escuchaban los pasos de nuestros pies al impactar con la nieve acumulada en el suelo.
—¿Sabes? Aún tengo la curiosidad —dice en voz baja, intentando hacer la caminata más llevadera—. ¿En serio, nunca has tenido pareja? —añade cambiando drásticamente el tono de su voz a uno más animado.
—Eso no te debería interesar —exclamo adelantándome algunos pasos.
—Ya sabes la situación con mi asma, ahora me toca saber algo sobre ti —comenta observándome con diversión.
—Yo también te conté algo sobre mi vida ayer —respondo—. Así que no te diré nada. Deja tu sentido chismoso para otro día.
—Yo no te pedí que me contaras lo de tu mudanza. Así que aún tengo derecho a preguntarte algo —exclama con una sonrisa victoriosa.
—¿Qué quieres saber? —contesto, rodeando los ojos.
—Lo de no tener pareja.
—No sé por qué te interesa tanto, pero es verdad, nunca he tenido novio. Mi tiempo libre estaba destinado a mis patines y a la pista de hielo.
—¿Y primer beso?
—Emm —respondo incómoda. Ese es mi oscuro secreto—. Claro que sí —digo intentando sonar muy convencida de mi respuesta.
—¿Nunca has dado un beso? —pregunta, sorprendido. Incluso, llega a parar su paso para observarme—. Tienes diecinueve años y no te has besado con nadie —dice caminando a pasos lentos hacia a mí, llegando a estar a una distancia tan reducida que mi cuerpo se tensa y paro de respirar por un corto periodo de tiempo. Ambos nos quedamos algunos segundos observándonos fijamente.
—Al menos no me fueron infiel —respondo y doy un paso atrás, intentado calmar la tensión.
—¿En serio vas a decir eso ahora? —dice con seriedad.
—Ya chismeaste de mi vida, ahora me toca —comento, aliviada porque ya nos encontrábamos más lejos—. ¿Cómo sucedió? —pregunto y ambos continuamos caminando.
—Te odio, obstinada —añade con los ojos entrecerrados—. Bueno, ella era mi mejor amiga del colegio y decidimos ser algo más —explica—. Los seis meses que estuvimos juntos la pasé increíble, yo de verdad la quería —dice y se detiene algunos segundos para después dirigirme una profunda mirada que termina quitando. Fue como si tuviera un pensamiento un tanto extraño sobre eso último que dijo—. Un día la invité a cenar, pero ella se negó, como ya había hecho la reservación fui yo solo. Pero, al llegar —dice y aclara su garganta—. Estaba ella con otra mujer, lo cual me resultó extraño. Poco después, me enteré de que ella era lesbiana y solo me estaba usando para ocultarle a los demás su verdadera orientación sexual. Siempre salían como amigas para no levantar sospechas, pero me di cuenta de todo.
—Eso es horrible —exclamo asombrada. Siempre pensé que una infidelidad era algo frustrante, pero ser usado para aparentar ser alguien más frente a la sociedad; es algo inhumano.
—Creo que era mejor llegar a los diecinueve sin haber besado —añade molestándome.
—Eres un repugnante —respondo y tomo un poco de nieve del suelo, formo una pequeña bola de nieve y se la lanzo; pero, él anticipa mi acción y de su mano hace emerger llamas de fuego que deshacen la bola—. Tramposo.
—Entra. Ya deja de pelear —responde riendo frente a la entrada del Dair.
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