『Capítulo 2』
Me despierto por todo el ruido proveniente de la habitación en donde me encuentro. Froto mis ojos y junto a un bostezo me levanto de mi cama.
—Finalmente despertaste —exclama Sophie reluciendo una gran sonrisa—. Los uniformes del colegio son lo mejor que he visto —añade dando una pequeña vuelta para que admire su vestuario. Este consiste en un vestido verde con un corsé no tan ajustado, además de llevar un abrigo sin mangas, el cual termina en punta. Tiene detalles en las mangas y cuello en color turquesa, y unos lindos botines marrones.
—¡Está increíble! —expreso sorprendida. Miro a la izquierda de mi cama y me encuentro con un maniquí que lleva puesto mi uniforme, este es igual al de Sophie solo que los colores son diferentes; los míos son celeste y azul marino—. ¿Quién sigue en el baño? —pregunto en voz alta.
—Creo que nadie —responde Emily mientras trenza su cabello marrón. Tomo mi vestido y botines, y me encamino con prisa al baño.
Luego, de tomar una ducha no tan extensa, me visto con el uniforme del colegio. Mi cabello decido que seque al aire libre, tan solo coloco un poco de crema para que después mis ondulaciones no terminen siendo un desastre.
Una vez lista, salgo de la habitación y choco con Ethan, el canadiense.
—¿Acaso estás ciega? —expresa él.
—No, pero al parecer tú si —exclamo haciéndolo a un lado. Continúo mi camino mi cama y rodeo los ojos al recordar sus palabras.
Guardo toda mi ropa en mis cestas y me siento en mi cama mientras observo de forma perdida mis patines.
—Ay, ¿qué es eso tan tierno? —chilla Sophie y todos la miramos cruzar la habitación en dirección a Vale, quien sostiene un periquito color amarillo con ciertas plumas naranjas.
—Él es mi periquito, el Señor Galletas —exclama Vale con una gran sonrisa.
—¿Señor Galletas? —pregunta Kang riendo.
—Sí, mi querido Kang —dice ella guiñándole un ojo. Me levanto y me dirijo a donde están todos los demás, pero apenas llego, el ave sale volando cerca de mí, logrando que un grito se escape de mi garganta.
—¿Asustada, Tayshell? —dice Ethan de forma burlista.
—Al menos la directora no me dijo prejuiciosa frente a toda una generación de guardianes —respondo volviendo a mi cama.
—Tranquila, Tayshell, Señor Galletas no pica —indica Vale, acariciando a su ave.
—Sabes, creo que prefiero a los peces —contesto y todos ríen ante mi comentario. Siendo sincera, nunca he sido una amante de las mascotas, prefiero permanecer lejos de los animales. Sin embargo, los respeto e intento no dañarlos.
Minutos después, todos salimos del roble y nos encaminamos al castillo, el cual es nuestra escuela. Caminamos por varios senderos repletos de árboles, y hojas en tonos cálidos por todo el suelo, ya que nos encontramos en medio del frío otoñal.
—Esto es increíble, es la primera vez que veo un paisaje otoñal —admite Vale, fascinada. —En Argentina, no hay otoño ni invierno, por lo menos con nieve.
—Pienso lo mismo, en Costa Rica tampoco hay cuatro estaciones —añado.
—¿En serio? —responde Kang.
—Sí, pero ¿sabés qué tenemos los argentinos y ninguno de vosotros no? —dice Vale emocionada, pero como nadie sabe, ella misma responde—. Los mates. Sientan la envidia de los argentinos.
—He visto fotos y eso parece marihuana —dice Kang y todos reímos.
—Con los mates no te metas, coreano —exclama ella amenazándolo con su dedo índice. Él se ríe y levanta sus brazos en modo de rendición.
Continuamos nuestro camino, pero al llegar finalmente a la escuela nos encontramos con una pizarra enorme y llena de información, la cual se encuentra escrita en silvano.
Cada uno de nosotros toma uno de los horarios establecidos por la institución y observamos que tan solo tenemos dos clases por día. Además, en la pizarra nos muestran algunos clubs de los cuales podemos ser partícipes. Está el club de arte floral el cual consiste en pintar flores a base de pinturas naturales, club de repostería y cocina, club de lectura el cual le llamó la atención a Hunter y, por último, el club de música.
—Ya tengo club —dice Sophie tomando la papeleta informativa del grupo musical.
—¿Tocas un instrumento? —cuestiono asombrada.
—La kalimba. —Pero al ver mi rostro de confusión, ella se ríe—. Cuando acabe el día te la enseño.
Luego de eso, todos entramos al castillo y comenzamos a buscar el salón A6 el cual queda en las mazmorras. Así que bajamos unos cuantos escalones hasta llegar al piso más bajo de la escuela.
Al llegar al salón, entramos a este y tomamos asiento en los escritorios de madera oscura. El lugar es grande y sombrío, a pesar de las muchas velas y el gran candelabro que cuelga del centro del techo. Al fondo del salón hay enormes libreros los cuales tienen distintos libros y frascos con cosas las cuales no termino de identificar. Frente a nuestros escritorios hay un gran caldero, una pizarra de gran tamaño y el escritorio de nuestra profesora.
Tomo con curiosidad una cajita pequeña de madera la cual lleva un color morado, quito la tapa que cubre su interior y me topo con varias cosas; entre ellas un pequeño mortero o pilón de color negro, algunos frascos de vidrio y velas de color verde, blanco y azul.
—Bienvenidos, guardianes. Me entusiasma que la clase de pócimas y brebajes fuera la primera en recibirlos —exclama una señora baja, cabello negro con mechones platinados y ojos negros—. Soy la profesora Sabrina y espero poder enseñarles todo lo necesario para que puedan realizar sus propias pócimas —añade caminando por todo el salón y mirándonos de forma simpática a cada uno de nosotros—. Es importante recordar que nosotros usamos la naturaleza para beneficio propio, sin perjudicar a ningún otro ser vivo. No somos brujas ni hechiceros —explica y comienza a escribir ciertas cosas en su pizarra.
Todos comenzamos a poner atención a sus explicaciones sobre la importancia de los colores de las velas, además nos reveló las funciones de algunas plantas como la lavanda, la menta y otras cosas como las gotas de lago, el azúcar y las rodajas de limón.
—Con toda la información vista en esta clase, les dejaré su primera tarea. Esta consiste en preparar una pócima de Sine Dolore, su principal función es disminuir el dolor de cualquier herida o enfermedad —explica la profesora—. Encontrarán su preparación en la página 22 —indica ella, cierra su libro y nos dice que podemos retirarnos. Todos nos levantamos de nuestros asientos y junto a nuestros nuevos kits de pócimas y libros, salimos del salón para poder dirigirnos al comedor principal, lugar al cual acudir cuando la necesidad de comer es un problema de vida o muerte.
Al llegar, las puertas enormes de madera ya se encontraban abiertas, así que entramos al lugar, el cual debo admitir es realmente enorme, pero lo sorprendente es que todo el castillo sigue esta temática «naturalista».
El comedor principal cuenta con extensas mesas ubicadas simétricamente en el lugar, junto a una de las paredes hay mesas repletas de comida y algunos guardianes de mayor edad se encuentran allí para servir dicha comida. También hay varios candelabros que brindan iluminación extra, ya que de los grandes ventanales entra luz natural.
Sophie, Hunter, Kang, Vale y yo nos formamos en una fila no muy extensa la cual lleva a la comida. Cuando estábamos un poco más cerca tomamos un plato blanco y lo colocamos sobre una bandeja de madera para que en pocos minutos coloquen allí la comida.
—¿Quieres más? —dice una señora bastante seria. Miro mi plato y niego sin decir una palabra, tan solo continúo avanzando hacia el siguiente señor, quien me sirve como postre unas gomitas circulares, las cuales desconozco.
Una vez con mi comida en la bandeja, camino detrás de Kang hasta llegar a una de las mesas y tomar asiento.
—Deliciosa comida —admite Vale para luego tomar un poco del pastel de papas que nos sirvieron y llevarlo a su boca.
Y así es como nuestra hora del almuerzo inició, comenzamos a devorar la deliciosa comida mientras compartíamos comentarios sobre la clase de pócimas y brebajes.
—Hasta el final del día —exclama Hunter, despidiéndose de todos, ya que como solo hay dos clases por día, la tarde de hoy la pasaremos separados, porque son las clases de poderes elementales; por ende, los estudiantes son divididos según su elemento.
—Bueno, ¿nos vamos a buscar nuestro salón, Tayshell? —pregunta Kang, ya que ambos pertenecemos al poder del agua.
—Claro —respondo. Ambos nos alejamos de los demás hasta llegar al salón A4, por suerte este se encuentra en el mismo pabellón que el comedor principal, así que no tardamos mucho en llegar.
Una vez allí buscamos un asiento juntos y esperamos a que el profesor llegue. El salón de clases parece sacado de otro mundo, el suelo es de mármol blanco, las paredes de piedra en colores claros y el techo parecía hecho de cristales celestes. Las mesas de madera y sillas estaban bien distribuidas. Además, esta aula tenía sus típicos libreros, pizarra y escritorio dirigido al profesor.
—¡Buenas tardes, almas acuáticas! —saluda un profesor alto de cabello rizado y barba castaña—. Soy Brice, profesor encargado de mostrarles todo sobre el poder del agua. —Él a simple vista se ve que es agradable y muy comprensivo.
La primera hora y media de clase se resume en explicaciones sobre nuestro poder, riesgos y cuidados que debemos tener. Pero, lo que en verdad me dejó pensativa, es que el profesor dijo que cuando nos sentimos mal, ya sea que tengamos rabia, tristeza o estrés, nuestro poder se vuelve poderoso. Así que debemos tener cuidado y no dejarnos llevar por nuestras emociones, o mínimo llevar guantes, los cuales prevengan una catástrofe.
—Necesito que lean de la página diez a la quince, mientras tanto iré llamando de uno en uno para poder ayudarles a hacer el primer motus —exclama el profesor, acercándose a una especie de pila alta, confeccionada de piedra.
Comienzo a leer aquellas páginas y me detengo al escuchar mi nombre. Me levanto y atravieso el salón de clase en su dirección, hasta llegar al frente junto a dicha pila.
—Tayshell, ¿qué significa motus? —pregunta el profesor, intentando averiguar si puse la suficiente atención en su explicación, y por suerte, si que la puse.
—Son movimientos que logran ciertas acciones por parte del elemento que se posee —explico con seguridad.
—Muy bien —responde él brindándome una sonrisa—. Coloca tus manos de esta forma —indica y lo hago—. Luego, cierras tus puños y cuando los vuelvas a abrir necesito que simules como si tiraras algo. —Asiento a todas sus palabras y me dispongo a hacerlo. Coloco mis manos extendidas hacia abajo sobre la pila, cierro mis puños y al abrir hago esa acción de querer tirar algo, y por loco que suene... funcionó. Logré lanzar un poco de agua de mis manos. —Excelente, Tayshell —dice el profesor Brice, felicitándome. Luego de eso vuelvo a mi asiento a continuar con mi lectura, pero con una gran sonrisa en mi rostro.
Luego de acabar mi lectura, me quedé algunos minutos hablando con el chico de cabello castaño claro, mientras esperábamos a que el profesor acabara con todos los estudiantes.
—Quiero felicitarlos a todos, lo hicieron de maravilla. Ahora solo me queda recordarles que la práctica hace al maestro; por ende, les pido que practiquen todo lo que puedan, si hacen los motus a diario lograremos avanzar muy rápido, y creo que todos aquí les gustaría aprender hechizos más complejos —exclama el profesor y luego nos permite salir de su salón.
Kang y yo decidimos volver al árbol Dair, ya que desconocemos la ubicación de nuestros otros compañeros.
Caminamos por los amplios senderos del bosque, bajamos unas cuantas escaleras de madera que hay en el lugar y luego de cruzar un puente hecho de piedra, logramos llegar finalmente a nuestro hogar.
—¿Cómo les fue en las clases elementales? —pregunta Kang cuando llegamos a la habitación principal.
—Increíble, ya logro encender una vela sin necesidad de un fósforo —menciona Vale emocionada, toma una de las velas de la habitación y logra encenderla con una pequeña acción.
—Ya logro crear brisa —responde Hunter saliendo de la cocina y con un movimiento extraño logra hacer una suave brisa que apaga la candela de Valentina.
—Boludo, apagaste mi velita —gruñe Vale. —Ahora tendrás que darme un poco de lo que estás cocinando —dice ella olfateando el delicioso aroma del lugar.
—Claro, puedo darle a todos uno, se llaman scones —menciona él con una gran sonrisa mientras se encamina de nuevo a la cocina, la cual está en una habitación diferente.
—Hunter, te admiro. Yo no puedo cocinar ni siquiera arroz, siempre se me quema —digo acostándome sobre mi cómoda cama.
—¿En serio? —expresa Sophie desanimada. —Moría por probar algo de Costa Rica —indica ella mientras se coloca unas pantuflas de conejo.
—Bueno, tal vez no podrán probar algo costarricense, pero sí canadiense, ¿verdad, Clark? —exclamo sonriendo falsamente mientras observo a Ethan quien se encuentra sentado en su cama revotando su pelota de baloncesto.
—Por supuesto —responde con seriedad, lo que provoca que yo me ría—. Iré a dar una vuelta por el bosque —anuncia dejando la pelota sobre su cama.
—Ethan, si encuentras un lago, ¿podés traer un poco de agua para hacer la pócima que nos dejaron como tarea? —pregunta Vale.
—Bueno —responde él, toma su botella de agua y desaparece por las escaleras empinadas que llevan al exterior del árbol.
Tomo unos pantalones deportivos y una blusa turquesa grande, y me dirijo al baño para poder cambiarme.
Al salir Hunter me recibe con un scone, el cual lleva mermelada de frambuesa. Lo pruebo y quedo fascinada. Es delicioso.
—¡Benditos, Scones! —grita Vale después de comer su panecillo.
—Hunter, acabas de hacer que mis pocas habilidades en la cocina queden nulas —exclama Kang saboreando uno de los panes—. Deberías entrar al club de repostería.
—Gracias, pero prefiero el club de lectura —responde él para luego beber de su taza de té.
—Traje el agua de lago —indica Ethan, dejando la botella en una mesa.
—¡Gracias! —dice Vale.
—Sophie, ¿qué aprendiste en tu clase elemental? —exclamo cambiando de tema, ya que tenía curiosidad.
—Cuidar un huevo en parejas —responde ella decepcionada—. No es justo, ya todos aprendieron cosas nuevas y la profesora Blosoom nos envió esa tarea.
—Tranquila, el elemento de la tierra es el más complejo, por eso deben ir lento —explica Hunter brindándole una pequeña sonrisa que tranquiliza a Sophie.
Algunos minutos después, todos se encuentran en sus camas, listos para dormir a excepción de Hunter, ya que él se queda leyendo después de que todos apagan sus luces.
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