Prólogo

Pues... Hola.

Me llamo Gerard, Gerard Way.

Tengo quince años y voy en una secundaria donde las cosas eran perfectas hasta este miserable año.

Les contaré lo que pasa.

Mi escuela no es tan grande, pero de todos modos, cada curso se dividía en dos secciones; la "A" y la "B", como tiene que ser.

Pero por alguna razón, el maldito coordinador decidió arruinarlo todo, cambiando el orden natural de las cosas al eliminar esta preciosa regla y juntar las dos secciones en una... Desde séptimo hasta undécimo grado. Yo estoy en décimo.

Hoy empezaron las clases y me llevé esta desagradable sorpresa, la cual hizo que mi primer día fuera peor que ir en un autobús repleto de gente sudorosa aplastándote... Con música de Maluma de fondo.

Según el puto coordinador, el señor Collins, los salones son demasiado grandes para tan pocas personas, pero a mí me da igual, yo no quería que unieran los dos salones, porque eso significaba que tenía que estudiar con... Iero... Ew. 

Frank Iero es un enano patético que se cree muy punk porque, con catorce años se hizo una perforación en el labio a expensas de su madre, y este año regresó a clases con una en la nariz... Se cree que se ve muy bien ese idiota. 

La razón por la cual me cae tan mal es porque es un inepto, no entiendo cómo puede caber tanta arrogancia en un cuerpo tan pequeño. 

Él está en el equipo de baloncesto a pesar de su estatura, cosa que jamás comprendí, me imagino que vive en la banca o dándole agua al resto de los integrantes del equipo, porque de verdad que no me explico cómo es que está allí. 

Como sea, la primera vez que hablé con él fue cuando teníamos trece. Yo estaba caminando tranquilamente por los pasillos de la escuela cuando llegó ese enano... En ese entonces mediría menos de un metro, supongo.

Venía corriendo, y chocó conmigo, haciéndome tirar todos mis libros.

— ¡Cuidado por dónde vas, idiota! — Vociferó.

Me quedé paralizado, como todo un pendejo. Yo sólo lo miraba boquiabierto, se suponía que debía disculparse conmigo, no hablarme de ese modo.

Me lo quedé viendo fijamente por tanto tiempo, y él me miraba a mí, pero lo hacía con el ceño fruncido. Después volvió a hablar.

— ¿Por qué te quedas allí? — Arqueó una ceja. — ¿Eres retrasado o qué?

Y entonces exploté.

— MIRA, MALDITO PREESCOLAR ¿Y QUIÉN TE CREES TÚ PARA HABLARME ASÍ? — Su sonrisa arrogante me hacía enfadar más. — HAZME EL FAVOR Y LEVANTA LOS LIBROS QUE TIRASTE.

— AAAYY QUÉ BELLO EL NIÑO. Levanta tú tus su mierdas ¿Oíste? Eso te pasa por andar distraído.

— DISTRAÍDO EL CULO TUYO. — Abrió los ojos desmesuradamente ante lo que dije. — LEVANTAS ESA MIERDA DEL SUELO O SI NO AQUÍ SE VA A FORMAR TREMENDO LÍO.

— ¿NO QUIERES UNOS COÑAZOS MEJOR?

— ¿DESDE CUÁNDO UN NIÑO NUEVO TIENE TANTAS ÍNFULAS DE GRANDEZA?

Frunció el entrecejo.

— ¿Niño nuevo?

Bueno, aunque fuera de mi mismo curso, nunca lo había visto por la escuela hasta ese momento. Pues yo estudiaba en la sección "B" de "Belleza Sobrehumana" y él en la sección "A" de "Atrofiado".

— Por Dios, con ese tamañito deberías estar en cuarto grado. — Solté una sonora carcajada, que al parecer, lo hizo irritar.

— ¡¿Cuarto grado?! ¡Tengo trece, imbécil!

— ¿Trece días de nacido? — Seguí riéndome. — Eres un pequeño adorable, de verdad, deberías dejar de fingir ser tan rudo y respetar a tus mayores, de seguro que a tu mami no le gustaría saber que andas por ahí diciendo palabrotas.

— Vete mucho a la mierda. — Se dio la vuelta. — Llegaré tarde a las pruebas para el equipo de baloncesto.

— ¡¿QUEEEEEE?! — No me lo podía creer. — JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAA. — Casi me echaba al piso a arrastrarme de la risa. — ¡¿Tú?! ¿En el equipo de baloncesto?

Él lucía tan furibundo que parecía echar humo por sus orejas, y su estatura lo hacía ver más gracioso así como estaba; con los puños cerrados y rechinando los dientes.

Mientras yo lloraba de la risa, no me esperé que el enano me golpeara terriblemente en el ojo, tanto así que pasé semanas con un feo color morado adornando mi hermoso ojito.

Los dos paramos en detención, y desde entonces lo odio como nunca. Cada vez que nos vemos, somos como perros y gatos. No podemos estar en un mismo sitio sin pelearnos y hacer algún acto de comedia. Todos nos tenían apodados como el "dúo dinámico" y no entendía el porqué. Más bien, me molestaba mucho.

Esta mañana, llegué muy tarde al colegio. Entré corriendo todo agitado porque, mierda, me había quedado dormido en mi primer día se clases, eso es aceptable desde el segundo día en adelante, pero no el primero.

El Señor Collins estaba en el portón de la escuela, ahí fue cuando me di cuenta de que no me iba a poder salvar de un regaño.

— LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENTO. — Llegué gritando atareado. Al llegar, agregué: — Lo siento mucho, Señor, me quedé dormido.

— Oh, Gerard Way ¿Por qué no me sorprende? — Negó con la cabeza regalándome su mirada de desaprobación. — ¿Es que ustedes ensayan cada uno de sus actos de comedia?

— ¿A qué se refiere con "ustedes"?

No me respondió con palabras, sólo señaló detrás de mí. Cuando me doy la vuelta, puedo ver a cierto enano corriendo a toda prisa con una tostada en la boca.

— LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENTO. — Se sacó media tostada de la boca para gritar eso mientras se acercaba. — Lo siento mucho, me quedé dormido. 

— Oh, este será un año muy largo ahora que el dúo dinámico estará en un mismo salón de clases. — Puso los ojos en blanco.

— ¡¿Qué!? — Exclamamos Frank y yo al unísono.

Él tiene esa mala costumbre de hablar al mismo tiempo que yo. Molesto en verdad.

— Vengan, les mostraré su aula.

Por todo el camino, nos mirábamos con toda la tirria que nos tenemos. El idiota regresó con un nuevo piercing, y seguro que lo va a presumir con todo el mundo porque se cree que es muy lindo, cuando en realidad parece uno de los enanos de Blancanieves, el más amorfo de todos, sí.

Llegamos al salón, sólo estaban dos lugares libres; uno al lado del otro.

— Feliz regreso a clases, chicos. — Nos dijo nuestro "amable" coordinador. — El asiento que elijan hoy, será su asiento por todo el resto del semestre.

— ¡¿Pero qué...?! — Volvimos a hablar al unísono. — ¡¿Pero se supone que...?! — Nos miramos. — ¡Deja de copiarme, imbécil!

— ¡Tú me estás copiando a mí! — Me gritó. 

— ¡¿QUIERES QUE TE GOLPEE?! — Debo admitir que soy mucho más escandaloso. 

— ¡¿Será que pueden tomar asiento?! — Nos reprendió el profesor de matemáticas.

— Sí señor. — Dijimos bajando la vista hacia el suelo sintiéndonos apenados. 

— Tienen una sincronización perfecta. — Escuché murmurar a una chica.

Todo el mundo se reía a nuestras espaldas y susurraban cosas mientras caminábamos hacia nuestros asientos maldiciéndonos en murmullos.

No puedo creer que tendré que pasar todo un semestre sentado junto a él; el enano que odio. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top