Epílogo

Las pruebas del examen de admisión de Frank llegaron una semana después de la graduación.

Lo recuerdo perfectamente.

Yo estaba trabajando ese día, las cosas en el restaurante por fin parecían salirme bien, la vieja ya no me regañaba tanto como antes, y a pesar de que ese día en particular estuve muy distraído pensando en Frank, no estuve rompiendo vasos.

Yo estaba en el mostrador principal cuando escuché sonar la campanilla de la puerta.

— ¡Bienvenidos! — Puse mi mejor sonrisa. Los clientes que habían llegado eran Lindsey y Bert.

Mi sonrisa creció más al verlos a ambos, ya que nunca me visitaban al trabajo, aunque... No es que fueran a visitarme en sí, sólo iban a comer algo, pero déjenme vivir con la ilusión de que mi amor platónico, el profesor Bert, fue al restaurante para verme a mí (no le digan a Frank).

— ¡Lindsey! ¡Bert! ¡Qué genial que hayan venido!

— Oh... — Se acercó Zack. — ¿Amigos tuyos? — Me preguntó.

— No. — Contestó Lindsey para jugarle una pesada broma al pobre niño. — Gerard es bisexual, así que yo soy su amante femenina y él. — Señaló a Bert. — Es su amante masculino. Lo mejor de ambos mundos.

— ¡¿Qué?! ¡¿En serio?! — El muy pendejo se lo creyó y me miró boquiabierto.

— Ya. — Me reí. — No le mientan a niños inocentes.

— ¿Me estaban mintiendo?

— JAJAJAJAJAJA. — Lindsey se burló de él. — Este enano es más pendejo que Frank JAJAJA ¿Puedo quedármelo?

— ¡No me hables como si fuera una mascota!

En ese entonces, las cosas con Zack iban sorprendentemente bien.

El baile de fin de curso fue la noche de la graduación, tres días después me reincorporé al trabajo, y fue ese día cuando Zack me confesó una verdad que yo ya sabía pero que no quería escuchar; me dijo que estaba enamorado de mí.

Con todo el cuidado del mundo, tuve que rechazarlo, explicarle que volví con Frank y que incluso si no estuviéramos juntos, si nuestra ruptura siguiera vigente, me costaría mucho enamorarme de otra persona. En otras palabras: Traté de friendzonearlo con todo el tacto posible. Pero es como alguna vez le dije a Frank; no importa cuán sutil sea, un rechazo siempre duele.

Agradezco que, con el paso de los días, las cosas se normalizaran entre nosotros dos y termináramos en una sana amistad. Con todas las cosas que nos pasan a mí y a Frank, lo más esperado era que Zack se convirtiera en una especie de villano que haría todo lo posible para separarnos... Pero supongo que el Señor se apiadó de nosotros. Zack supo aceptar y manejar ese rechazo.

— ¿Sabes algo de Frank? — Me preguntó Bert. — ¿Cómo le fue en las pruebas de admisión?

— Se supone que hoy recibiría los resultados, pero yo no me he enterado de nada, más bien, estoy preocupado.

— Ahora que lo mencionan. — Dijo Lindsey. — Yo vi al enano hace rato.

— ¿Dónde? — Pregunté.

— Estaba sentado en un banco frente a la estación del metro. Tenía esta cara. — Dramatizó una triste y deprimente expresión.

— ¡¿En serio?!

— Lo estuve llamando, pero no me prestó atención. Luego me encontré con Bert y decidimos venir ¡Seguro ha suspendido el muy idiota! — Soltó una carcajada. — Pobrecito.

— ¡Deberías dejar de reírte de las desgracias ajenas! — La regañó Bert, a lo que ella respondió que "nel".

Al escuchar que existía la posibilidad de que Frank pudo haber suspendido la prueba de admisión, no pude haberme angustiado más.

— ¡Gee! — Otro conocido entró al restaurante; se trataba de Brendon, quien iba acompañado de Pete. — ¿Trabajando duro?

— S-sí... — Respondí desanimado.

— ¡Ay! — Exclamó al mirar a Zack. — ¿Este es el otro enano?

— ¿Um...? G-Gerard ¿Tus amigos saben de mí?

— Hijo... — Habló Pete. — Eres famoso en el Team Frerard. Eres conocido como el enano que rompió nuestra pareja favorita por una semana o algo así.

— Pero descuida. — Agregó Brendon. — No tenemos rencores. Es más, me presento. — Estrechó su mano. — Soy el papá de Gerard.

— Eso es lo que él dice. — Dijo Pete. — Pero la realidad es que yo soy el papá de estos dos idiotas que a veces me colman la paciencia.

— ¿Pero qué...? — Frunció el ceño. — ¿Saben qué? Mejor ni pregunto.

— Haces bien, hijito. — Dijo Brendon, despeinando un poco su cabello. — Haces muy bien.

— Oye, Brendon... — Escuché que Lindsey lo llamó y luego le susurró algo, y como soy muy chismoso, intenté acercarme y apenas pude escucharla. — "¿Tú crees que a ese enano le puedan gustar las chicas?"

— ¿Qué tienes que siempre te gustan los gays? — Susurró Brendon también. 

Todos los miraban preguntándose qué diablos estarían diciendo, pero yo tengo la suerte de tener oído biónico para los chismes.

Luego Brendon alzó la voz y, sin una pizca de vergüenza, le preguntó a Zack sobre su orientación sexual. Con un poco de timidez, el menor le respondió que era bisexual, a lo cual mi mejor amigo se sobre-emocionó.

— ¡SÍ! ¡TENEMOS QUE CREAR OTRO TEAM! — Luego sacó unos lentes de sol de su bolsillo. — Parece que el trabajo nunca termina.

Todos lo miraron extraño, porque nadie sabía qué estaba pasando... Excepto yo, por eso yo fui el único que se rió.

— Oye... — Pete se dirigió a mí. — ¿Has hablado con Frank?

— Lo he llamado varias veces y no me atiende.

— Yo también lo he estado llamando. — Dijo Brendon.

— Estoy segura de que suspendió. — Dijo Lindsey. — Es un pendejo sin remedio ¿Qué se le va a hacer?

— ¡Ya no te burles! — La regañé yo esta vez. — Quiero ir a verlo...

Volví a llamarlo.

Esta vez, sólo escuché el molesto: «El número que usted marcó, se encuentra apagado o fuera de servicio. Por favor, intente llamar más tarde».

Y me preocupé mucho más.

— ¡Estoy seguro de que suspendió! — Entré en pánico. — ¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH! — No fue mi intención, pero se me hizo inevitable gritar.

— ¡¿Y ahora qué te pasa?! — Llegó mi jefa a regañarme... Justo cuando llevaba días sin meterme en problemas. — ¿Cuántas veces tengo que decir que no te pongas a chillar?

— ¡LO SIENTO! — Grité de nuevo, cuando no debí haberlo hecho. — ¡Lo siento! ¿Pero puedo salir temprano hoy? ¡Es que tengo una emergencia!

La vieja estuvo a punto de no dejarme ir, de no ser porque Zack tuvo que intervenir.

— Señorita Lane. — Dijo. — Yo cubriré a Gerard. — Luego se dirigió a mí. — Tú ve con Frank ¡Corre!

Me estaba ayudando, cosa que me transmitió ternura. Le tuve que dar las gracias como cien veces en dos segundos.

— ¡Lo siento! — Volví a disculparme con mi jefa. — ¡Me lo puede descontar de mi sueldo si quiere!

Corrí a cambiarme. Antes de salir del restaurante, la escuché decir:

— Bueno... Será mejor que lo deje en paz. — Por primera vez, la escuché utilizando un tono de voz agradable, demostrando que al menos tiene corazón. — Después de todo... Yo también tuve su edad.

— Ya me hicieron una broma hoy, no volveré a caer en otra. — Escuché decir a Zack.

Salí del restaurante. Corrí sin una dirección en específico, no sabía a dónde ir, había tantos rincones en la ciudad donde posiblemente él estaría.

Corrí por toda la ciudad como un desquiciado. Estaba exhausto y sentía que no podía más, pero yo seguí corriendo hasta que se hizo de noche.

— ¡Mierda, Frank! — Exclamé en voz alta. — ¡¿Dónde te has metido?!

Como si el universo me diera respuestas, vi a Frank parado en el puente de una autopista, estaba recostado del barandal, con la vista fija en los autos que pasaban debajo de él.

« ¡Se va a matar el muy pendejo!». Pensé.

Así que seguí corriendo. Corrí, corrí y subí a ese maldito puente. Él me miró aterrado y gritó cuando me aproximé a toda velocidad y, sin medir mi fuerza, me le lancé encima y ambos impactamos contra el suelo.

— ¡FRANK! — Grité tomándolo de los hombros. — ¡NO PUEDES MORIR!

— ¡¿Y QUIÉN VA A MORIR, INÚTIL?! — Me gritó de vuelta.

— ¡Vuelve a hacer el examen! — Yo seguía. — ¡Vuelve a presentar las pruebas cuando vuelvas a tener la oportunidad! ¡No te rindas! ¡Yo te apoyaré!

— ¡He aprobado! ¡¿Por qué tendría que presentar las pruebas otra vez?!

— ¡Porque...! — Yo de idiota, seguía hablando, hasta que asimilé lo que había escuchado. — ¿Qué?

— ¡HAZME CASO! — Vociferó. — ¡TE DIGO QUE ME ACEPTARON EN LA UNIVERSIDAD!

— Y entonces... — Me encontraba en shock. — ¡¿Por qué?!

— ¡¿Por qué, qué?!

— ¡¿Por qué tenías esa cara de suicidio?! ¡Lindsey me dijo que te vio en un banco en la estación del metro y que te veías deprimido!

— Qué estúpida... No estaba deprimido, estaba tan aliviado por haber aprobado, que me quedé dormido.

— Tampoco me contestabas el teléfono.

— Me quedé sin batería. Acababa de despertarme y justo ahora pensaba en ir a comprar algo para pasar por tu casa y celebrar.

Después de haber oído sus explicaciones, sentí que mi alma volvió a mi cuerpo. Todas mis preocupaciones se fueron y sentí que pude respirar de nuevo.

Se me hizo inevitable, desplomarme de rodillas a causa de todo el desgaste físico y emocional que representó todo ese mes para mí.

—... Lo lograste... — Suspiré.

— ¿Qué diablos te sucede? — Me miró enarcando una ceja.

— ¡NO ME PREGUNTES ESO, ENANO! — Le grité. Qué pregunta tan estúpida. — ¡¿Tienes idea de lo angustiado que me tenías?!

— Wow... — Suspiró. — Qué forma la tuya de felicitarme por aprobar; gritándome.

— Estaba tan preocupado... — No pude evitarlo; me puse a llorar. Siempre lloro. — Tenía tanto miedo de que no aprobaras... Pero todo está bien...

Sin levantarme del suelo, hundí mi rostro entre mis manos para seguir llorando.

— G-gee... No hace falta que te pongas a llorar así.

— ¡Déjame! ¡Son lágrimas de pura felicidad!

— Gracias. — Musitó cariñosamente.

— ¿Por qué?

— ¿Cómo que por qué? Si no hubiera sido por ti, no me habría esforzado tanto... Ni siquiera habría llegado a mi examen... Y no sólo me refiero al examen. Desde que tengo memoria, siempre me has apoyado en todo, mayormente en mis partidos de baloncesto, y me has aguantado mucho a pesar de ser un idiota... Justo en eso es en lo que he estado pensando todo el día. — Se puso de cuclillas para llegar a mi altura, en vista de que yo no iba a levantarme. — Te preocupas en exceso. — Secó mis lágrimas con las mangas de su sudadera.

— Frank... — Sentí mi corazón acelerarse cuando él me miraba con esa hermosa sonrisa y la mirada totalmente iluminada. — Felicidades, en serio.

— Gracias... — Chocó nuestras frentes cariñosamente, luego me tomó del cabello y me besó, sin importarle cuántas personas estuvieran observándonos.

La admisión de Frank no fue el fin de nuestra historia, sino el principio del fin, que tampoco es el fin, porque esto no ha terminado, ejeje.

Ya todos habíamos escrito nuestro futuro.

Todos se preparaban para empezar con sus nuevas vidas el próximo semestre; Dallon se quedó en la ciudad trabajando en la pastelería y Brendon se fue a San Francisco. No sé por qué se preocuparon tanto, si a fin de cuentas lo están haciendo funcionar. Hablo con Brendon casi todos los días, y siempre me cuenta que las cosas con Dallon, en vez de debilitarse, se fortalecen, esa separación es como una prueba para ellos, y por ahora les está yendo bien. Una vez cada tanto, tienen la oportunidad de verse en persona. Cuando tenemos vacaciones, Dallon va a visitar a Brendon y se queda con él por días. Si esto es el final, entonces tuvieron su final feliz, y si no, entonces están trabajando duro para obtenerlo.

Pete y Patrick... No cambian, siguen siendo la misma parejita empalagosa, igual que cuando eran pequeños; como si siempre estuvieran recién enamorándose. Patrick se fue a estudiar a esa escuela de música, Pete se fue a vivir a Los Ángeles en contra de sus padres, así que los dos nunca tuvieron que separarse, y Pete nunca rompió la promesa de cuidar siempre a Patrick... Un año después, logró encontrar a la UCLA. Así que sus días caóticos fueron temporales, ahora es como si no existieran.

Lindsey se quedó en la ciudad también. Un año después de la graduación, me enteraría que comenzó a salir con Zack, y hasta la fecha, están muy felices juntos. De alguna forma, es irónico y hasta gracioso... Porque los dos estuvieron enamorados de mí alguna vez, y terminaron enamorándose entre ellos ¿Pero saben qué sería más gracioso? Que alguno de ellos acabara emparejándose con Mimi; mi rival con un rival de Frank. Eso sería más insólito aún.

Hablando de Mimi; en la actualidad, no es que haya dejado de verla. No hace mucho, me tocó trabajar con ella para una de sus sesiones de fotos. Al final, todos logramos lo que queríamos. Frank entró a la universidad que quería, y yo siempre he estado para apoyarlo en sus estudios y en todo lo que se proponga en la vida, de la misma manera que él me ha estado apoyando a mí.

Me hice amigo de Lisa, la estilista de aquella sesión de fotos donde me di cuenta de cual es mi verdadera vocación, me hizo feliz saber que vivía en Nueva York, este detalle me caía como anillo al dedo; porque cuando Frank comenzó la universidad, me mudé con él en un pequeño departamento que pagaban nuestros padres al menos hasta que consiguiéramos la manera de mantenernos solos. Así que, Lisa me ayudó mucho, me habló de cursos y seminarios que podía tomar, incluso me dio la oportunidad de trabajar con ella como su ayudante y hacer pasantías con otros estilistas hasta que, con el paso de los años, yo mismo comencé a trabajar independientemente y me abrí paso en el medio.

Y Frank siempre estuvo conmigo... Nunca dejó de apoyarme. Ahora él está por graduarse, y yo no puedo dejar de estar orgulloso de él.

No diré que cuando salimos de la secundaria, todo se volvió más fácil, porque no fue así. Fue duro adaptarnos a los cambios al principio y pasamos por muchas más bajas en nuestras vidas. Si llegamos a ser lo que somos ahora, es porque nos hemos mantenido unidos.

Estos años hemos seguido creciendo y cambiando en muchos aspectos. De la misma manera que yo seguí cambiando el color de mi cabello y Frank fue llenando su cuerpo de tatuajes poco a poco, también aprendimos a ser adultos, se podría decir que ahora somos más fuertes que antes. Aunque hay cosas que nunca cambian, como que la mayoría de las veces estamos peleando. 

Sin embargo, sé que al final del día nos tenemos el uno al otro; para cuidarnos si estamos enfermos, desvelarnos ayudándonos en proyectos importantes, esperar despierto al otro con la cena lista cuando llega tarde a casa... Y creo que de eso se trata el amor; de apoyarse, de ayudar al otro a ser mejor cada día, de celebrar juntos las victorias y luchar juntos las derrotas, de ser un equipo.

Somos tan suertudos.

Si miro atrás, aún no puedo creer cómo llegamos al ahora, cómo pudimos haber pasado por tanto.

Cuando tenía como quince años, quería esa clase de amor escolar de películas; "las estrellas se alinean, y chico conoce a chico", como si todo estuviese perfectamente estructurado por el universo. Donde los elegidos son los únicos en todo el mundo de tener la suerte de encontrarse. En cambio, en vez de conocer al chico de mis sueños, conocí a Frank... Y sólo quería alejarme de él.

Justo ahora me di cuenta de que nosotros somos esos chicos que tuvieron la suerte de encontrarse en el lugar y tiempo perfecto. Al principio era como si el destino obrara en nuestra contra; como cuando nos unieron en un mismo salón de clases. Eso para nosotros era como el fin del mundo.

A pesar de estar un poco más cerca, continuamos resistiéndonos a los planes del universo; nos enamoramos de Dallon y Jamia y todo volvió a salirnos "mal", porque ellos se enamoraron de otras personas.

Ahora llego a la conclusión de que todo lo que pasaba era a nuestro favor; no teníamos mala suerte, sino todo lo contrario.

No importó cuánto nos resistiéramos, terminamos juntos aunque al principio no lo quisiéramos.

Todo el mundo dice que el amor es ciego, y yo puedo constatarlo, porque me enamoré de ese pequeño ser que tanto me sacaba de quicio.

Siendo honesto, las cosas han cambiado tanto en un abrir y cerrar de ojos, que ya aprendí a vivir con la incertidumbre.

No sé qué pasará mañana... Si Frank seguirá siendo mi novio, si mis amigos de toda la vida seguirán siendo mis amigos pese a lo poco que nos vemos en persona.

Incluso existe la posibilidad de que me despierte y me encuentre en el inicio, como si nada hubiese pasado, que resulte que toda esta loca travesía ha sido sólo un buen sueño.

No sé nada.

Pero de algo sí estoy seguro; y es que no me arrepiento de nada de lo que haya pasado en la secundaria. No me arrepiento de nada de lo que haya pasado en mi vida... Porque estoy feliz de que las cosas estén como estén.

Si al yo del pasado le dijeran un día que acabaría enamorado del idiota de Iero... Probablemente no lo creería; diría algo como "ew" y moriría del asco.

Por eso la vida es genial, porque es impredecible.

Y estoy feliz de tener que pasar el resto de mis días con él; el enano que odio.






Fin.  

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top