49.Lucky One
— ¡NO! — Gritó Brendon en medio del pasillo principal del primer piso de la escuela, al enterarse de que Gerard y Frank habían terminado el viernes. — ¡NO, NO, NO, NO, NO! ¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO! ¡NO! ME NIEGO A CREERLO ¿OÍSTE? ¡ME NIEGO! — Como un desquiciado, corrió por todo el pasillo gritando: — ¡USTEDES ESTÁN BIEN! ¡FRERARD ES REAL! ¡ME NIEGO A CREER QUE NO ESTÁN JUNTOS! ¡ME NIEGO! ¡ME NIEGOOOOOO!
Por culpa de ese escándalo, se ganó la detención; su castigo sería barrer el patio lateral después de clases.
Frank faltó a la escuela ese día, a pesar de que durante ese semestre no podía darse el lujo de faltar. Mientras Brendon barría el patio, Gerard estaba sentado en una banca con la vista perdida. Había pasado todo el día de esa manera; fuera de sí.
«¡Terminamos! ¡No puedo seguir siendo novio de alguien como tú!... Esto... Esto se acabó».
— Terminamos... — Susurraba para sí mismo. — ¿Quién? ¿Yo? ¿Frank y yo hemos terminado?
Su descenso a la locura fue interrumpido cuando Brendon lo golpeó con la escoba.
— ¡AY! — Gritó del dolor.
— ¡Por cosas como esas es que Frank está harto de ti! Es que todavía no me explico ¿En qué pensabas cuando dejaste tirado a tu novio mientras estudiaba para irte con otro tipo en un abrir y cerrar de ojos?
— ¡Que las cosas no son así!
— ¡¿Dices que mi resumen no fue correcto?! ¡¿No fue exactamente eso lo que hiciste?!
— Realmente no... Bueno, sí... ¡Pero no con esa intención! — Rompió en llanto. — ¡Beebo! ¡¿Qué puedo hacer?! — Cayó arrodillado al suelo y se abrazó a las piernas de su amigo.
— ¡Me da lo mismo! — Lo apartó con la escoba. — ¡Uno cosecha lo que siembra! Así que descúbrelo con tu cuenta. — Se fue caminando como una diva con su escoba.
No pretendía engañarlo ni nada... Ni siquiera lo hice.
Pero debo admitir que lo que sí hice, no estuvo bien. Después de lo que pasó con Zack, fue incorrecto haber ido a ese concierto con él, y fue más incorrecto aún habérselo ocultado a Frank.
Debería existir un límite para mi estupidez.
Al día siguiente, cuando Gerard llegó a la escuela, pudo ver a Frank salir de la biblioteca, así que pensó que esa era su oportunidad de hablar con él.
— ¡Frank! — Le gritó. Esperaba que él saliera corriendo o lo evitara de alguna manera, sin embargo, en vez de todo eso, sólo se detuvo. — ¡Frank, lo siento!
— ¿Por qué? — Contestó inexpresivo.
— ¡Siento haber salido con ese chico! ¡No pienso volver a hacer una estupidez así!
— Está bien. — Le dio la espalda. — Puedes salir con él todas las veces que quieras, tampoco es que sea problema mío. — Siguió su camino tranquilamente.
— ¡Espera! — Lo tomó del cuello de la camisa. — ¡No digas eso!
— ¡¿Cuál es tu maldito problema?!
— ¡Lo siento, de veras! ¡Por favor, no rompas conmigo!
— ¡Cállate! Un hombre como yo nunca se echa para atrás cuando toma una decisión.
— ¡No digas eso! — Frank trataba de zafarse del agarre de Gerard, pero el mayor no lo soltaba. Todos en la escuela los miraban. — ¡No hace falta que ahora te hagas el macho! ¡Es una estupidez!
— ¡Eso te pasa por haber hecho algo que no debías! ¿No es así? — Seguía tratando de huir.
— ¡Por eso me estoy disculpando! — Lo halaba más fuerte.
Hasta que Frank al fin pudo soltarse, ya que mordió el brazo de Gerard.
— Hay cosas que puedes solucionar y otras que no. — Fue lo último que dijo.
— ¡¿Y entonces qué quieres que haga?! — Exclamó con ganas de llorar.
— ¡Haz lo que quieras! A partir de ahora, eres un desconocido para mí. — Continuó caminando hacia el salón de clases, sin importar que todas las miradas estuviesen fijas en él a medida que avanzaba.
—... No es posible... — Gerard cayó de rodillas. Justo en ese momento, gracias a los chismes que comenzaron a circular por todo el colegio, sus amigos llegaron a él. — Esto no puede estar pasando.
— Esto está mal. — Dijo Dallon. — Muy mal.
— Es. El. Fin. — Dijo Brendon inexpresivo.
— No me lo puedo creer. — Dijo Pete. — Siento que volvimos al comienzo.
— Si Gerard vuelve a retomar aquel viejo plan de ser amigos y revivir el dúo de comedia, me suicido. — Dijo Jamia. — Es una advertencia.
— ¿Gee? — Dijo Lindsey. — ¿Quieres que meta la cabeza de Frank en el inodoro hasta que se ahogue y muera?
— Tentador. — Dijo Pete. Gerard no podía hablar, sólo estaba ahí tirado, llorando a mares. — Pero no podemos hacer eso.
— Pero algo tenemos que hacer... — Dijo Jamia. — ¿Verdad?
— No... — Dijo Brendon. — Tenemos que dejarlos solos... Por más que nos duela en el alma... Debemos dejar que ellos resuelvan sus mierdas. No podemos estar interfiriendo.
— ¿A qué viene ese cambio?
— ¡Sí! — Dijo Lindsey. — Si tú eres el primero que estaría haciendo un plan para que esos dos vuelvan a estar juntos.
— E-es que... — Dijo con dramatismo, luego la tomó de los hombros y le clavó una mirada tan seria que todos se esperaban una frase filosófica y profunda. — Es parte de crecer, Timmy.
... Esto no puede estar pasando...
Todo esto es un sueño ¿Verdad?
¡Esto tiene que ser una pesadilla!
Ese día durante el trabajo, Gerard casi rompió la vajilla entera del restaurante de tantas veces que se le resbaló la bandeja, y había pasado bastante tiempo desde la última vez que le había pasado eso, también le volvió a pasar que se cortó intentando recoger los vidrios rotos.
— ¿Estás bien? — Apareció Zack, quien estaba preocupado por él desde el viernes en la noche. El fin de semana, Gerard no atendió ninguna de sus llamadas, tampoco contestó sus mensajes y se ausentó en el trabajo el día lunes.
— S-sí...
— Déjame ayudarte. — Terminó limpiando los vidrios por él.
Gerard estuvo tan mal esa tarde, que incluso su jefa se compadeció de él y lo dejó irse a casa más temprano.
Entretanto, Frank estaba en Appetite For Destruction con Dallon y Brendon.
— Gee... — Dijo Dallon "disimuladamente" mientras cubría su boca. — Siento haberte dicho esas cosas tan crueles.
— ¡Para con eso, Dallon! — Frank le dio un codazo, ya que lo tenía al lado.
— No fui yo... Fue el susurro de tu corazón ¿Lo escuchaste?
— ¡¿Me invitaron a venir aquí sólo por esa ridiculez?! ¡No pueden sacarme así de mi casa! ¡Estoy ocupado!
— ¿Y qué planeas hacer? — Preguntó Brendon.
— ¡¿Con qué?!
— En primera; ¡No uses ese mal tono conmigo! Y en segunda; ¿De verdad vas a terminar con Gerard?
— Pues claro.
— ¿Durante cuánto tiempo? — Se cruzó de brazos.
— ¡¿Cómo que durante cuánto tiempo?! Está claro... ¡Para siempre! Y eso es tan seguro como que "Pi" es igual a cuatro coma quince.
— Es tres coma catorce, inepto.
— Vaya... — Dallon se rió. — Tu futuro no se ve muy bien.
— En parte, por eso mismo estoy terminando con Gerard... — Suspiró triste.
— ¿Eh?
— Me preocupo tanto por él, que no puedo ni siquiera preocuparme por mis estudios.
— Eres un idiota, Frank. — Continuó el más alto de todos. — Aunque lo termines ¿No seguirías pensando en él de todas formas?
— ¡En absoluto! Gerard ya no me importa ¡Estoy totalmente tranquilo!
— Sí... Sí... Repítelo hasta que lo creas.
— Escucha, Frank. — Dijo Brendon. — Te voy a decir una cosa; esta mañana les dije a los muchachos del Team Frerard que, por más que nos duela toda su situación, no debemos interferir... Y todavía lo sostengo.
— ¿Y por qué se idearon esta absurda reunión?
— Porque Dallon aún tiene fe en ti. — El ojizarco asintió. — Creo que es el único que la tiene...
— ¿Entonces...?
— Entonces, enano idiota, sólo queríamos saber si aún quedaba algún pequeño rayito de raciocinio en ti. Sólo queríamos hacerte pensar a ver si tú mismo te dabas cuenta de que la estás cagando. Sin embargo, todo lo que llegue a pasar entre ustedes, será tu decisión. En otros tiempos, estaríamos haciéndote llaves de lucha y obligándote a hacer las cosas bien por las malas... Pero... La graduación es en menos de dos semanas... Consideramos que ya estás bastante grandecito como para pensar las cosas por ti mismo. Eso es todo.
Definitivamente, sí lograron su objetivo de dejarlo pensando. Durante toda esa noche, Frank estuvo sin estudiar y sin dormir, solamente pensando en las palabras de Brendon.
Gerard estaba en las mismas, salvo que él estaba considerando dejar en paz a Frank, al menos por un tiempo, ya que este momento era muy importante para él y estaba bajo presión. Lo que menos quería era estar distrayéndolo ahora cuando estaba a una semana de presentar su examen de admisión para la universidad. Había resuelto en dejarlo en paz al menos hasta después de la graduación.
— Se me olvidó darle esto... — Pensó en voz alta, teniendo en las manos el autógrafo de Falling In Reverse y otro regalo que había planeado darle tiempo atrás. — Me llevó tiempo preparárselo, así que todavía puedo dárselo ¿No?
A altas horas de la noche, se subió a su bicicleta y llevó el regalo hasta la casa de Frank, con miedo de encontrarse con sus padres o incluso con él mismo, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr.
« ¿Los padres de Frank sabrán que rompimos?». Se preguntó mientras dejaba cuidadosamente la bolsa de regalo en la puerta. Seguidamente, tocó el timbre, musitó un "buena suerte, Frankie", y volvió a casa.
Frank intentaba estudiar, tenía la mesita de su cuarto llena de libros y papeles, sin embargo, leía las palabras pero ninguna se quedaba en su mente, porque lo único que su mente aceptaba en esos instantes eran pensamientos sobre Gerard.
Su mamá tocó la puerta, él no le prestó atención, por lo tanto, la señora Iero entró de todos modos.
— Osito bebé. — Frank puso los ojos en blanco al oír el cursi apodo. — Te dejaron esto en la puerta.
El menor, un poco sorprendido, recibió la bolsa de regalo, la cual solamente tenía su nombre escrito, pero no hacía falta pensar mucho para saber de quién venía. Al abrirla, lo primero que halló fue un sobre, el cual sí tenía un remitente: Gerard Way.
"Querido, Frank:
Te apoyaré en tus esfuerzos por sobresalir en los exámenes. No importan las circunstancias, puedes lograr todo lo que te propongas<3
Postdata: Te anexo un autógrafo que hice que los chicos de FALLING IN REVERSE firmaran para ti. Pensaba entregártelo antes, pero... Ya sabes lo que pasó.
Post-postdata: Ronnie también te desea suerte y dice que te esfuerces, así que hazle caso, pendejo. Si Ronnie Radke lo dice, es porque tienes que hacerlo.
Xoxo, Gee Way."
Dentro del mismo sobre, estaba la hoja de papel con la leyenda: "Para el pendejo de Frank Iero", con el dibujo de un corazón y las firmas de todos los miembros de su banda favorita.
— Oh... — Suspiró la entrometida de su madre, quien se asomó a su lado a leer la carta también. — Pero si es de Gerard. — Terminó de quitarle la bolsa.
— ¡Mamáaaa! ¡No la abras!
— ¡Ay pero qué bonitaaaa! — Sacó de la bolsa una camisa a cuadros muy bonita, la cual tenía un bordado en la espalda que decía "esfuérzate". La clase de cursilerías que sólo a Gerard se le ocurrían. — ¡Es un detalle precioso! Era obvio que tenía que ser de Gee... Porque él es tan lindo y considerado... Lo escogiste bien, Frankie. — Esa última frase lo golpeó en la consciencia. — ¿Qué estás esperando? ¡Póntela!
La señora Iero lo obligó a ponerse la camisa, a la vez que le aplaudía y repetía lo bonito que era aquel regalo.
— Frankie... ¿Por qué Gerard no ha pasado por la casa? Hace mucho que no viene, tu papá y yo lo extrañamos... Es un gran chico.
Frank no supo ni qué responderle, tenía miedo de decirle que terminó con Gerard, porque estaba seguro de que le armaría un drama, porque así era su madre; dramática. A veces parecía más la mamá de Gerard que de él mismo.
... Lógicamente, Gerard le estaba poniendo muy difícil la tarea de dejar de pensar en él.
Me pregunto si Frank habrá aceptado mi regalo...
Que no me entere yo de que lo tiró a la basura, porque lo asesino.
Y si lo tiró, seguramente desechó todo menos el autógrafo de Falling In Reverse, el muy puto.
... Lo extraño.
— Gee ¿Ya te vas? — Le dijo Zack justo cuando iba de salida después de su jornada de trabajo del jueves.
— Sí... ¿Tú te quedas?
— Así es... Mira... La jefa me preguntó sobre tu disponibilidad para el verano.
— ¡Ah, se me olvidaba!
«El verano... Este año me voy a quedar totalmente solo — el simple pensamiento lo hizo llorar en silencio — pasaré el verano sin Frank».
— ¡Gee! ¿Estás bien? — Lo tomó de los hombros.
— Sí, sí... — Secó sus lágrimas como pudo. — Es que... Ya sabes... Sigo muy sensible por la ruptura con mi novio. No puedo pensar en otra cosa que no sea eso.
— ¿No te gustaría poder despejarte y distraerte un rato? — Preguntó con toda la timidez del mundo.
— ¿Tienes algún plan?
— Pues... No sé si oíste que todos los empleados haremos una fiesta este domingo, habrá karaoke y será divertido ¿Vendrás?
— Sí había oído al respecto, pero... No sabía si asistir o no.
— Vamos. — Le regaló una tierna sonrisa. — Seguramente lo pasarás bien y te distraerás al menos por un rato. Te hará bien despejarte.
— Está bien... — Sonrió débil. — Me convenciste.
Quizás salga algo bueno de todo esto ¿No?
Frank estaba saliendo de sus clases particulares, esa en especial, se sintió más larga, ya que ese día no tenía ganas de ir realmente, pues sabía que no iba a poder concentrarse. Cuando pasó por el restaurante donde trabajaba Gerard, se detuvo, preguntándose si todavía seguiría allí. Justo en ese momento, Zack estaba sacando la basura. El encuentro fue inevitable.
— Si estás buscando a Gerard, ya se fue. — Le dijo, al ver que llevaba mucho rato ahí parado como un idiota.
— ¿Eh? Y-yo... No... Yo sólo iba saliendo de la academia.
— Claro que sí. — Se cruzó de brazos con incredulidad. — Tiene sentido... Total, ustedes dos ya terminaron.
Ese último comentario en particular, provocó cierto enojo en Frank.
— Eres muy bajito ¿Cuánto mides? — Se le acercó, aun sabiendo que debía seguir su camino y ya.
— 1,63.
— ¡¿Qué?! ¡¿Eso quiere decir que soy tres centímetros más bajo que tú?!
Frank era tan temperamental, que a veces parecía hacer las cosas sin motivo aparente. Esta vez, Zack se rió de él y sólo por eso, Frank le lanzó un puñetazo directo al rostro.
— ¡¿Por qué hiciste eso, idiota?!
— ¡Porque todo es culpa tuya! Mira que atacar a Gerard mientras estaba dormido...
— E-eso... — Miró hacia el suelo para ocultar su sonrojo. — Eso fue sólo porque se veía muy lindo mientras dormía y yo... Sólo... No pude evitarlo y...
— ¡AGH! — Se cubrió los oídos. — ¡Cállate! ¡¿Cómo puedes decir algo tan vergonzoso en voz alta?!
— ¡No es vergonzoso! ¡Es la verdad!
— ¡Cállate, enano, cállate! — Lo tomó del cuello de la camisa.
— ¡No me puedes llamar enano si tú eres tres centímetros más bajo que yo!
— ¡¿Y ESO QUÉ?! ¡Igual puedo golpearte! Además ¡¿CUÁLES SON TUS INTENCIONES CON GERARD?!
— ¡¿Por qué tengo que estar dándote explicaciones a ti?! — Lo apartó de un empujón. — Gerard me gusta ¿Contento? Y no pienso seguir reprimiéndome ahora que tú mismo me has dejado el camino libre. — Frank se quedó atónito ante esa respuesta. — Descuida, yo sí sabré aprovechar la oportunidad que tú no aprovechaste... Tienes que ser demasiado imbécil para dejar ir a alguien como Gerard.
Ahora Frank se sintió peor.
Se sintió más inepto y obtuso de lo que se sentía antes. En parte, Zack tenía razón. Gerard era demasiado bueno y él nunca supo apreciarlo... Nunca. El pelirrojo pasó tanto tiempo detrás de él y él como un imbécil siempre lo estuvo rechazando, en esos momentos Gerard hacía de todo por apoyarlo y él le pagaba con malos tratos.
«Probablemente todo lo que me está pasando es cuestión de karma». Pensó. «A lo mejor me merezco todo lo que me está pasando por haber sido un hijo de puta por mucho tiempo».
— ¡Hola, soy Gerard Way! — Dijo "animado" y "contento" al micrófono el domingo en la noche de karaoke. — Y voy a cantar una canción de Falling In Reverse... — Sus compañeros de trabajo le aplaudieron y él empezó a gritar ahí su bendita canción. — JUST LET ME GO, I'm on my own, A ROLLING STONE and I'm IN. THE. ZOOONEEEE.
«Estoy bien... — Se decía internamente mientras cantaba — voy a estar bien ¿No? Justo ahora la estoy pasando bien... Mierda... Aquí es cuando Frank se me uniría para cantar los screams... Pondría su cara de pendejo y se pondría a gritar como el enano endemoniado y satánico que es».
Sin darse cuenta, estaba cantando, haciendo sus intentos de screams y llorando al mismo tiempo.
«Quiero verlo... Tengo tantas ganas de verlo...».
Mientras que él estaba en la fiesta, Frank estaba en su habitación tratando de estudiar, ahora más que nunca debía dar lo mejor de sí mismo y tratar de concentrarse porque su examen de admisión para la universidad sería ese mismo viernes. Esa noche se estaba dando cuenta de que nunca podía concentrarse si no estaba bien con Gerard. Nunca podría hacer nada bien si no estaba bien con Gerard. Incluso tenía puesta la camisa a cuadros que le regaló.
— Frankie... — Su mamá entró a su habitación con una buena taza de café y algo de comer.
— ¿Sí...? — Cuando se giró, su mamá se dio cuenta de lo terrible que estaba su aspecto.
— ¡Frankie! — Exclamó preocupada. — ¡Pero qué cansado te ves! Deberías tomarte un descanso de vez en cuando, hijito... Esta noche deberías estar con Gerard y no aquí esclavizado en tus libros.
— ¿Tú crees?
— De hecho, lo vi cerca de la estación del metro hace unas horas, iba con un chico como de tu estatura.
Soltó su libro de inmediato, pensando en las palabras de Zack: «... No pienso seguir reprimiéndome ahora que tú mismo me has dejado el camino libre». Y sintió que su corazón dolió al instante... ¿Realmente quería dejarle el camino libre a ese enano?
— ¡Gerard, espera! — Le gritó Zack al pelirrojo cuando terminó de cantar y salió corriendo del establecimiento sin darle explicaciones a nadie. Simplemente se marchó y ya; iba en busca de Frank.
Frank también salió corriendo de su casa, sin importarle que estuviera en pijama y con esa cursi camisa que Gerard le dio.
¡Pensé que podía seguir viviendo como si nada sin Frank, pero no puedo!
Simplemente no puedo dejar de pensar en él.
Iba corriendo tan rápido que no se percató cuando llegó la hora de subir un escalón y se tropezó con este mismo, cayendo de bruces contra el suelo, haciéndose mucho daño. Llamó aún más la atención de las personas que transitaban en la calle cuando empezó a llorar ahí tirado.
En eso, alguien se paró justo en frente de él. Ya que su vista estaba fija en el suelo, sólo pudo mirar sus zapatos, y al levantar lentamente la mirada, se encontró con Frank, utilizando la camisa que le regaló.
— F-Frank... ¿Qué haces aquí?
Sin decir nada, el menor lo ayudó a levantarse.
— ¿Por qué siempre te caes con tanta facilidad? — Fue lo que preguntó. — Eres como un imán de caídas.
— A-así parece... — Rió nervioso, intentando pasar el shock del momento. — Esa camisa...
— Sí... A pesar de lo cursi que es... — Se sonrojó. — Me gusta mucho. Gracias, Gee.
Sintiéndose contento, esta vez, sonrió con ganas y limpió las lágrimas de su rostro.
— ¿Sabes, Frank? Cuando acabes con los exámenes y todo eso, volveré a pedirte que seas mi novio.
Frank lo miró asombrado.
— Sabes que soy muy persistente ¿No? Aunque me rechaces y me digas que hemos terminado, no pienso rendirme. Así que... De momento, sólo concéntrate en los exámenes de ingreso y...
Cerró la boca en el momento en que Frank lo abrazó, enterrando la cara en su pecho.
El más pequeño tenía ganas de llorar, se conmovió por completo gracias al pelirrojo. A veces Gerard era demasiado bueno para ser verdad, y él tenía tanta suerte de tenerlo, tanta suerte de ser él de quien estuviera enamorado... Tenía tanta suerte y casi nunca la supo apreciar. Pero eso cambiaría a partir de ese día.
No le cabía duda de que Gerard lo amaba, lo amaba tanto que no importaba lo estúpido que se comportara, siempre iba a estar detrás de él, siempre lucharía para que estuvieran juntos. Frank sabía que sería algo así como la peor mierda del mundo si dejaba ir a la única persona a la cual le importaba tanto, porque nadie lo iba a querer como Gerard lo quería y nadie iba a tenerle la paciencia que Gerard le tenía.
¡Dios! Es que era tan suertudo y no se daba cuenta, ¿Quién en este mundo tenía tanta suerte de conseguir a alguien como Gerard? Casi nadie, sólo él.
—... F-Frank...
— Perdóname. — Dijo entre lágrimas. — Olvídate de toda esa locura de terminar... Me retracto. En serio que me retracto.
— P-pero...
— Nada. No quiero terminar contigo, no quiero estar con nadie que no seas tú, porque nunca me he enamorado de nadie como lo estoy de ti. — Se sinceró por completo. — Y creo que jamás me enamoraré de nadie así y tampoco encontraré a nadie que me ame como tú ¡Mierda! Es que tengo tanta suerte de tenerte.
«No es posible». Pensó Gerard, volviendo a llorar sin consuelo.
— AaaAiiiiiii.
— No hagas esos ruidos raros, Gee.
— ¡Mierda, Frank! Si me vas a decir cosas así de bonitas, deberíamos terminar más seguido.
— ¿Qué cosas dices? ¿Sabes lo vergonzoso que es para mí haber dicho todo eso aquí en medio de la calle?
—... Todo el mundo nos está mirando... — Sollozaba.
— ¡Eso ya lo sé! ¿Por qué crees que tengo tanta vergüenza?
— Sí, pero al menos tu cara está oculta ¡Pero todos pueden ver la mía!
— Idiota, soy yo quien está en pijama y tiene escrita la palabra "esfuérzate" en la espalda.
— Es que deberías esforzarte. — Frank hace rato que había dejado de llorar, pero él no podía parar.
Sin dejar de abrazar al pelirrojo, Frank separó un poco su rostro de su pecho para mirar hacia los lados, para ver cuántas personas más o menos estaban mirándolos.
— Vamos a salir corriendo.
— Sí. — Gerard asintió.
— A la una...
— A las dos...
— ¡Y a las tres! — Exclamaron al unísono, tomándose de la mano para salir corriendo de allí lo más rápido posible.
... Esta vez, Frank apreciaría más la suerte que tenía...
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