47.Dwarves Fetishism
Estamos en la recta final; terminando mayo. Atorados con los exámenes finales.
Brendon recibió la carta de aceptación para ir a la Universidad Estatal de San Francisco cuando nos graduemos... Y se ha puesto más romántico con Dallon.
Frank ha comenzado a asistir a clases de apoyo después de la escuela y está estudiando muy seriamente para los exámenes.
Yo, por mi parte, aún no sé qué hacer... Siento que desecharé la idea de la universidad e iré a alguna escuela técnica a hacer algún curso... Aunque no sé de qué.
Iban caminando juntos de camino a casa después de la escuela como todos los días, las únicas diferencias eran que en las últimas semanas, Frank no despegaba la vista de alguna guía de estudio, estudiaba sin parar... Y que no iban camino a casa, sino a la academia donde Frank veía sus clases de apoyo.
— Oye, Frankie...
— Qué. — Dijo sin dejar de prestarle atención al tema sobre el que estaba estudiando.
— Falling In Reverse vendrá a la ciudad ¿Quieres que compremos las entradas juntos?
— Qué va... Esta vez no voy a ir.
El alma de Gerard abandonó su cuerpo.
FRANK IERO ACABABA DE DECIR QUE NO IBA A VER A SU BANDA FAVORITA TENIENDO LA OPORTUNIDAD DE HACERLO.
— ¡¿QUÉ DICES?! — Lo tomó del cuello de la camisa y comenzó a agitarlo. — ¡Estamos hablando de Falling In Reverse!
— ¡Lo sé! ¡Pero no tengo elección! — Logró apartarse y acomodarse la corbata del uniforme. — Tengo que estudiar mucho para los exámenes. Y no creas que no me puse a llorar por horas cuando decidí ser un adulto y ordenar mis prioridades.
— Ya veo... — Dijo mostrando tristeza. — Te detesto.
— A ver ¿Quién fue el que dijo que me iba a apoyar?
— Lo sé, lo sé, pero... ¡Es Falling In Reverse!
— Ya supéralo ¿Sí? Y mejor deja de hablar mientras estoy tratando de memorizar todo esto. — Volvió a concentrarse en estudiar y nada más, y siguió caminando sin esperar por Gerard.
— ¡Pero espérame!
— ¿Para qué? Vete a casa. No deberías estar siguiéndome. — Respondió displicente.
— ¡Tengo motivos para venir por aquí!
— Sí, claro, maldito stalker.
— Tengo un mejor motivo.
— A ver ¿Y cuál es ese motivo? Si se puede saber.
— Trabajo.
El menor ahogó una risita.
— ¿Trabajo? ¿Tú? No me hagas reír.
— En serio. — Respondió con orgullo. — Trabajo en el restaurante que queda en frente de tu academia.
— ¿Desde cuándo?
— Desde hoy.
— ¿Por qué te has puesto a trabajar tan de repente?
— Porque así al menos puedo ir parte del camino contigo. — Le guiñó un ojo.
— Te lo dije y te lo volveré a repetir... Eres un maldito stalker.
Aunque lo negara muchas veces, Frank estaba feliz por eso.
Gerard llegó puntual a su primer día de trabajo, se colocó el uniforme de camarero y se presentó ante su jefa; una vieja decrépita que no hizo nada más que regañarlo por tener torcida la corbata de moño que tenía que utilizar. Justo mientras estaba recibiendo el insólito e innecesario regaño, acababa de llegar un niño que le robó toda la atención que estaba recibiendo, pues la jefa dejó de regañarlo a él para regañar ahora al recién llegado por haber llegado cinco minutos tarde. El muchacho también había llamado la atención de Gerard; era un niño que aparentaba tener quince o dieciséis, tenía el cabello negro con un mechón de color azul, de la misma manera que tenía ojos azules y su rasgo más resaltante era su estatura; era tan bajito como Frank. Gracias a los regaños de la vieja, supo que se llamaba Zack.
— Llevas dos días seguidos llegando tarde. — Continuaba la meticulosa jefa.
— Lo siento, señorita Lane. He estado saliendo tarde del colegio. De verdad lo lamento. — Estaba levantando un poco una de las mangas de su chaqueta con nerviosismo, en ese momento, Gerard se percató de que tenía una pulsera de Falling In Reverse.
— ¡OH POR DIOOOOSSSSS! — Soltó un grito fangirl y sin importarle nada, ni siquiera lo que pasaría con su jefa, fue corriendo hacia el tal Zack, y sin recato alguno, tomó su muñeca para dejar ver mejor la pulsera. — ¡ES UNA PULSERA DE FALLING IN REVERSE! ¡Y ES LA EDICIÓN LIMITADA QUE SOLAMENTE PUEDES CONSEGUIR EN LOS CONCIERTOS!
— ¿No me digas que tú también eres fan de Falling In Reverse? — El chico se emocionó también.
— ¡Un súper fan! — Estaba frotando la pulsera contra su propia cara sin importarle que se estaba viendo como un desquiciado.
— ¡Yo también! — Se tomaron de las manos y dieron saltitos. — ¡Qué emoción!
Y la vieja perdió los estribos.
— ¡GERARD Y ZACK, PAREN DE UNA VEZ Y PÓNGANSE A TRABAJAR!
—... Lo siento... — Respondieron cabizbajos.
El nuevo amigo de Gerard en el trabajo daría mucho de qué hablar al día siguiente en el colegio, ya que no era un tema que se pudiera pasar por alto. Estaban todos reunidos a la hora del almuerzo; Gee, Brendon, Dallon, Pete y Jamia... Sólo faltaba Frank. Últimamente Frank pasaba tanto tiempo estudiando que no tenía tiempo ni de almorzar con sus amigos. En ese momento, estaban comiendo unas galletas que Dallon había horneado, otra de las cosas que estaban ocurriendo, era que Dallon estaba más dedicado a la pastelería que antes, ya que, después de la graduación, eso sería lo que haría por el resto de su vida, así que por eso, procuraba superarse a sí mismo cada día.
— ¿Y entonces...? — Decía Jamia. — ¿Cómo es ese chico que trabaja contigo? Además de fan de Falling In Reverse, que es lo único que no dejas de repetir.
— Es muy lindo físicamente y mide más o menos lo mismo que Frank.
— Umm... — Brendon lo miró con cara pervertida. — Gee... Tienes un fetiche con los enanos ¿Verdad?
— ¡¿Por qué me dices eso?!
— Hablando de Frank... — Pete cambió el tema antes de que iniciara la discordia, porque presentía que pasaría. — Se la pasa todo el día estudiando... Se nota que se esfuerza mucho.
Frank estaba sentado solo unas cuantas mesas de distancia, leyendo un gran libro mientras comía.
— Algunas veces se queda hasta tarde y le hace muchas preguntas a los profesores.
—... Lo sé... — Gerard se sentía muy orgulloso de su novio. — Está trabajando duro.
Ese mismo día, durante la clase de matemáticas, el profesor pidió a alguien pasar a la pizarra y resolver un complicado ejercicio. Por primera vez en la historia, Frank se ofreció a hacerlo y para sorpresa de todo el salón de clases incluyendo al profe, lo resolvió a la perfección.
— ¡No es posible! — El cerebro de Gerard iba a explotar.
— Se los dije. — Dijo Frank caminando hacia su asiento con aires de grandeza. — Puedo lograr lo que sea si me lo propongo.
Si sigue así, entrar a una universidad decente no representará un problema para él. Se ha estado esforzando mucho y sus notas han ido mejorando.
Yo, en comparación, necesito decidir qué voy a hacer con mi vida.
«Quizás debería ser camarero para siempre». Se decía a sí mismo mientras caminaba con una bandeja con dos vasos de jugo. «A fin de cuentas, ni lo hago tan mal». Se le resbaló la bandeja y los vasos se hicieron trizas al impactar contra el suelo.
— ¡Gerard! — Lo regañó su jefa.
— ¡AAAAAHHHH! ¡LO SIENTOOOO! — Gritó, alarmando a todos los comensales. — Lo recogeré, yo sólo... — En lo que tocó el primer pedacito de vidrio, se cortó el dedo índice. — ¡AAAAAAAAHHHHH! ¡AUXILIO!
Su jefa, la señorita Lane, tuvo que llevárselo al fondo, donde guardaban un kit de pequeños auxilios, allí le puso alcohol y una curita en el dedo, a la vez que le estaba dando un gran sermón en el que le decía que no podía armar un escándalo así de grande y debía tener más cuidado.
Gerard comenzaba a sentirse como un inútil que no sabía a hacer nada bien.
« ¿Y pensaba dedicarme a esto por siempre? Qué va».
Ya lo estaba entristeciendo lo duro que se le estaba haciendo adaptarse a su nuevo empleo. Estaba un poco deprimido, pero en la escuela, no podía dejar que eso le afectara, por ello, antes de entrar al salón de clases por la mañana, puso su mejor sonrisa y se preparó para ser el Gerard payaso y feliz de todos los días.
— ¡Buenos días! — Gritó sonriente al abrir la puerta, sólo para quedarse allí parado viendo cómo todos sus compañeros de clases estaban perdidos en lo mismo; todos estudiando y hablando de la universidad. Nada más. Ni siquiera una sola persona había contestado su saludo, porque todos estaban ensimismados en sus estudios.
— ¿No crees que quedó muy dulce? — Dallon y Brendon no estaban estudiando, pero Brendon estaba ocupado haciendo un testeo de otra de algún postre que hizo Dallon.
— No, amor. Te quedó perfecto.
— ¿Entendiste esta parte? — Frank estaba perdido entre sus libros haciéndole consultas a Pete.
— Tienes que usar esta fórmula...
— ¡DIOS! — Se acercó a sus amigos. — ¡¿Qué les está pasando a todos?! ¡Es como si ya estuviesen totalmente listos para adentrarse al futuro!
— Oh... — Dijo Dallon. — Gee... ¿Estabas ahí? Buenos días... Entonces. — Volvió a poner su atención en Brendon. — He estado pensando en unas nuevas recetas.
— ¡Eres un genio, amor!
¿Qué está pasando aquí?
Siento... Siento... Que me estoy quedando atrás.
Ahora me siento peor que antes.
Fue directo a su asiento, sintiéndose más miserable. Lo que él no sabía, era que Frank estuvo observándolo todo el tiempo, y estaba preocupado por él.
— Dios... Tengo una cara horrible. — Dijo en voz alta mientras se acomodaba la corbata de moño frente al espejo del baño para empleados. — Seguro me volverán a regañar, así que será mejor que sonría... Sonríe, Gee, sonríe. — Se decía sonriéndole al espejo a pesar de no tener motivos para sonreír.
Así que salió al mostrador, acomodando los menús sobre la barra, listo para ir a repartirlos a las mesas que sean ocupadas. La campanilla de la puerta sonó, indicando que alguien había entrado, así que tenía que hacer lo suyo.
— ¡Bienvenidos! — Exclamó sonriendo.
— JAJAJAJAJAJAJAJA "bienvenidos" dice. — Era Frank burlándose de él. Brendon y Dallon lo acompañaban.
— ¡¿A qué vinieron, idiotas?! — Trató de no hacer un escándalo.
— ¿Cómo puedes hablarle así a tus clientes? — Seguía el enano, mientras que los otros dos cubrían sus bocas para no explotar en carcajadas. — Qué maleducado.
— ¿Qué pasa? ¿Acaso vinieron a reírse de mí?
— ¡Disculpe! — Le gritó a la jefa de Gerard. — ¡La actitud de este camarero es terrible!
— ¡Shhh! — Cuando se dio la vuelta asustado, la señora Lane ya lo estaba mirando como con ganas de matarlo.
Los chicos fueron a sentarse y Gerard estuvo obligado a llevarles los menús a su mesa junto con unos vasos de agua.
— Cuando sepan lo que van a pedir, no duden en llama...
— JAjsjadhjahfa. — Frank estaba muriendo de risa junto con los demás. — ¡Es que es tan gracioso!
— ¡Al menos déjame terminar la frase!
— P-por favor adelante... Jajsja... Jajjsja... JAJAJAJAJAJAJA ¡NO PUEDO!
Gerard perdió los estribos y lo golpeó en la cabeza con la bandeja en la cual les había llevado los vasos de agua.
— ¡Oye, me dolió! — Se quejó del dolor. — ¡Soy un cliente! ¡No puedes hacer eso!
— ¿Qué pasa, Frank? ¿No deberías estar estudiando?
— Lo estoy. Dentro de un rato debería estar en la academia. — Tomó el menú para revisarlo.
— La otra vez me dijiste que tienen clase hasta los fines de semanas ¿No?
— Sí, incluso los domingos. No tengo descanso.
— Oye, Gee. — Al fin Brendon dijo algo. — ¿Dónde está ese chico lindo del que nos contaste el otro día? ¿Trabaja hoy?
— Oh ¿Zack? Parece que no vino hoy.
Frank dejó el menú sobre la mesa y con cara de culo, preguntó: — ¿Y quién diablos es ese tal "Zack"?
— El próximo objetivo del fetichismo de Gerard por los enanos. — Dijo Brendon en susurros. — Ejeje.
— ¿Fetichismo por los enanos? — Miró a Gerard levantando una ceja.
— ¡Ya te dije que no es eso! — Le gritó el pelirrojo a Brendon.
— ¿Qué? — Preguntó Frank. — ¿Ese chico también es bajito?
— ¡Eso no te incumbe! — Gerard lo golpeó con la bandeja nuevamente.
— ¡Auch!
— Realmente no tiene importancia, además pero es un gran fan de Falling In Reverse.
— ¡¿De verdad?!
— ¡Oigan! ¡Se supone que estoy trabajando, me van a regañar si sigo hablando con ustedes! — Se marchó a toda prisa.
— ¡Pero yo iba a pedir algo! ¡Gee!
Cuando Gerard se alejó de ellos, no recibió más que regaños por parte de su jefa, pero aun así, él se estaba riendo y alegando que daría lo mejor. A pesar de lo molesto que era Frank, esa visita le había hecho bien.
— Bien... — Dijo Frank, quien no le quitó el ojo de encima a su novio ni por un segundo. — Parece más contento de lo que esperaba.
— Vaya vaya... — Dijo Dallon con una sonrisa traviesa. — Dijiste que venías a burlarte de él, pero en realidad viniste porque estás preocupado ¿Verdad?
— ¡Eso es tan lindo, Frankieee!
— ¡No es eso, imbéciles! Alguien que está tan preocupado por sus estudios como yo, no tiene tiempo de preocuparse por los demás. — El sonrojo en sus mejillas lo delataba.
— Si sigues actuando así, Gerard te va a terminar cambiando por aquel otro chico bajito y encantador.
— No seas idiota. — Dijo él antes de beber un sorbo de agua, evidentemente incómodo con el tema.
A la hora de ordenar, los chicos continuaron burlándose de Gerard. La verdad, no dejaron de hacerlo hasta que dejaron el restaurante.
— ¡Gracias por venir, vuelvan pronto! — A Gerard le daba tanta vergüenza decir las frases del restaurante frente a sus amigos. Se sentía ridículo.
Frank tiene clases hasta los domingos...
Yo tengo los domingos libres y realmente tenía ganas de salir con él. Ya casi ni nos vemos.
Pero debo darme ánimos a mí mismo.
Debo convencerme de que es inevitable que no tenga tiempo para mí cuando está tan ocupado con los exámenes.
Una semana después, la depresión de Gerard había crecido, mientras que Frank estaba más estresado que nunca, porque, aparte de los exámenes finales del colegio, se acercaban las pruebas de admisión para la NYU, al final había resuelto en no irse tan lejos, sin embargo, tampoco la tenía fácil con los estudios y el baloncesto. Al principio era más sencillo para él sobrellevar todas sus responsabilidades sacrificando unas cuantas horas de sueño y su vida social, pero ahora que no faltaba prácticamente nada para culminar el año escolar, ya sentía que toda la presión, todo el peso sobre sus hombros era demasiado. Sentía que ya no podía soportarlo, pero tenía que seguir resistiendo y esforzándose.
— ¿Estás bien, Frank? — Le preguntó el pelirrojo al verlo en su asiento con su cara de enojo, leyendo un libro y tomando apuntes. — ¿Pasa algo malo?
— Cállate, no me hables. — Respondió hostil, sin dejar de tomar sus apuntes.
— ¡¿Ah?! — Gerard lo miró con indignación, y le habría dado una respuesta igual de violenta, si no fuera porque, desde una esquina del salón, sus amigos lo llamaron.
— He oído que Frank salió fatal en los últimos dos exámenes. — Le susurró Pete al oído.
— Y el señor Collins le dijo que necesitaba de un milagro para llegar al promedio necesario para la universidad. — Añadió Jamia.
— ¿Pero cómo? — Contestó Gerard. — Si se ha esforzado tanto...
— Por eso está tan estresado, hace rato estaba que se arrancaba el cabello del estrés.
— ¡¿PERO QUÉ DEMONIOS?! — Se giraron a ver a Frank, quien había gritado eso. — Incluso he pasado noches enteras sin dormir para poder estudiar. — Estaba a punto de ponerse a llorar por el estrés. — ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué la vida me odia?!
— Bueno, bueno... — Gerard trató de hacer que se relajara un poco. — Aunque este semestre te hayas puesto a estudiar mucho, no puedes esperar que tu promedio suba inmediatamente. Todavía tienes tiempo, no te preocupes.
— ¡¿TIEMPO?! ¡Tiempo es lo que me falta! ¡La graduación está cerca! ¡Las pruebas de admisión están cerca! ¡¿Y me dices que tengo tiempo?! ¡¡No me jodas!!
— Estoy preocupado por ti, si sigues así, morirás de un ataque al corazón.
— ¡¡MEJOR CÁLLATE Y DÉJAME EN PAZ!! — Se levantó violentamente de su asiento y cerró sus libros de golpe.
— ¡¿Y QUÉ COÑO TE PASA A TI?! — Gerard se alteró. — ¡¿POR QUÉ TIENES QUE HABLARME ASÍ?! ¡ESTOY TRATANDO DE AYUDARTE, NO DEBERÍAS TRATARME A LAS PATADAS, ENANO INÚTIL!
— ¡DEJA DE DECIR ESTUPIDECES Y MEJOR HAZ ALGO DE PROVECHO EN VEZ DE JODERME LA EXISTENCIA!
No sólo sus amigos, todos en el salón de clases miraban boquiabiertos la manera en la que Frank estaba tratando a su novio. Sí, podía ser que esos dos vivían en peleas desde que se conocieron muchos años atrás, pero esta vez era distinto, esta pelea no era graciosa, esto no era un acto de comedia.
— Bien... — Gerard respiró hondo para tratar de calmarse. — Haz lo que te dé la gana.
— Lo habría hecho sin que me lo pidieras. — Replicó el menor antes de recoger sus cosas e irse enojado a la biblioteca para poder estudiar en "paz".
A Gerard no se le quitó el enojo ni siquiera cuando entró a trabajar por la tarde.
« ¿Pero qué le pasa?». Pensaba mientras salía del baño después de haberse colocado su uniforme. « ¿Acaso le estoy estorbando o qué? Yo sé que está estresado, pero eso no le da motivos para tratarme así». Mientras más pensaba en ello, menos podía contener las ganas de llorar. « ¡LO ODIO TANTO!»
— ¡Gee! — La voz de Zack interrumpió sus pensamientos.
— ¿Cómo estás, Zack? — Le sonrió y fue lindo con él a pesar de estar hecho mierda por dentro.
— Genial. Me alegra mucho que hoy trabajemos juntos de nuevo... He estado cambiando de turnos estos días y por eso no nos hemos visto tanto.
— Yo también me alegro de que... ¡AAAHHHH! ¡¿QUÉ TE PASÓ?! — Se percató de que se compañero de trabajo tenía una cortada recorriendo todo su dedo y estaba sangrando.
— Oh... ¿Esto? — Levantó su dedo. — No es nada. El chef me pidió ayuda para afilar los cuchillos y me corté.
— ¡Déjame ayudarte con eso! — El chico mostró un leve sonrojo cuando el pelirrojo lo tomó de la mano para llevarlo hasta el kit de primeros auxilios.
Gerard se encargó de ponerle alcohol a la cortada y vendarla. Él ya era todo un experto con eso, después de tantos vasos rotos...
— Muchas gracias. — Le dijo Zack. — No era necesario que hicieras esto por mí.
— Pero yo quería hacerlo. — Sonrió amablemente. — Hasta ahora, he roto muchos vasos y siempre me corto al querer recoger los trozos de vidrio, así que he tenido que utilizar este kit de primeros auxilios a menudo. Al principio la vieja me ayudaba, pero luego tuve que encargarme yo solito. Creo que la tengo harta, me sorprende que no me haya echado todavía.
— Se va a enfadar si te oye llamándola "vieja". — Rió.
— ¡Mierda! — Se sobresaltó. — ¡Es cierto! ¡¿No está por aquí verdad?! — Para Zack, era muy graciosa la manera en la que Gerard comenzó a mirar frenéticamente para todos lados con una cara de terror que invitaba a las carcajadas.
— Eres tan gracioso, Gee. — Decía entre risas. — Eres muy divertido y amable... C-creo... Que realmente eres un gran chico.
— Ah... No es para tanto. — Hizo un gesto con su mano para que detuviera los halagos.
— Es que es en serio. Llevo seis meses trabajando aquí y nunca he conocido a nadie como tú. Eres famoso en todo el restaurante, incluso en la cocina. Siempre te oímos gritando por ahí. Cosas como... "¡Cuidado!" y "¡Lo siento!", tienes el poder de hacer reír a cualquiera.
— No a la vieja... ¡Ella siempre me regaña por ser gritón! ¡OH NO! — Volvió a mirar para todos lados entrando en pánico nuevamente. — ¡La llamé vieja otra vez!
Zack volvió a reírse de él, sin embargo, era un tipo bastante agradable, tanto así, que a Gerard se le olvidó el mal rato por el que estaba pasando y no le quedó de otra más que reírse con él. Y le dio las gracias internamente por haberlo hecho sentir mejor.
Transcurrió otra larga semana. Ahora Zack trabajaba en el mismo horario que Gerard, así que tuvieron la posibilidad de verse todos los días y el pelirrojo estaba muy feliz al respecto, ya que, por ese momento, aquel chico del mechón azul era su única compañía, su escape de lo fea que se había vuelto su realidad, donde todos sus amigos e incluso su novio estaban demasiado preocupados por su futuro como para siquiera percatarse de que él existía. Después de aquella agravada discusión que tuvo con Frank en el salón de clases, no volvieron a hablarse, y ni siquiera porque estuviesen enojados, sino porque, como se dijo anteriormente, Frank estaba tan sumido en sus estudios que no tenía tiempo para otra cosa. Si no fuera por Zack, Gerard estaría total y completamente solo, siendo miserable.
El sábado por la noche, cuando Frank estaba saliendo de la academia, había comenzado a llover muy fuerte.
«Hice bien en haber traído un paraguas». Se dijo. Desde la entrada, tenía la vista perfecta al restaurante donde trabajaba su novio.
.... Su novio... Apenas se acordaba de que tenía un novio.
Mientras miraba su paraguas, inevitablemente pensó en él. Gerard había sido muy paciente, siempre se había mantenido a su lado, dispuesto a apoyarlo en todo ¿Y él que hizo? Tratarlo mal, hacer lo que mejor sabía hacer; ser un idiota.
«Gerard es tan olvidadizo... Seguramente él no trajo un paraguas».
Así que tomó la decisión de caminar hasta el restaurante para poder verlo, esperar a que llegara su hora de irse y así compartir el paraguas mientras caminaban juntos a casa. De esa forma, él tendría la oportunidad de disculparse por todo, por las cosas que dijo, desahogarse sobre lo estresado que estaba, y dejar en claro que su estrés no era justificación para haber sido un imbécil, pero que trataría de mejorar. Si tenía suerte, Gerard le perdonaría todo y sería feliz de nuevo, luego se despedirían con un beso en la puerta de su casa y el lunes en la escuela haría un esfuerzo para estar con él y que ya no se sintiera tan solo, pero...
... Pero... Se detuvo en seco frente a la ventana del restaurante cuando a través de ella vio a Gerard besándose con otro chico.
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