46.Happy Ending
Gerard había ido a buscar a Brendon para contarle lo sucedido. Cuando llegaron juntos a la enfermería, apenas el castaño puso la mano sobre la perilla para abrir la puerta, pudo escuchar la voz de Frank diciendo: «No quieres que Brendon se vaya ¿No?». Entonces, alejó su mano y se detuvo a escuchar la posible respuesta de su novio. Su corazón se encogió cuando oyó a Dallon decir que no, con la voz quebrada, como si tratara con todas sus fuerzas de contener el llanto.
— No quiero, pero no puedo decirlo, sería muy egoísta exigirle que se quede aquí conmigo... — Ahora sí, Dallon estaba llorando. — Pero no quiero que me olvide aquí ¿Sabes lo horrible que me siento? No quiero estar sin Brendon, me estoy muriendo y no puedo decírselo porque se va a sentir mal por su decisión final, así que... Sólo debo callar y dejarlo ir.
Ahora sí, no pudo contener más sus propias lágrimas luego de haber escuchado lo que realmente sentía su novio.
— Brendon... — Gerard, sintiéndose mal por toda la situación, posó una mano en su hombro. — ¿Estás bi...? — Pero antes de que terminara la oración, el menor salió corriendo lejos de él, estallando en llanto.
Brendon era quien se sentía egoísta ahora, porque para él, Dallon estaba llorando por su culpa y lo que menos quería era hacer llorar a su novio. Para él, era muy difícil tener que irse, pero era algo que tenía que hacer, elegir entre dos de sus personas favoritas; su abuela a quien tanto quería y el chico que llevaba dos años siendo su novio, soportando sus berrinches y amándolo a pesar de sus dramas. La decisión que tomó, la tomó precisamente porque Dallon le dijo que lo hiciera, Dallon le dijo que iba a estar bien... Pero estaba mintiendo. Y él no quería irse si Dallon no iba a estar bien.
Desde la enfermería, Dallon y Frank escucharon cuando Gerard gritó: « ¡Espera, Brendon!», así que salieron a ver qué estaba ocurriendo, entonces se percataron de que Gerard estaba corriendo detrás del castaño.
Brendon corrió hasta detenerse en las escaleras, donde sólo se sentó a seguir llorando, escondiendo su rostro entre sus rodillas.
— Beebo... — Apenas pronunció, cuando Brendon se lanzó a sus brazos a llorar sin consuelo.
— Gee... ¿Qué puedo hacer?... He estado pensando tanto en esto... Le he dado tantas vueltas al tema... Pero... — Podía escuchar a Gerard llorando. — Pero... — Cuando levantó el rostro para poder mirarlo, se percató de que efectivamente estaba llorando. — ¿Tú por qué lloras?
— Es que siempre eres tú quien me está ayudando a mí... — No podía manejar sus lágrimas. — Pero ahora no tengo ningún consejo que darte... ¡Me siento tan inútil!
— Tampoco estaba esperando algún consejo.
— Decir eso no ayuda en nada.
— ¿Entonces por qué saliste corriendo detrás de mí?
— Es que tenía la intención de decir algo. — Trataba de limpiar sus lágrimas. — ¡Pero ya se me olvidó!
— ¡Ay, Gerard! — Volvió a abrazarlo y se quedaron llorando juntos.
En ese momento, tanto Frank como Dallon habían estado cerca, lo suficiente como para observar toda la escena de aquellos dos.
— Frank...
— ¿Ajá?
— Creo que ahora yo he tomado una decisión.
— ¿Q-qué cosa? — Preguntó temiendo lo peor. — ¿Qué le vas a decir?
— Voy a resolver esto. — Fue su última palabra.
Al día siguiente, Dallon se aparecería en la escuela actuando mucho más extraño de lo que había estado actuando toda la semana. Se apareció utilizando gafas de sol, queriendo dar una imagen de clásico bad boy comercial. Cuando Brendon llegó al colegio y lo vio, se dio cuenta de que algo andaba mal.
— ¿Dall? ¿Podemos hablar?
— No me digas "Dall". — Respondió reticente.
— ¿Por qué esas gafas de sol... Dall?
— Te dije que no me llamaras así. — Insistió. — Se oye fatal.
Gerard apareció de la nada para susurrarle a Brendon al oído la interrogante: « ¿Y ahora qué le pasa al poste de luz?».
— Me temo que Dallon se ha vuelto loco. — Fue la respuesta de Brendon.
— Me importa una mierda lo que pienses. — Continuó el ojizarco.
— Oye, Dallon... — Se acercó Frank. — Creo que esa manera de actuar está mal.
— ¿Te pedí tu opinión?
— Dallon... — Brendon creía saber qué estaba pasando. — ¿Por qué no nos vamos de aquí y...?
— Si tantas ganas tienes de irte ¿Por qué no te vas tú solito? Yo puedo irme con algún otro chico.
— ¿Huh? ¿De qué estás hablando? — Preguntó Frank. — Yo pensaba que ibas a "resolver esto".
— Nunca antes se los había contado, pero... En realidad siempre te he puesto el cuerno, Brendon. En realidad, salgo con tres chicos más.
— ¡¿Quieres dejarlo de una vez, tarado?! — Espetó Frank, al ver que lo mal que se estaba poniendo Brendon.
— ¿Qué te pasa, Dallon? — Preguntó Urie.
— ¿No me escuchaste? ¡Dije que tengo a tres chicos más!
— Escucha, Dall...
— Les presentaré a mis tres novios. El primero es... — Señaló la puerta. — James... — Se abrió la puerta y salió Jamia vestida de hombre. Ya que tenía el cabello corto, sólo se puso una gorra y así se hizo pasar por chico.
— ¡¿PERO QUÉ...?! — Exclamaron todos.
— ¡¿Qué mierda está sucediendo aquí?! — Exclamó Gerard. — ¡¿Jamia?!
— No sé de qué me hablas. — Fingió una voz ronca y masculina con un acento británico incluido. — Soy James... Un estudiante de intercambio, vengo de Hampshire, Inglaterra.
— Ay, ya, no me jodas.
— Mi segundo novio es... Larry. — Ahora entró Lindsey, también estaba vestida de hombre, salvo que ella sí había escondido todo su cabello en una gorra, además de que estaba utilizando un bigote falso. Sin embargo, ella no se veía tan contenta.
— Ugh, no me están pagando lo suficiente. — Dijo cruzándose de brazos.
— Ya párenle ¿No? — Dijo Frank.
— Y mi tercer novio... Preparados, que es lo mejor de lo mejor, es un tipo mayor y es el profesor...
— ¡NO! — Gritó Frank, corriendo hacia la puerta para tomar la maldita perilla para que nadie la abriera. — ¡NO, NO, NO, NO, NO!
— ¡AYUDA! — Se escuchaba la voz de Bert mientras golpeaba la puerta. — ¡La puerta se atoró y no puedo hacer mi gran aparición!
Frank abrió la puerta sólo para gritarle: — ¡¿QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ?! ¡¿POR QUÉ TE PRESTAS PARA ESTAS ESTUPIDECES?! ¡VETE A LA MIERDA!... Ah... — Cambió su tono de la nada. — Pero gracias por ese diez en el examen, me ayudará mucho con el promedio, eres el mejor ¡PERO YA EN SERIO, ME DAS ASCO! — Le cerró la puerta en la cara.
Brendon inhaló y exhaló buscando la paciencia en él, paciencia que hasta ese momento se suponía que era inexistente.
— Dallon. — Se acercó. — ¿Qué te pasa?
— Brendon, deberías olvidarte de alguien como yo. — Se alejó de él para acercarse a "James" y "Larry", rodeándolos con sus brazos. — Desde ahora viviré feliz, rodeado de mis novios. Tú no eres más que un escorzo para mí.
— ¿"Escorzo"? — Gerard arrugó el rostro. — ¿Qué?
— Mi instinto me dice que tiene que quiso decir "estorbo". — Dijo Frank.
— Escorzo... ES-COR-ZO ¿Cómo puedes confundirte así?
— Recuerda que su cerebro ya no funciona.
— Oh, sí, se volvió igual de pendejo que tú.
— No es momento, Gee.
— Ya no significas absolutamente nada para mí. — Seguía Dallon. — ¿Entendido?
— Sí... — Brendon comenzó a fingir indiferencia. — Más o menos. Me voy de aquí. — Dejó el salón de clases.
— ¡¿QUÉ TE PASA?! — Le gritó Frank a Dallon una vez que Brendon se fue. — ¡¿A qué viene esa actuación tan desagradable y penosa?!
— Quiero que Brendon me odie. — Dijo cabizbajo.
— ¡Estúpido! ¿Y por qué no me lo contaste?
— Porque pensé que te ibas a enfadar.
— ¡ACERTASTE! — El enano tuvo que dar un gran salto para poder pegarle en la cabeza.
— Si Brendon me odia... Podrá irse a San Francisco sin preocupaciones. No va a estar deteniéndose por mí. Él ya sabe lo horrible que me siento, y sabiendo esto, no va a querer irse... Por eso quiero que me odie, así podrá irse lejos sin estar pensando en un idiota como yo. Prefiero que sea así antes que ser yo el escorzo...
— ES-TOR-BO. — Le gritaron al unísono.
— Lo siento... Estoy hablando pésimo últimamente. En fin, no quiero ser un estorbo para él, no quiero ser yo quien lo detenga, me sentiría pésimo si tengo que hacerlo elegir entre su abuela y yo... E-es injusto.
— Dallon... — Musitó Gerard. — No sé si ser amigo de Frank te ha afectado, pero... Te has vuelto un pendejo.
— Sí... — Le siguió Frank, sin darse cuenta de que indirectamente lo llamaron pendejo. Hasta que reaccionó. — ¡Oye!
— Brendon jamás te odiaría ¿Crees que no se dio cuenta de que no hiciste más que hacer el ridículo? Aparte, que te odie no solucionará nada, no evitará que siga pensando en ti.
— Nosotros... — Empezó a llorar, Frank puso una mano en su brazo para darle consuelo. — Teníamos nuestros planes de vida perfectamente trazados, donde viviríamos una vida juntos y felices, pero de la nada... De un día para otro tenemos que separarnos y todo es tan difícil.
— Eso es porque a veces las cosas no salen de la forma en que las planeamos. — Dijo Frank.
— Además de eso. — Completó el pelirrojo. — No es que vayan a estar separados para siempre, sólo serán unos cuántos años... Brendon podría graduarse y volver a la ciudad para trabajar contigo en la pastelería ¿Ves? El plan no tiene por qué desecharse, que cambien las maneras en las que se lleva a cabo no significa que no llegarán al resultado final de todos modos.
— Considera esto como una prueba, Dallon. Su noviazgo ha sido sólo de altas, no han pasado por ninguna baja... ¿Entonces eres de esos que simplemente deciden hacer idioteces y se rinden cuando las cosas se ponen duras?
—... F-Frank... — Lo miró con los ojos inundados en lágrimas.
— ¡Ni siquiera tienes derecho a llorar ahora después de haber hecho estas tonterías que acabas de hacer! ¡Si de verdad amas tanto a Brendon y tienes miedo de lo que pueda pasar con ustedes, ve y díselo! ¡Eres un imbécil si te rindes solamente porque se van a separar por un tiempo! — Dicho esto, Frank se regresó rápidamente al salón de clases. En eso, todos tuvieron que seguirlo porque ya era hora de la clase de matemáticas y el profesor de ese periodo recién estaba recorriendo el pasillo.
Ninguno pudo concentrarse durante esas horas, cada quien tenía la cabeza en un asunto alejado de las matemáticas; el futuro. Brendon estaba pensando en qué hacer con Dallon, Dallon estaba pensando en todas las cosas que salieron de la boca de Frank: « ¿Eres de esos que simplemente deciden hacer idioteces y se rinden cuando las cosas se ponen duras?»... ¿Realmente lo era? ¿Realmente se estaba rindiendo porque iba a estar separado de su novio por unos años?
— Gee... — Le dijo Frank por la tarde cuando salieron de la escuela. — ¿Quieres tomar el camino largo a casa? Quiero hablar sobre unas cosas contigo.
— P-por supuesto...
— Bueno... — No había dicho nada hasta después de que cruzaron la calle. — ¿Qué opinas de todo lo que pasó hoy?
— ¿Con Dallon?
— Ajá... T-tú... ¿Crees que eso llegue a aplicar en nosotros?
— Honestamente, no. — Se encogió de hombros. — Nosotros no somos como ellos, es decir... Nosotros no tenemos un plan elaborado como el que ellos tenían... Yo ni siquiera sé qué voy a estudiar.
— Mis planes están fuera de la ciudad.
— Y yo no tengo ningún plan, así que puedo ir a donde tú vayas. — Frank se sorprendió ante esa respuesta.
— ¿Tanto así me quieres?
— No deberías preguntarlo si ya sabes la respuesta.
— Quiero que sepas que si algún día llegamos a separarnos, no será el fin del mundo.
— Lo sé... Yo mismo le dije a Dallon que en la vida los planes no pueden salirnos al pie de la letra, pero eso no importa si de todas maneras seguimos los caminos que nos lleven a nuestro resultado final; la felicidad. Y si nuestra felicidad se basa en que estemos juntos, entonces no importa lo que pase... Si seguimos luchando, estaremos juntos.
— Vaya... — Suspiró. — Me hace tan feliz que lo entiendas, porque no me gustaría tener que irme algún día y que llegues a actuar como Dallon.
— Eso suena a algo que harías tú, idiota.
— Cállate. — Dijo con ternura antes de tomar la mano de su novio para continuar así el resto del camino. Ellos no eran la clase de parejas que caminaban de la mano, pero algunas veces, podían hacer la excepción.
Mientras tanto, Brendon estaba acostado en su cama, sosteniendo entre sus manos un expansor falso, pero de la clase en los que necesitas tener la oreja horadada. Dallon se lo había regalado cuando cumplieron un mes de novios.
«— Lo siento. — Le había dicho al recibir el regalo. — Pero no tengo las orejas perforadas y mis padres me matarían si lo hiciera.
—... Oh... — Dallon estaba sorprendido. — Es que... El día en que nos conocimos creí haberte visto con uno, y un par de veces luego también.
— Sí... — Él estaba aún más sorprendido, pues su novio había recordado un detalle tan pequeño e insignificante y de paso, del día en que se conocieron en aquella salida en Conney Island, lo cual significaba que había llamado su atención desde el primer momento. — Aquel expansor era de imán... Aunque luego no lo utilicé más, porque me di cuenta de que no me vería bien con alguna expansión.
— Yo creo que te ves bien como sea, pero... De todas maneras... Perdona, creo que debí haberte comprado otra cosa... Te lo compensaré.
— No te preocupes. — Le dio un pequeño y tímido beso en los labios. — Lo guardaré como recuerdo».
En eso, su celular comenzó a sonar, interrumpiendo la vorágine de pensamientos sobre Dallon que estaba consumiéndolo hasta el punto de querer hacerlo llorar. Era Gerard quien llamaba, cuando le atendió, el pelirrojo lo citó para verse en un puente cercano a su casa, con una bonita vista al lago y la ciudad. El castaño se sintió extrañado por el sitio donde Gerard lo había citado, el simple hecho de que le hubiera dicho para reunirse justo en ese momento, a las ocho de la noche, daba el indicio de que iban a hablar sobre Dallon y que ese fin de semana Brendon tendría que volar a San Francisco para su entrevista, y ya el lugar donde hablarían era melancólico e incitaba al suicidio, es decir... Era un maldito puente. Pero sólo a Gerard se le podían ocurrir esos sitios emos.
Al llegar, encontró al pelirrojo recostado en el barandal, con la vista perdida en el lago, sin embargo, cuando se dio cuenta de su presencia, se mostró más animado y sonriente, como si todo marchara bien.
— ¡Beebo! ¿Cómo estás?
El castaño se encogió de hombros.
— Al final sí me iré a San Francisco. — Fue lo que dijo. — Este sábado será la entrevista, estoy un poco nervioso.
— Y... ¿Qué pasa con Dallon? Digo... Lo de hoy...
— ¿Sabes? Puede que haya sido absurdo, pero esa pequeña representación que hizo, me dejó más que todo impactado... No sé... Supongo que si Dallon se montó todo ese teatro con la intención de hacerme bien, tendré que irme ¿No crees?
— ¿Cómo sabes que fue para hacerte bien?
— Porque lo conozco. Sé que trata de hacer lo posible para que me vaya tranquilo, de que no me importe lo mucho que le duele la separación. Aunque sus maneras no son las correctas... Lo entiendo. Y no puedo estar mal si sé que me quiere tanto.
— Hmm... — Ya ni sabía qué decir. — ¿Sabes Brend? He estado pensando mucho en ti estos días y me he puesto bastante nostálgico, porque... Gracias a ti es que Frank y yo somos novios ahora.
— ¿A qué viene eso tan repentinamente?
— A que pude seguir esforzándome porque tú estabas ahí para apoyarme. Si hubiera estado yo solo, creo que habría estado haciendo estupideces hasta el día de hoy... Es que, supongo que yo también te necesito.
— No digas esas cosas, no me des el mérito de todos tus logros con Frank, porque muchos son tuyos.
— Pero más son las cosas que hice gracias a ti, como todos esos chocolates que le di en San Valentín... Es que... P-pues... Te extrañaré mucho; extrañaré tus consejos, tus regaños y que nos contemos chismes... Pero supongo que si has tomado la decisión de irte, es porque sabes que es lo mejor, no puedes estar equivocado. Lo que quiero decirte es que... Si te vas... No importa que nos dejes atrás, eso no significa que te olvidaremos o que dejaremos de quererte. No lo sé, sólo no quiero que te preocupes, no te preocupes por nada, porque tú sabes cómo manejar las cosas. Todo te saldrá bien, así que sólo... — Las lágrimas ya comenzaban a correr. — Cree en ti mismo.
— Gracias. — Las palabras de Gerard llegaron a conmoverlo, realmente le dieron ganas de llorar.
— Perdona si todo lo que acabo de decir son disparates sin sentido porque muchas cosas están pasando por mi cabeza en este momento... También perdona si no puedo decirte más.
— N-no te preocupes. — Lo rodeó con su brazo. — Lo que acabas de decir es suficiente... Es lo que necesitaba escuchar; que alguien me dijera que todo saldrá bien... De verdad gracias, Gee.
— Soy yo quien debería darte las gracias a ti... Nunca dejaré de estarte agradecido por todo. — Entre lágrimas, terminaron de unirse en un largo y efusivo abrazo, como si estuvieran despidiéndose de una vez, cuando aún les quedaban meses juntos.
— Oye, Gee... Mañana quiero que me acompañes a hacer algo luego de la escuela...
El vuelo de Brendon salía el sábado a las ocho de la mañana; ese día, todos hicieron lo posible para estar en el aeropuerto para despedirse de él.
— ¿Por qué lloran, pendejos? — Les decía a sus exagerados amigos. — El lunes estaré en la escuela con ustedes igual que siempre.
— Ya, pero... — Pete se levantó de su asiento para abrazarlo. — Después de la graduación ya no.
— ¡Todavía faltan meses para eso!
— ¿Dallon no ha llegado? — Frank miraba insistentemente para todos lados, pues ya casi era la hora del vuelo y Dallon no daba señales de vida. — Pero si lo llamé temprano.
— No importa si no viene. — Brendon se mantenía sereno y sonriente. — Esta vez sólo me voy para la entrevista, así que no es gran cosa.
— ¡Brendon! — Como si lo hubiesen invocado, Dallon apareció, corriendo directamente hacia donde estaba él. —... Brendon...
— ¿Dall?
Gerard y Frank se tomaron de las manos, ansiosos por saber lo que iba a pasar.
— Cuídate mucho. — Dallon le regaló a su novio una sonrisa. — Suerte.
«¡¿ESO ES TODO?!». Se preguntó Frank ante las pocas palabras que utilizó Weekes. Lo que él se esperaba era que se disculpara por haber actuado como un idiota y que le dijera que lo amaba, no un simple "cuídate mucho" y "suerte".
— ¡¿Pero qué...?! — Estuvo a punto de finalizar con la palabra "mierda", de no ser porque Gerard le cubrió la boca para que se callara.
Para Brendon, las pocas palabras de Dallon, el simple gesto de aparecerse, ya eran suficientes.
— ¿Te acuerdas de esto? — Brendon sacó de su bolsillo una cajita, al abrirla, Dallon pudo ver que se trataba de aquel expansor falso que le regaló casi dos años atrás, cuando comenzaban a salir.
— Fue el primer regalo que te hice. — Dijo impresionado por el hecho de que no se esperaba que Brendon aún lo guardara.
— Presta un poco de atención a mi oreja. — Dijo girando ligeramente la cabeza para que Dallon se diera cuenta de que tenía puesto un pequeño arete plateado.
— ¿Te perforaste? — Se quedó boquiabierto. — ¿No se enfadarán tus padres?
— Eso ya no me importa. Gerard me acompañó a perforarme ayer después de la escuela. No puedo ponerme el tuyo hasta que cicatrice, pero cuando eso pase, lo usaré y nunca me lo quitaré. Así tendré conmigo una parte de ti a dondequiera que vaya.
Sin nada qué decir, Dallon simplemente lo abrazó; lo abrazó con mucha fuerza, levantándolo para luego besarlo sin importarle que todos en el aeropuerto estuvieran viéndolo. Después del beso, juntaron sus frentes con los ojos cerrados, mientras que Dallon terminó de musitar el más sincero de los "te amo".
— Te amo más que a nada en este mundo, Brendon. Y por eso quiero que siempre estés bien.
— Lo estaré. — Le dio un segundo beso. — Yo también te amo. Te adoro.
— Dios... — Musitó Frank. — Qué espectáculo están haciendo, todo el mundo los mira ¿Cómo es que no sienten vergüenza?
— ¿Qué más da? — Respondió Gerard limpiando sus lágrimas con un pañuelo. — Ellos son felices.
— ¿Estás llorando? — Se dignó a levantar la mirada para verle la cara al pelirrojo. — ¿De verdad?
— ¡Es que son tan lindos! — Sollozaba.
Frank no hizo más que reírse de él.
— ¿Quieres ir a mi casa saliendo de aquí? — Propuso.
— Estamos en un momento muy emotivo como para pensar en follar ¿No te parece?
— ¿Y quién te dijo que te estaba invitando a follar?
— Es que igual quería, pero estoy llorando, así que no debería pensar en eso. — Dijo, provocando que el menor se riera aún más.
Mientras tanto, llegó la hora del vuelo de Brendon. Después de haberse abrazado entre todos, Dallon le dijo unas cuantas palabras más.
— ¿Sabes? Un tonto con menstruación en el cabello me dijo el otro día que a veces las cosas no salen de la manera en la que planeamos, pero que cambien los planes no significa que cambie el resultado final también... Y yo sé que nuestro resultado final es una vida juntos, así que... Sin importar lo que pase mañana, quiero que luchemos por eso, por nuestro final feliz.
— Sí... — Respondió tomándolo de las manos. — Así será... Te prometo que así será.
A fin de cuentas, Brendon tendrá su final feliz...
Espero que Frank y yo tengamos la misma suerte.
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