40.His Love

Al día siguiente, después de salir del colegio, Miranda y yo fuimos a mi cafetería favorita, cada uno pidió su respectiva bebida y algo de comer. Durante todo el rato no ha hecho más que mirarme fijamente mientras como. Me pone incómodo.

No le quiero dar el gusto de intimidarme, pero lo estoy haciendo porque realmente me intimida. Auxilio.

— ¿Cómo es que alguien como tú ha podido llegar a ser novio de Frank? — Lo soltó en el momento más inesperado.

— ¡Pues me he esforzado mucho! — Exclamó orgulloso.

— ¡Estúpido! — Golpeó la mesa con su puño. — ¡Yo también me estoy esforzando! Soy un amor cuando estoy con Frank ¿No es así?

— A-ajá... — Asintió nervioso.

— He estado actuando así desde que lo conocí ¿Sabes lo agotador que es?

— D-debe ser muy duro.

— Y eso no es todo... — Suspiró. — Todos los días le doy leche a Frank, pero no ha crecido nada desde hace siglos.

— ¿En serio? — Se hizo el sorprendido.

— En serio. — Asintió. — Y mientras tanto yo siempre he sido la más alta del grupo.

— Hmm... Yo medía 1,65 cuando estaba en sexto grado y me ponían siempre al final de las filas. — Terminó parloteando sin quererlo, olvidando por completo que NO estaba en una salida de "mejores amigos". — Pero mi ritmo de crecimiento se ha ido normalizando, supongo. Ahora entro en el rango de lo normal, incluso mi hermano menor es más alto que yo, se llama Mikey y él sí que es alto, pero para jirafas, mi amigo Dallon, él...

— ¡Basta!

«Soy un idiota». Se había perdido hablando y hablando.

— El punto es que te entiendo, Mimi... — Continuó. — Debe ser molesto ser muy alto.

— Dímelo a mí, soy más alta que el chico más alto del salón.

— Qué barbaridad. — Dijo boquiabierto.

— ¡Lo sé! Llamas mucho la atención, ni siquiera puedes bostezar porque en seguida... — Se frenó en seco. Se dio cuenta de que se habían desviado bastante y estaban charlando como si fueran amigos. — ¡Oye! ¡Sé lo que intentas! ¡Quieres distraerme!

— P-pero...

— ¡Silencio! El punto es... ¡¿Cómo diablos está Frank contigo?! Digo... Tú eres... Pues... Tú... Ew.

— ¿Qué quieres decir con eso? — Preguntó ofendido.

— Eres gordo, torpe, escandaloso y no tienes ninguna gracia.

» Después de haber salido con Bob, que era una dulzura... Hablando de Bob... Yo pensaba que por dentro sería una persona horrible.

— Sí... Él no es como tú. — Le sonrió con cinismo.

— ¡Lo sé! Yo por dentro soy alguien muy... ¡Deja de hacerme desviarme del tema, maldición! ¡¿A quién demonios le estás diciendo que es horrible por dentro, idiota?!

— L-lo siento.

— ¡Me molesta mucho que después de romper con ese maravilloso novio que tenía, decidió conformarse con un idiota como tú! — Lo miró con verdadero resentimiento. — Quiero que sepas que no voy a perder contra ti, Frank será mío ¿Entiendes? Cueste lo que cueste, así que prepárate para ser destruido. — Gerard se quedó en silencio, daba miedo cómo pronunció la última frase con una sonrisa "amigable". — Eso era todo lo que tenía que decir.

Miranda se levantó y tomó su mochila para ir a pagar sus cosas e irse.

— ¡Espera! — Le gritó Gerard desde su asiento.

— ¿Qué quieres?

La rubia se dio cuenta de que Gerard estaba de pie, en una postura desafiante, como si estuviera a punto de decir alguna frase como: «Ni pienses que vas a quitarme a mi novio». O algo por el estilo. No obstante, el pelinegro rascó su nuca, y lo que dijo fue: — P-perdón pero... ¿Puedes dejarme algo de dinero para pagar el café? Es que sólo tengo como dos dólares encima. — Estaba tan apenado.

Después de sus amenazas, después de la violencia... Él estaba allí pidiéndole dinero a su enemiga.

— ¿Es una maldita broma? — Arqueó una ceja. — ¡¿Cómo se te ocurre venir a una cafetería sin dinero?!

— Tenía dinero, pero recordé que lo gasté todo en un cómic saliendo de la escuela.

— Eso no es mi problema.

— ¡Pero Mimiiii! Yo te dejé muchos likes en Instagram hace días. — Antes de saber que era una bruja. — Tus fotos me causaron envidia y todo.

— Aww ¿De verdad? — Hizo un gesto con la mano, mientras sonreía apenada. — Me halagas...

— Es que salías encantadora.

— Fue mi última sesión de fotos... Ay... Ahora sólo por eso te prestaré el dinero.

— ¡Gracias, Mimi, eres un encanto!

Era como si de la nada todo hubiera quedado atrás, sólo que... No había quedado atrás. Ella sólo lo estaba ayudando porque él la estaba alabando.

Miranda pasó como cinco minutos rebuscando en su mochila, Gerard preguntó qué pasaba cuando ella se veía desesperada, estando a punto de vaciar su mochila por completo.

— Okay... ¡Creo que he dejado mi monedero en la escuela! — Dijo asustada. — ¿Ahora qué haremos?

— ¡NO LO SÉ!

Frank terminó pagando todo.

Más de media hora después, Iero apareció en la cafetería, los llamó idiotas a los dos y pagó los cafés y la comida.

— ¿En qué estaban pensando? — Los iba regañando mientras acompañaba a cada quien a su casa.

— Frankie... — Dijo Mimi. — ¿Qué es lo que te gusta de Gerard?

La pregunta hizo que ambos se detuvieran.

— ¿A qué viene esa pregunta? — Frank contestó con otra pregunta debido a lo inesperado que había sido todo.

— Es que no se parece en nada a tu novio anterior. Es exagerado, dramático, despistado y va a restaurantes con sólo dos dólares en el bolsillo. No entiendo qué diablos le ves.

— No... No es el momento para hablar del tema.

— ¡Dímelo! — Demandó la rubia. — Quiero saberlo.

— No hace falta. — Se cruzó de brazos. — Discúlpame, Mimi, pero eso no es tu problema.

Estuvo a punto de decir algo más como "mejor sigamos caminando", de no ser porque unas cuantas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de su vecina, cosa que lo dejó pasmado. Gerard estaba en las mismas, sintiéndose tan fuera de lugar en esa escena.

— ¡Sí es mi problema! — Respondió finalmente. — ¡Es mi problema porque tú me gustas mucho, más de lo que le gustas a él!

Frank abrió los ojos a más no poder y se quedó boquiabierto ante tal declaración.

De paso, ya que era muy tonto para esas cosas, lo único que se le ocurrió responder fue: — ¿Lo dices en serio? — Cosa que dejó peor a Miranda.

— ¡Eres un idiota, Frank! — Gritó antes de irse corriendo para que los chicos no continuaran viéndola llorar.

— ¡Mimi!

Frank estaba a punto de ir tras ella, de no ser porque Gerard lo detuvo, alegando que sería él quien iría. Así que Gerard se fue corriendo también, dejando a Frank ahí parado.

A pesar de todo, la entiendo. Entiendo un poco cómo se siente.

Estuvo un buen rato buscándola por todos lados, hasta que la halló llorando con el rostro hundido en sus manos, sentada en los escalones algún local. Cuando estuvo a punto de acercarse, ella se levantó como una fiera y con toda la rabia del mundo, lo agarró del cuello, provocando que Gerard, por supuesto, gritara muy fuerte.

— ¡NO ME MATES, POR FAVOR, YO NO TE HE HECHO NADA!

No obstante, ella no hizo más que mirarlo con esos ojos inundados en lágrimas, como pidiendo compasión.

— ¿Frankie te dijo algo? — Sollozó. — ¿Está enfadado conmigo?

— No... No lo está.

— ¡Es que le he gritado! ¡También lo llamé idiota! — Se lamentó como si ese hubiese sido la peor cosa que pudo haber hecho. — Nunca lo había llamado así.

«Yo le digo así todo el tiempo». Pensó Gerard.

— No te preocupes por eso. — Dijo en cuanto ella lo soltó. — Frank en realidad sí es un idiota, él mismo lo sabe... ¿Cómo puede responder así a una declaración de amor el muy imbécil? Pff... No tiene remedio.

— ¡Cállate, estúpido! Frank no es un idiota ni un imbécil. Cualquiera se quedaría sin palabras después de una declaración tan repentina. La culpa es sólo mía ¡No digas nada malo sobre él!

Gerard no pudo responder, sólo se quedó mirando cómo Mimi intentaba limpiar sus lágrimas inútilmente.

— Nunca antes le había hablado de esa forma. — Concluyó. — He perdido los estribos y dije cosas que no debí decir.

— Ay, Mimi... Ya no llores más... — Intentó consolarla acariciando su cabello, pero ella lo apartó de golpe, volviéndolo a mirar con esa cara maligna suya.

— ¡Todo esto es culpa tuya, maldita vaca! — Volvió a tomarlo del cuello, esta vez, más fuerte. — ¡Que mi vida se esté cayendo a pedazos es tu culpa! — Comenzó a zarandearlo. — ¡¿Qué vas a hacer al respecto?! — Gerard no podía defenderse de ella, era más fuerte que él a pesar de parecer una chica frágil. — ¡¿Por qué no me respondes?! ¡¿Acaso quieres pelea, maldito inútil?!

— Mi... ¿Mi? — La rubia se detuvo en seco cuando Frank se apareció, después de haber visto todo.  

Así acabó el día. 

Mimi se fue realmente apenada luego de que Frank la viera maltratarme.

El pobre no sabía cómo reaccionar, era como si no pudiera creerse lo que vio, pero eso fue lo que pasó.

— Ahora que has visto a Mimi como realmente es, ella debe estar al borde de un colapso depresivo. — Le estaba diciendo Gerard al otro día en el salón de clases. 

— ¿Estás queriéndome decir que la Mimi que conozco no es la verdadera? 

— ¡¿No es obvio, enano tonto?! ¿No la viste ayer? 

— Es que... Pff, lo siento, Gee, pero es que me cuesta asimilar cómo la loca que estaba a punto de matarte ayer es la misma niña encantadora que conozco desde hace bastante. 

— Hmm... Bueno... Es normal que quiera hacerse la niña linda con el niño que le gusta. A fin de cuentas, todos lo hacemos... — Llevó un mechón de su cabello detrás de su oreja a modo seductor. — Hasta yo lo hago. 

— Qué desagradable. 

— ¡¿Cómo que desagradable?! — Lo golpeó muy fuerte en el brazo. — ¡Tú eres desagradable!

— ¡Eres muy cringe! 

— ¡Deja de decir estupideces!

— ¡Chicos, no peleen! — Apareció Brendon en medio de ellos. 

— ¡¿Y tú qué demonios haces aquí?! — Frank se quedó perplejo, viendo la manera en la que Gerard le estaba hablando al que se suponía que era su mejor amigo.

— Gerard, ya, deja de tratarme así ¿Puedes?

— Nel. — Se cruzó de brazos. 

— Si te sirve de algo... Hoy todos nos disculparemos con Lindsey. 

— Pues eso es lo que tienen que hacer ¿No? — Dijo de mala manera antes de tomar a Frank de la mano y sacarlo del salón. — Vámonos, bebé. 

Al haber dicho eso último, se ganó un fuerte pellizco por parte de Frank. 

— ¡AUCH! — Se quejó. — ¿Por qué hiciste eso? 

— Me juraste que no íbamos a llegar hasta el punto de los apodos ridículos. 

— Es que se me escapó, no seas pendejo. 

— Chicoooosss. — Brendon siguió detrás de ellos. — ¡Frank, dile a Gerard que no esté enojado conmigo! 

— Gerard, no estés enojado con él. — Repitió. 

— Ahora menos dejaré de estar molesto. 

— ¿Pero me pueden decir qué pasó entre ustedes? Gerard, ¿Por qué te enojaste con los chicos? 

— Es una larga historia que te contaré cuando salgamos de aquí. 

— ¿Cómo? — Dijo Brendon. — ¿Frank ya sabe lo de Mimi? 

— ¿Que está locamente enamorada de mí? Sí, lo sé. 

— ¡Dios, Gerard! ¿Sabes lo que eso significa? 

— ¿Que no deberías estar hablándome porque te voy a golpear?

— ¡No seas idiota! Date cuenta de que, ahora que Frank ha visto a la verdadera Mimi, ella va a ir por él en serio, sin necesidad de utilizar la fachada de la chica perfecta. 

— ¿A qué te refieres con "ir por mí en serio"?

Frank no había entendido lo que Brendon había querido decir, pero Gerard sí que lo había hecho, y se había quedado pensativo al respecto. 

¿Qué le pasaría a un idiota con Frank si una chica tan linda como Mimi va por él en serio?

A la mierda ¡No voy a dejar que todo mi esfuerzo se vaya al carajo!

La noche de ese día, a Gerard le dio un infarto cuando Frank lo llamó para decirle:

— Invité a salir a Mimi este sábado. 

 ¡¿QUÉEEEEEEEEEEEEEE?! — Gritó. — ¡¿CÓMO?! ¡FRANK! 

Pero... 

— ¡¿POR QUÉ ME HACES ESTO?! — Comenzó a llorar. 

Si me escucharas...

— ¡NO HACE FALTA! — Sollozaba. — Lo entiendo todo... Ella es más linda y perfecta y además... ¡No es justo, Frank! Eres un enano de mierda, te odio mucho, tú endemoniado gnomo de jardín, ojalá que... 

Gee...

— ¡DÉJAME TERMINAR! Ojalá que mañana despiertes más pequeño de lo que ya eres, de esa forma, tendrás el tamaño de una bacteria y ya no podré verte jamás. Te mereces lo peor del mundo por dejarme por una puta cuando apenas tenemos un mes de ser novios ¡YO CREÍ QUE DURARÍAMOS MÁS! 

¿Ya terminaste? — Dijo fastidiado. 

— Adiós para siempre, Frank. — Colgó. 

Diez segundos después, Frank lo llamó de nuevo. 

— ¿Ya me estás llamando para volver, pendejito? — Atendió. 

Sí, Gerard. — Soltó una carcajada. — Te estoy llamando para que vuelvas a ser mi NOVIO. 

— Gritar la palabra no me hará ceder tan fácil... ¿Qué pasó con tu Mimi? ¿Ya te diste cuenta de que yo soy lo mejor que te ha pasado en tu miserable vida de insecto? 

— De lejos eres lo mejor que me ha pasado. Eres un fastidioso dramático que llora y grita por todo y que al mismo tiempo se cree la gran cosa. Siempre me andas molestando y haciendo la vida miserable. Por tu culpa he pasado mucho tiempo de mi vida escolar en detención. 

— ¿Entonces? 

— Por alguna razón que aún desconozco, te quiero mucho. 

«Ay, mi corazoncito». Se dijo Gerard, muriendo internamente.

Escúchame ahora y cierra el pico ¿Sí? — Gerard asintió con la cabeza, por lo cual se sintió estúpido, ya que estaba en una llamada telefónica. — Invité a Mimi a salir el sábado para decirle de una manera sutil que te quiero a ti, que eres mi novio y que ella no tiene oportunidad conmigo, claro, lo haré con tacto. 

 Ya que tengo experiencia siendo rechazado por ti... Sé que digas, lo que digas, le harás daño. 

No me ayudas. 

¿Por qué invitarla a salir?

Porque sería cruel decírselo por mensaje de texto, duh

Ya lo sé, pero ella es tu vecina, puedes decírselo en cualquier momento.

— Quiero suavizar el golpe ¿Entiendes? Por eso tenía pensado llevarla al parque, tener una tarde agradable y luego decirle algo como... "¿Ves cómo estamos muy bien siendo amigos? ¿Por qué cambiar eso?". 

— Me dolió y no es a mí a quien estás rechazando... De nuevo. 

Ya veremos cómo resulta, el punto en este momento es que quiero que vengas con nosotros. 

¿Estás loco? ¡Me descuartizará! 

Si estoy yo ahí, va a actuar como la Mimi de siempre, lo sé porque lo hizo cuando la invité. Por lo tanto, te necesito ahí como apoyo moral. 

Bien... Lo haré por ti. 

¡Gracias! 

Bueno, ahora pídeme ser tu novio otra vez ¿Qué estás esperando? 

— No jodas, Gerard, estás más pendejo de lo normal. Bye. — Colgó.

El sábado, los chicos se reunieron frente a casa de Frank para irse caminando juntos hasta el parque. Gerard estaba utilizando el sweater de Falling In Reverse que Frank le había regalado, aquella vez, Frank se había comprado el mismo sweater para él y justamente también decidió utilizarlo esa tarde.

— Si esto era una salida en parejas, no tenías por qué invitarme, Frankie. — Lo que menos quería Mimi era sonar hostil, pero la situación la incomodó tanto que simplemente no pudo evitarlo.

— No es algo que planeamos. — Dijo Gerard sonriendo de manera descarada. — Frank y yo tenemos esta cosa que hace que siempre pensemos igual... Lo llaman la conexión astral. 

Ella, sin recato alguno, puso los ojos en blanco y tomó a Frank de un brazo para comenzar a caminar. 

— Chicos, paren. — Tuvo que decir Frank en cuanto Gerard hizo lo mismo, agarrándolo del otro brazo. 

Mimi decidió no darse por vencida, estaba segura de que, una vez que llegaran al parque, ella hallaría la manera de acapararse a Frank para sí sola. Pero claro que estuvo muy equivocada. 

— ¡ESTÁ VACÍO, CASI NO HAY NIÑOS! — Exclamaron al mismo tiempo apenas llegaron, lo cual incomodó más a la acompañante. 

— ¡Vamos a los columpios! — Exclamó Gerard. 

— ¡Sísisisisi! ¡Vamos! — Contestó Frank.  

Inevitablemente, la salida terminó siendo para los dos idiotas que siempre acaban deslumbrados ante juegos infantiles y se olvidaban de que existía todo un mundo a su alrededor. 

Subieron juntos a los columpios, luego al tobogán, Gerard subió a la rueda giratoria y por pura maldad, Frank comenzó a darle vueltas lo más rápido que pudo, no le importó cuánto se quejó el pelinegro, el objetivo del más pequeño era hacerlo vomitar. Seguidamente, se subieron a un sube y baja, allí Gerard tuvo su venganza, al dejar a Frank en todo lo alto y no permitirle bajar hasta que suplicara piedad. 

Miranda no subió a ningún juego, solamente se limitó a observar cómo ellos se divertían y se olvidaban de su existencia. Parecían unos simios gritando y correteándose por todo el parque, incluso a veces sonaban como si tuvieran su propio lenguaje secreto, era como: 

Gerard con las mejillas rosadas y muriendo de risa, decía: — ¿Ahbdafbaga? Babsbdfjabd. 

Y Frank aplaudía, reía también y respondía: ¡Jajadhkahgajagba! akrhakjghka afaklfkah.

Cuando acabaron exhaustos de tanto jugar en el parque y se sentaron en una banca, fue que recordaron que no estaban solos. 

— ¿Y Mimi? — Preguntó Frank. Ella no se había movido de su sitio, estaba detrás de ellos, mirándolos con desconcierto. — Ah... Ahí estabas. 

— Ven a jugar con nosotros. — Dijo Gerard.

— Mejor me voy a casa. — Masculló. 

— ¿Huh? — Frank alzó una ceja. — ¿Qué? 

— ¡Que me voy a casa! 

— ¡Mimi! — El enano la detuvo en cuanto se dio la vuelta para irse enfadada. — Te cité aquí porque quiero decirte algo. 

— Y si Gerard está aquí, supongo que sé de qué se trata. 

— De verdad tengo que decirte esto, así que quédate a escucharme. 

— No quiero oírte. — Se puso a la defensiva. — Vas a rechazarme ¿Verdad?

— Mira... Mimi...

— No. — Interrumpió. 

— Mimi. — Insistió con más brío.

— ¡Te dije que no! 

Volvió a darse la vuelta, lista para huir, pero Frank volvió a insistir tomándola de la muñeca y reteniéndola para evitar esa huida. 

— ¡Hazme caso, Mimi! ¡Esto es serio!

— ¡Que no! — Se soltó de su agarre. — ¡Te digo que no quiero oírlo! — Cubrió sus oídos.

— A mí Gerard... 

— ¡NOOOOO! — Gritó.

Gerard, quien hasta entonces sólo había estado ahí callado sintiéndose muy incómodo, recordó que él también estuvo en esa situación.

«— Bien... — Suspiró. — Para ser directo...

— ¡NO! — Volvió a darse la vuelta, se cubrió los oídos.

— ¡No hagas un escándalo! ¡Todavía no te he dicho nada!

— ¡NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO! — Se movía frenéticamente. — ¡NO DIGAS NADA!

— ¡ESCÚCHAME, POR FAVOR! — Gritó también.

Gerard paró de gritar, pero se quedó un momento quieto, cubriendo sus oídos aún, con la cabeza gacha y los ojos cerrados. No estaba listo para el rechazo.»

En su momento, él también tuvo su hora de ser rechazado por Frank, y claro, tampoco estaba listo para eso. Aunque supiera que Frank no quería con él, eso no era tan doloroso como el golpe final de tener que escucharlo decir "no me gustas". 

Dichas con tacto o no, esas palabras siempre te rompen el corazón. Así que le fue inevitable ponerse en los zapatos de Miranda, entenderla. En su momento, él también se cubrió los oídos y le dijo a Frank que no dijera nada, pero aun así... Aquella vez en el aeropuerto antes de el viaje escolar a San Francisco, él fue valiente, cedió y le permitió al enano decir lo que tenía que decir, sin embargo, aquella estúpida llevaba muchísimo tiempo haciendo berrinche, parecía que ella y Frank estaban en una situación interminable y eso llegó a exasperar a Gerard hasta el punto en que la consideración y la compasión que le tenía se fueron a la mierda igual que su paciencia.  

— ¡MIMI! 

— ¡¡NO!! ¡PARAAA! 

— A mí... 

— NO LO DIGAS. 

— ¡IDIOTAAAAAAAAAAA! — Gerard no pudo contenerse más y le pegó una gran bofetada a Mimi, logrando derribarla igual que había hecho Soraya la de María la del Barrio.

— ¡GERAAARD! — Gritó Frank, espantado.

— ¡¿P-pero qué...?! — Dijo entre dientes cuando apenas pudo sentarse, sin dejar de sostener su mejilla a causa del dolor. 

— ¡Si Frank te gustara tanto como dices, lo dejarías hablar! ¡¡Yo pensaba que a ti te gustaba más que a mí!! ¡¿Acaso lo decías solo para presumir?!

— Claaaaro, para ti es fácil decirlo ¡Tú eres su maldito novio! ¡No sabes cómo se siente que el chico que te gusta te rechace! 

— ¡CLARO QUE LO SÉ, INEPTA! A mí también me rechazó ¡Y MÁS DE UNA VEZ, PARA TU INFORMACIÓN! — Mimi se quedó estupefacta. — Yo también pensé en rendirme con él, pero al final seguí intentándolo. 

— N-no... No es posible. — Ahora fue ella quien se quedó sin palabras. 

— Puede que yo ahora sea su novio, pero de todas maneras me insulta y me trata como si sólo fuese su amigo. Apenas sé si realmente le gusto o no.

— ¡Oye! — Se quejó Frank al haber oído eso. — ¿Pero qué di...?

— PERO. — Gerard continuó su speech sin dejar hablar a nadie más. — Como yo lo quiero más que a nada... Me dan igual si es tan arisco. 

Tanto Frank como Mimi se quedaron boquiabiertos ante las palabras de Gerard, quien, sin esperar respuesta de alguno de los dos, sólo resopló y continuó hablando. 

— No pienso entregar a Frank a una niña estúpida que se acobarda cuando la rechazan.

Ahora sí, terminó y se fue, dejándolos solos. 

Ya estaba atardeciendo cuando Frank estaba caminando con Gerard hacia su casa porque la señora Iero lo había invitado a cenar con ellos. Regresaron los dos solos. Gerard ni siquiera preguntó en qué había quedado con Mimi o en qué momento del día ella regresó a casa, que ni siquiera la vio cuando estuvo por ahí cerca en un puesto de comida callejera (donde se había ido cuando los dejó solos). Sin embargo, ya que habían caminado varias cuadras sin hablar y ya estaban bajando por las escalinatas que conducían hacia el vecindario de Frank, decidió preguntar por ella.  

— ¿Miranda se fue enfadada? 

— Qué va... Dijo que no puede parecerse a un idiota como tú, así que me da como caso perdido. 

— ¿Cómo que un idiota como yo? 

— Larga historia... 

«— Debe haberle dolido mucho cuando lo rechazaste. — Dijo Mimi, quien, aunque le costara admitirlo, había quedado conmovida ante las palabras de Gerard. — A pesar de todo eso, se esforzó mucho para conseguir tu amor. Ese chico es asombroso. Su determinación es admirable.

— Lo sé... Es un masoquista. 

— Tal vez, pero te quiere mucho, él mismo lo dijo: "Más que a nada". Y se nota que no miente. Sólo con haber soportado varios rechazos es suficiente, es decir ¿Quién podría soportar tanto? Yo sinceramente no podría... Ya me mandaste a la verga una vez y siento que he tenido suficiente».


Esa charla dejó a Frank bastante pensativo. Mientras Gerard continuaba bajando las escaleras, él se detuvo a observarlo con dulzura, sintiéndose afortunado de tener a alguien que lo quisiera tanto como para luchar por él hasta el final. Gerard Way valía más que oro, y él sabía que tenía que apreciarlo, porque de verdad no soportaría que él se fuera o que alguien más se lo quitara. 

Gerard se detuvo al sentir la ausencia de Frank a su lado, cuando volteó a ver, el menor ya iba bajando hacia él, pero se detuvo tres escalones antes de llegar al mismo que él. 

— ¿Qué fue lo que dijiste antes? — Dijo el castaño. — Estabas diciendo que no sabías si realmente me gustas o algo así ¿No? 

— A-ah s-sí... Eso sólo fue...

Frank no lo dejó terminar de hablar cuando lo tomó de los hombros y lo besó con toda la suavidad y ternura posible, quería poder transmitirle todo lo que sentía y no podía expresar en palabras en un sólo beso, un beso largo del cual se separarían sólo cuando no pudieran respirar más, sólo para poder retomarlo y comenzar uno nuevo. En ese instante, Frank quería que, a base de besos, a Gerard no le quedara duda de lo mucho que él lo quería, aunque no se lo dijera, aunque a veces le costara demostrarlo. 

Cuando por fin se separaron, Gerard fue el primero en decir algo. Frank pensó que quizás sería algo como un "te amo", o cualquier cosa cursi y sensiblera que solamente a Gerard Way se le podría ocurrir. 

Pero no pasó nada de eso, el mayor sólo comenzó a reírse.

— JAJAJAJAJAJA, te pusiste a propósito unos escalones arriba para quedar más alto que yo ¿Cierto? 

— Bueno... — Frank rascó su nuca, sonrojado. — No habría quedado tan espectacular si hubiésemos estado al mismo nivel...  Ya vámonos, se nos hace tarde. — Volviendo a ser el enano odioso de siempre, continuó caminando sin esperar por Gerard. 

El mayor solamente pudo suspirar y luego sonreír, pues así era Frank, su Frank. El Frank del que se enamoró. 

Bajó los escalones rápidamente y cuando llegó hasta el menor, fue él quien lo tomó de la mano, entrelazando sus dedos. 

Ha pasado de todo en nuestras vidas, pero a partir de ahora, espero que podamos seguir así juntos.

Para siempre.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top