35.Magic, Fireworks
Se había quedado dormido en clase de cálculo. Estaba soñando que llegaba Frank en una versión principesca, en un caballo blanco y todo, entonces le decía: "Estoy jodidamente enamorado de ti, Gerard".
En la noche había soñado lo mismo, era bastante extraño para él, la primera vez que lo soñó fue cuando se quedó dormido a media conversación con Frank y después despertó en el auto camino a casa.
Esas palabras que Frank le decía en ese sueño... Las sentía tan reales como si las hubiera escuchado realmente, como si eso hubiera pasado. Lo que él no sabía, era que realmente las había escuchado, Frank de verdad le dijo eso, pero desgraciadamente, él estaba dormido.
— ¡Eres un idiota! — Le gritó Brendon después de la clase.
Brendon llevaba todo el día diciéndole que era un grandísimo idiota.
— ¿Qué vas a hacer en tu cumpleaños? — Le preguntó Pete para cambiar el tema y que no se armara una discusión.
— Oh... Verdad que mi cumpleaños es en unos días. — Rascó su nuca. — Se me olvidó.
— ¡¿Se te olvidó?! — Se alteró Brendon. — ¡Típico! ¡Un idiota como tú siempre se pierde todo lo importante!
— ¡¿Qué quieres decir?!
— ¡OLVÍDALO!
¿Pero qué pudo haber pasado? ¿De qué me perdí?
Después de salir del colegio, los chicos fueron juntos a su restaurante favorito; estaban Frank con Gerard, Brendon con Dallon y Pete con Patrick.
«¡Hay algo nuevo!». Se dijo Gerard al ver un nuevo combo en el menú, de paso, con la temática de su banda favorita, así que tenía que pedirlo.
— ¡Yo quiero un The Drug In Me Is Food! — Exclamó al unísono con Frank. La camarera que siempre los atendía ya estaba acostumbrada a que ellos hicieran eso.
— ¿Por qué me tienes que copiar, enano estúpido?
— ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? ¡Tú eres el que me copia!
— ¡Yo sólo elegí un plato inspirado en MI banda favorita y tu fuiste de copión!
— Ya van a empezar... — Suspiró Dallon.
— ¡Es MI banda favorita! ¡Yo conocí a Ronnie Radke!
— ¡Ya lo sé! ¡Yo estuve allí, tarado! ¡Además si no fuera porque perdí mi cartera, no lo habríamos conocido!
— ¡Pero yo le caí mejor!
— Seh... Y por eso sales recortado en las fotos. Es evidente que yo le caí mejor.
— Seh... — Imitó su forma de hablar. — Y por eso te llamó Jerry.
— ¡Son juegos de mejores amigos que no entenderías!
— ¡MEJORES AMIGOS! JAJAJAJAJAJAJAJA NO ME HAGAS REÍR.
— ¡Hasta le di mi número telefónico!
— ¿Y te llamó?
— No... P-pero sigo esperando que lo haga.
— Pues te vas a morir esperando.
— ¡Envidioso de mierda!
Mientras ellos tenían su tonta discusión, los demás pidieron sus órdenes como si nada, ya estaban tan acostumbrados, que no les costaba ignorarlos.
— ¡Ay, Patrick! — Habló Brendon con la esperanza de cambiar el tema. — ¡Qué bonito anillo!
— Ah, gracias. — Lo miró con su sonrisa adorable. — Es mi favorito.
—¿Dónde lo compraste?
— Pues... Pete me lo regaló. — Los dos sonrieron con complicidad.
— Aww, qué hermosos que son... ¿Saben? Desde hace unos días, Dallon me está matando de intriga... Dice que tiene una gran sorpresa para mi cumpleaños ¡Y eso me está torturando! ¡Quiero saber qué demonios es!
— Sólo ten paciencia. — Dallon lo rodeó con su brazo.
— ¿Qué es la paciencia? — Rió. — Eres un tonto... Pero te amo.
— Y yo te amo a tiii. — Dijo antes de besar sus labios.
— Y ahí vienen... — Gerard rodó los ojos mientras que de fondo se oían los "te amo" de Dallon y Brendon.
— Sí... — Dijo Frank. — Me enferman... Ugh... Debes jurarme que tú y yo nunca llegaremos a ese punto.
— Hecho... — Dijo antes de procesar lo que Frank había dicho. — Espera... ¿Qué?
— Nada. — Se hizo el desentendido. — ¿Qué?
— ¡Frank!
— Frankie... — Pronunció Pete fingiendo inocencia. — Se acerca el cumpleaños de Gerard... ¿Qué le vas a regalar?
— P-p-pues...
— Considerando que... — Dijo Dallon a modo de burla. — "Estás jodidamente enamorado de Gerard" y "no puedes vivir sin él"... Tiene que ser algo genial.
— ¡Dallon! — Se puso rojo de la vergüenza. — ¡Yo no dije que no puedo vivir sin él!
— ¡Pero sí dijiste lo otro!
— ¿Qué? — Preguntó Gerard confundido.
— ¡Nada!
— ¡¿Cómo que nada?! ¿Por qué te pones así?
— ¡Cállate! ¡No es problema tuyo! — Sus nervios lo llevaban a actuar como un niño de primaria con la persona que le gusta.
— ¡Escuché mi nombre! ¡Así que sí es mi problema!
— ¡Cállate! ¡Cállate! — Se colocó la capucha de la sudadera y se cubrió la cara con ella para esconder su sonrojo.
¿Pero qué...?
¿Y ahora por qué está actuando así?
La forma de ser de Frank había estado muy cambiante y esto confundía mucho a Gerard. Llegó a la escuela por la mañana pensando únicamente en la actitud infantil que tenía el día anterior.
— ¡Gerard! — Llegó con él cuando estaba subiendo las escaleras. — Buenos... — Gerard lo miró con desprecio a propósito. — ¡Joder! Está bien ¿Qué quieres?
— ¿Qué quiero de qué? — Arqueó una ceja.
— ¿Qué quieres para tu cumpleaños?
— No quiero nada. — Se cruzó de brazos.
— ¿Estás rechazando mis buenas intenciones?
— ¿Me vas a decir de qué estaban hablando tú y Dallon ayer en el restaurante?
— No contestes una pregunta con otra, es molesto.
— No me cambies tú el tema, es molesto.
— Es que... — Rascó su nuca nervioso. — O-olvídalo, son cosas de los muchachos.
— ¿Y por qué no puedo saber? Coño, me molesta que todo el mundo lo encuentre gracioso pero nadie me quiera decir ni una sola palabra.
— ¿Ya ves lo que yo sentía cuando todos menos yo sabían de quién estás enamorado?
— Alguien no puede superarlo ¿Huh?
— ¡Olvídalo y sólo dime qué quieres para tu cumpleaños!
— Ya te dije que no quiero nada.
— ¿Estás seguro? Después no quiero que te quejes si no te regalo nada.
— ¡YA TE DIJE QUE NO QUIERO NADA, MIERDA!
Frank se quedó horrorizado al ver cómo Brendon salió de la nada para darle una de sus famosas patadas de ninja a Gerard y luego, sin dar explicación, llevárselo escaleras abajo.
Brendon lo acorraló contra los casilleros.
— ¡¿POR QUÉ TIENES QUE EMPEORAR LAS COSAS?! — Le gritó.
— Es que me sale sin querer. — Se lamentó.
— ¡IMBÉCIIIIIL!
— Pero... Pero es que le dije la verdad... No quiero nada para mi cumpleaños... No quiero un anillo como el de Patrick o alguna sorpresa extravagante como la que Dallon está preparando para ti, lo único que quiero es... — Recordó ese sueño que había estado teniendo. — El amor de Frank.
«¡PERO SI YA LO TIENES!». Apenas tuvo tiempo de pensarlo antes de plantarle una bofetada a Gerard diciéndole: — ¡ALÉJATE DE MÍ ANTES DE QUE TE MATE!
Mi cumpleaños...
Mi cumpleaños del año pasado...
«Frank. Tú me gustas».
El jamás se imaginó a que yo me refería a "gustar" de "gustar en serio", así que sólo dijo: «Tú también me agradas».
Ese idiota...
No me tomó en serio, pero... Ya ha pasado un año desde aquel día y las cosas han cambiado bastante.
Han pasado muchas cosas que, en aquel entonces, no habrían ocurrido ni en mis sueños más locos; conocimos a Ronnie Radke, en navidad Frank me dijo "tal vez alguien como tú sea más apropiado para mí", en San Valentín tuve un ataque de ira y le arrojé chocolates a la cara, tuvimos nuestro primer beso, la llegada de Bert, los celos de Frank... No me esperaba absolutamente nada de eso.
Ha pasado de todo, pero me pregunto si todo mi esfuerzo habrá valido la pena, si este cumpleaños se cumplirá mi deseo.
— Si vas a comprar algo, date prisa y hazlo. — Le dijo Dallon.
Saliendo de la escuela, Dallon acompañó a Frank al centro comercial. Estaban juntos en una tienda donde vendían accesorios como collares, brazaletes y esa clase de cosas, Frank tenía la vista fija en unos collares personalizados con algún texto escrito, y pensó que sería buena idea comprar uno para Gerard, pero al mismo tiempo estaba bastante dudoso.
— Apúrate. — Siguió el más alto. — ¡Me siento fuera de lugar aquí!
Dijo eso porque toda la tienda estaba llena de mujeres.
— Gerard será feliz con cualquier cosa que le compres.
— Paso. — Contestó por fin. — No voy a comprar nada, todas las cosas en esta tienda son muy de niña.
— Bueno... — Dijo mientras salían de la tienda. — Pero no le vuelvas a regalar cosas de Falling In Reverse. Sería muy repetitivo, ya hasta aburre.
— Y a mí qué me importa tu aburrimiento. El regalo es para Gerard, no para ti.
Sólo espero que pase algo bueno para mi cumpleaños.
El sábado, Ray llamó por teléfono a Gerard para que fuera a su casa. A Gerard le pareció un poco extraña la invitación, considerando que no tenía ningún motivo en específico. De todos modos, se apareció allá por la tarde. Ray lo estaba esperando junto a Lindsey a las afueras del edificio.
— ¡Holaaaaa! — Saludaron al unísono con una gran sonrisa.
— Hola, chicos... ¿Para qué me llamaron?
— Queríamos mostrarte esto. — Dijo Ray entregándole una cartulina blanca con unos dibujos preciosos que decía: "Invitación a la fiesta de Gerard Way" .
— ¿Qué es esto? — Preguntó leyendo la invitación:
"El 9 de abril es el cumpleaños de Gerard ¡Vamos a celebrarlo en grande todos juntos!
Lugar: Casa de Ray Toro.
Hora: 18:00 pm"
— ¿Una fiesta para mí?
— ¡Así es! — Dijo Lindsey. — ¡Estamos preparando todo lo necesario para celebrar tu cumpleaños, Gee!
— Queremos que te lleves las invitaciones para que se las des a todos los que quieras que vengan. — Añadió Ray.
— AY CHICOS. — Como la drama queen que era, se le salieron las lágrimas. — ¡USTEDES SON UN ENCANTO!
— Claro que soy un encanto. — Dijo Lindsey con arrogancia. — Este es el momento perfecto para que te enamores de mí.
— ... Sí... Eso no pasará. — Dijo Gee antes de soltar una risa.
— ¡Qué cruel!
— Ay Lindsey. — Se burló Ray. — ¿Cuándo entenderás que Gerard no es para ti?
— Ya verán, algún día lo lograré.
— ¿Saben? — Dijo el rizado. — También invité a Frank para que viniera, pero... ¡Oh miren! ¡Ahí viene! — A la distancia, se veía cómo Frank estaba caminando a paso de tortuga, hasta que por fin llegó a ellos.
— Hola (¿?) — Saludó confuso al ver a Gerard y a Lindsey. — ¿No se suponía que jugaríamos baloncesto nosotros dos?
— Sí... Sí... Lo haremos más tarde, pero ahora lo importante. — Le entregó una invitación.
— ¿Una invitación para el cumpleaños de Gee?
— Sí que sí ¡Tienes que venir!
— Te voy a invitar porque no me queda más remedio. — Dijo Lindsey con desdén. — Es mejor esto que permitir que se vayan por ahí los dos solos.
— ¡¿Ah?! — Frank también la miró con odio.
— ¡Lindsey! — La regañó Ray.
— ¡¿Qué?! Sólo le estoy diciendo al enano la verdad; no voy a dejar que te quedes con Gerard para ti solo el día de tu cumpleaños.
— Eres una idiota, Lindsey. — Contestó Frank.
— ¡Yo también quiero celebrar con Gerard!
— Yi timbiín quiiri cilibrir cin Girird. Estúpida. — Rodó los ojos. — Ya, vamos a jugar baloncesto que a eso vinimos.
Ni siquiera confirmó si iba a la fiesta o no. Frank y Ray jugaron baloncesto hasta el atardecer mientras que Gerard y Lindsey los observaban, Gerard apoyaba a Frank y Lindsey le deseaba el mal. Luego de la reunión, ambos se despidieron de sus amigos y regresaron juntos a casa.
— Y... ¿A quién piensas invitar a tu fiesta? — Preguntó.
— Pues... A los de siempre... Aunque también podría invitar a Bert.
— Oh... Sí... — Dijo con desgano, poniendo los ojos en blanco. — Qué bien.
— ¿Y tú qué? ¿Vas a venir, cierto?
— Pensé que no querías que hiciera nada por tu cumpleaños...
— ¿Eh?
— Dijiste que no querías un regalo mío.
— ¡No me refería a eso!
— ¿Entonces a qué?
— ¿Qué quiere decir eso de que "no puedes vivir sin mí"?
Frank abrió los ojos exageradamente.
— ¡T-t-te dije que lo olvidaras!
— ¡¿Por qué te pones tan nervioso?!
— ¡Ay, adiós! — Comenzó a caminar más rápido para alejarse del pelinegro.
— ¿Y la fiesta qué?
— ¡Me da igual!
— ¡Pero Frank!
El menor no le prestó atención y siguió caminando sin él.
— ¿Y ahora qué le pasa a este niño?
El domingo Gerard se encargó de invitar a todos sus amigos y todavía no obtuvo la confirmación de Frank. Cuando el esperado lunes nueve de abril llegó, Frank faltó a la escuela. Gerard se resignó a pasar su cumpleaños sin él.
— ¡AAAAAAHHHH! — Apareció gritando en la casa de Ray a las 18:40. — ¡Siento llegar tarde!
Apenas entró, todos sus amigos comenzaron a cantarle el feliz cumpleaños. Estaban, Brendon, Pete, Jamia, Patrick, Dallon, Lindsey, Ray y Bert.
— ¡Feliz cumpleaños, Gerard! — Exclamaron al final.
— ¡Ay, gracias a todos! — Contestó mientras le daba un abrazo a cada uno de ellos. — Son los mejores.
— Momento. — Dijo Brendon. — ¿Dónde está Frank? Creí que venía contigo.
— ... Oh... No está aquí...
Sabía que ese maldito enano no vendría. Ni siquiera me deseó el "feliz cumpleaños". No he sabido absolutamente nada de él en todo el día.
A pesar de que se lo esperaba, le dolió que Frank no asistiera a su fiesta, y su tristeza se notaba en su rostro.
— ¿Qué más da si no viene? — Lindsey lo tomó de la mano.
— Lindsey Ballato... — Ray la miró con suspicacia. — No me digas que todo esto es obra tuya.
— ¡Ojalá!
— Ya... Dejemos el tema. — Habló Bert.
Cuando Gerard lo vio allí frente a él con un ramo de flores en las manos, casi se le salió la baba, es que era tan hermoso, era un ángel.
— Ay Dios, necesito una foto de esto... — Se dio cuenta de las miradas de los demás. — ¿Lo pensé o lo dije?
— ¡Feliz cumpleaños, Gee! — Se acercó a entregarle las flores.
— ¡Ay! ¡Muchas gracias! — Fue a abrazarlo. — ¡Te adoro Berty!
— Hmmm... — Jamia se aclaró la garganta junto a ellos para que se separaran. — No me hagan llamar al 911.
— ¡Bueno! — Lindsey lo tomó de la mano nuevamente. — Tienes que ver cómo quedó todo, Ray y yo nos esforzamos mucho con esta fiesta, él hizo la decoración y yo la comida. Mira. — Lo llevó hasta la gran mesa con la comida.
— ¡Todo se ve genial! — Exclamó Gerard.
— Preparé todos tus platos favoritos para hacerte feliz.
— ¡Sí que me han hecho muy feliz! Todo está increíble ¿Qué estamos esperando? ¡Vamos a comer!
— ¡Pero tenemos que esperar por Frankie! — Protestó Pete.
— El pastel quedó hermosooooo. — Decía sin prestar atención.
— También lo hice yo y Ray lo decoró. — Contestó Lindsey, muy orgullosa de sí misma por haber logrado que todo le encantara a su amor platónico.
— ¡Aaaaayyyy, ven acá! — La abrazó. — ¡Eres mi desquiciada favorita en todo el universo!
— Frank no contesta el teléfono. — Dijo Dallon, quien había intentado llamarlo varias veces.
— ¡Santa mierda! — Se quejó Brendon.
No me importa si no viene.
Aunque Frank no esté hoy junto a mí, debo valorar que todos mis amigos están celebrando conmigo.
No puedo dejar que sus esfuerzos para hacerme feliz se vayan al carajo por culpa de ese demonio en miniatura.
Pasaron las horas, Frank nunca llegó, pero aun así, Gerard logró pasársela bien con sus amigos, la buena música, la comida... Después de haber picado el pastel, comenzaron a escucharse unos ruidos; fuegos artificiales.
— Oh... — Dijo Ray. — Se me olvidaban los fuegos artificiales...
— ¿Hay fuegos artificiales? — Preguntó Pete.
— Sí... Por alguna razón son cada nueve de abril.
— ¡Vayamos a la azotea a verlos! — Propuso Lindsey.
Frank me trajo a este mismo edificio el año pasado a ver los fuegos artificiales...
Esta vez, no estaba solo con Frank en la azotea, sino con sus mejores amigos, aunque todos ellos fueran muy importantes para él y los fuegos artificiales se veían preciosos en el oscuro cielo nocturno, no sentía lo mismo que sintió cuando estuvo con Frank, aquella vez había sido más especial, ahora sólo se sentía nostálgico.
«Últimamente has estado un poco estresado y extraño, así que creí que ver los fuegos artificiales te alegraría». Había sido tan lindo...
Esto no me gusta...
Si Frank no está conmigo, los fuegos artificiales no me parecen tan bonitos... Y así no puedo alegrarme.
Gerard estuvo a punto de llorar, de no ser por que, de repente, su celular sonó.
Tenía un mensaje de texto:
"De: Enano Idiota🌈💖
Mira detrás de ti."
Su respiración se cortó al leer eso.
Cuando volteó, pudo ver a Frank escondido bajo la sombra de la pared junto a la puerta, tenía el dedo índice sobre sus labios, indicando que se acercara en silencio.
A Gerard se le iluminó completamente la mirada al verlo. Sus amigos seguían apoyados en el balcón, pendientes de los fuegos artificiales y nada más, así que, sigilosamente, fue hasta donde estaba Frank.
El más pequeño se sentó en el suelo, apoyándose de la pared, y con la mirada gacha, le entregó a Gerard una pequeña bolsa de regalo.
— ¿Qué es esto?
— Algo que no querías.
— ¿Huh?
— Un regalo.
— O-oh...
— ¿Qué esperas? Ábrelo.
— O... Kay... — Gerard se sentó junto a él. Tardó una eternidad abriendo la pequeña bolsa, pues sus manos temblaban más de la cuenta.
— No es mi estilo, pero...
El regalo era un bonito collar con un escrito que decía: "Te amo idiota". Con el dibujito de un corazón incluido.
— ¡DIOOOOSS! ¡ES PRECIOSO!
— ¡Shh! — Lo golpeó en la cara con una bolsa más grande que traía consigo. — ¡No grites que nos van a ver!
— ¡Mierda, Frank! ¡Eso dolió! ¿Qué es eso?
— Fuegos artificiales... Los compré antes de venir.
— ¡Genial! — Se levantó. — Entonces, vamos a llamarlos a todos y...
— ¿A dónde crees que vas? — Lo tomó de la mano y lo haló para que se sentara de nuevo.
— ¿Pero qué te pasa?
— De momento, guarda eso.
— ¿El collar?
Asintió completamente rojo.
— Si los muchachos se enteran de que te lo compré, no me dejarán vivir mi vida tranquilo.
— ¿No fuiste a la escuela porque fuiste a comprar el collar?
— Así es... Me dio un poco de vergüenza la manera en la que me miraban todas esas mujeres en la tienda.
— Gracias. — Le regaló la más hermosa de las sonrisas. — Me has hecho muy feliz.
— ¿De verdad?
— De verdad.
Todos estaban tan ocupados admirando los fuegos artificiales que aún no se percataban de que, detrás de ellos Gerard estaba junto a Frank.
— Por un momento me puse triste porque pensaba que no ibas a venir, y me di cuenta... Oh... Es una estupidez, pero... Estaba pensando... "Estoy jodidamente enamorado de Frank".
— Hmmm... — Escondió su rostro entre sus manos.
— ¿Me estás escuchando?
— Sí... Sí... Es que... Yo te dije lo mismo después del partido de baloncesto. — Gerard se quedó boquiabierto. — Sólo que ALGUIEN se quedó dormido y no me oyó.
Entonces... No fue un sueño.
Él realmente lo dijo...
¡EL REALMENTE LO DIJO!
— ¿... Gee...?
— ¿Qué pa...? — Cuando giró su rostro para ver a Frank, solamente recibió un beso en los labios de su parte.
Un beso que no fue interrumpido abruptamente por alguno de los dos, sin fiebre de por medio, sin excusas de por medio; su primer beso real.
Cuando se separaron, Gerard se quedó atónito, mientras que Frank esperaba una respuesta, pero Gerard sólo estaba allí en shock, mirándolo con la boca abierta y sus ojos casi saliéndose de sus orbes.
— ¡Oye! ¿No puedes poner una cara mejor que esa?
— ¿Q-q-qué...? — Ahora tenía una sonrisa gigantesca, como la primera vez que se besaron. — ¿T-tienes fiebre otra vez?
— N-no, tonto... Esta vez no hay excusas, y te aseguro que tampoco me olvidaré de esto por la mañana. — Lo besó de nuevo. — Te prometo que jamás me olvidaré de esta noche. — Cerró la frase con otro beso.
Estos besos ya no eran superficiales, eran más profundos, más intensos. Esta vez, Gerard podía sentir dentro de él, toda esa magia, esos fuegos artificiales. Su único deseo de cumpleaños, se había cumplido. Parecía un sueño, pero no era un sueño, esto era totalmente real. Todos sus esfuerzos sí valieron la pena al final, y el haber conseguido todo lo que quería después de esperar tanto tiempo y haber soportado tanto, fue lo que hizo que su triunfo fuera más satisfactorio.
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