30.The New Teacher
Gerard estuvo enfermo hasta el martes, pasó todos los días sin parar hasta el amanecer jugando uno de esos videojuegos japoneses en los que tienes un novio virtual. Ya estaba mucho mejor, así que ese martes tenía que ir a la escuela y no había dormido nada porque cuando digo que no paró de jugar es porque de verdad no paró de jugar. Estaba horrible, no se había duchado desde el sábado por la mañana, su habitación estaba asquerosa, llena de tazas, platos y envoltorios de frituras, él estaba como un vagabundo sentado en su cama, enrollado con sus mantas mientras jugaba el videojuego. Sus padres y Mikey lo observaban desde la puerta, su mamá casi lloraba por él, su papá no podía creer que ese fuera su hijo, y Mikey, más bien, estaba horrorizado por la rareza que tenía de hermano mayor.
— Gerard ¿Qué te pasa? Te ves triste. — Decía el personaje del videojuego. — No es propio de ti.
— ¿Luzco triste? — Le contestaba Gerard.
— ¿Por qué no olvidas todo aquello que te hace mal y me regalas una de tus bonitas sonrisas?
Y ahí iba Gerard como un pendejo a sonreírle a la pantalla.
— Sí. — Contestaba el personaje. — Así está mucho mejor. Ver tu hermosa sonrisa es lo que más me hace feliz.
— Oh Atsushi-sama, eres tan lindo conmigo. — Contestaba Gerard. — Ojalá los chicos como tú existieran en la vida real. Tú haces que mi corazón se acelere.
— Gerard, puede ser que yo... O-olvídalo.
— Nonono, dime, dime.
— Estoy... Enamorado de ti.
— ¡SÍIIII! — Gritó Gerard. — ¡CONSEGUÍ A ATSUSHI-SAMA!
— ¿Y yo soy la vergüenza de la familia? — Musitó Mikey mientras lo miraba con cierta preocupación. — No creo ser yo quien necesite un psiquiatra.
— ¿Quién es Atshushi-sama? — Preguntó su padre.
— Oh, Gerard. — Sollozaba la señora Way. — Hijo, vuelve ¿Qué ha pasado contigo?
Sólo diré una cosa; ese fue mi maldito primer beso.
Pero... Pero ese idiota...
"Todo quedó en negro" ¿A qué demonios se refiere con eso? ¡¿CÓMO PUEDES OLVIDARTE DE ALGO ASÍ?!
No quiero volver a ver a Frank, pero mis malvados padres me obligaron a ir a la escuela. No quiero estar allí.
Gerard nunca tuvo tantas ganas de suicidarse para no ir a la escuela.
En cuanto entró, sus amigos lo recibieron con abrazos.
— ¡Te extrañamos tanto! — Dijo Brendon.
— Sólo falté a la escuela un día, no es para tanto.
— ¿Por qué te ves tan mal? — Preguntó Pete. — ¿Sigues enfermo?
— ¡NO QUIERO QUE ME PREGUNTEN NADA!
— Geraaaard. — Para colmo, llegó Frank. — Al fin vuelves.
El mayor sólo se cruzó de brazos y le dio la espalda. Todos estaban confundidos a causa de esa actitud.
— ¿Qué? ¿Estás molesto conmigo?
— ¡No me preguntes eso! — Le pisó el pie a Frank con todas sus fuerzas.
— ¡¿Por qué te estás comportando así desde el sábado?! ¡¿Pasó algo que te molestó?! ¡¿No te gustó el festival?!
— ¡El festival estuvo genial, lo único malo fue tu presencia!
— Chicos... — Musitó Pete. — Nosotros... Nos... Vamos... Por ahí.
Salieron huyendo de ahí lo más rápido posible, pues la tensión era muy grande entre ellos.
— ¡¿ME PUEDES DECIR QUÉ TE HICE?!
Gerard inhaló, exhaló y contó hasta diez.
— ¿De verdad no te acuerdas?
— ¿Acordarme de qué?
— Mi... Mi... ¡MI PRIMER BESO! — Estalló. Tomó a Frank del cuello de la camisa, lo levantó y lo zarandeó como un muñeco. — ¡Regrésame mi primer beso! ¡Regrésamelo!
— G-Gerard...
El mayor no contuvo más sus emociones y soltó a Frank para ponerse a llorar.
— ¡911! — El enano sacó su teléfono. — ¡Necesito llamar al 911! ¡¿Cuál es el número del 911?!
— ¡¿Y AHORA QUÉ HACES?! — Le dio un empujón.
— ¡Quiero pedir una ambulancia para ti! ¡Estás delirando! ¡Lo único que falta es que aparezcas con un acta de matrimonio y digas que nos casamos!
— ERES. DE. LO. PEOR.
— ¡Gee! ¡Gee! Escúchame. — Lo tomó dramáticamente de los hombros. — Puede que no recuerde lo que pasó en mi casa ¡Pero deja de mezclar la realidad con tus fantasías, por favor! ¿Sí? — Lo sacudió un poco. — No te dejes llevar por tus alucinaciones ¿Sí? — Continuaba sacudiéndolo. — ¿Sí? ¿Sí? ¿Sí?
La paciencia de Gerard era como un globo, un globo que se inflaba cada vez más y que esta vez, por culpa de Frank, terminó de estallar.
— ¡VETE AL INFIERNOOOOO!
Prácticamente lo mató a golpes al final.
Estaba furioso, más que furioso, su odio por Frank aumentó en tantos niveles.
A la hora del recreo, estuvo caminando por los pasillos con Brendon y Pete, así aprovechaba de contarles la historia del primer beso
— ¿De verdad no lo recuerda? — Dijo Brendon. — Vaya idiota.
— Idiota es poco ¿Saben qué? Creo que ya fue suficiente, de verdad que...
— ¿Disculpa? — Oyó una voz muy varonil detrás de él.
— ¿Qué demonios quieres? — Se giró enojado, para luego haberse arrepentido de haber contestado de mala manera.
Detrás de él estaba un tipo mayor, alto, era tan malditamente lindo, hermoso más bien, fornido, estaba utilizando una camisa blanca con los primeros botones abiertos, tenía el cabello corto, rapado a los lados y teñido de rubio, una barba de tres días y unos perfectos ojos azules. Gerard quedó embobado ante semejante hombre.
— Es que... Me estás bloqueando el paso, necesito pasar.
— L-lo siento. — Gerard se apartó por acto reflejo.
— Gracias. — Le regaló la más bonita de las sonrisas.
— ¿Quién es él? — Le preguntó Brendon a Pete, sintiéndose amenazado por ese hombre.
— No lo conozco. — Contestó el moreno.
A continuación, el rubio llevó su dedo índice a la frente de Gerard, y le dijo: — Sería una pena arruinar esa bonita cara que tienes con ese ceño fruncido.
Los tres por igual se quedaron boquiabiertos, pero más Brendon, quien estaba dispuesto a matarlo.
— Sonríe más ¿Sí? — Le guiñó un ojo y le sonrió antes de irse.
Gerard se quedó allí parado todo sonrojado y con una sonrisa estúpida y gigante.
— ¿Qué es esto? — Dijo Brendon. — ¿Por qué ese tipo me dio escalofríos?
— ¡Atshushi-sama! — Exclamó Gerard con la mirada toda iluminada.
— ¿Qué? — Preguntaron al unísono.
— ¡Es igual a mi novio del videojuego! ¡Es hermoso!
— ¡¿Qué mierda?! ¡¿Qué le ves a ese tipo?!
— Pues es alto, lindo y encantador, ¡Es todo un príncipe! Mi tipo de chico ideal.
— Es todo lo que Frank no es. — Dedujo Pete.
— ¡Y por eso es que es mi tipo! Ese idiota rompecorazones no es mi tipo para nada, ya no me interesa... Desde ahora... ¡Iré por Atsushi-sama!
— ¡Ay no! — Exclamaron los chicos. — ¡Dios, no! ¡¿Por qué?!
Ahora de verdad que las cosas empeorarían. Gerard pasó todo el día hablando del "chico nuevo", y Frank se dio cuenta de ello.
— ¿En qué curso crees que estará? Probablemente esté en último año, porque se ve mayor, pero no tan mayor.
— ¿Y a ti qué te pasa? Me estás asustando, Gee.
— Te insultaría... — Comenzó a reírse psicóticamente. — Pero no valdría la pena, no puedo arruinar mi preciosa cara con un ceño fruncido.
— ¿Preciosa? Más bien, monstruosa.
— ¡Atsushi-sama me dijo que soy lindo! — Exclamó.
— Ay no... — Frank se quedó muy impactado, su mandíbula casi cayó al suelo. — ¡Ay no! ¡Ay no! ¡Esto es malo! ¡No, no, no, no, no!
Se alejó de Gerard y se acercó a Dallon.
— Gerard está fantaseando con un novio imaginario. — Le dijo aterrado. — ¡Y encima es un novio extranjero!
— Así que no puede superarlo ¿Eh? Mira lo que ocasionas, Frank.
— ¡¿YO?!
— Sin comentarios. — Comenzó a hacerse el tonto.
El señor Collins entró en el salón de clases, ya que tenía un comunicado muy importante que darles.
— Buenos días alumnos, vuelvan a sus asientos. — Todo el mundo corrió a sentarse. — Debo notificarles que el maestro me literatura consiguió otro empleo y tuvo que dejarnos, así que, conozcan a su nuevo profesor. — Gerard se emocionó en sobremanera cuando el tipo que se encontró temprano, su nuevo crush, entró al salón.
— Buenos días. — Saludó con su cautivadora sonrisa.
Inmediatamente, todas las chicas se enamoraron de él, ese hombre se robó toda la atención, los únicos que lo miraban con un extraño tipo de odio fueron Brendon y Frank.
— ¡Atsushi-sama! — Exclamó Gerard.
— ¡C-cálmate, Gerard! — Intervino Frank, preocupado. — ¡Siéntate! ¡Esa persona que dices no existe!
— Oh, tú eres el chico de antes. — Le dijo el que aparentemente sería su nuevo maestro de literatura.
— ¿De verdad se llama "Atsushi"? — Le preguntó Frank a Brendon.
— Nah, qué va. Es el personaje de un videojuego japonés.
— Es un gusto conocerlos, alumnos. Como ya les informaron, seré su nuevo profesor de literatura, les prometo que no se aburrirán con mis clases. Me llamo Robert McCracken, pero pueden llamarme Bert. — Gerard parecía tener un montón de corazones rodeándolo. — Me acabo de mudar desde Utah, no conozco mucho la ciudad así que sería genial si pudieran ayudarme a acostumbrarme.
— ¡Claro! — Gerard fue el primero en hablar.
— Bert. — Le dijo el profesor Collins. — Creo que necesitarás dos alumnos que te ayuden con eso hasta que te acostumbres a esta institución y cómo funcionan las cosas aquí. Para eso estarán Gerard Way y Frank Iero.
— ¡SÍ!
— ¡NO! — Exclamó Frank al mismo tiempo que Gerard exclamó su afirmación.
— ¿Tiene algún problema, señor Iero?
— ¡Muchos problemas, profesor!
— No le haga caso. — Dijo Gerard. — Frank estará encantado de ayudar al profesor Bert.
— ¡No pongas palabras en mi boca que yo no he dicho!
— Esos dos. — Le explicaba el señor Collins al nuevo profesor. — Son "el dúo dinámico". Celebridades locales.
— Ya veo. — Rió. — Creo que estos chicos me harán reír mucho.
Gerard estaba seguro de que se había sacado la lotería con su nuevo profesor, se sentía tan afortunado de poder verlo todos los días.
— Bert es tan increíble. — Suspiró. La clase había terminado.
— No me digas que ahora dejarás a Frank de lado e irás por el maestro. — Le dijo Jamia.
— No... Tú lo has dicho, es un maestro, no puedo ir por él. Bert es como Atsushi-sama, un oasis para mi corazón en esta cruel realidad.
— Drama queen. — Puso los ojos en blanco.
— ¡Un tipo tan desagradable como ese! — Brendon ya lo odiaba.
— No es desagradable ¡Es demasiado bello! Es perfecto, y esos ojos... Mierda... Sus ojos son hermosos. Los ojos azules son lo mejor que existe en este mundo.
— ¡CÁLLATE!
— ¡No me grites! Tú deberías estar de acuerdo, Dallon también tiene los ojos azules.
— ¡NO COMPARES A MI PRECIOSO DALLON CON ESE VIEJO!
¿Qué tendría de malo si me comenzara a enfocar en el maestro Bert?
Las esperanzas que tenía con Frank... Se rompieron todas
¿Hasta cuándo va a seguir haciendo que siga desperdiciando mi valiosa juventud en él?
— ¿Por qué tengo que ser yo el otro el otro ayudante del estúpido profesor? — Se iba quejando Frank de camino a casa.
— Supéralo ¿Quieres? — Le contestó Gerard, quien no quería estar allí caminando con él, pero no le quedaba de otra.
— Lo haré cuando tú dejes de mezclar la vida real con personajes de un videojuego.
— Cállate.
— ¿Y ahora qué hice para que te portes tan indiferente conmigo?... Oh, espera, verdad que tengo la respuesta; "ser un idiota". — Imitó la voz de Gerard. — Si tan sólo me explicaras todo... ¿Qué es eso de lo que, según tú, se me olvidó?
— Da igual. — Puso los ojos en blanco. — No importa si no te acuerdas.
Apresuró sus pasos para caminar adelante de Frank y así poder evitarlo, pero claro que Frank fue detrás de él.
— ¡Claro que me importa! — Bramó. — ¿Cuál es el problema? ¿Qué pasó cuando fuiste a verme?
— ¡YA TE DIJE QUE NO IMPORTA! ¿ENTENDIDO? — Se detuvo.
— Ahora que acabas de gritarme, creo que no debería decirte lo que estaba a punto de decir.
— ¿Qué?
— El sábado te fuiste antes de que terminara el festival... — Comenzó a rebuscar algo en su mochila. — Pasé por la tienda que te dije, tenían de la nueva merch de Falling In Reverse, compré varias cosas. — Terminó sacando un sweater. — Toma. Sabía que al enterarte de que compré merch de nuestra banda favorita, armarías un escándalo, y por eso pensé en ti y te compré este sweater.
— ¡ES GENIAL! — Gritó de la emoción al tener el dichoso sweater en sus manos. — ¡Es increíble! Esto... ¿De verdad puedo quedármelo?
— ¡Claro!
Gerard gritó muy fuerte de la emoción, estaba tan feliz.
— De verdad que eres muy fácil de complacer, Gee.
Su seriedad regresó.
— A-así parece ¿No?
— El ojo te está temblando otra vez. — Frunció el ceño. — Si no quieres el regalo, me lo puedes regresar.
— ¡No! — Abrazó el sweater contra su pecho, después, tratando de ocultar el enojo, le dijo: — Muchas gracias, lo acepto humildemente.
— Genial. — Asintió. — Eres demasiado simple.
Dicho esto, siguió su camino a casa sin la compañía de Gerard.
Al día siguiente, la clase de literatura fue la más esperada, el nuevo profesor era una sensación en la escuela. Mientras daba su clase, todas las chicas (y Gerard) lo miraban con corazones en las pupilas, y a los chicos no les gustaba para nada que el profesor se robara toda la atención. Gerard estaba totalmente embelesado mirando a Bert leer a Shakespeare en voz alta.
— "El amor es una tontería conseguida a fuerza de ingenio, o un ingenio vencido por la tontería".
— Sólo míralo. — Suspiró. — Es un ángel.
— "El que no se ama a sí mismo no puede amar a nadie".
— Es un asco. — Brendon lo miraba con repulsión.
— Bien. — Dijo el profesor. — ¿Quién se anima a decirme qué quiere decir esta parte? ¿Qué tal Iero?
Frank estaba profundamente dormido en su asiento.
— Frank. — Susurró Brendon, quien estaba sentado detrás de él. — Frank, despierta. — Tocó su hombro y nada. — ¡Frank! — Lo golpeó con el puño cerrado, pero Frank parecía muerto.
— Está dormido ¿No? — La presencia del profesor tan cerca de ellos hizo que Brendon se sobresaltara.
— Frank... Por favor... — Lo intentó por una última vez.
— Déjamelo a mí. — Dijo Bert.
El profesor se agachó junto a Frank y se acercó a su oído, todos miraban atentamente lo que iba a hacer; a continuación, sopló en el oído de Frank. Esto logró que Iero no sólo despertara, sino que pegara un gran salto de su asiento mientras que el grito de terror que soltó pudo escucharse perfectamente en la galaxia más lejana.
— Preferiría que prestaras atención en mi clase, dormilón. — Dijo el profesor con su habitual sonrisa, Frank lo miraba con asco.
— Dios. — Dijo Gerard. — Maldito seas, Frank, creo que yo también dormiré en clase más seguido.
Después de ese incidente, Frank le tomó más odio al profesor, además, no le gustaba toda la atención que Gerard le estaba dando, la sensación que le provocaba este hecho no le gustaba nada.
Al terminar la clase, Bert estaba rodeado de chicas hablando con él y Gerard lo observaba desde su asiento, sin prestarle atención a Frank, quien estaba sentado a su lado.
— Oh, Gerard. — Dijo Bert. — El señor Collins quería que te dijera una cosa.
— ¿Sí?
— ¿Podrían tú y Frank por favor organizar las próximas guías de estudio?
Gerard odiaba esas cosas, pero si Bert se las pedía, todo cambiaba.
— ¡Yo feliz de hacerlo! ¡No se preocupe, ejeje!
Frank rodó los ojos a causa de la estúpida actitud de Gerard hacia el profesor.
— ¡Frank! — Lo llamó un compañero del equipo de baloncesto. — El entrenador se ha tomado el día libre
— ¿Qué? ¿En serio?
— Oye. — Gerard lo interrumpió. — Sobre las guías...
— ¿Podrías hacerlo tú solo? Es que de verdad tengo que encargarme.
— ¿Por qué tú? — Protestó.
— Porque se acercan las regionales y como capitán, debo hacerme cargo del equipo aunque el entrenador no esté.
— ¿C-capitán? — Abrió la boca sorprendido. — ¿Ya?
— ¿No te había comentado que este año yo sería el capitán, idiota?
— Se me había olvidado... No me dijiste cuándo te nombraron capitán.
— De todos modos lo sabrías si hubieras venido a mis prácticas... Tenías tiempo que no ibas a verme, hasta ahora, claro.
— Ve con el equipo. — Le sonrió al final. — Estoy seguro de que serás el mejor capitán.
— ¡Gracias, Gee! — Le mostró una sonrisa más grande. — Te prometo que intentaré salir más temprano para ayudarte con las guías.
¿Cómo puede gustarme Frank si existen hombres tan maravillosos como Bert?
¿Por qué? ¿Por qué Frank?
Hay tantos motivos por los cuales me gusta que ni siquiera yo sé.
Quizás sea porque siempre es atento conmigo, se preocupa por mí y me salva cuando estoy en apuros, también es muy detallista a pesar de todo... Y su sonrisa... Me gusta mucho su sonrisa aunque en ocasiones sea para burlarse de mí.
Creo que... Aunque existan tipos de ensueño como Bert, yo siempre preferiré a Frank después de todo.
— Siento la tardanza. — Frank regresó cuando Gerard estaba terminando de engrapar todas las hojas.
— ¿Cómo te fue?
— Ah... — Suspiró fatigado, dejándose caer en su asiento. — Vengo muerto.
Gerard lo miraba con dulzura.
— Cuando juegas baloncesto eres una persona totalmente distinta.
— ¿Lo dices porque soy el mejor del mundo? — Llevó su mano a su mentón en son de grandeza.
— No te alabes tú mismo. — Frunció el ceño.
— Pero piensas que soy genial ¿No?
— Sí, sí... — Engrapó otra guía. — Casi tan genial como el profesor Bert.
Escuchar su nombre hizo que los nervios se le pusieran de punta.
— ¡No lo menciones!
— ¿Qué? — Rió. — ¿Te recordé el cariñoso susurro a tu oído?
— ¡Es desagradable! — Hizo el gesto de inducirse el vómito. — Me da escalofríos ¡No vuelvas a nombrarlo!
— Bert, Bert, Bert, Bert, Bert. — Por cada vez que nombraba a Bert Frank hacía más muecas raras.
Gerard empezó a reírse de él.
— ¿De verdad te gusta Bert? — Inquirió seriamente.
— Sí. — Respondió a ver qué pasaba.
— ¡Qué asco! No vayas por ese tipo tan espantoso. — Lo dijo con tanta seriedad.
Al decirme que no vaya por Bert... ¿Quiere decir que prefiere que me guste él?
Nah... Seguro que lo dijo por decirlo.
Frank se dio cuenta de cómo Gerard borró su sonrisa y se puso triste de la nada. De repente, tuvo una epifanía.
— ¡YA LO RECORDÉ! — Gritó.
Se quedó tieso del asombro. El vivo recuerdo de aquella mañana llegó a él.
Para cuando Gerard levantó el rostro de la mesa, ya tenía a Frank a escasos centímetros de distancia.
— Cuando estaba resfriado y viniste a verme... Estábamos así de cerca, mirándonos fijamente como ahora... Y entonces...
Gerard estaba en shock también, no se esperaba que hablaran de eso.
— En tu pelo... — Continuó Frank. — Tenías pegada una hojuela de cereal en el cabello.
«¡¿CEREAL?!».
— Y pensaba quitarte esa hojuela para hacerte una broma, pero de pronto me desmayé... Y no recuerdo nada de lo que pasó después.
Las manos de Gerard temblaban con las hojas en las manos, y cuando Frank terminó de decir eso, Gerard, de la rabia, terminó arrugando completamente esas hojas hasta volverlas nada.
— Pero estás enojado por lo que sea que pasó después de eso ¿No?
— Up, up, down, down, left, right, left, right. — Decía Gerard conteniendo las ganas de engraparle la boca. — B, A, select, start.
— ¿Qué dices? ¿Ahora por qué cantas Game Over?
— ¡¿Cereal?! — Se levantó suavemente de la silla. — ¡¿CEREAL?!
«Corre». Se dijo Frank a sí mismo al verlo así, nunca lo había visto tan molesto.
— ¡PUES CLARO QUE TENÍA CEREAL! — Estalló. — ¡EL CEREAL POR LA MAÑANA ES ALGO MUY COMÚN!
— ¿Y-y po-po-po-por qué estás tan enfadado?
— ¡COMO ESTABAS ENFERMO Y ME PREOCUPABAS, COMÍ LO MÁS RÁPIDO QUE PUDE ANTES DE SALIR CORRIENDO A VERTE! ¡NO TUVE TIEMPO DE CERCIORARME DE QUE UNA MALDITA HOJUELA SE HABÍA QUEDADO PEGADA A MI CABELLO! — Estaba que botaba humo por la nariz.
— ¿E-es en serio? — Tragó saliva. — L-lo siento.
— ¡¿Cómo que lo sientes?! ¡Cuando "eso" sucedió, estaba tan avergonzado que quería morirme! Y tú sólo te fijas en el cereal...
— Pues... Sí... Quería quitarte el cereal con la boca.
— ¡Pero lo que atrapaste fueron mis labios!
Gerard estaba tan molesto por todo, que lo siguiente que hizo, fue por mero impulso; con lágrimas en los ojos, tomó a Frank del cuello, lo levantó, y finalmente lo besó.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top